ALDARA MARTITEGUI |
niusdiario.es | 15/05/2022
“Estamos todo el día haciendo cosas que atentan contra nuestro bienestar”, dice el reconocido neurocientífico Facundo Manes, que acaba de publicar -junto a Mateo Niro- su tercer libro Ser humanos (Paidós, 2021).
Manes insiste en que la neurociencia, más allá de aportar muchísima información sobre el funcionamiento del cerebro, tiene la misión última de ayudarnos a los seres humanos a tener más bienestar, a ser más felices. Aunque todavía muchos crean que la neurociencia es algo circunscrito al ámbito puramente científico y que debe quedar en el terreno de los laboratorios, basta escuchar a Manes para entender que esto de la neurociencia sí va conmigo, sí va con usted, sí va con todos nosotros.
“Yo
soy mejor porque sé cómo funciona mi mente: me doy cuenta cuando estoy ansioso,
me doy cuenta cuando tengo pensamientos tóxicos. Si no fuera un experto en el
cerebro, por ahí viviría mucho peor”, reconoce Facundo Manes: “Cuando uno
conoce algo, lo usa mucho mejor”, insiste.
Pregunta: “Todo lo que necesitas saber sobre el cerebro”… es lo que dice la portada del libro. Después de leerlo, esta idea se me queda un poco humilde. Yo diría más bien, todo lo que necesitas saber sobre las personas, sobre los seres humanos”…
Respuesta: Muy buen punto… ¿por qué escribimos el libro? Y ahí está la respuesta de lo que intuís. En la peste negra, murieron uno de cada tres habitantes de ese momento; un tercio de la población. La peste negra fue entre 1347 y 1353 y luego surge el renacimiento. Como ustedes saben, el renacimiento fue un movimiento que buscaba la respuesta en el interior, en la cultura y demás. Nosotros, con Mateo Niro, pensábamos -cuando vivíamos esta cuarentena que estuvimos todos sincronizados con este miedo generalizado y la ansiedad generalizada- que la salida era buscando en el interior. Pero ahora, la diferencia con 1347 es que hay datos de la ciencia de cómo funciona nuestro cerebro, de cómo se logra la resiliencia, la empatía, de cómo cooperamos.
P: ¿Conocer mejor nuestro cerebro nos puede ayudar a salir de la crisis que ha dejado la pandemia?
R: Ahora, hay muchos datos que nos permiten acceder a lo que llamamos interior con más evidencia científica. Entonces, como bien intuiste vos, el título refleja esta idea de que, de esto -de esta crisis multidimensional que fue la pandemia y que todavía vamos a tener los efectos por mucho tiempo, porque los impactos culturales, económicos y de salud mental van a ser largos- se sale buscando en el interior y volviendo a lo humano. Y ¿qué es lo humano? Hoy, para mí, lo que nos hace humanos, es lo que las máquinas, la tecnología, la computadora más sofisticada o la inteligencia artificial, no va a poder nunca reemplazar: Es la empatía, la resiliencia, la cooperación, el altruismo, la compasión, la instrospección, la capacidad de detectar personas con capacidad de liderazgo, el manejo de personas difíciles, la creatividad humana… cómo creamos los humanos nunca lo va a hacer una inteligencia artificial ni una computadora. Y ahí está la apuesta, porque si uno tiene que ver con la educación o el trabajo del futuro, va a tener que invertir en lo que nos diferencia de las máquinas y la tecnología… creemos sinceramente que esa es la salida de todo esto.
P:
Todos los avances que está habiendo en la neurociencia en los últimos años… ¿de
qué manera pueden impactar en nuestras vidas?
R: La neurociencia es el estudio científico del cerebro, de la mente y del sistema nervioso central y periférico. Y no solo intenta comprender cómo funciona nuestro cerebro, sino que también intenta comprender y dar aportes a temas que, desde siempre, la civilización occidental se ha preguntado; la conciencia, el libre albedrío, la memoria, la inteligencia. Estos temas, antes estaban siendo abordados -que está muy bien- por filósofos, líderes religiosos e incluso científicos como Freud, aislados en su despacho, pensando. Hoy, la ventaja que tenemos, es que hay miles de científicos conectados, con mucha inversión económica -sobre todo en países desarrollados- con tecnología y se ha avanzado muchísimo. Pero la neurociencia no viene, en mi opinión, a reemplazar nada o a competir. Viene a aportar más datos sobre cómo decidimos, sobre la conciencia, sobre el libre albedrío… y como todo lo hacemos con el cerebro, es lógico que los avances en comprender el cerebro impacten en diferentes áreas.
