viernes, 27 de septiembre de 2013

Cleptomanía

¿Cuál es la causa de la cleptomanía?

La evidencia científica demuestran que en muchos pacientes la cleptomanía empieza alrededor de los 20 años. No se conocen las causas de esta enfermedad, pero se sabe que es un desorden psicológico asociado con desórdenes obsesivo-compulsivos y desórdenes adictivos. Algunas personas argumentan que esta condición está relacionada con la serotonina, que es una sustancia química en el cerebro encargada de las emociones y que regula el estado de ánimo.

¿Cómo se puede prevenir y tratar la cleptomanía?

El prevenir la cleptomanía es una tarea extremadamente difícil ya que no se conocen las causas que la generan. Lo que sí se sabe es que se puede tratar efectivamente. Existen varias formas de tratarla, pero no de curarla. Entre las alternativas para el tratamiento puedes encontrar las terapias psicológicas y el tratamiento con medicamentos. En el tratamiento psicológico puede recurrirse a las terapias de grupo o las intervenciones individuales. En muchos casos se involucra a la familia para obtener mejores resultados.

¿Cómo se debe tratar a alguien que sufre de cleptomanía?

Si se entiende que la cleptomanía es un trastorno psicológico, las personas que la sufren deben ser tratadas para su problema y no como criminales. Los cleptómanos viven constantemente con un sentimiento de vergüenza que los lleva a no buscar ayuda profesional.

Por eso si luego de leer este artículo te sientes identificado(a) porque te gusta robar por el simple placer de hacerlo, por favor busca ayuda de un profesional. La cleptomanía es un desorden psicológico para el cual hay tratamiento. ¡No te angusties! No eres ni la primera ni la última persona que sufre de cleptomanía. Y lo tuyo tiene solución con la ayuda adecuada.




" Yo también soy bipolar"

JESÚS DE LA GÁNDARA | EL MUNDO | 20/09/2011

Ser bipolar está de moda. O al menos proclamarlo sin tapujos.  No hay día que no se publique alguna noticia sobre personajes famosos, vivos o muertos, afectados por esta condición.

Más recientemente se ha dicho que la misma patología podría estar relacionada con las azarosas vidas y muertes de algunos de los jóvenes malditos de la canción moderna, los famosos del club de los '27' años..

Ahora bien, ¿realmente padecen o padecían una enfermedad o trastorno bipolar? Y en caso de que así fuese, ¿sirve para algo airearlo con la escandalosa morbosidad de los mass-media?

Veamos, la condición bipolar se puede entender, conceptualmente, como una categoría o como una dimensión. De acuerdo con la primera versión, se considera que una persona es bipolar, como es hombre o mujer, blanco o negro, o está o no embarazada. Eso se entiende muy bien desde el punto de vista clínico. Si se es bipolar es que se padece una enfermedad concreta, de mayor o menos gravedad, mejor o peor pronóstico, pero reconocible y diferenciable de otras posibilidades. En consonancia con ello se diagnostica y trata con los medios al alcance de la ciencia psiquiátrica.

Ahora bien, si consideramos la segunda opción, la “dimensión bipolar”, entonces decimos que cualquier persona es más o menos bipolar, como es más o menos alta, morena o rica. Según esa versión tod@s podemos serlo o estarlo, pero sólo en algunas personas esa condición sería tan manifiesta y relevante que sería patológica. De hecho, sabemos que muchas personas con dotes creativas, artísticas, geniales, ostentan rasgos de carácter o estilos de comportamiento “bipolares”, es decir que pasan por épocas de gran euforia, de alta intensidad productiva y creativa,  y por otras de gran depresión, esterilidad y vulgaridad productiva. Si busca en Internet encontrará miles de referencias a esta circunstancia en personalidades creativas, geniales, etc.

Pero, se preguntará, ¿a qué vienen todas esas disquisiciones y teorías sobre los famosos y lo bipolar? ¿Qué interés o utilidad pueden tener para las personas normales y corrientes afectadas por esta patología?

Pues sí, la tiene, y no poca. En primer lugar, hablar de las afecciones de los famosos sirve para que se hable de la enfermedad bipolar como de una condición humana que afecta a muchas personas, incluyendo a esas personas exitosas, bellas, ricas o admirables. Ergo, se puede ser bipolar y tener éxito en la vida, y ser felices o, simplemente, ser personas normales y corrientes. Por otra parte, hablar de ello sin tapujos contribuye a lograr uno de los objetivos más difíciles de la psiquiatría: disminuir la estigmatización, marginación, discriminación e injusticia asociadas a la enfermedad mental. Si el sufrimiento de esos famosos sirve para este fin, bienvenido sea el morbo mediático que lo rodea.

Pero además hay otra cosa que podemos aprender, que quizá sea la más importante. Cuando esos famosos personajes sufren, truncan sus carreras o mueren miserablemente como consecuencia de su condición bipolar, casi nunca habían sido diagnosticados y tratados adecuadamente por un médico o psiquiatra. Recientemente, los casos de M. Jackson y de A. Winehouse lo han puesto en evidencia. ¿Qué hubiera sido de ellos si se hubiesen puesto en manos de sus médicos de cabecera o psiquiatras? ¿Si hubiesen tomado los tratamientos indicados en su patología? Tal vez ahora podrían seguir regalándonos sus dotes geniales y proclamando con sinceridad y generosidad su condición de personas “humanas” afectadas por una enfermedad común, que, afortunadamente, ahora podemos diagnosticar y tratar con éxito la mayoría de las ocasiones.

