A pesar de que la reivindicación de la incorporación de
profesionales de Psicología en la Atención Primaria de Salud (APS)
viene de lejos (Duro, 2001, 2015), es en los últimos años cuando ha
adquirido una enorme actualidad, tal y como se refleja en las
actividades generadas por el Consejo General de la Psicología en España
y algunos Colegios Autonómicos (Madrid, Valencia, Cataluña, etc.), en
experiencias llevadas a cabo en la Red de Salud Mental de algunas
Comunidades Autónomas (Cataluña, Murcia, Valencia, Andalucía, etc.), en
lo recogido en la última Estrategia Nacional de Salud Mental del
Ministerio de Sanidad (sin aprobar por el Consejo Interterritorial), en
estudios internacionales y nacionales (PsicAP) y, especialmente, en las
Proposiciones No de Ley aprobadas en distintos Parlamentos Autonómicos
(Madrid, Comunitat Valenciana, etc.) y también presentada en el Congreso
de los Diputados por el Grupo Parlamentario Socialista.
La incorporación de profesionales Especialistas en Psicología
clínica (PEPC) en la APS, y no de los Psicólogos Generales Sanitarios
(PGS), vendría dada por la necesidad del cumplimiento de la legalidad
vigente respecto al ámbito para el ejercicio de la profesión.
Así, en la Ley 33/2011, de 4 de octubre, General de Salud
Pública se recoge que “los psicólogos que desarrollen
su actividad en centros, establecimientos y Servicios del Sistema
Nacional de Salud, o concertados con él, para hacer efectivas las
prestaciones sanitarias derivadas de la cartera de servicios comunes
del mismo que correspondan a dichos profesionales, tanto en el ámbito
de la atención primaria como en el de la especializada, deberán estar
en posesión del título oficial de Psicólogo Especialista en Psicología
Clínica", a pesar de que en la actual regulación no
encontremos competencias y actividades claramente diferenciadas en uno
y otro, según pone de manifiesto la Sentencia del 7 de octubre de 2016
de la Audiencia Nacional sobre el Recurso contencioso administrativo
interpuesto por ANPIR contra la Orden ECD/1070/2013, de 12 de junio,
por la que se establecen los requisitos para la verificación de los
títulos universitarios oficiales de Máster en Psicología General
Sanitaria.
Por otro lado, la congruencia con las cualificaciones de los otros
profesionales del sistema sanitario, en la que todos los profesionales
de Medicina tienen la categoría de facultativos especialistas, ya
trabajen en Atención Primaria, en Atención Especializada o en Salud
Pública, requerido por la Unión Europea, nos 'exige' que nosotros
también apostemos por ese nivel de especialización que tan arduamente
hemos conseguido. Es evidente que si el profesional de Psicología que
se incorporase a Atención Primaria no tuviera la Especialidad, estaría
en desigualdad de estatus y condiciones laborales que el resto de los
facultativos médicos, con lo que estaríamos haciendo un flaco favor al
desarrollo de la profesión.
La incorporación de los profesionales de la Psicología clínica en
la Atención Primaria de Salud, la vemos como una oportunidad para ‘dar
una vuelta de tuerca’ al papel de los profesionales de Atención
Primaria y su relación con la atención especializada en salud mental, “un nuevo modo de pensar de las
instituciones, de los profesionales y de los pacientes” (Pérez
Álvarez y Fernández Hermida, 2008, pág. 262) y debería enmarcarse en el
proceso de mejora de la Atención Primaria, de ‘recuperación’ de su
vocación de salud comunitaria/salud pública y de potenciación del
trabajo en equipo interdisciplinar.
El profesional de la Psicología Clínica en los equipos de
Atención Primaria ha de desempeñar, en términos generales, un rol
activo favorecedor del cambio en tareas preventivas, asistenciales y de
promoción y educación para la salud con intervenciones individuales,
grupales, institucionales y social/comunitarias tanto hacia los
usuarios como hacia los profesionales, trabajando por la
despatologización de los problemas psicológicos (Lópea, Ernesto y
Costa, Miguel, 2013)
La pluralidad de la ciencia psicológica permite que diferentes
modelos teóricos puedan servir de fundamento a estos tipos de
intervenciones, y ninguno de ellos patrimonialice el campo de trabajo
profesional en Atención Primaria. Consideramos que no es momento de
exclusiones, sino de confluencia de sinergias para demostrar, en la
práctica profesional, la validez de la incorporación de la Psicología
Clínica en Atención Primaria con la riqueza de perspectivas y
posibilidades técnicas que actualmente tiene, como señala Pérez Álvarez
(2003).
La autocrítica y el aprendizaje permanente han de ser compañeros de
viaje de este profesional en su devenir por la Atención Primaria.
Todos los profesionales y académicos estaríamos de acuerdo en
potenciar la relación de la Psicología clínica en la Atención Primaria,
pero no todos plantean dicha relación de la misma manera.
En un reciente estudio (Duro, 2013) hemos encontrado discrepancias
entre los profesionales de la Sanidad pública madrileña sobre el lugar
de la Psicología en su relación con Atención Primaria,
presentándose tres posiciones discursivas:
- El psicólogo clínico
como parte del Equipo de Salud Mental del Centro de Salud Mental
- El psicólogo clínico
incluido en los Equipos de Atención Primaria
- El (futuro) psicólogo
general sanitario incluido en los Equipos de Atención Primaria
En todos los casos podríamos estar hablando del modelo denominado
de Atención Integrada o del Modelo de Atención Escalonada o por Niveles
recomendado por el NICE inglés. Esta “Atención Integrada” o Escalonada
se puede prestar de varias maneras, según el Modelo de
Derivación, el Modelo de Enlace o el Modelo de Reemplazo.
Para nosotros, según la experiencia en nuestro contexto, el modelo
de derivación no funciona, el modelo de enlace parece funcionar algo
mejor y el modelo de reemplazo, por el que apostamos, merece
ser explorado.
Por otro lado, parece evidente que este planteamiento no supone, en
ningún caso, reducir el número de las/os psicólogas/os clínicas/os en
los distintos Servicios de Salud Mental (Centros comunitarios, Hospitales
de día, Centros de Rehabilitación, Servicios hospitalarios, etc.), ya
de por sí bastante insuficientes (Duro, 2016). Se trataría de,
manteniendo la estructura actual de la Red de Salud Mental, y
mejorándola en la medida de lo posible con nuevas contrataciones y
aumentando el número de plazas PIR, incorporar NUEVOS psicólogos
clínicos en los Centros de Salud/Equipos de Atención Primaria,
obviamente, en estrecha colaboración con los equipos de salud mental
comunitaria y con los Centros de Salud Pública.
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