lunes, 11 de noviembre de 2024

Rafael Santandreu, psicólogo: "Tengo los mejores amigos del mundo gracias al truco que utilizo siempre"

MARÍA FERNÁNDEZ DE CÓRDOVA      |      Telva      |     21/10/2024                  

El psicólogo Rafael Santandreu tiene el truco secreto para aprender a valorar y a cuidar a nuestros amigos.

Que los amigos son una parte fundamental de una vida feliz lo dijo el filósofo clásico Aristóteles y lo ha corroborado recientemente uno de los mayores estudios sobre qué hace una buena vida realizado por la Universidad de Harvard. Las conexiones profundas y sinceras dan sentido a nuestras vidas y aprender a valorar y cuidar a nuestros amigos es un verdadero arte que enriquece nuestra existencia cotidiana. El psicólogo Rafael Santandreu, autor de libros como No hagas montañas de granos de arena o El arte de no amargarse la vida, lleva años presumiendo de tener "los mejores amigos del mundo". Y una de las claves de este experto en salud y bienestar psicológico es un truco que utiliza con todas sus amistades.

¿Cuántos amigos tienes que puedan ir a tu casa a las 3 de la madrugada?, pregunta el psicólogo

Según Santandreu, el truco que él utiliza para tener los mejores amigos del mundo puede utilizarlo cualquier persona, y es de un sentido común aplastante. "A mis amigos solo les pido lo que pueden dar y nunca lo que no pueden dar", explica el psicólogo. "Al amigo que es capaz de dejarlo todo a las 3 de la mañana e ir a tu casa a consolarte porque me ha dejado la novia o el novio, quizá no le puedas pedir que se acuerde siempre de tu cumpleaños y te llame para felicitarte. Sin embargo, a ese que se acuerda año tras año de tu cumpleaños porque lo tiene todo anotado, lo más seguro es que no puedas pedirle que se presente a las 3 de la mañana en tu casa a consolarte".

El truco de Rafael Santandreu para tener los mejores amigos del mundo

Es decir, que "cada uno de nosotros tenemos cosas buenas y cosas no tan buenas". Según Rafael Santandreu, en muchas ocasiones, "cometemos el error de pedir todo a nuestros amigos y eso es pedir algo imposible. Incluso nos enfadamos si nuestros amigos no satisfacen todas nuestras expectativas cuando, ni siquiera nosotros mismos, somos tan maravillosos para los demás en todos los aspectos". Entonces, ¿cuál es el secreto para tener los mejores amigos del mundo? "Aceptar a las personas como son. Tomar lo bueno de cada una de las personas que tengo a mi alrededor y olvidarme de lo que no pueden darme, de aquello para lo que no están dotados". La clave es darnos cuenta de que "no es una sola persona la que me lo da todo siempre, sino que son muchas personas diferentes las que me permiten tener todo lo que necesito a través de su amistad".

domingo, 10 de noviembre de 2024

La segunda edad de oro en la neurociencia podría ayudarnos a comprender la depresión

Daniel Pellicer Roig      |      National Geographic    |     24/10/2024

 Biotecnólogo especializado en biomedicina y enfermedades raras

 Según un estudio publicado en la revista Nature, el cerebro de las personas propensas a la depresión redirige el doble de neuronas a la atención a estímulos.

 Estamos viviendo una segunda edad de oro en la neurociencia. Gracias a la aparición y establecimiento de tecnologías capaces de procesar cantidades ingentes de información, como el machine learning o inteligencia artificial, los neurocientíficos están cada vez más cerca de resolver el gran rompecabezas cerebral. El nombre del rompecabezas es el conectoma, una red de comunicación que permite a unas neuronas conectarse con otras y transmitir la información de forma rápida y precisa.
 
Esta red de conexiones es única para cada uno de nosotros, por ello, cada cual actuará de una forma distinta ante una misma situación. Por ejemplo, ante la amenaza de un balón que se acerca a toda velocidad, algunas personas se apartarán, otras tratarán de controlarlo y unas terceras cerrarán los ojos y se cubrirán la cabeza para protegerse. Esta acción viene determinada por la conversación que hayan tenido sus neuronas en una fracción de segundo. Una conversación neuronal que estará determinada por las vivencias que haya tenido cada persona en el pasado.
 
