Edith Sánchez | La Mente es Maravillosa | 10/01/2021
Artículo verificado y aprobado por el psicólogo Sergio de Dios González
Hay una relación entre los huesos y el estrés, como lo comprobó un equipo de científicos estadounidenses. Los datos indican que, por ejemplo, la hormona ósea osteocalcina aumenta su concentración en situaciones de estrés.
Un grupo de científicos de la Universidad de Columbia,
dirigido por Gerard Karsenty del Centro Médico Irving, descubrió una
interesante relación entre los huesos y el estrés. Detectaron una
hormona ósea que es liberada como respuesta al estrés agudo.
La investigación fue publicada en la revista Cell Metabolism y representa un hallazgo importante. Hasta ahora se pensaba que
el organismo respondía al peligro segregando cortisol, adrenalina y noradrelina.
No se hablaba de una relación entre los huesos y el estrés.
El equipo de Columbia detectó que hay otra hormona que participa en la respuesta ante un estímulo
estresante. Se trata de la osteocalcina, una hormona ósea. Esto
prueba no solo que existe una relación entre los huesos y el estrés, sino
también que el esqueleto, desde el punto de vista evolutivo, se formó en gran
medida para responder al peligro.
“La noción de que el hueso media la respuesta al
estrés es totalmente nueva, al igual que la noción de que las glándulas suprarrenales
no median la respuesta al estrés”. -Gerard Karsenty-.
Las hormonas del estrés
Como muchos lo saben, cuando un organismo se expone a un
estímulo amenazante se produce una respuesta de estrés agudo, que prepara el cuerpo y la mente
para la lucha o huida. Dicha respuesta está mediada
por el sistema nervioso simpático y es fundamental para garantizar la
supervivencia.
La respuesta ante el peligro implica la segregación de
tres hormonas: el cortisol, la adrenalina y la noradrenalina. Todas ellas son secretadas por las
glándulas suprarrenales que están ubicadas encima de los riñones.
Una vez que esas hormonas entran en acción, se producen
una serie de cambios fisiológicos. Aumenta la temperatura, se eleva la frecuencia cardíaca, así como la
frecuencia respiratoria y la presión arterial. De este modo, los músculos se
preparan para la acción, que, en condiciones de peligro, puede ser lucha o huida.
Gerard Karsenty, director de la nueva investigación,
señaló que todo esto estaba muy claro, excepto por un punto: el cortisol es un tipo de hormona que requiere de varias
horas para provocar cambios fisiológicos. Aunque participa en la respuesta al estrés agudo, su acción no es tan
inmediata. Por lo tanto, Karsenty pensaba que debía existir “algo más” en ese
esquema.
Los huesos y el estrés
La hipótesis de base de Gerard Karsenty y su equipo era
que la función original de los
huesos es la de responder al peligro. Esto es debido a que protegen los órganos internos y permiten que los
organismos se muevan y puedan huir. Sobre esa premisa, plantearon la idea de
que también debían estar involucrados en el estrés agudo.
Para probar su idea, el equipo retuvo a un grupo de
ratones en una jaula por 45 minutos. Esto era un estímulo estresante. Así se
dieron cuenta de que la hormona osteocalcina había aumentado un 50 % en los ejemplares retenidos.
A ese grupo de animales se le expuso a un hisopo de
algodón empapado en orina de zorro, enemigo natural de los ratones. Esto llevó
a que el nivel de osteocalcina aumentara a un nivel de 150 %. Era claro que
había una relación entre los huesos y el estrés.
Nuevas evidencias
Para corroborar los hallazgos, el equipo de investigadores les extirpó las glándulas
suprarrenales a algunos ratones. Al hacerlo, impedían que se secretaran las clásicas hormonas del estrés.
Después se les expuso a un estímulo amenazante y comprobaron que los niveles de
osteocalcina aumentaban de manera significativa.
Lo interesante es que la osteocalcina fue capaz de
desatar una respuesta al estrés agudo. En otras palabras, cumplió el papel de provocar los cambios
fisiológicos propios de una situación de peligro. Por lo tanto, hubo aumento de
frecuencia cardiaca y respiratoria, incremento de temperatura, etc., sin
adrenalina, ni cortisol, ni noradrenalina.
La relación entre los huesos y el estrés se reconfirmó
con una nueva prueba. A ratones sin glándulas
suprarrenales y sin capacidad para producir osteocalcina se les inyectó esta
última en una alta proporción. A los pocos minutos los ejemplares mostraron un
aumento de temperatura corporal, mayor frecuencia cardiaca y todo el cuadro de
estrés convencional.
La pregunta de oro es: ¿opera así mismo en los humanos? La respuesta es: sí. Un grupo de 20 personas fueron sometidas a un estímulo de estrés: hablar en público. La respuesta fue similar a la de los ratones y se pudo verificar el aumento de osteocalcina. Además, hay un dato adicional: la relación entre los huesos y el estrés se reduce con los años. A mayor edad, menor capacidad para producir esa hormona.