HALLAZGOS | Efectos
cerebrales
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Una
investigadora española ha comprobado los efectos protectores de la
oleiletanolamida
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Es
una sustancia grasa que a su vez fue descubierta por investigadores de nuestro
país
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Por
el momento, se ha ensayado en ratones, aunque próximamente se hará en humanos
Más
que eliminar el fenómeno binge drinking,
o atracón de alcohol, la insólita molécula antibotellón ha
demostrado ser capaz de proteger al cerebro de los efectos que
produce este modelo de consumo, caracterizado por la ingesta de una elevada
cantidad de alcohol en apenas unas horas. Al menos lo ha logrado en animales,
en un laboratorio de la facultad de Psicología de la Universidad Complutente de
Madrid.
Como
explica la principal investigadora, Laura Orío, no se trata de una molécula
desconocida. Un grupo de científicos internacionales, liderados por el español
Fernando Rodríguez de Fonseca (del Instituto de Investigaciones Biomédicas, en
Málaga), descubrió
la oleiletanolamida en el año 2001. Se describió como una sustancia grasa, producida por el intestino, que
controla el apetito. Así lo publicaba la revista británica Addiction Biology, una de las más prestigiosas en el campo
de las adicciones y la salud mental.
Desde
entonces, otros estudios han ido apuntando que "el organismo
produce esta molécula cuando el cerebro sufre daños", argumenta Orío.
Se sabe que el botellón es uno de los fenómenos que más
preocupa a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Entre otros efectos sobre
la salud (del corazón, el páncreas y el hígado), su repercusión en el cerebro
es incuestionable. Su acción tóxica provoca cambios negativos en la
neurotransmisión cerebral y entorpece sus funciones. Un trabajo publicado en la
revista Alcoholism: Clinical and Experimental Research en 2004, y realizado en San Francisco,
afirmaba que las personas bebedoras tenían menos concentración de
neurotransmisores (sustancias que permiten que el impulso eléctrico se
transmita) que los no bebedores.
El
órgano gris de los jóvenes, que son los más aficionados al binge drinking, es
especialmente sensible al alcohol. Según los expertos, provoca alteraciones
agudas y afecta a las funciones cognitivas y de desarrollo del órgano. Según un
estudio publicado en la revista Archives
of Neurology en
2008, la ingesta continuada de este tipo de bebidas encoge el encéfalo
más rápido de lo normal. Junto a la atrofia, aparece, además, un creciente
número de lesiones en la sustancia blanca encefálica.
Dado
el impacto que tiene el atracón de alcohol sobre el cerebro, Orío y su equipo
de expertos han analizado en un modelo animal los efectos del consumo
excesivo de alcohol en pocas horas y el papel de la molécula
oleiletanolamida en este proceso. "Hemos visto que se activa el sistema
inmunitario y hay una respuesta inflamatoria exacerbada, lo que provoca
liberación de marcadores de daño neuronal en la corteza cerebal", expone
la investigadora.
Pero
lo realmente novedoso de su trabajo, subraya Orío, es que "hemos
descubierto las propiedades antiinflamatorias y neuroprotectoras de
esta molécula que podría prevenir la neuroinflamación y los efectos tóxicos que
el consumo intensivo de alcohol en atracón produce en el cerebro".
Precisamente por este hallazgo, este equipo de científicos ha recibido el
Premio Joven Investigador de la Sociedad Internacional de Investigación sobre
drogas.
"Pensábamos
que quizás, con un consumo tan rápido e intenso de alcohol, al organismo no le
daba tiempo a producir suficiente cantidad de oleiletanolamida como para
proteger al cerebro, y decidimos administrar de forma exógena la molécula a los
ratones", relata la responsable del trabajo. Efectivamente, los autores
comprobaron el papel protector de esta sustancia, que redujo la inflamación en
el cerebro y también la liberación de marcadores de daño neuronal. Además,
agrega la experta, "puede mejorar el estado de ánimo. Creemos que
tiene efectos sobre el estado emocional negativo".
Orío presentará este trabajo en el
próximo congreso científico de la Sociedad Internacional de Investigación sobre
Drogas, que se centra en el estudio de la neuroinflamación inducida por
determinadas drogas como el alcohol o la cocaína, y su relación con los efectos
tóxicos en el cerebro, estudiando terapias farmacológicas que puedan
prevenirlos.
En
este sentido, esta investigación abre una vía a futuros tratamientos que
"puedan prevenir el daño cerebral causado por el alcohol y que pueda
mejorar los síntomas de abstinencia", apunta Orío. De momento, el
próximo paso será corroborar estos resultados en humanos, una línea de
investigación que ya han puesto en marcha en la Universidad Complutense de
Madrid.