El mapa cerebral de la depresión, EL DOBLE DE CONEXIONES ¿CAUSA O CONSECUENCIA?

Al igual que una red de carreteras, el conectoma está constantemente en construcción. Las neuronas fortalecen los caminos que más se utilizan y desconectan aquellos que no. De este modo, atesoramos recuerdos y olvidamos gran parte de los estímulos insustanciales del día a día, como las caras de las personas que nos hemos cruzado o las palabras exactas de las conversaciones que hemos tenido. Ahora bien, en ocasiones, estas conexiones pueden reforzar pensamientos o acciones que se manifiestan de una forma perjudicial. Por tanto, la ansiedad, la depresión y otras enfermedades mentales podrían tener una base biológica.

O al menos a esa conclusión es a la que llega el mayor estudio hasta la fecha que ha tratado de relacionar neuroimagen y depresión. En dicho estudio, en el que han participado más de 30 investigadores de Canadá, Alemania, Estados Unidos, Suiza y España, han reunido información de cómo se conectan las neuronas de más de 135 pacientes con depresión y 37 personas sanas. Para ello han empleado una técnica denominada resonancia magnética funcional, que permite observar cuánta información se mueve de una región cerebral a otra.

Siguiendo con la metáfora de las carreteras, mediante esta técnica los investigadores pueden conocer de forma aproximada cuántos vehículos (información) se mueven entre dos ciudades (regiones cerebrales); si se trata de decenas, cientos o miles. Ahora bien, no permite conocer la marca y modelo exactos del vehículo, ni los pasajeros, sino que la cantidad de información es limitada. Sin embargo, sí que es suficiente para poder deducir que las personas que sufren depresión tienen una red neuronal dirigida a la atención de estímulos el doble de ramificada y concurrida que la población sana.

El descubrimiento de esta relación supone un pasito más hacia un biomarcador que permita detectar la depresión. En la actualidad, este trastorno únicamente se puede diagnosticar mediante cuestionarios que, por su naturaleza, no dejan de tener cierto componente subjetivo y pueden dar lugar a falsos positivos o falsos negativos. Sin embargo, los investigadores piden prudencia, ya que se trata de un estudio con pocos pacientes y se requieren más pruebas para garantizar la validez de los resultados.

La región que se encontraría alterada en las personas con depresión se denomina red frontoestriatal de saliencia. Se trata de una de las tres redes neuronales vinculadas a la atención y otros procesos del pensamiento y está relacionada con el valor que le asignamos a lo que ocurre a nuestro entorno y al reconocimiento de las sensaciones internas. Como observaron en el estudio, en personas potencialmente depresivas, los bordes de la red de saliencia suelen estar más extendidas que en el resto de las personas, llegando a invadir regiones cerebrales contiguas en al menos 3 configuraciones distintas.

Tras realizar un seguimiento durante 18 meses a los pacientes, los investigadores observaron que, ante un episodio depresivo, la transmisión de información dentro de la red de saliencia caía drásticamente. Al disminuir la transmisión de información, los pacientes comenzaban a padecer anhedonia, o la incapacidad de experimentar placer. Este síntoma iba intensificándose a medida que disminuía la actividad en la red de saliencia y la persona iba cayendo en la depresión. Una vez aumentaba el ánimo, la actividad de la red de saliencia volvía a la normalidad, pero la red de saliencia seguía del mismo tamaño.

Por tanto, lo que los investigadores quieren dejar claro es que la depresión no produce la expansión de la red de saliencia, sino que serían los individuos que tienen esta red expandida los que son más propensos a padecer depresión.

Gracias a estos datos, los investigadores fueron capaces de detectar los episodios depresivos en algunos de los pacientes hasta con una semana de antelación e identificar cuándo regresaban a la normalidad. Es decir, habían conseguido predecir la aparición y la remisión de los síntomas depresivos en ese grupo de pacientes.

En una segunda parte del estudio, los investigadores analizaron escáneres cerebrales de 12000 niños, e identificaron 57 con la red de saliencia expandida. A estos niños nunca se les había detectado un episodio depresivo cuando se les realizó el primer examen, pero sí que comenzaron a experimentarlos durante la adolescencia. Todavía no está claro por qué los niños tenían la red de saliencia más extendida en un principio, pero los investigadores apuntan a la genética como una posible causa. Si se confirmase, este estudio serviría para apoyar la hipótesis de que la depresión tiene un componente genético heredable y serviría de punto de partida a la hora de detectar de forma temprana a las personas vulnerables de sufrir depresión.

