Aldara Martitegui | Madrid/Barcelona | niusdiario.es | 17/04/2022
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Entrevista al experto en neuroeducación David
Bueno sobre su último libro ‘El cerebro del adolescente’
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En su libro, Bueno nos ofrece una guía para
poder entender y acompañar mejor a los adolescentes en esa etapa de la vida
· En la entrevista, Bueno reflexiona sobre los estigmas en torno a la adolescencia de nuestra sociedad actual: no son menos inteligentes que los de antes
Existe un gran estigma en
nuestra sociedad en torno a la adolescencia; conductas irreverentes, de riesgo
o malas contestaciones que, según el neurocientífico y
divulgador David Bueno, tienen que ver con el
funcionamiento de su cerebro: estos chicos y chicas no tienen nada personal
contra sus progenitores ni contra los adultos en general, lo que les ocurre es
que tienen un nivel de estrés muy elevado y no saben cómo gestionarlo.
David Bueno está convencido de
que comprender el funcionamiento del cerebro de los adolescentes podría ayudar
a generar dinámicas más saludables en la relación padres-hijos. Esa es al menos la
intención de su último libro, El cerebro del adolescente (Grijalbo 2022) en
el que este doctor en Biología y experto en neuroeducación nos descubre qué ocurre en el
cerebro de los adolescentes y nos guía para poder
acompañarlos en esta época tan importante de la vida.
La finalidad del libro es
que, como adultos, podamos abordar las situaciones difíciles, que suelen
emerger cuando hay un adolescente por medio, siempre desde la confianza
y desde el apoyo emocional y jamás poniendo una barrera
entre nosotros y ellos porque “seguro, se nos va a girar en contra, tanto a
nosotros como a nuestros hijos e hijas” asegura Bueno.
Pregunta: En tu
libro dejas claro que la neurociencia, todo lo que la neurociencia aporta sobre
el funcionamiento del cerebro y sobre su desarrollo puede contribuir a generar
dinámicas de interacción entre adultos y adolescentes más armónicas ¿Crees que
esto podría contribuir a acabar con el estigma que existe en torno a la
adolescencia?
Respuesta: Mi idea cuando hago
estos trabajos es favorecer precisamente esas interacciones más armónicas, en
este caso entre adolescentes y adultos. Primero, que los adultos
entendamos que nosotros también fuimos adolescentes, que hicimos las
mismas tonterías que hacen nuestros hijos adolescentes, aunque en un contexto
diferente: en un contexto social, histórico, cultural y tecnológico diferentes,
lo que significa que van a manifestarlas de una forma diferente a la que la
manifestamos nosotros. Pero el estilo es el mismo; tienen las mismas
dudas que teníamos nosotros, aplicadas a situaciones diferentes porque el
contexto es diferente. Pero la duda está sembrada en el cerebro de un adolescente
de forma permanente y entender esto, creo que lo que permite a
los padres es no hacer barreras con sus hijos. Entender que, si hoy
me ha contestado mal, no es porque me odie…incluso a lo mejor ella misma o él
mismo se cree que me está odiando: pero no es que te odie, es que tiene la
amígdala híper-reactiva y no puede evitar contestarte de esta manera. Así
que, mejor que yo no conteste enseguida porque, en este momento, estoy en un
nivel de estrés muy alto y todavía agravaré más la situación…
P: ¿Qué deberíamos
hacer en ese momento para no agravar más la situación?
R: Mejor hago ver que
no he oído nada. No es tolerarlo, pero hago ver como si no lo hubiera oído
y, después, cuando esté tranquilo o tranquila ya le sacaré el tema. Pero después,
cuando toque, no ahora, no en caliente, porque en caliente tenemos las de
perder todos, ellos y nosotros.
P: ¿También la
neurociencia les puede ayudar a ellos?
R: La neurociencia
sirve también para que los adolescentes se entiendan mejor a sí mismos…claro,
por ejemplo, el sentimiento de soledad en la adolescencia puede llegar a ser
intensísimo: pensar que eso solo te pasa a ti…pero saber que eso les pasa a todos los
adolescentes de una forma u otra, aunque sea el dicho de ‘mal de muchos,
consuelo de tontos’, pero consuela; consuela ese no estoy solo, ese les está
pasando a todos…
P: ¿Por qué crees
que la adolescencia es una etapa tan complicada y por qué tantos padres se
enfrentan a ella desde el prejuicio?
