SERGI MORA | Psicología y Mente
Solucionar problemas implica ir más allá del puro
intelecto.
No es lo mismo sabiduría que intelecto. La sabiduría es la inteligencia
del corazón. El intelecto es la inteligencia de la mente.
Cuanto más amas, más sabio o consciente eres de la
realidad. Cuanto más miedo tienes (lo contrario del amor), menos consciente
eres y más te dejas engañar por tu propio ego (o el ego de los demás).
El corazón está gobernado por el amor, es decir, por la comprensión de
que tú y yo no somos dos (igual que una ola no es distinta a otra ola, sino que
son el mismo océano). Para el intelecto somos olas diferentes y punto (no ve la
unidad subyacente), pero para el amor somos expresiones de la misma esencia.
La física cuántica empieza a acercarse al paradigma de la sabiduría
cuando demuestra que “el observador influye en lo observado”. Lo que todavía no
ha demostrado la ciencia es que lo observado es realmente el mismo observador.
No intentes comprender intelectualmente lo que acabo de decir, pues la
naturaleza dual del intelecto te lo impide.
El intelecto es muy bueno diseccionando la realidad, igual que puede
diseccionar un elefante en sus partes anatómicas (trompa, oreja, cola…) pero no
es nada bueno comprendiendo el conjunto (elefante) de la realidad. Para ello
necesitas subir de nivel de consciencia y usar la sabiduría.
El intelecto está gobernado por el ego (que en el fondo es un pensamiento
que se autodenomina “yo”). La sabiduría está gobernada por el amor y la
intuición, que es una comprensión directa (y no dual) de la realidad sin la
intervención de los sentidos físicos. La sabiduría sabe y el intelecto conoce
(o cree conocer). El intelecto pertenece a la naturaleza inferior del ser
humano, y la sabiduría pertenece a su naturaleza superior.
Del mismo modo que podemos observar distintos grados en la capacidad
intelectual de las personas, existen distintos grados en el nivel de
consciencia de las mismas. Y no van necesariamente de la mano. Se puede tener
una gran capacidad intelectual (de memoria, de creatividad, de lógica…) pero un
bajo grado de consciencia (o sabiduría). El grado de consciencia se puede medir
por el grado de luz y paz que desprende esa persona. Cuanto más sabio o
consciente, menos juzgas pues más comprendes. Cuanto más sabio, más ves la
perfección de todo y más despiertas (con tu simple presencia) la perfección en
los demás.
Cuanto más consciente te vuelves de quién eres realmente (más allá de lo
que te dicen tus sentidos o tus creencias), más sabio eres. Suele ocurrir que
cuanto más intelecto tienes (a menudo representado por el número de títulos
académicos que tienes) más te pierdes en los árboles del ego y menos ves el
bosque. Un poeta suele estar más cerca de la Verdad que un premio nobel de
física. No siempre es así, pero lo que quiero decir es que hoy en día abunda
mucho intelecto al servicio del ego y poco intelecto al servicio de lo que es
correcto o sabio.
El Doctor David R. Hawkins fue un renombrado psiquiatra que desarrolló un
mapa de la consciencia del ser humano. La consciencia se puede medir (mediante
un test muscular) entre 0 y 1.000 grados. Una persona que no quiere vivir (y se
quiere suicidar) calibra muy bajo, cerca de 10 o 0 grados. Una persona que vive
en éxtasis continuo y desprende paz, gozo y dicha, calibra a 1.000 grados y se
puede considerar la más sabia.
Cuando un ser humano calibra por debajo de 200, ese ser humano vive en el
paradigma del ego (cuya emoción principal es el miedo y el ansia de control o poder).
Cuando un ser humano vibra por encima de los 200, empieza a estar despierto a
su naturaleza superior (cuya emoción principal es el amor, la paz y la
comprensión). Una persona totalmente “despierta” como cualquier gran Avatar,
calibraría a 1.000 (que representa la máxima sabiduría, amor y verdad).
Alguien humilde que transmita paz tiene tremendo poder y tiene mucha más
fuerza que 1.000.000 de hombres poco despiertos. Recordad por ejemplo el poder
que demostró Gandhi. Ni todos los tanques y soldados del imperio británico
pudieron vencer su paz. Pero no todos los hombres despiertos acaban bien.
La mayoría, en un mundo inconsciente, acaban
marginados o asesinados. Un hombre sabio es una amenaza para el ego de muchos
pues cuestiona la base poco sólida sobre la que sustentan sus vidas. Y el ego,
que prefiere tener razón antes que reconocer la Verdad, opta por querer cambiar
a los demás (o apartarlos) del sistema.
Doscientos es un nivel muy importante, pues es a partir de ese nivel de
consciencia que uno tiene el coraje de ver su propia sombra psicológica e ir
más allá de su ego. A partir de 200 uno empieza a mirar adentro y asumir su
responsabilidad. A partir de 200 uno deja de quejarse (o sentirse víctima y
vivir desde el miedo). A partir de 200, uno deja de seguir al rebaño de forma
inconsciente pues se ha dado cuenta que eso es una forma de ceder su
responsabilidad.
En este mundo la mayoría calibran (según el Doctor Hawkins) una media de
207. Pero un gran porcentaje de la población calibran por debajo de 200, y por
eso se dejan llevar fácilmente por su propio ego y es fácilmente manipulable
por los egos de los demás. Por eso tenemos un mundo convulso, lleno de
corrupción e injusticias. Vivimos en un mundo de ovejas, gobernado por una
panda de lobos que a su vez están influidos por un puñado de buitres. Es un
mundo gobernado por personas que ansían el poder y usan el miedo como forma de
control. Pero quienes calibran por debajo de 200 no son capaces de ver tal
oscuridad. No tienen luz (consciencia) suficiente para ver lo falso como falso.
