VALERIA SABATER | La Mente es Maravillosa | 10/10/2023
A veces en la vida se trata de actuar
lo mejor posible contigo mismo y con los demás, sin esperar nada a cambio. Es
decir, hacerlo por una convicción moral y porque tus valores así lo dictan. El
arte de vivir en paz es actuar y dejar que todo llegue, que los hechos hablen
por ti, en lugar de tus palabras.
“Cuando no esperas
nada todo llega“. ¿Lo has oído alguna vez? Es curioso
analizar las sencillas realidades que suelen esconderse en estas frases o
expresiones de la psicología popular. Es posible que más de uno piense que eso
de “no esperar nada” puede encerrar alguna actitud derrotista, de quien se deja
llevar por los hilos de otros y por la fuerza de las circunstancias. Nada
más lejos de la realidad.
No esperar nada y permitir que las cosas lleguen, es actuar con
equilibrio, apertura y permisividad interior. Mirar la vida con tranquilidad, desactivando miedos, egoísmos e
ideas negativas que pongan trabas a mis pasos. Mi mente está abierta a
cualquier ventana. No espero nada y lo espero todo, porque al final, todo llega.
En el día a día y aunque te parezca lo contrario, solemos acumular muchas actitudes y pensamientos limitantes . Lo hacemos casi sin darnos cuenta…
“Casi que no le propongo esto porque me va a decir que no”. “Mejor lo
intento otro día porque seguro que fracaso”, “A mi esas cosas nunca me salen
bien, así que para pasarlo mal mejor no lo intento…“
En ocasiones, somos
nosotros mismos los artífices de esos muros que impiden que las cosas
lleguen. Debemos estar abiertos, abiertos de mente y corazón:
te enseñamos cómo conseguirlo.
Desactivando
actitudes limitantes: todo llega
Empezaremos
haciéndote una pequeña reflexión: si no somos conscientes de nuestras propias actitudes limitantes,
nunca podremos derribar esos muros que nos impiden que las cosas lleguen. Para
ello, para darnos cuenta de muchas de esas cosas que tenemos “alojadas” en
nuestro interior, y que nos cortan las alas del crecimiento y parte de nuestra
felicidad, debemos entender de dónde vienen las actitudes limitantes:
Nuestra
educación
Una buena parte de lo que somos ahora, hunde sus raíces en esas etapas
tempranas en las que construimos el vínculo con nuestros padres, abuelos y
hermanos. Si no nos ofrecieron seguridad, si criticaron nuestros
pensamientos e ideas, si nos sobreprotegieron o no nos demostraron cariño alguno, etc.
Es muy posible que a medida que maduraras, intentaras cambiar en ti muchas
de esas actitudes limitantes. Que te atrevieras a hacer lo que
decían que nunca harías, que hayas avanzado con pasos seguros volviendo el
rostro a heridas del pasado.
Los ecos de una infancia traumática, suelen limitarnos en
muchos aspectos. No lo permitas, nunca dejes de confiar en los demás, y aún
menos que todo llega. Que las cosas buenas pueden ocurrir.
Experiencias
negativas no gestionadas de forma adecuada
Si has sido abandonado por tu pareja, nunca caigas en el error de pensar
que no mereces ser amado. Afronta el duelo con entereza,
avanza siendo resiliente y abre tus esperanzas a la vida atreviéndote de nuevo a querer y a
dejarte querer.
Si fracasas en un proyecto, no te rindas ni te atribuyas ideas como que no
eres apto, que no eres hábil, capaz. Reestructura tus pensamientos,
aprende de los errores, obtén un aprendizaje y enfócate de nuevo hacia ese
propósito.
La vida no siempre es fácil, y dependiendo de
la actitud y las estrategias personales con las que afrontemos las cosas,
obtendremos un aprendizaje u otro.
En ocasiones, muchas de esas actitudes limitantes parten de
nuestra propia personalidad, de indecisiones, de miedos, de cerrarnos puertas casi sin darnos cuenta porque
preferimos seguir habitando en nuestro “círculo de seguridad”.
La vida siempre está un paso más allá de tu zona de confort.
Es ahí donde las cosas pasan y donde todo llega.
Permitirnos no
esperar nada, soñándolo todo
La actitud no es no
esperar nada, en absoluto. Sino que se trata reestructurar un poco nuestra actitud hacia la vida,
hacia nosotros mismos, permitiéndonos que las cosas pasen. Te
explicamos cómo:
Evita
la “visión de túnel”
Todos lo hemos vivido alguna vez, son
esos momentos en que nos focalizamos en algo en concreto, perdiendo a su vez la
capacidad de ver lo que sucede a nuestro alrededor.
Puede que tengas
esos días en que pienses que nada tiene solución, que las cosas “son como son” y que no hay otro remedio más que lo
inevitable. Desactiva esos pensamientos. Tampoco hace falta ensalzar un
“positivismo ciego” que nos cree falsas esperanzas. Coge aire y déjate llevar, no esperes nada pero mantén la
mente abierta mirando todo lo que te envuelve. Déjate
llevar con esperanza y tranquilidad.
Deja
a un lado lo que sientes y piensa en lo que necesitas
En ocasiones, los
sentimientos nos ciegan o nos aferran. Hay momentos en que el amor, por ejemplo, aún causándonos infelicidad, nos encadena a esa
relación de la que no queremos “despegarnos”.
En lugar de sentir, pregúntate qué necesitas. ¿Necesitas libertad?
¿Necesitas ser tú mismo? Permítete entonces ser feliz de nuevo. Al final, todo llega.
En conclusión,
nuestra actitud hacia la vida siempre debe ser abierta, tranquila y
segura. Mientras sepas cuáles son tus prioridades en el día a día, las
cosas irán sucediéndose tal y como deben. Ir a tu ritmo,
actuar lo mejor posible. También, dejar que las cosas sucedan es lo mejor que
podemos hacer para con nosotros. Tal y como dice Confucio (cit. en Jaspers,
2001): “exígete mucho a ti mismo y espera poco de los demás. Así te ahorrarás
disgustos”. Esa frase también puede aplicarse a los acontecimientos que se
devienen de la vida.