VALERIA SABATER | La Mente es Maravillosa | 16/09/2019
Los niños deberían entender más de personas que de tener un perfil en redes sociales. Promover competencias como el diálogo, la inteligencia emocional, el respeto, el juego y la interacción social debería ser más importante que las competencias tecnológicas.
Ello
no excluye en absoluto que deban prescindir de la tecnología, porque nuestro
mundo se expande con ella y es una materia prima esencial. Sin embargo, ante un
futuro marcado por la Inteligencia Artificial, la robótica y lo tecnológico es
imprescindible que no dejemos de lado la materia más importante de todas: la
humanidad.
Peter
Fonagy, profesor de psicoanálisis contemporáneo y ciencia del desarrollo en la
University College de Londres, nos señala algo importante: no estamos
educando a nuestros niños para los desafíos del día de mañana.
De algún modo, lo que estamos haciendo es darles recursos y orientación para
que estudien, para que se formen en cuantas más ramas mejor. Sin embargo, la
clásica idea de “estudia para ser alguien en la vida” se está quedando coja:
les faltan más competencias.
Porque
los tiempos actuales son muy diferentes y lo serán más en breve. Al progreso
tecnológico se le añade el cambio climático, los cambios sociales, las
constantes variaciones en nuestra geopolítica, etc. Una de
nuestras principales finalidades sería educar por tanto niños más resistentes
pero flexibles a la vez.
Así,
factores como la resiliencia, la creatividad, la innovación, el pensamiento
crítico, la empatía y la humanidad se alzan como ese capital imprescindible que
daría forma a un futuro más esperanzador.
Asimismo, un aspecto en el
que incide el profesor Fonagy es en la salud mental. Ante
un presente y un mañana lleno de desafíos, nuestros
pequeños deben ser hábiles a la hora de manejar sus emociones,
su ansiedad, su autoestima… Veamos más datos a continuación.
Los
niños deben entender más de personas
Móviles,
tabletas, ordenadores… Nuestros niños son nativos en todos estos
dispositivos, han nacido
viéndonos a nosotros haciendo uso de ellos y
es imposible que no sientan una atracción natural por ese universo. Ahora bien,
a menudo suele decirse que la tecnología por sí misma no es nociva para
nuestros pequeños, pero la psicología que hay tras ella sí.
¿Qué
significa esto? Nos referimos a lo que se conoce como diseño
persuasivo. Cada insignificante detalle que vemos en nuestras
redes sociales, en cualquier aplicación, en los videojuegos o incluso el modo
en que nos movemos con nuestros dispositivos está diseñado para mantenernos
ante la pantalla el mayor tiempo posible.
Queda
claro que la tecnología por sí misma no es dañina. Nos ha facilitado las cosas
de muy diversas maneras, pero la finalidad última de toda aplicación, red social
o videojuego es obtener ingresos, así como información de cada uno de nosotros
como usuarios.
Para
ello, se valen de sofisticados mecanismos psicológicos que a la larga son
contraproducentes. No obstante, tengámoslo claro, la sobreexposición temprana a
la tecnología no es lo mejor para un cerebro infantil en desarrollo.
Los
niños deben entender más de personas. Al fin y al cabo, el conocimiento sobre
tecnología llega solo, pero la habilidad de empatizar, dialogar, interaccionar
con los demás con respeto e interés, debe propiciarse y debemos ser su mejor
ejemplo.
La
tecnología perjudica la sociabilidad y la gestión emocional
La
exposición a la tecnología está cambiando la forma en que se conectan los
cerebros de los niños. No podemos olvidar que el
cerebro de los pequeños está en crecimiento, es muy maleable y sensible a los
estímulos. Lo que consigue la exposición temprana a las pantallas electrónicas
es la hiperactividad, el tener que procesar múltiple información a la vez de
manera rápida.
· Además, se debilitan competencias tan importantes como la atención focalizada, la imaginación, la resistencia la frustración, etc. En el mundo de las tecnologías siempre hay un refuerzo positivo que los mantiene alerta y enganchados.
· Así, y por si esto no fuera poco, en un estudio realizado en la Universidad de Texas por parte de Sangmin Xun, nos señala que el uso temprano de la tecnología dificulta que los niños y adolescentes aprendan a regular sus emociones. Además, aumenta la tendencia a la ansiedad y la depresión, baja el rendimiento escolar y limita las interacciones interpersonales.
· En este último punto, el profesor Peter Fonagy, citado al inicio, señala algo muy llamativo. La tecnología no solo reduce la calidad de las relaciones de los niños con sus iguales. Además, se está creando cierta distancia entre las generaciones más jóvenes y los propios niños. Estos últimos prefieren ya buscar información a sus dudas en Internet antes que consultar con los adultos.
Los
niños deben entender más de personas: sí a la Inteligencia Emocional, a la
conexión social, al diálogo
Los
niños deben entender más de personas y menos de tener un perfil en Instagram o
Facebook. Nuestros pequeños, deben asentar de manera temprana competencias tan básicas
como el diálogo, la empatía, la regulación
emocional, el interés por los demás, la creatividad, la resolución de
problemas, el disfrute por el juego, por la naturaleza…
Ello
no implica que debamos prohibirles el acceso a la tecnología. Lo que debemos
hacer es regularlo, controlar los tiempos de exposición según la edad y más
importante aún: ser su mejor ejemplo. No vale con llevarles a un parque y
mientras estar pendientes de nuestro teléfono móvil. Tampoco
es adecuado darles a entender que Internet es esa herramienta que todo lo sabe
y lo soluciona.
A veces, es bueno ir a preguntar a los abuelos o a cualquier otro adulto, salir a explorar, inventar algo con los amigos, jugar, crear, caer, levantarse, construir cosas con las manos y trazar sueños junto a otras personas, etc. Los problemas de la vida no se resuelven viendo un tutorial de Youtube, y por eso, nuestros niños deben ser capaces de afrontar muchos retos por sí mismos. Démosles ese aprendizaje y esa oportunidad.