El sabio tiene la claridad suficiente para ver la realidad sin los
filtros o distorsiones del ego o del miedo. Y cuando dice lo que percibe y
cuestiona la narrativa oficial (para controlar al rebaño) es menospreciado o
considerado un loco. Pero no los llaman locos sino “antisistema” o
“negacionistas” o “conspiranoicos”. Todo eso son etiquetas para ridiculizar
(uso de agresividad pasiva).
En una sociedad donde la mayoría calibra por debajo de 200 y por lo tanto
está gobernada por su ego, el sabio no encaja. El sabio no sigue la norma y la
mayoría lo considera como la oveja negra, es decir, lo ve como una amenaza a su
sentido de pertenencia a una sociedad enferma (o inconsciente).
El ego busca refugio en el rebaño. El ego cree a ciegas en el pastor
(papá estado o papá institución o papá amigos y familia). El ego proyecta su
miedo en forma de agresividad cuando ve amenazada su falsa seguridad. El ego no
sabe que vive en la oscuridad (inconsciencia) y tiene miedo de ver desmontada
su realidad basada en cómodas mentiras. Cuando un ego ve a una persona
despierta (sabia) se defiende atacando, juzgando, acusando y ridiculizando. No
verás nunca a un sabio agredir ni ridiculizar a nadie porque el sabio vive en
contacto con el amor, y vive tranquilo pues sabe discernir entre lo que es
verdad y lo que no lo es.
Hay
quien prefiere la verdad y hay quien prefiere tener razón
Cuando calibras por debajo de 200, tus prioridades son la seguridad, el
confort, la riqueza o el poder por encima de la Verdad. Cuando el intelecto
está al servicio de la Verdad (que calibra a 1.000) y no al servicio de
intereses propios (ego), entonces tenemos un intelecto iluminado.
Einstein era una mente brillante, no solo por su alto
coeficiente intelectual, sino porque su intelecto estaba al servicio de su
sabiduría. Según el Doctor David R. Hawkins, Einstein calibraba a 499. Una de
las frases más famosas de Einstein fue “no podemos resolver un problema en el
mismo nivel donde lo hemos creado”. Por nivel, se refería al nivel de
consciencia. El 100% de los problemas se resuelven a medida que incrementas tu
nivel de consciencia y desaparecen del todo cuando subes al nivel de
consciencia de 600 (que representa el primer grado de la iluminación).
Hoy en día asistimos a un momento importante para la Humanidad. Estamos
ante un momento donde cada uno debemos decidir si seguir el camino fácil (y
seguro) que dicta una autoridad (y unos medios de control o comunicación que
propagan una única narrativa y censuran cualquier otra posibilidad) o bien
seguir el camino estrecho de escuchar nuestra intuición, aunque eso suponga
dejar de seguir a la mayoría.
Sabremos cuál es el camino correcto por el grado de presión o libertad
que sentimos. Si algo nos presiona (y no nos deja pensar libremente), no es el
camino de la verdad. Si alguien se hace pasar por nuestro consejero y usa la
amenaza o el miedo como forma de coerción, no es el camino de la verdad. El
camino de la verdad nunca presiona, nunca mete miedo. La verdad nos hará libres
para asumir nuestra responsabilidad y además no nos ridiculizará, sino que nos
amará sea cual sea nuestra decisión.
La mente debe iluminarse con la sabiduría si queremos trascender
(resolver de raíz) los problemas. Y la forma más fácil de incrementar nuestro
grado de luz (o consciencia) es expandiendo nuestro amor. A medida que
incrementamos nuestra autoestima (y, por lo tanto, el amor a la Verdad que
somos), incrementamos nuestra sabiduría.
El amor empieza a manifestarse cuando perdemos el miedo a decidir por
nosotros mismos (se llama coraje). Debemos aprender a amar la Verdad, aunque
eso suponga la incomodidad de tener que hacer cambios de creencias, de hábitos
o de relaciones. Pero recuerda que la Verdad sólo es incómoda para nuestro ego,
pues vive atrapado en un sueño de seguridad, de querer agradar y pertenecer al
rebaño.
Como coach personal, una de las enseñanzas que más transmito a mis
clientes es el concepto de responsabilidad. Ser responsable es tener claro que
“solo tú debes estar satisfecho con tus decisiones, y sólo él/ella/ellos/ellas
deben estar satisfechos o satisfechas con las suyas”. Es decir, no confundamos
esto que acabo de decir con “egoísmo”.
Por ejemplo, si se trata de salud, “solo yo soy responsable de mi salud,
y solo tu de la tuya. Querer que yo cambie para tu sentirte seguro es ser
egoísta. Quere que tu cambies para yo tener menos miedo, es ser egoísta. Dejar que los políticos decidan sobre tu salud sin
cuestionarte nada, eso es ceder tu responsabilidad, pero, al fin y al cabo, es
tu decisión. Pero querer que todo el mundo haga igual (porque así nos
bombardean los medios), eso es un ataque a la libertad del ser humano y
tratarlo como a una oveja irresponsable.
Asumir la responsabilidad de tus propias decisiones significa pensar por
ti mismo y no ceder ese poder a nadie. Y para poder tomar decisiones, lo mejor
es informarse bien (intelectualmente) y, sobre todo, subir tu nivel de
consciencia (sabiduría). Recuerda que lo que para el ego puede ser una verdad,
desde un nivel superior de consciencia, se ve claramente la falsedad. Si para
el ego una serpiente representa un problema, para la sabiduría, esa serpiente
no era más que una ilusión de luces y sombras y no es más que una simple cuerda
expuesta a poca luz.