VALERIA SABATER | La Mente es Maravillosa | 28/05/2020
En medio del ruido, calma. En
medio del miedo y el murmullo que trae la incertidumbre y el pánico, calma.
Solo en un enfoque mental centrado y relajado podemos explotar nuestras
fortalezas psicológicas. Es el momento de despertarlas y de hacer uso de ellas.
No
es fácil vivir en medio del caos. No es sencillo mantener el equilibrio cuando llegan
embestidas, cuando el viento se arremolina entre el cabello y nos susurra al
oído mensajes de miedo con sabor a incertidumbre.
Estamos diseñados para anticiparnos, para responder
emocional y cognitivamente de manera precipitada cuando el pánico nos asalta.
Sin embargo, lo ideal en medio de estos escenarios es la calma.
La
palabra “miedo” va mucho más allá de malestar del momento. En sí contiene todo ese
caleidoscopio que integra desde el fantasma del comportamiento más irracional
hasta esas reacciones más integradoras. Esas que asumen el temor, pero optan
por afrontarlo mediante conductas proactivas para dar solución a un problema.
Señalaba
el psiquiatra Karl Augustus Menninger que los miedos pueden
educarse y que es entonces cuando damos los pasos más firmes. Es fácil decirlo, pero llevarlo
a cabo es posiblemente el acto más complejo y traumático en el ser humano.
Porque cuando el caos llama a la puerta y nos arrebata la calma, la mente se
desboca y lo que es aún más peligroso, contagia a otros hasta hacer del miedo
un enemigo de dimensiones extraordinarias.
En
estos contextos, debe germinar la calma. Esta dimensión también puede
entrenarse porque, al fin y al cabo, el propio miedo, la ansiedad y los
comportamientos irracionales son un dragón más que podemos aprender a contener.
En medio del caos debemos aplicar un enfoque mental basado en la calma
Hay
personas que a veces han enfermado (metafóricamente) por el aluvión de “malas
noticias” que
se transmiten a través la televisión, la radio y las redes sociales. En parte,
porque pareciera que los datos inquietantes, los hechos preocupantes y los
mensajes negativos opacan los positivos.
Es más, por
término medio, las noticias negativas siempre se comparten antes que las
esperanzadoras. Lo hacemos sin aplicar siquiera el filtro
de la prudencia,
sin valorar a veces si esos hechos son ciertos o no.
Bien, es verdad
que tenemos derecho a saber que la información es poder y que hay que estar en
contacto con la realidad inmediata. Pero hay momentos en que las circunstancias
y determinados hechos los interpretamos como abrumadores y entonces, de pronto
despierta en nosotros un sentimiento: el de la impotencia. No saber qué puede suceder
mañana es sin duda lo que más nos asusta y limita.
Somos
criaturas habituadas a tener el control sobre su realidad inmediata (o al menos, a pensar que
es así). Experimentar de pronto que estamos en medio del caos, que lo que ayer
dábamos por seguro hoy es incierto o ya no está, nos duele y nos perturba.
¿Qué podemos hacer ante estas circunstancias?
La calma es una actitud y llega cuando aceptas que no puedes controlarlo todo
En
un contexto de incertidumbre aumenta la ansiedad. A ello se le suma otro
factor: el entorno, la información que recibimos, las personas que nos rodean
contagiándonos sus emociones, sus miedos… Nada eleva tanto la
angustia como
el no saber, como la propia incertidumbre.
Un ejemplo: es mucho peor no saber si vamos a perder
el trabajo que tener ya la certeza de que lo hemos perdido. El cerebro actúa de
forma diferente. Es necesario, por tanto, que aprendamos a tolerar la
incertidumbre.
Debemos asumir
que, aunque
no tengamos el control sobre ciertas cosas, sí tenemos el control sobre cómo
elegimos reaccionar ante ellas. Esa es la clave.
·
Actuar con calma es la
mejor actitud. Es el
enfoque mental mediante el que podemos responder de manera más acertada,
razonable y ajustada dando lo mejor de nosotros mismos.
Limpia la mente: elimina pensamientos catastróficos
En
medio del caos, los pensamientos catastróficos no ayudan sino que nos hunden. En medio de las dificultades,
de un escenario de dudas o problemas, la mente debe ser nuestra aliada y no esa
adversaria que nos entorpece a cada paso.
Por tanto, es vital que seamos capaces de “limpiar”
de nuestro enfoque cotidiano el pensamiento que entorpece, alimenta el miedo y
que en lugar de ayudarnos a dar con una solución, añade un problema más.
Seamos conscientes
de ellos y eliminemos el diálogo
interno negativo. La calma debe ser ese faro
capaz de guiarnos en la oscuridad.
En medio del caos… ¿quién eliges ser?
Responder,
en épocas difíciles, a la cuestión de quién deseamos ser puede ayudarnos en
medio del caos.
¿El héroe o la víctima? ¿Quién sirvió de ayuda o empeoró aún más la situación?
¿Alguien de quien sentirte orgulloso o una figura que eligió el inmovilismo y
el pánico?
Tú
eliges, tú decides qué estela y qué impronta vas a dejar en esos días en los que estamos
obligados a dar lo mejor de nosotros mismos.
En escenarios de crisis, la calma es esa compañera
capaz de trazar caminos más serenos y acertados. Con ella de la mano, vemos las
cosas con mayor nitidez para saber reaccionar, ser proactivos y responsables.
Es momento de
activarla, es
hora de que en un presente de cambios e incertidumbres, actuemos juntos con
serenidad, inteligencia y aplomo.