Obviamente, no es este el lugar apropiado para explicar cómo se hace esto último, pero sí para sugerir a las personas afectadas, a sus familias y asociaciones de autoayuda, a los sanitarios e informadores de salud, que aprovechemos estas favorables circunstancias para mejorar la detección, el diagnóstico y el tratamiento de esta patología y secundariamente las condiciones de vida de l@s afectad@s. El que firma ya lo está haciendo, ahora le toca a usted.



Aclaración.- Quiero hacer notar que esta publicación salió hace dos años, por tanto el nombre de los "famosos" que se citan, ya han pasado a la historia, pero así y todo me ha parecido muy interesante su contenido.

Lápiz y papel mercromina para las heridas

ALEJANDRA AGUDO | EL PAIS | 31/07/2013
         
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Elizabeth Broadbent, psicóloga del departamento de medicina que ha dirigido el estudio ‘Escritura expresiva y curación de heridas en personas mayores’, publicado en el número de julio de Psychosomatic Medicine, asevera que la escritura funciona como cicatrizante cuando versa sobre eventos tristes “o los sentimientos más profundos de la persona”.

“El estrés y la depresión están relacionados con una curación de las heridas más lenta”, dice el informe. “Hasta ahora solo se había investigado cómo se puede reducir ese estrés en personas mayores con ejercicio físico”. Sin embargo, “una alternativa factible puede ser la escritura expresiva, que es breve, fácil de administrar y barata”, subrayan los autores. “Creemos que puede ser útil, pero para su aplicación necesitamos testar la escritura expresiva en otro tipo de heridas”.

 Consejos para la escritura terapéutica
   El profesor James W. Pennebaker, de la Universidad de Texas, nos da sus consejos:
·         Buscar un momento y lugar en el que no vaya a ser molestado ni interrumpido.
·         Escribir de forma continua durante al menos 20 minutos.
·         No se preocupe por la ortografía o la gramática, no importa. Recuerde que lo que escriba es solo para usted.
·         Escribir sobre algo muy personal e importante. Este es el momento para ello. No se quede en la superficie, sea sincero.
·         Trate solo de acontecimientos o eventos que realmente pueda afrontar ahora.

María Ángeles Muñoz, psicóloga en una clínica madrileña, aplica este tipo de terapia a sus pacientes. “Cuando una persona está deprimida su sistema inmunológico también lo está”, explica. Por eso, cualquier ayuda para reducir la depresión, el estrés, los sentimientos de tristeza o agobio, revierte en un mejor estado físico de la persona, añade. “Con la escritura hacemos un vaciado, exteriorizamos ideas nocivas que rondan el pensamiento”, apunta.

En este sentido, ¿qué diferencia hay entre redactar y hablar? “Verbalizarlo también es importante, pero normalmente hay un interlocutor que va a intentar aconsejarnos o consolarnos. Eso no pasa cuando escribimos. En un papel, que sabemos que nadie va leer, solemos ser más sinceros y puede resultar más terapéutico.

Para Nuria, de 33 años y enferma de lupus, escribir sus sentimientos, sus dolores y padecimientos en Internet fue “un alivio”. Tras un año “tumbada en el sofá, sin trabajo y hundida”, decidió relatar su historia. Lo bueno y, sobre todo, lo malo. Al principio escribía pequeñas notas en un papel a su pareja. “Me costaba comunicarme con él. Cuando tienes una persona delante y le dices lo malhumorada o dolorida que estás, piensas que te está juzgando, que no te comprende”, recuerda. Con el tiempo dio el salto a la Red con su blog Tulupuesesmilupus, aunque mantenía su identidad en secreto. Era un desahogo que la sacó de la desidia y la ayudaba a expulsar de su cabeza pensamientos oscuros. “Cuando escribes estás solo contigo mismo y te sueltas”, reconoce. Pronto ese espacio se transformó en una vía para comunicarse con otros enfermos, “personas que te comprenden y no te sientes solo”.

Pero cuando se utiliza la escritura como terapia para superar un trauma, superar el estrés o la depresión, el profesor Pennebaker considera que “escribir de una manera rutinaria es menos beneficioso”. “Es mejor hacerlo cuando te estás sintiendo mal o tienes una herida que sanar”, opina. En un papel o un ordenador, da igual, pero preferiblemente para uno mismo y que el relato verse sobre “cualquier evento o asunto importante en la vida de la persona”.

El profesor de psicología de la Universidad de Texas ha llegado a esta conclusión tras veinte años de investigación sobre la materia, también tras el atentado del 11 de Marzo de 2004 en Atocha (Madrid). En aquel estudio, publicado junto a Itziar Fernández, profesora en la UNED, y Darío Páez, de la Universidad del País Vasco, en International Journal of Clinical and Health Psychology en 2009, concluyeron que “la confrontación de hechos traumáticos, mediante expresión tanto verbal como escrita, tiene efectos positivos sustanciales en personas con dificultades para verbalizar sus emociones”.

Las investigaciones están ahí, aunque todavía queda mucho terreno por explorar respecto a la escritura terapéutica, los expertos coinciden en señalar que, en los malos momentos, el boli y el papel pueden ser excelentes compañeros para el desahogo. Las pautas son tan fáciles como ponerse, ser sinceros y, por supuesto, no preocuparse por la gramática. Lo que importa es lo de dentro.


Nota.- Por cuestiones de espacio, el artículo no está entero tal y como salió publicado. Si a alguna persona le interesa, puede encontrarlo en el periódico y la fecha que se indica al principio.