PSIQUIATRIA | Enfermedades
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Se
alternan episodios de depresión con otros de euforia
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El
tratamiento empleado suele ser de por vida
Como una montaña rusa. Así de
cambiante es el humor de quienes sufren trastorno bipolar, una enfermedad
psiquiátrica que provoca oscilaciones extremas en el estado de ánimo. Los
afectados suelen alternar episodios de depresión con otros de euforia, periodos
marcados por la desesperanza con otros en los que la energía y el optimismo del
paciente son desbordantes.
Se
calcula que aproximadamente el 1,5% de la población sufre este
trastorno que tiende aparecer en la adolescencia o la primera etapa de
la edad adulta (entre los 18 y los 25 años) y tiene diferentes formas de
presentación. Mientras que en algunos pacientes las fases de depresión y manía
son muy marcadas, en otros, los periodos eufóricos suelen ser menos extremos
(hipomanía) y no llegan a desligar al paciente de la realidad.
En
cualquier caso, los especialistas en Psiquiatría recuerdan que el trastorno se
diferencia bien de las oscilaciones normales en el estado de
ánimo que cualquier persona tiene a lo largo de su vida.
Cuando
las fases son muy severas, el paciente puede llegar a tener síntomas
psicóticos, explica Elena Sanz, jefa del servicio de Psiquiatría del
Hospital Universitario Quirón de Madrid. Puede tener ideas megalomaniacas,
delirios de grandeza, como que tiene una misión importante que cumplir o que
posee poderes especiales. También pueden aparecer alucinaciones.
La
violencia, subraya esta especialista, no suele ser característica en estos
pacientes. "En la fase depresiva, si utilizan la violencia suele
ser contra sí mismos; y en la fase de manía, si tiene un delirio de que le
persiguen puede usarla como autodefensa, pero no es lo habitual", aclara
Sanz, quien remarca que "la violencia ejercida por pacientes mentales es
menor que la que se registra en la población general. No se puede establecer
una correlación".
Generalmente,
cuando se diagnostica la enfermedad, se suele indicar un tratamiento para
intentar controlar las oscilaciones y evitar los episodios de manía o
depresión. "Entre los tratamientos estabilizadores del estado de ánimo es
común utilizar el litio, con buenos resultados. También se emplean
fármacos antiepilépticos, como la carbamacepina, entre otros,
siempre monitorizando las dosis y la respuesta", señala Sanz.
Si
se da una recaída, se suelen indicar medicamentos específicos, como antidepresivos si
el estado de ánimo es muy bajo o antipsicóticos, que también son útiles
para la estabilización del estado de ánimo, en caso de una fase maníaca.
Sanz
y Carrasco coinciden en señalar que el tratamiento con fármacos estabilizadores
del estado de ánimo "suele ser de por vida", precisamente
porque esta es una enfermedad fásica que 'reaparece' en el tiempo.
Sin
embargo, en algunos casos, como cuando no hay antecedentes familiares, el
paciente ha estado asintomático durante un largo periodo de tiempo y su
funcionamiento social y calidad de vida son buenos "se puede plantear
retirar la medicación y observar, aunque no es lo habitual".
"En
general, con la medicación, la mayoría de los pacientes pueden llevar una vida
normal", apunta Carrasco, quien subraya que la psicoeducación es
muy útil en la evolución del paciente. "Educar al afectado a conocer su
enfermedad, a distinguir los primeros síntomas ayuda a un mejor
pronóstico", señala.
Aunque no se conocen bien sus
causas, sí se sabe que el trastorno bipolar, que afecta por igual a hombres y
mujeres, tiene una alta heredabilidad. Las posibilidades de padecer el
trastorno aumentan hasta un 20% si se tiene un familiar de primer grado con la
enfermedad.