P: ¿Por ejemplo?
R: Por ejemplo, en la educación. La educación la hacemos con el cerebro, lo que enseñamos, lo enseñamos con el cerebro y lo que aprendemos, lo aprendemos con el cerebro. Así que es lógico que conocer el órgano con el cual enseñamos y con el cual aprendemos, da información a los que hacen los planes educativos. Eso no quiere decir, para nada, que los neurocientíficos tengamos que hacer los planes educativos, no. Solamente nos parece una picardía que no se usen los datos que hay sobre cómo aprendemos y sobre cómo enseñamos en la educación. Por ejemplo, hoy sabemos que el cerebro básicamente aprende cuando algo nos motiva, nos inspira. Hoy sabemos del cerebro que aprender cosas de golpe y todo junto, no es tan efectivo como tener intervalos entre los aprendizajes, etc. En la Justicia, hoy sabemos que la memoria, en realidad, no es una foto. García Márquez decía: “la vida no es la que vivimos, sino cómo la recordamos para contarla”. Y cada vez que evocamos o recordamos nuestra memoria, la memoria puede ser reconstruida o modificada. Entonces, la neurociencia tiene para aportarle a la Justicia y decirle: ¡Ojo con la memoria de los testigos porque no es una foto!... incluso cómo se aborda una pregunta a un testigo puede moldear o influir en la respuesta del testigo (…) Claramente, la neurociencia está impactando en todo lo que hacemos porque todo lo que hacemos lo hacemos con el cerebro. Eso no quiere decir que la neurociencia tenga que hacer los planes jurídicos o educativos o hacer filosofía, sino que viene a dar un aporte nuevo sobre algo que desde siempre los seres humanos intentamos resolver.
P: ¿También viene a dar un aporte sobre lo que
realmente nos genera bienestar y nos hace más felices?
R: Cuanto más conozcamos nuestro cerebro y cómo
funciona, podremos vivir mejor. Nosotros, la mayor parte del día hacemos cosas
que atentan contra nuestro bienestar: estamos conectados señala el móvil,
estamos pensando que por hacer mucho trabajo y llegar a una meta vamos a ser
felices… y no es así, no suele ser así (…) Uno se pone metas para la felicidad
y no existe eso; existe el disfrutar el proceso. O sea que, sobre todo, en
términos de bienestar, en términos de cómo enfrentamos el estrés, de cómo
manejamos la ansiedad, los pensamientos tóxicos, cómo nos relacionamos y la
empatía… coincido plenamente en que conocer cómo funciona el cerebro y cómo
funciona nuestra mente, debe ser algo clave para mejorar nuestra calidad de
vida, porque de eso se trata.
P:¿Qué nos dicen los descubrimientos de la
neurociencia sobre nuestro bienestar?
R: ¿Qué evidencia científica hay? Primero, que el
bienestar se construye. El bienestar no es que vamos ahora por la Gran Vía y
una varita mágica me puede hacer feliz, no: uno construye. Estamos tomando
decisiones permanentemente y uno construye su bienestar. Segundo, que un 30% de
si vemos el día con sol o nublado -más allá de cómo esté el día- es genético,
no se puede modificar. El 70% sí se puede modificar.
P: Si dices que el bienestar se construye y que podemos
modificar el 70%… ¿cómo nos puede orientar ahí la neurociencia para construir
nuestro propio bienestar?, ¿qué está demostrado científicamente que funciona?
R: Primero, los vínculos humanos. Cuantos más vínculos
humanos tengamos, más chance de tener bienestar. Segundo, el flow: el hacer una
tarea que nos gusta. Cada uno sabe: pintar, jardinería, cocinar, cantar,
escribir… flow es cuando desaparece la noción del tiempo, del espacio. Tercero,
el altruismo: ayudar, ayuda al que ayudamos, pero también nos activa los
circuitos de placer del cerebro. Cuarto, tener un propósito que nos exceda. En
mi caso, mi propósito es que la Argentina, de una vez por todas, se encamine al
desarrollo, no que se haya desarrollado y pierdo plata con esto, pierdo tiempo
con mi familia!, pero en el fondo soy feliz porque pertenezco a un proyecto que
me excede. Si yo estuviera en un proyecto de que mi instituto tecnológico sea
mejor, en el fondo es egoísmo… Tener un proyecto que sea mayor que uno, nos da
mucho placer y bienestar. Otro es la gratitud. Más que pensar en lo que no
tengo, es agradecer lo que sí tengo. Cuando a veces siento que va todo mal en
mi vida, me digo “para: puedo hablar, puedo mover los brazos”… muchos de mis
pacientes no pueden hacerlo.
