Dra. MARGARITA COROMINAS ROSO | Topdoctors | 27/10/2021
En las últimas
décadas se ha avanzado mucho en el conocimiento de la neurociencia y de los
procesos psicológicos asociados. Antonio Damasio, neurocientífico y neurólogo
con gran experiencia clínica, ha estudiado y descrito extensamente el efecto de
nuestros estados emocionales, que funcionan como un contexto interno en nuestra
mente.
¿Cómo
afecta nuestro pasado en los estados emocionales presentes?
Los estados emocionales hacen un efecto como si fueran el agua del mar, haciendo emerger recuerdos y patrones de pensamiento que están asociados a momentos en que teníamos el mismo o similar estado de ánimo. Cuando por alguna razón, en el futuro regresamos a ese estado de ánimo, los pensamientos y recuerdos relacionados con cualquier cosa que ocurriese en nuestra mente o en nuestro mundo que nos hizo infelices, regresarán de forma muy automática, lo queramos o no.
Por ejemplo, si durante la infancia o la adolescencia, un momento de nuestra vida en que no contábamos con los mismos recursos vitales de que disponemos de adultos, hemos experimentado sentimientos abrumadores de haber sido abandonados, insultados o maltratados, de que todo lo hacíamos mal y no servíamos para nada.
Ahora sabemos que muchas de las personas que de adultas caen en la depresión han tenido este tipo de experiencias en el pasado. Éste es el motivo por el cual podemos llegar a reaccionar de forma tan negativa ante la infelicidad, porque no es simplemente una experiencia de tristeza, sino que está teñida por sentimientos muy intensos de incompetencia o de ineptitud que se han vuelto a despertar.
¿Y cómo podemos salir de este estado depresivo o ansioso?
No existe una única salida. El tratamiento depende en gran medida de cuáles han sido las experiencias de la persona implicada y de cuáles son los sentimientos que la perturban. Ser conscientes de nosotros mismos, de nuestro propio cuerpo y sus sensaciones, y prestar atención a las cosas tal como son en un momento determinado, sean como sean, y no como queremos que sean, son elementos cruciales del tratamiento. Lo es también una confianza realista en las posibilidades de nuestro cerebro.
Si la neuroplasticidad nos
permite aprender y, posteriormente, hundirnos en sentimientos depresivos, el
mismo mecanismo nos permite recuperarnos y adquirir un sentimiento de sana
positividad, realismo y felicidad.