Por tanto, en este estudio se cubren distintos frentes que ayudan a explicar un trastorno mental muy complejo. Por un lado, los investigadores están cada vez más cerca de encontrar un biomarcador que ayude a diagnosticar la depresión. Detectando una red frontoestriatal de saliencia expandida no solo podrían discriminar a personas con predisposición depresiva, sino que, con un correcto seguimiento, podrían identificar los episodios depresivos antes de que ocurran y atajarlos lo antes posible. Pero de nuevo, los investigadores piden prudencia, todavía necesitan aumentar el número de pacientes para asegurarse que el proceso es lo suficientemente robusto para que pueda utilizarse para el diagnóstico.

viernes, 8 de noviembre de 2024

30 experiencias (que no cuestan nada) que hacen feliz a la psiquiatra Marian Rojas Estapé y a tí también

MARÍA FERNÁNDEZ DE CÓRDOVA     |      Telva     |     28/10/2024

Hay miles de cosas que valen infinito y pasamos por alto. Hacer el esfuerzo de ponerlas por escrito, como propone el escritor Curro Suárez a la psiquiatra Marian Rojas Estapées mágico.

La felicidad de lo cotidiano es gratis (y vale infinito)

De la mano del escritor sevillano Curro Suárez, la psiquiatra Marian Rojas Estapé elabora una sencilla lista de 30 cosas gratis (que valen infinito). Recuperamos aquí la publicación de Instagram compartida por el autor de Larga vida (2024) y la autora de Recupera tu mente, reconquista tu vida (2024). El simple hecho de leerlas te hará sentir más agradecido con tu vida presente. Como afirma Robert Waldinger, el experto en felicidad de la Universidad de Harvard y autor de La Buena Vida, es precisamente renunciar a llevar una vida sencilla uno de los motivos por los que nos sentimos, habitualmente, infelices. "En nuestra búsqueda de lo extraordinario, pasamos por alto la belleza y la riqueza de lo cotidiano", señala.

30 cosas cotidianas que hacen feliz a la psiquiatra Marian Rojas Estapé. Esta es la lista de 30 cosas gratis (que valen infinito) de Marian Rojas Estapé

  1. Caminar por la playa al atardecer y sentir el frescor de la arena y el agua en los pies.
  2. Ver la sonrisa de mis hijos cuando jugamos.
  3. El abrazo con un paciente agradecido.
  4. El abrazo de mi marido al llegar a casa.
  5. Ver la sonrisa de alguien mientras te acercas a saludarle.
  6. La siestas de verano.
  7. Bailar con mi marido e hijos en el salón de casa.
  8. Abrazar a la gente que quiero, siempre los abrazos largos.
  9. Recordar con mis hermanas anécdotas de nuestra infancia.
  10. Leer al lado de la chimenea con un café calentito.
  11. Pasear cerca del mar por la noche escuchando las olas.
  12. Contemplar por la ventana del avión el cielo y las nubes.
  13. Subirme al avión ilusionada por descubrir un nuevo lugar.
  14. Escuchar a mi padre dar una conferencia y seguir aprendiendo de él.
  15. Hacer reír a la gente en las conferencias.
  16. Ir en metro y ver que alguien está leyendo uno de mis libros sin que me vea.
  17. Una risa contagiosa.
  18. Una sobremesa en familia.
  19. Recordar historias antiguas entre amigos.
  20. Parar a mirar las estrellas una noche de verano.
  21. Pensar que no podías y poder.
  22. La llegada de un ramo de flores por sorpresa que te alegra el día.
  23. Quitar el despertador porque no hay que madrugar al día siguiente.
  24. Escuchar una canción de fondo y tener ganas de cantarla a pleno pulmón.
  25. Ver una película en familia un sábado por la noche.
  26. Mirar en silencio un atardecer.
  27. Escuchar una canción que te encanta en la radio sin esperarlo.
  28. Ser consciente de la suerte que tienes.
  29. Llorar de risa.
  30. Recibir un mensaje para saber cómo estás que de verdad quieran saber cómo estás.