P: Parece que, efectivamente, nuestro modo de vida tan
frenético, no nos deja mucho espacio para estas cosas que dices…
R: También nos da bienestar un cerebro atento, que es
lo que no hace al estar todo el día con el celular. Un cerebro atento al
presente, es un cerebro más feliz y más productivo. Y justamente la vida
moderna es estar en piloto automático, la multitarea, chequeando las redes,
chequeando wasaps… con información que no tenemos ni ganas de escuchar ni de
ver en los wasaps de grupos… todo eso atenta contra nuestra felicidad. Por
ejemplo, yo hay días que no agarro el wasap. Y si no fuera neurocientífico y
tuviera claro esto, estaría todo el día tentado a estar todo el tiempo
chequeando el wasap y la redes. Yo tengo dos millones y medio de seguidores y
me dicen cosas lindas, pero igual no las leo, ¿por qué? Porque atenta contra el
cerebro atento. Un cerebro atento es más feliz y más productivo. Estas cosas
que les digo, son cosas que podemos trabajar… sin embargo, la mayor parte del
día, estamos enfocados en cosas que no nos hacen felices: en cumplir la próxima
tarea, en no disfrutar el presente, en estar distraídos, en ver lo que hace el
otro… así que, claramente, conocer lo que nos da bienestar nos hace mejores y
está bastante al alcance de nuestras manos…
P: Una de las cosas que nos da bienestar es el
contacto humano, algo que se ha visto muy alterado durante la pandemia con
tantas personas sufriendo por la soledad…
R: La soledad es uno de los grandes temas, como el
cambio climático, el terrorismo, las migraciones o la desigualdad (…) Como la
sed es una alarma biológica que nos dice que tenemos que hidratarnos para
sobrevivir; como el hambre es una alarma biológica que nos dice que tenemos que
alimentarnos; como el dolor es una alarma biológica que nos dice que tenemos
que ver qué parte del cuerpo está sufriendo, la soledad es una alarma biológica
que nos recuerda que somos seres sociales, que tenemos que conectarnos… y la
soledad crónica nos mata. La soledad crónica es un factor de mortalidad tan
importante como el tabaquismo y la obesidad y más importante que la polución
ambiental.
P: Muchas veces se confunde soledad con el hecho de
vivir solo, pero ¿es exactamente lo mismo?
R: La soledad no es vivir solo, porque uno puede vivir
solo y pertenecer a una red, y uno puede vivir acompañado y sentirse solo. Yo,
cuando fui a Boston a estudiar vivía con un búlgaro y con un japonés y casi me
muero de depresión porque no los conocía, no tenía mi red allá. La soledad es
no pertenecer a una red y eso es lo que está pasando en el mundo: que vivimos
en un mundo con una pérdida de empatía tremenda, muy individualista. Y, por
otra parte, lo que más bienestar da, es el contacto humano. Por eso, la soledad
es un gran tema en este momento.
P: Otro gran tema del momento que ha destapado la
pandemia es la salud mental. No sólo cómo la pandemia ha afectado a la salud
mental de la población mundial, también en que hemos constatado que la salud
mental sigue siendo un tema secundario…
R: La salud es el bienestar completo, físico, mental y
social y en la pandemia hubo una respuesta mucho mayor en la salud física con
la detección de la vacuna… que está muy bien, pero lo que debemos entender es
que la respuesta en la salud mental debió haber sido y debe ser algo tan
importante en la pandemia como la vacunación (…) esto ahora es necesario porque
esto va a durar mucho tiempo y aún estamos a tiempo…
P: Muchos gobiernos todavía no son conscientes de la
importancia de la salud, por eso ese gran vacío…
R: A veces los políticos no entienden la importancia de
la salud mental en estos momentos y también veo que, aunque no lo entiendan por
el aspecto humano o por el aspecto médico, lo deberían entender por el aspecto
económico: porque los países no van a poder salir si los ciudadanos están con
alto nivel de estrés, ansiedad y angustia. Hoy, la economía del siglo XXI y la
riqueza de los países, tiene que ver con el cerebro de los ciudadanos, con la
capacidad de crear. Y si hay una sociedad angustiada, con miedo, con ansiedad,
no vamos a poder producir lo que esa sociedad necesita (…) Tenemos que
convencerlos por varios factores: primero, por el factor humano y médico… y, si
no, por el factor de productividad de una nación. (Nota realizada por
NIUSDIARIO. ES en octubre de 2021)