lunes, 6 de abril de 2015

TIC: Las nuevas adicciones

PSiquiatria

La dependencia a las nuevas tecnologías puede provocar un deterioro de las relaciones personales y alterar el curso normal de la vida.
Barcelona | LA VANGUARDIA | 27/11/2014
Barcelona (Redacción de Vivirmejor.com).- Aunque ocurre poco, va in crescendo el número de pacientes que durante la consulta interrumpen la entrevista para contestar al teléfono (llamada o mensaje) o los que disimuladamente, móvil en mano, miran de reojo el último sonido que les avisa de un nuevo whatsapp. Cuando les pregunto se excusan con el argumento de un comunicado urgente o los más sinceros dicen que no lo pueden evitar. Las nuevas tecnologías han incorporado innumerables ventajas a nuestra vida cotidiana o laboral, pero también han traído nuevas patologías.

El Dr. Jaume Eroles, psiquiatra explica la influencia de las TIC en nuestro día a día.

¿Qué se entiende por adicción a las TIC?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la adicción es una enfermedad física y psicoemocional que crea una dependencia o necesidad hacia una sustancia, actividad o relación. Las Tecnologías de la Información y la Comunicación, (TIC), son el conjunto de tecnologías desarrolladas para gestionar información y enviarla de un lugar a otro. Las de uso más extendido y cotidiano: Internet y teléfonos móviles. Por tanto, se define la adicción a las TIC como su uso compulsivo, repetitivo y prolongado con incapacidad para controlar o interrumpir su consumo y con consecuencias sobre la salud, la vida social, familiar, escolar o laboral.
¿Qué disponibilidad tiene la población a las TIC?
Según datos del INE de octubre de 2014 sobre equipamiento y uso de las TIC, el 99,2% de los hogares españoles tiene televisión, el 96,4% teléfono móvil y el 74,4% acceso a Internet. El uso de las TIC por la población de 16 a 74 años revela que el 76,2% utiliza Internet, siendo los usuarios frecuentes el 93,5% y los de uso intensivo (diario) el 60%. El 51,1% de esta franja de edad acceden a las redes sociales, mostrándose los jóvenes de 16 a 24 años los más participativos (91,3%). El 73,7% tiene teléfono móvil, cifra que aumenta exponencialmente en el sector joven que roza el 100%. En cuanto a la población infantil (de 10 a 15 años) la proporción de uso de las TIC es muy elevada. Respecto al ordenador es prácticamente universal (98,3%) y el 92% utiliza Internet. Por otra parte, el 63,5% de los menores dispone de teléfono móvil, hasta alcanzar el 90,3% en la población de 15 años.
¿Qué tipos de adicción existen?
Las más extendidas, y conocidas porque nadie oculta su uso, son la dependencia a las redes sociales
(facebook, twitter, etc.), a las aplicaciones de mensajería interactiva instantánea (whatsapp, line) y a los videojuegos (principalmente juegos de rol). Pero el infosurfing ('navegación' continua y prolongada por Internet sin objetivos claros), la pornografía, la compra compulsiva online (oniomanía), los juegos de azar (gambling) y la infidelidad online, entre otros, tienen cautivos a un creciente número de incondicionales que extiende el fenómeno de la ciberdependencia a diferentes ámbitos de la vida. Dado que el acceso a estas actividades se produce a menudo a través del móvil, la nomofobia (pánico a no disponer del móvil) refleja esta amalgama de dependencias, sobretodo entre la población más joven.
¿Cómo se llega a ello?
Comúnmente se ha considerado un trastorno propio de la adolescencia, con raíces en aprendizajes ya anómalos en la infancia, pero los adultos no están exentos de estos riesgos. A medida que las nuevas tecnologías han invadido nuestra vida cotidiana, el adulto se ha ido incorporando al mundo de las TIC, engrosando el número de jóvenes que empezaron con estos hábitos en la adolescencia y ya entran en el mundo adulto arrastrando estas mismas costumbres. Cualquier actividad que provoca satisfacción en nuestra vida diaria, puede convertirse en conducta adictiva si se pierde el control sobre su uso. Conviene subrayar que hay personas especialmente vulnerables debido a carencias de índole diversa, déficit en su desarrollo madurativo o rasgos en su personalidad como la impulsividad, la intolerancia a la frustración, la falta de autocontrol, la dificultad para aplazar los deseos, las dificultades de comunicación, etc.

