VALERIA SABATER | La Mente es Maravillosa | 20/07/2020
No
todo el mundo es capaz de aprender de sus errores. Según nos explica la
ciencia, algo así podría deberse a la falta de de dos emociones: vergüenza y
culpa. No obstante, hay más factores igual de llamativos, los analizamos a
continuación.
Hay personas que
no aprenden de sus errores. Son esas
que no solo tropiezan una y diez veces con la misma piedra, sino que además se
encariñan con ella y la cargan sobre sus espaldas. Asimismo, es fácil pensar
que este tipo de perfil evidencia poco más que una especie de ceguera ante la
experiencia, una torpeza cognitiva o inmadurez emocional que les hace incurrir
en unos fallos que para los demás son obvios.
Ahora bien, todos
somos hábiles a la hora de ver la paja en el ojo ajeno, pero admitámoslo… ¿Quién no ha
caído dos o tres veces en el mismo error? Es muy
fácil, por ejemplo, derivar en el mismo tipo de relación de pareja una y otra
vez, abrazándose a esos lazos que duelen y nos dejan secuelas. También es común
empeñarnos en ciertas metas imposibles, esas que solo nos han traído fracasos.
¿Es cabezonería?
En ocasiones, sí. ¿Es ingenuidad? Tal vez. De hecho, vale la pena recordar el
modo en que definió Benjamin Franklin la estupidez
humana: hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes.
Nada es tan
necesario para cada uno de nosotros como asumir esa «estupidez». Es
decir, detectar el error, aprender de él e iniciar comportamientos alternativos
para avanzar, crecer y mejorar en todos los sentidos posibles. Comprendamos por
tanto por qué en ocasiones nos cuesta tanto lograr algo tan evidente.
Personas
que no aprenden de sus errores: ¿a qué se debe?
Las causas por
las que muchas personas no aprenden de sus errores son múltiples. No
obstante, antes de profundizar en los orígenes, debemos tener
en cuenta que hay «errores y errores». Uno puede
equivocarse al confiar en las personas menos indicadas una y otra vez. También
podemos hablar de quienes se plantean objetivos y fracasan siempre en el mismo
punto, en las mismas cosas.
Ahora bien, existen también otro tipo de errores,
como son los relativos a lo ético y lo moral. Pensemos,
por ejemplo, en la población reclusa y en una de las finalidades de las
instituciones penitenciarias: lograr su reinserción. Para ello, es necesario
que esos hombres y mujeres que cometieron un delito en su día, sean conscientes
de su falta, de su error, que se arrepientan de ello y vuelvan a la sociedad
siendo otras personas.
Aprender de sus
errores pasa por empatizar con el mal causado y ser capaces de defender otro
tipo de valores. Otros más humanos, más éticos y respetuosos. Sin embargo, como
bien sabemos, una parte de quien ha pasado por un módulo
carcelario termina volviendo tarde o temprano. ¿A qué se
debe? ¿Por qué las personas no aprenden de sus errores?
Culpa y vergüenza para aprender
de los errores
Hay algo que
todos hemos sentido en alguna ocasión cuando cometemos un error: vergüenza. Es
más, si ese fallo genera daño a segundas personas lo que sentiremos es un
fuerte sentimiento de culpa.
Esas emociones
cumplen por tanto un papel crucial en el comportamiento humano: nos ayudan a
enmendarnos, a querer solucionar determinadas cosas o hacerlas de otro modo para
que esas sensaciones no vuelvan a aparecer. Es más, lo que queremos a su vez es
que en la próxima ocasión, todo salga mejor por el bien de nosotros y también
de los demás.
Así, una
de las razones por las que algunas personas no aprenden de sus errores es
porque carecen de esas emociones. Esto lo pudieron ver en un estudio realizado
en el 2014. La Universidad George Mason entrevistó a 500 convictos de delitos
graves y pudo ver que existían dos tipos de perfiles.
Los que se
sentían culpables y mejoraban en la libertad condicional y los que evadían su
responsabilidad y focalizaban la culpa en las circunstancias, en factores
externos.
La mutación A1, otra causa por la
cual las personas no aprenden de sus errores
Tilmann Klein y
el Dr. Markus Ullsperger del Instituto Max Planck de Ciencias Cognitivas y
Cerebrales Humanas en Leipzig, (Alemania) afirman conocer la razón por
la que las personas no aprenden de sus errores. El origen sería genético y, concretamente, a raíz de lo que han
definido como mutación A1.
·
Esta mutación reduce el número de receptores D2 en
el cerebro, que son los sitios donde se acopla la dopamina.
·
¿Qué implicación tiene algo así? Debemos entender
primero qué papel cumple este neurotransmisor: favorece el aprendizaje, la
motivación, la recompensa, la sensación del placer, entre otras funciones.
·
Si todas estas dimensiones fallan o trabajan a un
nivel mínimo, no
existirá motivación alguna por corregir errores, mejorar, superarnos o asumir
nuevos aprendizajes.
Es sin duda un
dato curioso que vale la pena tener en cuenta. En
este caso, la incapacidad de aprender de los fallos tendría un origen cerebral.
¡La culpa es de los demás!
Para entender qué
hay detrás de quien no asume ni enmienda sus errores, no podemos descartar un
hecho: abundan en exceso quienes se desentienden de toda responsabilidad y la
colocan sobre hombros ajenos. Es una conducta común. Es el
reflejo más puro de la irresponsabilidad y la inmadurez.
Siempre resulta
más fácil culpar a
otros o asumir que es el destino quien ha jugado en nuestra contra.
Si siempre fracaso en mis negocios es porque la economía va muy mal. Si he vuelto
a iniciar una relación con un narcisista es porque el mundo está lleno de ellos. ¡Yo no
soy responsable de nada!
Para concluir,
este tipo de situaciones abundan mucho más de lo que pensamos. Pocas cosas
resultan más relevantes en nuestra existencia que detectar el fallo, asumir la
falta, el error, la equivocación y tener, a su vez, la
audacia, la inteligencia y la sensibilidad como para asumirlo y repararlo.
Hacerlo no solo
nos dignifica sino que favorece el crecimiento humano.