PSICOLOGIA
MARIAN ROJAS ESTAPÉ, Dra. en Psiquiatría | 12/12/2016
Me apasiona la psiquiatría. Es una profesión de
entrega. Ayudamos a la gente triste, deprimida, angustiada, vacía de contenido
o que ha perdido el rumbo, a recuperar el sentido de su vida, a volver a ser
feliz y a recuperar la paz.
Cuando uno consigue despertar desde el interior la
motivación; esa fuerza motriz consigue iniciar, impulsar y activar al
ser humano en la búsqueda de la felicidad. Ahí surge la puerta de entrada a
la curación y a la mejoría.
Todos queremos ser felices. La clave no es cómo ser más felices sino si
estamos dispuestos a hacer lo necesario para lograrlo. Hablamos de una
decisión, de una actitud, de una resolución que arranca de una motivación
que nos empuja a conseguir nuestros sueños. Necesitamos esa fuerza que nos
saque de la zona de confort. A veces, es la propia vida la que nos sacude e
inicia en el camino, pero otras veces es a través de algo que escuchamos,
leemos, algo que nos inspira y sino, en último caso, algo nace o se despierta
dentro. Y ahí, solo ahí, puedes dar el paso. Recuerda, “nunca lo
verás, nunca lo conseguirás, si antes no das el paso“.
Hace unos años se realizó un experimento
interesante. Se reunió a un grupo de estudiantes, del mismo nivel académico. De
manera aleatoria a unos se les asignó un aula: “es un examen difícil, es
probable que no logréis sacarlo” y al resto en otra sala: “os hemos
elegido a vosotros, sabemos que tenéis más capacidad que el grupo anterior para
sacar este examen“. El resultado fue sorprendente. Del primer grupo ninguno
había logrado pasar el examen. Del segundo, todos. La disposición previa a
cualquier circunstancia (examen, entrevista de trabajo, cita de
pareja, reunión…) determina como respondemos a ella. Hay zonas en
el cerebro que se activan cuando estamos motivados, de manera espectacular y
estimulan la capacidad de respuesta y resolución de problemas.
La motivación es clave en un aspecto clave de la
sociedad: la educación, gran tarea pendiente. Educar tiene
dos grandes significados según su etimología. Educare que
significa formar, instruir e inculcar valores. Sin embargo es difícil motivar
si nos quedamos en el educare. Por el contrario, educere significa
acompañar, extraer lo mejor que hay dentro de cada persona. Cuentan que cuando
preguntaron a Miguel Angel sobre su maravillosa escultura de
David respondió: “David estaba dentro de ese bloque, yo solo quité
lo que sobraba”. La buena educación consiste en sacar el tesoro que
llevamos dentro. Estamos cubiertos de una gran cantidad de capas, limitaciones,
frustraciones que nos frenan para moldear de manera extraordinaria nuestra
vida.
Si la educación está basada únicamente en motivaciones
externas (gratificaciones o premios) acabamos convirtiendo a las
personas en individuos egoístas, que se mueven por el placer, por el dinero, la
ambición o la recompensa. La buena motivación es la
interna. Posee interés, curiosidad, ganas de indagar y hacer las cosas
bien con responsabilidad y criterio. Lo deseable de la motivación interna es
que se sustente en algo grande y trascendente. Bueno para uno mismo y bueno
para la sociedad.
¡Cuando uno da el primer paso, esa motivación está
asociada a la alegría y a la energía, pero a la larga pierden fuerza! Querer
conseguir todo en un primer impulso puede llegar a ser contraproducente. Un “atragantamiento”
emocional y físico. Es mejor empezar de forma más templada pero usar ciertos
instrumentos para mantener la motivación: la imaginación, la constancia y el
optimismo.
¡Cuánto ayuda la imaginación para
potenciar la motivación! Decía Picasso, “yo no pinto lo que veo, pinto lo
que imagino”, ¡qué cuadros ha aportado al arte! Me gusta definir la
imaginación como la hermana rebelde del pensamiento. Cuando es domada,
puede ser una gran aliada. Estudios recientes hablan de cómo imaginar hechos
futuros puede ayudarnos a arrancar la motivación que frene impulsos y placeres
inmediatos.
La motivación puede ser más asequible o sencilla
pero la perseverancia en el objetivo marcado requiere un gran esfuerzo. Necesitamos
la constancia. Me gustar como animaba Van Gogh a perseguir un
sueño, “si una voz dentro de ti te dice, no pintes, pinta con todas tus
fuerzas y acallarás esa voz”. La constancia es difícil lograrla si no
dominamos la voz interior. ¡Que tu voz interior sirva para apoyarte y no
para hundirte! Cuidado con el autoboicot que nos lleva a fracasar antes de
haber empezado. La constancia es la suma de pequeñas elecciones y
vencimientos diarios. El valor de las cosas pequeñas proporciona
alcances extraordinarios. Decía Miró, cuando le preguntaban sobre el
éxito de su pintura: “un poco de talento, orden y constancia. Pinto todos
los días”.
Esas decisiones son más sencillas de tomar cuando
se tienen claras las metas en la vida. Hay que fijarse metas-a largo plazo- y
objetivos-a corto-. ¡Sueña en grande, actúa en pequeño! Deja tu
corazón volar, realiza un plan de acción con una buena estrategia. Si
has construido un castillo en el aire, no has perdido el tiempo. Ahora ponte a construir
los cimientos bajo él.
Finalmente el optimismo. Optimismo, ilusión y
motivación van unidas de la mano. “Si quieres construir un barco, no pidas a
los hombres que busquen madera, ni les des órdenes, ni dividas el
trabajo. En lugar de esto, enséñales a añorar la otra orilla del eterno mar”
dijo Antoine de St.Exupery. Se puede educar el optimismo. Cualquier situación
puede verse en clave de problema o en clave de situación. Todo se
encuentra en el filtro con el que decidimos observar la realidad. Si
decidimos, es una actitud ante la vida. Por ejemplo, necesitamos cambiar
el lenguaje, usar palabras que evoquen emociones, pensamientos y recuerdos
positivos. Palabras que llamen a la ilusión, que despierten el alma.
El discurso de muchas personas que nos rodean (políticos, periodistas…) está
muchas veces plagado de críticas, palabras duras o agresivas.
No hay que olvidar que trabajar con pasión,
motivación e ilusión eleva a la persona y consigue de ella grandes
logros. Por supuesto, existe el sufrimiento, el conflicto, la enfermedad,
la muerte… y en esos casos, encontrar la motivación y la fuerza para salir es
complejo y a veces imposible. Todos hemos vivido situaciones difíciles pero la
clave reside en cómo uno se enfrenta a ella.
“La mayoría de la gente tendría éxito en las
pequeñas cosas si no estuviera tan preocupada por grandes ambiciones.” Henry
Longfellow Wadsworth