Haz tu propia lista de cosas que valen infinito: lo que nos hace felices está delante de nosotros

"Apreciar lo ordinario hace que la vida cobre más vida, la hace reventar. Escuchar tu canción favorita como si la estuvieras escuchando por primera vez, ver el sol filtrarse a través de las hojas de un árbol, mirar a tu pareja y darte cuenta de lo asombroso que es que estés junto a esa persona. Se trata de reconocer que la satisfacción no es una meta lejana, sino una realidad presente que hay que abrazar", concluye Waldinger.

martes, 5 de noviembre de 2024

Telmo Lazcano, experto en salud digital:"Con 12 años el cerebro de un niño no está preparado para un uso responsable del móvil"

OLGA PEREDA    |    Madrid   |    El Periódico    |     16/10/2024

 
Autor del ensayo ‘Las voces del silencio, la salud mental adolescente en la década del cambio’, el profesor y divulgador sobre educación y salud digital Telmo Lazkano forma parte del grupo de 50 expertos reunidos por el Ministerio de Juventud e Infancia para trazar un plan de protección digital a los menores. El documento, que está a punto de publicarse, servirá para enriquecer la futura ley que tiene por objetivo, entre otros muchos, evitar que los niños y las niñas accedan a contenidos 'online' inapropiados.
 
El departamento que dirige Sira Rego ha convocado a 50 especialistas. El asunto es grave.
 
No puedo hablar en nombre del comité sino en el mío propio. Estamos delante de problema de salud pública con muchas aristas. No solo la salud de los jóvenes está en juego, también la privacidad y muchas otras cosas.
El dilema de usar bien o mal el dispositivo banaliza el problema: debemos ayudar a que se desarrollen habilidades para tener una relación saludable con algo diseñado para ser altamente adictivo
En EEUU, la empresa Meta ha sido demandada en 41 estados federales por fomentar problemas de salud mental y adicción entre menores; lo mismo está pasando con TikTok
Entre los 14 y 16 años deben aprender el negocio de las tecnológicas y qué técnicas usan: pueden usar app desde el móvil de la familia, pero no puede tener perfiles propios
Cuando ya sabes lo que hay detrás de la pantalla, de los 16 a 18 años es un buen momento para hacer prácticas. Igual que en el carnet de conducir. Tendrán su primer 'smartphone', pero van a estar acompañados gracias a una estrecha relación de confianza con sus progenitores. A partir de los 18 obviamente serán libres, pero también serán los únicos que hagan frente a las consecuencias.  

Hay voces autorizadas que piden más educación y menos prohibición.

Es cierto y comprensible hasta cierto punto si se enfoca con esa dicotomía. Cambiemos el enfoque ‘educar o prohibir’ porque una cosa no quita la otra, igual que el alcohol o el carnet de conducir. No sé si se restringirá o no, pero la futura legislación no vendría a reducir derechos, sino a salvaguardarlos. Cuando le damos un 'smartphone' a un niño no le abrimos una puerta al mundo, sino le abrimos al mundo una puerta de acceso directo a nuestro menor en un momento que no está preparado. En ese mundo hay mucha gente, las tecnológicas con sus intereses, la industria pornográfica, los pedófilos... No se le prohíbe nada al niño. Con las discotecas pasa lo mismo. No se impide a ningún menor que entre en una, se le prohíbe al dueño de la discoteca que los menores accedan. De todas formas esto es una cuestión que va mucho más allá del mero dilema de la edad. Aquí hay muchos actores implicados, menores, escuelas, familias, instituciones e industria.

¿A qué edad le deberíamos entregar un 'smartphone' a nuestros hijos?

Hay que retrasar la edad, ya sea por un pacto social o por una ley. Hay evidencia científica muy sólida que indica que cuanto antes se le dé a una persona un producto con acceso a internet aumentan las probabilidades de desarrollar un problema de salud mental o conductual y, por el contrario, no aporta beneficios sustanciales que compensen esos riesgos. Pero es primordial dar educación desde el principio. Retrasar la edad por retrasar no va a solucionar mucho. Tienes que educar a esa persona y darle recursos. La base de la libertad es el conocimiento. Es decir, poder elegir. Para poder escoger entre la puerta A o la puerta B tienes que saber qué hay detrás de ambas puertas.

¿A qué nos arriesgamos si no retrasamos la edad?