R: Porque es una etapa
que genera muchos choques entre adultos e hijos e hijas adolescentes y por eso
tenemos esta predisposición. Lo hemos visto en nuestro entorno, lo
vivimos en nosotros mismos cuando éramos adolescentes y ya lo tenemos antes
incluso de que llegue esa etapa…A ver, tenemos un problema con ellos y
es que por un lado los tratamos como si todavía fuesen niñas y niños, y ya no
lo son, pero les exigimos respuestas de adultos, y tampoco lo son. Les
tratamos como lo que no son y les exigimos lo que no son, y así, no nos pueden
satisfacer nunca, no, no pueden, porque ni son niños ni son adultos.
Entonces debemos exigirles cosas de adolescente. Es decir, ¿que tomen
decisiones? ¡por supuesto!, ¿que tomen una decisión que les va a afectar los
próximos 4 o 5 años de su vida diciéndoles que eso va a ser fundamental, como
cuando tienen que elegir estudios?, pues no…porque el cerebro
adolescente no puede percibir lo que significan 5 años de su vida. ¡No puede! Tiene que tomar la
decisión, claro que tienen que tomarla; pero debemos relativizarla diciéndoles
que cualquier decisión es reconducible.
P: Otra de las
cosas negativas que se oyen últimamente sobre los adolescentes de ahora es que
son menos inteligentes que nosotros….¿Qué piensas de esto?, ¿crees que la
tecnología tiene algo que ver con esta pérdida de inteligencia, como dicen
autores como Michel Desmurget en su libro La fábrica de
cretinos digitales?
R: Creo que es
todo parte del estigma y que contribuye a mantener, no te digo a aumentar,
pero contribuye a mantener el estigma…Pero es que no es cierto: no son menos
inteligentes que los adultos, simplemente aplican su inteligencia de forma
diferente. Se publicó un trabajo hace unos pocos años que decía que haciendo
los test de coeficiente de inteligencia clásicos entre los años 40 y 70 del
siglo pasado -o los años 80, no recuerdo exactamente las fechas- el coeficiente
de inteligencia había ido aumentando unos 5 puntos cada década en el promedio
de la población. Y lo que sugerían los autores es que esto era debido a una
mejor alimentación -que nutrimos mejor las neuronas- y a una mejora en el
sistema educativo. Bien: lo suscribo. En un trabajo que se publicó hace 5 años,
analizaron desde el año 80 hasta el 2015 y su conclusión fue que el cociente de
inteligencia había disminuido 7 puntos cada década y lo atribuían a la comida
basura -que es menos nutritiva- y a lo que ellos llamaban una degeneración o
degradación del sistema educativo. Claro, es en esto en lo que se apoya un
libro como ese [La fábrica de cretinos digitales] pero cuando tú analizas el
trabajo, resulta que los test de inteligencia que habían pasado a los alumnos, a
los chicos y chicas, era el mismo que se pasó en los años 80 y es el mismo que
se pasaba dos décadas antes…entonces claro, tú te preguntas y
dices: si el sistema educativo ha cambiado, si ahora trabajamos más por
competencias que por memoria pura y dura, si ahora tenemos muy claro que la
inteligencia no es solo lógica y matemática o lingüística, sino que hay muchas
más facetas (…) como la faceta de gestión emocional… si tú pasas
el mismo test ahora que hace 40 años, cuando el sistema educativo ha cambiado,
¿qué estás valorando? No estás valorando que sean menos inteligentes, estás
valorando que el test no se ajusta a la realidad….
P: Entonces, los
jóvenes de ahora no son menos inteligentes que los de antes…
R: Por ejemplo, se ha
visto a nivel neuronal que la generación digital, los nativos digitales, tienen
menos conexiones en el hipocampo, zona que gestiona la memoria, que los que
somos inmigrantes digitales. Claro, porque han externalizado
parte de la memoria en la tecnología digital, cosa que nosotros, como no
existía, no hicimos. Pero en cambio, ellos tienen más conexiones en la zona
que permite integrar más informaciones entrantes, porque la tecnología digital
permite gestionar, tener a tu alcance muchas más informaciones
simultáneamente…claro, el cerebro se ha adaptado al entorno,
esa es su función: la función del cerebro es adaptarte al entorno donde tú
vives. En un entorno cien por cien memorístico, pues hará más conexiones en una
zona, si es un entorno donde lo importante es la gestión de la información,
tendrá más conexiones en otra…pero eso no significa que sean ni mejores ni
peores, porque el contexto es diferente.
P: La adolescencia,
que los chicos y chicas sean de esa manera tan irreverente, contestatarios, que
tengan esas conductas de riesgo…¿crees que puede tener que ver con nuestra
supervivencia y desarrollo como especie? Por ejemplo, los adolescentes son los
que se atreven a hacer cosas aparentemente imposibles…si como especie no
tuviéramos ese arrojo, ¿tal vez no habríamos llegado hasta donde hemos llegado?
