ABC |
Madrid | 26/12/2019
“Un congreso online busca arrojar luz a
los padres que se sienten perdidos en esta etapa tan difícil como fascinante.”
Tener
un adolescente
en casa no
es una tarea sencilla y los padres, cuando los hijos llegan a esa etapa, a veces se sienten muy
confundidos y
no saben muy bien cómo gestionar estos momentos tan delicados. José María Gasalla, profesor de Deusto Business School
y uno de los ponentes del próximo Congreso gratuito on-line: "Convivir con un adolescente: Misión Posible", trata de dar un poco de luz a los padres que se
sienten perdidos en esta etapa tan difícil como fascinante.
«Casi todo comienza desde uno mismo, excepto el nacimiento que
depende de otros dos. Pero a partir de ese momento cada uno se va, poco a poco,
responsabilizando de ir inventando su propia vida, por supuesto, que las
circunstancias influyen y nos dificultan o facilitan esa creación o invención»
explica. Y añade que «lo que no vale es quejarse y volverse a quejar que la vida
siempre me trae lo peor o todo lo malo me pasa a mí, o bien que mis hijos no
hay quien los dirija, los maneje o los controle, ya que la actitud ante la vida
depende más de uno mismo que de la propia vida, y es cuestión de confianza. Y a
todos nos gusta que los demás confíen en nosotros», explica.
Sin
embargo, «vivimos
en la desconfianza, con temores y ansiedades, gestionando con dificultad un
mundo cada vez más incierto, complejo y convulso que se nos echa encima y con
frecuencia nos supera haciéndonos sentir perdidos, sin rumbo ni futuro»,
sostiene Gasalla, y parte importante de ese mundo son nuestros hijos.
Y
–añade- «sabemos que para seguir, tenemos que recuperar la confianza en ellos
y, como punto de arranque y partida, en nosotros mismos y, como existe una
correspondencia entre cómo los demás confían en nosotros y cómo nosotros confiamos en
ellos todo se convierte en un verdadero círculo que se refuerza con la
autoconfianza».
«¿Es
fácil que nuestros hijos confíen en nosotros si perciben que nosotros mismos
tenemos una baja autoconfianza?», se pregunta el experto.«Sin duda que no lo es», afirma. «¿Es fácil que confiemos
en ellos si no confiamos en nosotros mismos? Tampoco lo es, Ergum, el punto de
partida está en nosotros mismos».
El
profesor cree que «debemos echarnos una mirada interior a ver qué sucede con nuestra
confianza ya que, como suele decir Humberto Maturana, nacemos en confianza. Es
una confianza instintiva, que nos adelanta que nada nos faltará. Pero, con el
tiempo y de cara a proteger nuestra supervivencia, se nos enseña a desconfiar
de lo que nos dicen, de las experiencias propias y de las prestadas», argumenta.
Y ahí
aparece uno de los grandes dilemas: «Si confiamos demasiado, corremos el riesgo
de que nos engañen pero si no confiamos, perdemos todo tipo de
oportunidades de
relacionamiento, de descubrimiento. Hablamos pues, siempre aquí de la confianza
inteligente. Confianza que tenemos que particularizar, analizar, contextualizar
y actualizar», explica.
Lo
mismo sucede con la autoconfianza: «No se trata de sentirnos todopoderosos a toda costa
ni, en el otro extremo, considerar que somos una poca cosa ya que, atención, la
humildad es una potencia de los poderosos, de los que saben que no saben pero
al mismo tiempo, son capaces de alcanzar todo aquello que se proponen, lo cual
constituye una pura paradoja», argumenta.
Desde
un nivel alto de autoconfianza «somos capaces de poner en marcha lo que todavía no es pero puede
llegar a ser, lo
que nos permite ir hacia nuestro sueño, que es lo que alumbra nuestra vida».
Y
otra paradoja: «Desde la autoconfianza aceptamos nuestra vulnerabilidad. Y esa es nuestra fuerza. Sabemos
que somos, seguramente, la especie más vulnerable de la creación y al mismo
tiempo la que más se ha desarrollado desde sus inicios».