En la última década, sobre todo gracias al discurso hegemónico de las tecnológicas, se ha puesto encima de la mesa un dilema: usar los dispositivos bien y usarlos mal. Eso banaliza la identidad real de muchas de estas aplicaciones y pone toda la responsabilidad en el usuario. No estamos hablando de una tecnología neutra, no estamos enseñando a una persona a andar en bicicleta. Lo que estamos haciendo es ayudar a una persona a que desarrolle capacidades para que pueda entablar una relación saludable con algo que ha sido diseñado para ser altamente adictivo. Si no tienen esas capacidades aumentarán las posibilidades de sufrir las consecuencias, problemas de salud mental, déficit de atención, 'ciberbullying'... Los datos que proporciona el informe 'Facebook Files' al respecto son muy esclarecedores. Recordemos que, en EEUU, la empresa Meta ha sido demandada en 41 estados federales por fomentar problemas de salud mental y adicción entre menores. Lo mismo está pasando con TikTok. 

¿Los teléfonos inteligentes no son neutros?

Las redes sociales y videojuegos con 'lootboxes' (diseño adictivo), que es para lo que la mayoría de adolescentes usan un 'smarpthone', no son una tecnología ética a nuestro servicio. Ya en el mismo titular está el engaño. No están hechas para socializar. Su diseño es asocial, el objetivo es mantener a esa persona cuanto más tiempo delante de la pantalla. Primero hay que comprender esta tecnología y segundo, hay que saber en qué manos las dejamos. Es decir, comprender las leyes naturales de un adolescente, de su cerebro. No se le puede pedir un uso responsable a una persona que no puede hacerlo, hay que mirar las dos caras de la misma moneda.

¿Cuándo lo pueden hacer?

La madurez completa del cerebro llega a los 25 años. A los 16-18 se da un punto de inflexión muy importante, de ahí que sea la edad para que sea legal el consumo de alcohol o poder conducir. Un adolescente tiene una determinada sinfonía cerebral: la amígdala está lejos de su desarrollo, el hipocampo no tiene suficientes experiencias enriquecedoras y, sobre todo, al córtex prefrontal le queda mucho por avanzar. En cambio, el accumbens (buscador de placer) está prácticamente desarrollado. Esto explica que todo adolescente, de manera natural, sea sumamente impulsivo y anteponga los premios a los riesgos. Tienen serias dificultades de prever las consecuencias a medio-largo plazo de sus acciones y les cuesta decir basta sobre algo placentero. Es imposible que un niño de 12 años haga un uso responsable de la tecnología porque su cerebro no está preparado y porque la propia tecnología busca explotar las vulnerabilidades de ese cerebro mediante gratificaciones inmediatas y diferentes técnicas psicológicas y tecnológicas. Hemos dejado una herramienta sumamente potente en manos de una persona que no es capaz fisiológicamente. Si somos sinceros, reconoceremos que los adultos también tenemos serias dificultades. El cambio comienza en nosotros, dando ejemplo y educando holísticamente. No podemos pedir aquello que nosotros no somos capaces de hacer.

¿Qué soluciones tenemos?

Esta tecnología ha venido para quedarse, pero la pregunta es cómo y en qué sentido. Las redes sociales no van a desaparecer y, además, si tenemos madurez, conocimiento y recursos podemos llegar a controlarlas y nos pueden ofrecer grandes ventajas. Así que nosotros planteamos tres pasos. La educación está desde siempre, pero entre los 14 y 16 años se abre una ventana cognitiva. El adolescente tiene que entender qué hay detrás de la pantalla antes de ponerse delante de una. Esa etapa que planteamos es algo así como estudiar el examen teórico del carnet de conducir. Le enseñamos el negocio de las tecnológicas, qué técnicas usan y sus consecuencias.

¿Sin acceso al móvil?

De los 14 a los 16 pueden hacer uso de determinadas aplicaciones, por ejemplo, desde el teléfono de las familias. Pero el punto de vista de las madres y los padres tiene que ser pedagógico, el menor no puede tener perfiles propios. El niño tiene que saber en qué se basa el negocio de las multinacionales, que se supone que son gratis para el usuario. ¿Cómo es posible que ofreciendo algo gratis se hayan convertido en las empresas más ricas del mundo?

Porque les entregamos nuestros datos.

