ANDREA
PÉREZ-BOUZADA |
www.elespañol.com | 12/06/2023
La salud mental ha tomado
una posición muy diferente en la sociedad tras la pandemia. Se le ha comenzado
a dar una visibilidad
que no tenía y se ha empezado a desestigmatizar una parte de la
medicina que en ocasiones se ha considerado una especialidad de segunda. No
obstante, a pesar de los avances, el psiquiatra vigués Jacobo Torrón
Vázquez-Noguerol asegura que aún queda mucho por hacer.
"Indudablemente esta
es la parte buena de la
pandemia, que se hable de salud mental y que se destinen fondos a investigación,
pero los recursos eran tan insuficientes, estábamos tan mal respecto a otros
países, incluso en Galicia respecto a otras comunidades, que las inversiones,
que son fantásticas, siguen siendo insuficientes. Se sigue viendo que faltan psicólogos, que faltan camas.
Estamos mejor, pero todavía falta", cuenta el
experto.
Psiquiatra en la Clínica
El Pinar, y miembro de la Asociación Gallega de Psiquiatría, Jacobo Torrón cree
que promover una psiquiatría científica es también uno de los grandes retos de
esta especialidad. "La salud mental se ha visto muchas veces como una
pseudociencia, como si los psiquiatras no fuéramos médicos. Se está empezando a
ver de otra forma pero aún así hay mucho por hacer, somos una rama de la medicina como es la
ginecología, la traumatología o la neurología, y hacen falta más recursos",
asegura.
Los jóvenes, en el foco
La crisis sanitaria hizo
saltar las alarmas de la importancia de la salud mental en todas las franjas de
edad, si bien, el foco
mediático se puso fundamentalmente en la población más joven.
Aunque el doctor Torrón explica que sí fue uno de los núcleos más afectados, el
otro extremo también ha sufrido las consecuencias de este momento excepcional
que se ha vivido de forma global.
Precisamente sobre ese
foco, el de los jóvenes y menores, y la forma de visibilizar esta rama de la
medicina, Torrón
Vázquez-Noguerol se muestra contundente: "Hemos pasado del mutismo al
ruido". Así, este doctor cree que es necesario
comunicar, pero que requiere un especial cuidado el trato de la información, y
no sólo por el efecto llamada o efecto Werther que se puedan relacionar con los
suicidios o los actos violentos, sino por la manera de hacer visible la salud
mental incluso en las series de ficción.
"No solo se habla de
salud mental en los medios de comunicación, a mí me preocupan, por ejemplo, las series de
televisión que hay de adolescentes con las que se sienten
identificacos en unas edades en las que, además, son más vulnerables. Parece
que que está todo el rato presente el acoso, el acosador, el que sufre, la
víctima, y cómo se tratan
de resolver esos problemas con autolesiones, consumo de drogas o incluso el
suicidio", destaca el psiquiatra gallego.
"Cuando somos
jóvenes nos identificamos con ideales que podemos ver, ya sea un personaje del
deporte, un actor en una película o un personaje de una serie, a todos nos ha
pasado, pero es que hoy en día ese personaje se corta porque fulanito no le
responde a los WhatsApps. Al final, que
te identifiques con estos modelos que presenta la ficción es tremendamente
patológico", añade.
El teléfono móvil, "un arma" para los menores
Con el tiempo y los
avances en materia de salud mental se le han ido poniendo también nombre a
algunas conductas, como es el caso de bullying.
¿Se sobredimensiona un problema al categorizarlo? Jacobo Torrón cree que no y
que, incluso, puede ser beneficioso. "Siempre ha habido acoso en los
colegios, igual que siempre ha habido queme laboral o síndrome de burnout. El
nombre no sobredimensiona el problema, lo que sí lo hace es nuestro estilo de
vida. Las nuevas tecnologías hacen estos problemas más intensos", apunta
el médico vigués.
"No es lo mismo
fumar un cigarrillo que fumar una cajetilla. El daño no va a ser el mismo.
Y tampoco es igual que
te acosen durante la jornada lectiva de seis u ocho horas que si esto acaba y
te siguen vacilando por grupos de WhatsApp, por redes sociales...
es 24/7, y el daño tampoco es el mismo. Creo que esto sí que es lo que
realmente está ocurriendo; es el problema, desde mi punto de vista, de la
tecnología mal usada", añade.
