VALERIA SABATER | La Mente es Maravillosa | 07/02/2022
A veces, tras la idea de que uno no es bueno para nada puede estar desde
una educación autoritaria hasta la hiperexigencia. ¿Qué podemos hacer en estos
casos? Analizamos una serie de claves que pueden ayudarnos.
“No soy bueno en nada, no importa lo que me proponga,
al final siempre fracaso en todo”. Este tipo de autopercepción es como una sombra
persistente que habita en el universo psicológico de muchas personas. Es la voz
de la baja autoestima, el susurro que aniquila propósitos de vida, proyectos y
hasta relaciones.
Lo
cierto es que sería glorioso sentirnos siempre bien, estar seguros de nosotros
mismos al 100 % y percibirnos competentes 24 h 7 días. Sin embargo, hay épocas
así, momentos en los que dejamos de confiar en nuestras valías, virtudes y capacidades.
¿La causa? En realidad, hay muchos factores que orquestan en ese debilitamiento de
la autoconfianza, desde experiencias pasadas hasta la hiperexigencia.
Todos
hemos estado en ese territorio en algún momento. En esa esfera en la que nos
sentimos más débiles y el suelo tiembla bajo nuestros pies. No nos atrevemos a
avanzar porque tememos caer, fallar, hacer el ridículo y tomar el camino
equivocado. Sabemos que vivir es asumir errores, pero en ocasiones etiquetamos
un error como la muestra innegable de que no servimos para nada.
“¿Qué podemos hacer en estas situaciones? ¿Cómo demostrarnos que valemos para muchas más cosas de las que creemos? Debes mirar al mundo directamente a los ojos”. – Helen Keller.
No soy bueno en nada: ¿qué hay detrás de este pensamiento?
Sentirse
inútil, poco o nada hábil es una experiencia habitual en el ser humano. Lo es
porque somos
nuestros peores jueces y jurados, porque nos ponemos listones muy altos y nos
han educado para ser perfectos, eficaces y talentosos. Asimismo, si uno
echa una mirada a sus redes sociales lo único que apreciará con frecuencia es
un universo absoluto de perfección.
Por ejemplo, es común que los adolescentes
sientan de manera temprana que no son buenos en nada. Cuando aún están en proceso
de aprendizaje y desarrollo, algunos ya asumen que jamás serán tan
competentes, atractivos y brillantes como esas celebridades que siguen en
Instagram o TikTok. Vivimos en una sociedad en la que quien no sobresale en
algo se autopercibe como un fracasado.
Este
fenómeno se explica sobre todo por la comparación social que facilitan medios
como las redes sociales. Así, trabajos de investigación como los realizados en la
Universidad de California inciden en esto mismo. Medios como Facebook brindan escenarios
accesibles y cercanos para observar y compararnos con infinidad de personas.
Esto puede tener un gran impacto para la
autoestima en algunas personas, en especial los más jóvenes. Hasta el punto de
distorsionar por completo la visión que tienen de sí mismos.
Muchos de nosotros nos focalizamos únicamente en nuestras debilidades, fallos y carencias. ¿La razón? Porque es más fácil descubrir lo que no tenemos al compararnos con los demás, que apreciar las virtudes y potencial que sí tenemos desde siempre.
Cuando sientes que no sobresales… ¿A qué se debe?
La persona que no se percibe competente en
nada refuerza una narrativa mental mediada por la baja autoestima. Eso lo sabemos. Sin embargo,
¿cuál es la raíz de la baja autoestima? Esa es la clave que debemos comprender
y esos los factores que conviene tener en cuenta para comprender esta realidad
psicológica tan común.
·
Ya
hemos hablado de la primera causa: la comparación social. Nos hemos habituado a medir nuestras
valías en función de lo que son, tienen y hacen los demás.
·
Otra
causa es nuestra educación. El autoritarismo, la intolerancia al error o el deseo
de algunos padres de tener niños perfectos y no felices inocula a menudo en
algunas personas la sensación constante de fracaso. De no ser lo bastante
buenos como esperan los demás.
·
A
menudo, situamos la mirada en todos
nuestros errores pasados sin apreciar nada más. Quedamos
encallados en esa esfera fallida. Cada menosprecio del ayer, caída, puerta
cerrada o rechazo puede hacer mella en nosotros. En lugar de procesar estas
vivencias como oportunidades de aprendizaje, quedamos bloqueados por completo y
con la autoestima dañada.
·
Asimismo,
lidiar con algún trastorno psicológico como la depresión o la ansiedad alimenta
los pensamientos negativos. También esa visión crítica y aniquilante sobre uno
mismo.
·
Otro
factor es el social y relacional. Hay
personas que pueden proyectar en nosotros la idea de que no valemos para nada. A
veces, una relación afectiva dañina puede destruir nuestro autoconcepto.
La hiperexigencia o la necesidad de ser perfectos o talentosos es otro factor que puede reforzar la idea equivocada de que uno no sirve para nada.
¿Cómo podemos desactivar la idea de que no tenemos ningún talento?
La
idea de que uno no es bueno en nada resulta aniquilante. Nos subestimamos porque no
toleramos nuestros fallos. También porque habitamos en una sociedad que nos
engaña, que nos hace creer que hay quien nace siendo perfecto y talentoso…
Cuando
en realidad el talento se trabaja, cuando las valías no nos vienen dadas, sino
que se labran mediante el esfuerzo, la autoconfianza y la autoestima. Por
tanto, es
momento de dejar de alimentar ese diálogo
interno degradante.
Valemos
mucho solo por estar aquí, solo por existir. Somos perfectos tal y como somos,
y servimos para más cosas de las que pensamos.
Cómo recuperar la confianza en ti cuando crees que no
eres bueno en nada
·
Evita
la comparación social. Tú eres tú, los demás son los demás.
·
Toma
el control de tus pensamientos y tus autovaloraciones. Sustituye unas ideas por
otras (“creo que no valgo para este trabajo” — “¿qué tal si lo intento a ver
qué pasa?”).
·
Aprende
de tus errores. Un
fallo no es el fin del mundo. Es un paso atrás para tomar mayor
impulso.
·
Replantéate
alguna de tus relaciones. Tal vez haya alguien en tu vida que esté afectando a
tu autoestima.
·
Haz
una lista de todo aquello que se te da bien y de los logros de tu pasado. Esa persona también eres tú.
·
Entrena
tu autocompasión. Eres alguien que merece tu respeto y
aprecio. Es momento de hablarte mejor y de confiar en tus valías.
· Decide cómo quieres sentirte contigo mismo y qué te gustaría lograr. Es hora de trabajar en ello.
Para concluir, si bien es cierto que es adecuado tomar conciencia de aquellas cosas en las que no somos buenos, evitemos llevar esta idea al extremo. Todos tenemos luces y sombras, todos somos falibles y extraordinarios a la vez. Somos mejores de lo que pensamos.