Y esos datos los venden, hacen dinero con ellos. Para conseguir tus datos, cuanto más tiempo pasas delante de la pantalla, mejor. Como te decía, hay que hablar a los adolescentes de cómo funciona la tecnología y las consecuencias, que van más allá de los problemas de salud mental o conductuales e incluyen también las 'fake news'.

¿Y la siguiente fase, a partir de los 16 años?

Cuando ya sabes lo que hay detrás de la pantalla, de los 16 a 18 años es un buen momento para hacer prácticas. Igual que en el carnet de conducir. Tendrán su primer 'smartphone', pero van a estar acompañados gracias a una estrecha relación de confianza con sus progenitores. A partir de los 18 obviamente serán libres, pero también serán los únicos que hagan frente a las consecuencias.  

 

Luis Jiménez, psiquiatra:"Nadie está libre de no cuidar su cerebro lo suficiente y tener luego síndrome de Diógenes"

Esther Rodríguez     |    La Voz de Asturias     |     21/10/2024

El presidente de la Sociedad Asturiana de Psiquiatría explica en qué consiste este trastorno y las causas que pueden llevar a que una persona desarrolle el mismo

Cualquier persona, en su sano juicio, ha guardado en alguna ocasión algún que otro objeto en su casa, ya bien sea por el valor sentimental que tiene o porque considera que en un futuro podrá volver utilizarlo. Esta acción es bastante común. Pero cuando este comportamiento se convierte en compulsivo, ya estamos hablando de que existe un serio problema. Como resultado de la acumulación, los hogares acaban repletos de artículos inservibles hasta el punto de ser focos de insalubridad. Cuando esto ocurre, la salud del individuo y de sus vecinos, en el caso de que los tenga, corre un serio peligro. «Estaríamos hablando de un problema de salud pública», asegura Luis Jiménez (Oviedo, 1973), antes de señalar que cualquier individuo es susceptible de sufrir síndrome de Diógenes.  El presidente de la Sociedad Asturiana de Psiquiatría y profesor del Departamento de Medicina de la Universidad de Oviedo explica en qué consiste este trastorno y las causas que pueden llevar a que una persona desarrolle el mismo

—¿Qué es el síndrome de Diógenes?

—Vamos a decir el mal llamado síndrome de Diógenes porque en realidad es un trastorno de acumulación de objetos. Digo además mal llamado porque Diógenes en realidad no acumulaba nada. De hecho se desprendió de todas las posesiones y vivía en un tonel desnudo, por lo que se le atribuye un síndrome que no se corresponde con su filosofía. En la inmensa mayoría, estos casos son consecuencia de algún trastorno, bien sea una demencia, una esquizofrenia, un trastorno obsesivo-compulsivo o dependencias y adicciones, sobre todo de alcohol. Hasta hace poco no se consideraba un trastorno por sí mismo y no estaba incluido en las clasificaciones internacionales, pero la última versión de la Clasificación internacional de enfermedades (CIE-11) y el Manual de Trastornos Mentales (DSM-5) ya lo incluyeron como un trastorno específico.

—¿Cuáles son los síntomas de este trastorno?

—El hecho de acumular objetos innecesarios, inútiles, hasta el punto de que van invadiendo los domicilios de estas personas hasta hacerlos inhabitables.

—¿Por qué tratan estas personas de acumular objetos?

—Depende de la causa. Se habla de dos tipos de trastorno de acumulación. Uno que vamos a llamar pasivo, que básicamente es ir acumulando o no tirar las cosas que tienes en casa y entonces cada vez hay más, se generan más basuras, se generan más objetos que no sirven para nada. Y hay otro que llamamos activo, que son personas que incluso recogen objetos de la calle porque piensan que pueden ser útiles y los llevan para casa.

—¿Qué tipo de trastornos están detrás de este síndrome?

—Puede que haya un trastorno obsesivo y sea un ritual de ese propio trastorno. Si es un caso de una demencia, muchas veces tiene que ver con los fallos cognitivos que empieza a experimentar la demencia. En las esquizofrenias puede ser porque su idea delirante o las voces que puede estar escuchando le dicen que tiene que recoger esos objetos porque hay que prepararse para una hecatombe nuclear.

—El mal llamado síndrome de Diógenes va más allá de acumular basura. Por lo general, estas personas suelen tener un comportamiento agresivo...