¿Cómo se puede detectar?
No hace falta ser experto para descubrir con la simple observación que determinadas conductas pueden ser indicadores de un posible “enganche” a las TIC:

• Cambio de comportamiento: Inquietud, impaciencia e irritabilidad, especialmente cuando no se puede tener acceso al medio adictivo.
• Aislamiento y confinación. Merma importante en la comunicación. Deterioro de las relaciones
más cercanas.
• Alteración del curso normal de la vida para usar las TIC (no ir al colegio, al trabajo, descuido de 
obligaciones cotidianas, dejar las responsabilidades para más tarde…)
• Justificación del tiempo excesivo utilizado al respecto.
• Abandono de otras actividades, especialmente si antes eran especialmente gratificantes.
• Incapacidad de controlar voluntariamente el uso.
• Mentiras-engaño para llevar a cabo a escondidas las actividades adictivas.
• Cambio de hábitos de sueño o alimentarios.
¿Prevenir o curar?
El mejor tratamiento es la prevención. Por tanto los esfuerzos deberían ir orientados a:

• Educar desde la infancia en la autorregulación del placer inmediato y en la tolerancia a la frustración.
• Educar desde los primeros contactos con las TIC un uso adecuado y controlado.
• Regular los tiempos de utilización de las tecnologías. Condicionar tiempo de estudio u otras actividades al tiempo para utilizar el móvil o el ordenador.
• Fomentar el desarrollo de otras actividades lúdicas (deporte, lectura, actividades al aire libre, aficiones, etc)
• Potenciar los contactos sociales presenciales sin el uso concurrente del móvil.
• Evitar el uso compulsivo: no consultar el correo o chat constantemente, no responder a los mensajes o llamadas perdidas inmediatamente.
• Educar en el uso de Internet como fuente de información y formación
• Autorregular las web o las aplicaciones utilizadas y/o el tiempo invertido en ellas.
• Reflexionar si el exceso de uso obedece a carencias o dificultades interpersonales.
¿Tiene tratamiento?
Diferentes procedimientos de “desintoxicación digital” han surgido en Corea, China, Australia, el Reino Unido, EEUU y Japón para tratar lo que se ha convertido en un trastorno reconocido.
Como en todo trastorno, particularmente aquellos que precisen de la colaboración del afectado, el primer paso consiste en acudir a un especialista o unidad especializada para la evaluación y toma de conciencia del problema. Posteriormente si el afectado percibe que realmente tiene un problema sobre el que necesita ayuda, se inicia el tratamiento. Sin esta premisa, cualquier intervención está abocada al fracaso. 

Como en cualquier proceso adictivo, hay que seguir un tratamiento centrado en un cambio de hábitos y actitudes y en un control de los impulsos. Aprender a detectar, analizar, afrontar y manejar los deseos de consumo. Tratar aquellos síntomas, generalmente en la esfera psíquica, consecuentes a la abstinencia, como la ansiedad o un estado de ánimo deficitario. Conseguir una modificación de la conducta, de las prioridades y del estilo de vida. Aprender a resolver los conflictos interpersonales y afrontar la vida con unos valores personales apropiados. Desarrollar una autodisciplina para la consecución de nuevas metas y para evitar las recaídas. Reemplazar la conducta basada en lo que me gusta por lo que me conviene. La incorporación a terapias de grupo puede ser muy adecuada en estos trastornos.

Actualización de la Guía del NICE sobre trastorno bipolar.


Infocop online | 27/10/2014

El Instituto Nacional de Excelencia para la Salud y los Cuidados (National Institute for Health and Care Excellence, NICE) ha publicado la guía de práctica clínica sobre el Trastorno  Bipolar (CG185). Esta guía recoge las últimas evidencias para la identificación, evaluación y tratamiento del trastorno bipolar en adultos, niños y jóvenes en los servicios de Atención Primaria y Secundaria, actualizando la guía anterior, publicada en el año 2006.

En una nota de prensa, los autores de la Guía advierten que desde la publicación de la última guía del NICE se han producido importantes avances. “Ahora sabemos más sobre el efecto de los fármacos y los tratamientos psicológicos y su prestación para adultos y adolescentes”, ha afirmado R. Morris, uno de los autores del manual. A este respecto, los autores del texto insisten en apuntar que existen tratamientos eficaces y que si la evaluación y la detección se realizan tempranamente, las personas con trastorno bipolar pueden llevar una vida normalizada.

De acuerdo con la evidencia disponible, la nueva guía del NICE establece que los adultos con trastorno bipolar deben tener acceso a tratamiento psicológico adaptado específicamente para su condición y basado en manuales apoyados en la evidencia, así como a terapias psicológicas de “alta intensidad”, entre las que se incluye la terapia cognitivo-conductual, la terapia interpersonal o la terapia conductual de pareja.

Asimismo, la nueva guía establece como una prioridad en las recomendaciones del tratamiento la necesidad de prestar apoyo a los cuidadores, reconociendo el desgaste psicológico que supone la convivencia con una persona con trastorno bipolar. En esta línea, la guía señala la necesidad de incorporar de manera protocolizada la evaluación en salud mental de los familiares cercanos, así como la necesidad de abordar con ellos la importancia del autocuidado y el manejo de las posibles recaídas.
                    

Para acceder a la guía del NICE sobre Trastorno Bipolar, pincha en el siguiente enlace:
Bipolar disorder: the assessment and management of bipolar disorder in adults, children and Young people in primary and secondary care.


Nota.- Al buscarlo en Internet abrir la versión que se puede traducir del inglés al español.