VALERIA SABATER | La Mente es Maravillosa | 28/03/2020
Al final llega un momento en que
lo descubres. No solo estás hecho de sueños e infinitas preguntas. En ti hay
grandes dosis de valentía que te has visto obligado a demostrar en más de un
momento, porque eres luz y eres esperanza. Te quedan grandes cosas por vivir.
Dicen los científicos que el 99 % del cuerpo humano está
hecho de cuatro elementos químicos: carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno.
Señalan también que el 73 % de nuestros átomos provienen de la explosión de
estrellas masivas. Asimismo, faltarían dos
componentes más, porque si hay algo que nos enseña la vida es que las personas
estamos hechas de valentía y esperanza.
Somos seres extraordinarios. Criaturas que, como bien
decía Stephen Hawking, habitamos en un planeta menor en una estrella promedio.
Sin embargo, aun así, podemos entender el universo y escribir nuestras propias
historias con grandes dosis de coraje e ingenio. Aunque, a veces se nos olvida
y descuidamos nuestras fortalezas psicológicas, perdiendo ese brillo
original que las estrellas dejaron en nuestro ADN.
No obstante, que ocurra esto es normal y hasta
permisible. Uno no puede ser héroe cada día, es imposible ser fuerte en cada circunstancia vital. Tenemos pleno derecho a caer, a
acurrucarnos en las grietas de nuestros fracasos y a cobijarnos en los abismos
de nuestras pérdidas durante un tiempo. Hay experiencias que requieren de un
periodo de necesitada hibernación.
Los mejores héroes, al fin y al cabo, no son los que
llevan armaduras brillantes o capas de relucientes de colores. Los verdaderos héroes son de carne y hueso y están hechos de
cicatrices, de historias tristes y de una
piel curtida en mil experiencias. Somos seres cabezotas que rara vez dejan de
alimentar la esperanza. Y
eso, nos hace únicos.
Las personas estamos hechas de valentía y esperanza, no lo olvides
No dejes que este mensaje se
diluya en el olvido: las personas estamos hechas de valentía y esperanza. Somos pedacitos de coraje
entremezclado con rincones donde se contienen las ilusiones y los sueños.
A menudo, protestones porque el
mundo no siempre se ajusta a nuestros deseos y expectativas. Persistentes a la hora de
trabajar por nuestras metas y olvidadizos a veces, cuando nos descuidamos un
poco entre tantas presiones, tareas y obligaciones.
Señala Howard Gardner, psicólogo y profesor de la Universidad de
Harvard, que uno de nuestros mayores defectos es nuestra dificultad para
afrontar los cambios. Son esos momentos cuando más nos infravaloramos.
Somos seres inteligentes, pero
nos cuesta renunciar a ciertos favores o circunstancias, a nuestra estabilidad,
a esas rutinas donde determinadas actividades, ocupaciones y personas llenaban
nuestros días.
Se nos olvida, quizá, que todo
ciclo vital no es más que un proceso constante de transformación. Hay pérdidas
y hay ganancias. Hay puertas que se cierran y ventanas que se abren.
Un cambio suscita miedo y nos decimos una y otra vez
que no estamos preparados para algo así. Sin embargo, como bien señalaba Kakuzo
Okakura, filósofo japonés del siglo XIX, el arte de la vida no es más que un constante reajuste a un
entorno cambiante.
Ante el cambio que asusta: ¡coraje!
Hace dos años, la Universidad de Alabama,
Estados Unidos, llevó a cabo un interesante estudio para entender mejor qué era el coraje. Los
responsables de este trabajo, el doctor Mark Howell y Elaine Coshgell
analizaron a un amplio grupo de personas que habían hecho frente a situaciones
complejas, a cambios traumáticos a lo largo de su ciclo vital.
De este modo, pudieron definir
que la personalidad dotada de este tipo de valentía se define por los
siguientes rasgos:
·
Las personas valientes aprenden a ser decididas
y proactivas.
·
Tienen unos objetivos vitales y los recuerdan a diario.
·
Cuando tienen un problema, no se quedan estancadas.
Buscan estrategias para resolverlas.
·
Son hombres y mujeres apasionados.
·
Saben pedir ayuda, saben comunicar sus miedos y preocupaciones con otras
personas para hallar apoyo, para abrirse a otros puntos de vista.
·
El coraje es una cualidad interna. Se relaciona con la resiliencia y es, al fin y al cabo, una respuesta de
nuestro cerebro para favorecer la supervivencia.
Las personas estamos hechas de valentía y
esperanza: un mecanismo que activar en días de tormenta
Algo que nos puede inspirar es descubrir que el coraje es
un mecanismo interno que todos tenemos. Las personas estamos hechas de valentía y esperanza porque gracias
a estos enfoques y engranajes, avanzamos. Con estas fuerzas psicológicas
garantizamos nuestra supervivencia, sobreponiéndonos, alzando el rostro,
activando mente, corazón y voluntades para dejar de temer el cambio.
No es fácil, es cierto. Y como bien señalábamos al
inicio, quizás no todos los días contemos con la energía necesaria para vencer
nuestros miedos. Sin embargo, nuestro cerebro está dotado de
fascinantes habilidades que nos guían en ese necesario ejercicio de superación.
La inteligencia y la creatividad
nos instan a resolver los problemas de la manera más original. La persistencia
nos dota de un motor donde no quepan la rendición.
Tampoco podemos olvidarnos de nuestras emociones. Como
bien señala Antonio Damasio, buscan favorecer nuestra homeostasis para
permitirnos actuar, sobrevivir, adaptarnos y reaccionar. Las personas estamos
hechas de valentía, esperanza y sueños. No lo olvidemos. Somos seres que tienen
en su ADN la materia de esas estrellas que nos dio la vida. Estamos hechos para brillar en los días más oscuros.