R: Sí, si…es que es al
adolescente al que se le ocurre salir de la sabana africana para irse a otro
sitio cruzando montes que jamás había cruzado nadie, o simplemente el que se
atreve a subirse al primer avión (…) precisamente, la adolescencia nos capacita
para esto. A mí me gusta mucho decir que la adolescencia es lo que nos
hace humanos. No es que antes nos seamos humanos: somos humanos desde
el nacimiento y desde antes, pero sí como humanos, como una especie creativa,
una especie innovadora, capaz de asumir riesgos a veces sin necesidad de
asumirlos, por el simple placer de experimentar…Eso, como especie
biológica, somos la única que lo poseemos, y es lo que hace de nosotros una
especie única. El resto no: el lenguaje, los chimpancés también tienen un
lenguaje, menos elaborado que el nuestro y menos complejo que el nuestro, pero
el lenguaje no nos hace únicos. ¿Las emociones? Todos los mamíferos tienen un
sistema emocional. Las emociones no nos hacen únicos. ¿La reflexividad? hay
experimentos que demuestran que delfines y algunos primates tienen pequeños
procesos de reflexibilidad. No nos hace únicos. ¿Qué nos hace únicos? Que tenemos una
adolescencia que nos permite continuar siendo creativos, teniendo motivaciones,
siendo exploradores e innovadores después de la edad adulta, es decir: que jamás
olvidamos del todo nuestra adolescencia.
P: Todo esto que
cuentas en tu libro sobre el cerebro del adolescente es un ejemplo más de cómo
la neurociencia está empezando a impactar en nuestra vida en general, no solo
en el terreno de la educación. ¿Cuánto de camino nos queda por recorrer?
R: Creo que uno de los campos
con más futuro en este momento es el de la neuro, neurociencia en general, porque hasta hace
poco no podíamos profundizar en el estudio del cerebro de forma directa y no
invasiva. Abrir un cráneo y poner electrodos, ya hace mucho tiempo que se hace,
pero no se puede hacer según en quien, por supuesto. Conocer cómo funciona,
cómo crece, cómo cambia nuestro cerebro con la edad y con los aprendizajes, es
una forma de incluso tomar más consciencia de quiénes somos…esas preguntas
típicas de la adolescencia, ¿quién soy, de dónde vengo y a dónde voy?…pues
un poco, como individuos, para entender nuestras propias reacciones, ¿porque
soy más impulsivo de lo que debería ser o demasiado poco?...yo creo que es un
campo con muchísimo futuro…
P: ¿La neurociencia
está demostrando empíricamente en un nivel fisiológico cosas que ya había
demostrado la psicología por ejemplo?
R: Si, esto algo que
de hecho me encanta, que la neurociencia está demostrando por otra vía
diferentes lo que ya hace no décadas, sino siglos y milenios, cosas que ya se
conocían. Pero lo que aporta es una explicación más mecanística. Y yo creo que
eso es importante, primero porque nos permite consolidar lo que ya
hacíamos ver a lo mejor cosas de las que se dudaba, por lo tanto, discriminar
entre qué es real y qué no es real. Y después también tiene mucho
impacto porque la ciencia no es opinable. Lo que es opinable es que aplicación
hacemos de la ciencia. Pero si la ciencia te dice que la amígdala genera las
emociones y no es el corazón, pues es la amígdala, no es el corazón, no puedes
opinar sobre eso. Otra cosa es qué emociones son más satisfactorias para una
persona y eso sí que lo podemos opinar. Pero solo cosas de este tipo.
P: En el terreno de
la educación, ¿también ocurre esto?, ¿qué la neurociencia está demostrando
cosas que ya se sabían?
R: Sí. Por ejemplo,
una de las cosas que se han visto en el campo de la neuroeducación, que es
donde me muevo yo, es que las actividades que promueven más
plasticidad y flexibilidad neuronal durante la infancia son la música, el arte
y la psicomotricidad, el deporte; son las que potencian más plasticidad y
flexibilidad…¡pero es que eso ya lo decía Aristóteles! El plan de estudios
de Aristóteles era que hasta los 8-9 años, solo se hacía música, arte y
ejercicios físico. Y las letras, la ciencia, la lógica y la matemática,
empezaba después…eso no significa que no podamos hacer mates antes, claro que
podemos hacer mates antes, pero el bloque central debería ser este otro.