ALEJANDRA AGUDO | EL PAIS | 31/07/2013
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Elizabeth Broadbent, psicóloga del
departamento de medicina que ha dirigido el estudio ‘Escritura expresiva y
curación de heridas en personas mayores’, publicado en el número de julio de Psychosomatic Medicine, asevera que la
escritura funciona como cicatrizante cuando versa sobre eventos tristes “o los
sentimientos más profundos de la persona”.
“El estrés y la depresión están relacionados con una curación de las
heridas más lenta”, dice el informe. “Hasta ahora solo se había investigado
cómo se puede reducir ese estrés en personas mayores con ejercicio
físico”. Sin embargo, “una alternativa factible puede ser la escritura
expresiva, que es breve, fácil de administrar y barata”, subrayan los autores.
“Creemos que puede ser útil, pero para su aplicación necesitamos testar la
escritura expresiva en otro tipo de heridas”.
Consejos para la escritura terapéutica
El profesor James W. Pennebaker, de la Universidad
de Texas, nos da sus consejos:
· Buscar un momento y
lugar en el que no vaya a ser molestado ni interrumpido.
· Escribir de forma
continua durante al menos 20 minutos.
· No se preocupe por
la ortografía o la gramática, no importa. Recuerde que lo que escriba es solo
para usted.
· Escribir sobre algo
muy personal e importante. Este es el momento para ello. No se quede en la
superficie, sea sincero.
· Trate solo de
acontecimientos o eventos que realmente pueda afrontar ahora.
María Ángeles Muñoz, psicóloga en una clínica madrileña, aplica este tipo
de terapia a sus pacientes. “Cuando una persona está deprimida su sistema
inmunológico también lo está”, explica. Por eso, cualquier ayuda para reducir
la depresión, el estrés, los sentimientos de tristeza o agobio, revierte en un
mejor estado físico de la persona, añade. “Con la escritura hacemos un vaciado,
exteriorizamos ideas nocivas que rondan el pensamiento”, apunta.
En este sentido, ¿qué diferencia hay entre redactar y hablar? “Verbalizarlo
también es importante, pero normalmente hay un interlocutor que va a intentar
aconsejarnos o consolarnos. Eso no pasa cuando escribimos. En un papel, que
sabemos que nadie va leer, solemos ser más sinceros y puede resultar más
terapéutico.
Para Nuria, de 33 años y enferma de lupus, escribir sus sentimientos, sus
dolores y padecimientos en Internet fue “un alivio”. Tras un año “tumbada en el
sofá, sin trabajo y hundida”, decidió relatar su historia. Lo bueno y, sobre
todo, lo malo. Al principio escribía pequeñas notas en un papel a su pareja.
“Me costaba comunicarme con él. Cuando tienes una persona delante y le dices lo
malhumorada o dolorida que estás, piensas que te está juzgando, que no te
comprende”, recuerda. Con el tiempo dio el salto a la Red con su blog Tulupuesesmilupus, aunque
mantenía su identidad en secreto. Era un desahogo que la sacó de la desidia y
la ayudaba a expulsar de su cabeza pensamientos oscuros. “Cuando escribes estás
solo contigo mismo y te sueltas”, reconoce. Pronto ese espacio se transformó en
una vía para comunicarse con otros enfermos, “personas que te comprenden y no
te sientes solo”.
Pero cuando se utiliza la escritura como terapia para superar un trauma,
superar el estrés o la depresión, el profesor Pennebaker considera que
“escribir de una manera rutinaria es menos beneficioso”. “Es mejor hacerlo
cuando te estás sintiendo mal o tienes una herida que sanar”, opina. En un
papel o un ordenador, da igual, pero preferiblemente para uno mismo y que el
relato verse sobre “cualquier evento o asunto importante en la vida de la
persona”.
El profesor de psicología de la Universidad de Texas ha llegado a esta
conclusión tras veinte años de investigación sobre la materia, también tras el
atentado del 11 de Marzo de 2004 en Atocha (Madrid). En aquel estudio, publicado junto a
Itziar Fernández, profesora en la UNED, y Darío Páez, de la Universidad del
País Vasco, en International Journal of Clinical and Health
Psychology en 2009, concluyeron que “la confrontación de hechos
traumáticos, mediante expresión tanto verbal como escrita, tiene efectos
positivos sustanciales en personas con dificultades para verbalizar sus
emociones”.
Las investigaciones están ahí, aunque todavía queda mucho terreno por
explorar respecto a la escritura terapéutica, los expertos coinciden en señalar
que, en los malos momentos, el boli y el papel pueden ser excelentes compañeros
para el desahogo. Las pautas son tan fáciles como ponerse, ser sinceros y, por
supuesto, no preocuparse por la gramática. Lo que importa es lo de dentro.
Nota.- Por cuestiones de espacio, el artículo no está entero tal y como
salió publicado. Si a alguna persona le interesa, puede encontrarlo en el
periódico y la fecha que se indica al principio.