Este psiquiatra compara
el uso de teléfonos móviles con otras actividades no permitidas para menores de
edad, como el consumo de alcohol o la conducción de un vehículo pesado.
"No permiten beber alcohol hasta los 18 años porque el cerebro no está formado
y tiene efectos perniciosos; tampoco se puede conducir hasta esa edad porque se
entiende que el cerebro no está preparado para una adecuada toma de decisiones.
Sin embargo, vemos niños
de 11 años con teléfonos con los que pueden hacerse fotos desnudos, pueden
acceder a porno, ver violencia, acosar o ser acosado", explica
este médico que considera que se trata del principal "tóxico del momento
actual".
El experto cuenta cómo
hay países en los que el
uso de las nuevas tecnologías ya se está regularizando, algo que, considera,
debería llegar cuanto antes. "En Silicon Valley, donde
empezó a introducirse las pantallas en las clases, ya hace años que las han
quitado. Y recientemente salió una noticia de que en Suecia han dado marcha
atrás también con estas iniciativas, y en las aulas han vuelto a los libros de
texto", sostiene.
Cuando preguntar tiene un efecto protector
En los últimos meses han
trascendido en medios de comunicación casos terribles de suicidios de jóvenes
que, sin duda, generan un gran impacto en la sociedad, ante lo que muchas
personas se preguntan: ¿Cómo se detectan las señales de alarma? En este
sentido, Torrón Vázquez-Noguerol apunta que, en primer lugar, no hay que
hiperresponsabilizar o culpabilizar a los padres. "Parece que tenemos que detectar señales
de alarma, pero no siempre las hay. A veces, esto ocurre
incluso por un acto impulsivo, algo que no es previsible", explica.
No obstante, en general,
señala que "evidentemente tenemos
que estar alerta cuando existen cambios comportamentales o conductuales en un
niño o un adolescente". "Si es una persona que
suele salir a hacer deporte y de repente deja de hacerlo, que suele quedar con
amistades y de repente deja de hacerlo, que tiene cambios, por ejemplo, en el
sueño o en el apetito, que deja de asearse, de cuidarse, son señales que nos
orientan, y nos dicen que a nivel psíquico algo puede estar pasando",
cuenta.
Jacobo Torrón hace hincapié en la importancia de perderle el
miedo a preguntar. El médico vigués sostiene que muchas
veces es difícil para los jóvenes abrirse a un familiar, por lo que pedir ayuda
externa puede resultar muy beneficioso. "Es importante estar familiarizado
y preguntar, algo que se ha visto que tienen un efecto protector", afirma.
Terapia electroconvulsiva, "tan segura como eficaz"
Si los jóvenes han estado
en el centro del interés de la opinión pública en lo que a temas de salud
mental se refiere, las
terapias electroconvulsivas han ocupado también numerosos titulares en la
comunidad gallega tras recibir un paciente este tipo de
tratamiento sin el consentimiento de su familia. Algo que, según se ha
conocido, fue autorizado por un juez al no estar el paciente en condiciones
mentales para decidir.
Sobre el uso de este
método, Jacobo Torrón, ratifica que se trata de un tratamiento "tan seguro
como eficaz". "La electricidad para tratar problemas mentales se usa
desde hace muchísimos años, pero las técnicas se han ido perfeccionando, hasta
tal punto que es de primera indicación para embarazadas. Antes no había
relajantes musculares, no se hacía bajo anestesia, y evidentemente tenía unas
secuelas importantes, pero hoy
se hace en un quirófano bajo inducción anestésica, con relajación muscular y es
un tratamiento tremendamente efectivo y seguro", sostiene.
Además de este tratamiento,
la Clínica El Pinar practica diversas técnicas vanguardistas para tratar
algunas patologías, como la depresión resistente o el trastorno obsesivo
compulsivo resistente, con estimulación magnética transcraneal.
"También somos
pioneros en disponer de una unidad de trastorno límite de la
personalidad", apunta Jacobo, quien asegura que al
contar con estas técnicas y esta unidad "son casos que vemos con mucha
frecuencia".