—No tiene por qué. Primero hay que saber qué hay detrás de ese trastorno de acumulación, que depende de muchas cosas. Pero el patrón de comportamiento normal es al revés. Suele ser gente que se queda metida en su casa, que sale muy poquito y tiene muy poco contacto con los vecinos. Por eso, más que agresivos lo que son son esquivos.

—¿Cómo suele ser el perfil del paciente? ¿En qué tipo de personas hay más prevalencia de este tipo de trastorno?

—Es muy difícil porque no hay un perfil, depende de la comorbilidad que tenga. Si viene de una demencia o de una esquizofrenia pues estas enfermedades son más frecuentes en mujeres. La demencia es además mucho más frecuente en personas mayores.

—¿Cualquier persona puede ser susceptible de sufrir este trastorno de acumulación?

—Si padeces o si de repente tienes alguna de las causas que lo acaba produciendo, sí. En el medio en el que vivimos, con la esperanza de vida que tenemos ahora, la demencia es una patología muy prevalente. Nadie está libre de no cuidar nuestro cerebro lo suficiente o de tener una enfermedad neurodegenerativa y que podamos tener luego este tipo de síndrome, que en realidad es un tipo de comportamiento que se ve en diferentes cuadros. No es como la persona que tiene la patología cardíaca, que sabemos que si tienes un estilo de vida sedentario, si no cuidas los niveles de colesterol, la tensión arterial, tienes más riesgo de tener una patología cardíaca. En este caso, pues es una expresión de estas otras enfermedades y no se puede prever.

—¿No se puede prever?

—No, no se puede prever. Por eso hay que identificar el posible trastorno que tenga lo antes posible.

—¿Qué signos o señales deben de alertarnos?

—Cuando se empieza a ver la acumulación de objetos inútiles o de cosas que están rotas, que no se tiran, entonces ahí normalmente quien debería percibirlo es la familia o los allegados. Muchos de los casos que aparecen en la prensa, de vez en cuando, lo más habitual es que sea gente que precisamente vive sola y no tiene familia cerca que le vayan a visitar, y hasta que no empieza a oler muy mal la casa y se dan cuenta los vecinos, pues no salta la voz de alarma.

—En el momento que la familia se da cuenta, ¿cuál sería el protocolo a seguir? ¿Cómo debe actuar la familia?

—Hay que ir al médico de Atención Primaria para que haga una primera evaluación y luego oriente a ver qué puede haber detrás. Si se trata de una patología psiquiátrica ya habría que recabar la ayuda de salud mental, pero si es una demencia, pues vamos por otro lado.

—¿Qué consecuencias tiene para la salud vivir entre basura?

—Hay problemas de higiene, estas personas pueden acabar teniendo alimentos en mal estado, hacer que aparezcan ratas, cucarachas… al final, es un problema de salud pública.

—Si viven en comunidad, los vecinos también están expuestos a este foco de insalubridad…

—Claro, claro, efectivamente.

—Hay quienes no acumulan basura en su casa, pero sí que tienen acumulados numerosos documentos y datos en su móvil. ¿Puede convertirse esto en un serio problema en la era actual?

—Es una pregunta muy interesante. El problema del síndrome de Diógenes, vamos a decir, analógico, en la vida real, tiene que ver con que se acaban teniendo casas insalubres. A lo mejor es que no pueden ni dormir en la cama y tienen que dormir en un sofá o en el suelo, porque lo tienen todo colonizado con los objetos. El digital, la única consecuencia que se me ocurre, en primera instancia, es que sus teléfonos móviles o sus aparatos digitales sean cada vez menos operativos. Por toda la acumulación de datos y de archivos que puedan tener ahí puede que cuando quieran buscar algo no lo encuentren y necesiten más tiempo. Pero no sería ese problema de salud del que estamos hablando con el trastorno de acumulación.

—¿Puede una persona superar el trastorno de acumulación?

—Lo importante es identificar qué enfermedad hay detrás, y a partir de ahí se pone un tratamiento correspondiente a cada enfermedad.

—Se trabajaría por tanto personalmente con el paciente para que se vaya desprendiendo de todos objetos que acumula.

—Claro, claro.

—¿Qué consejo le daría a familiares o vecinos de personas con este tipo de trastorno?

—Que acudan al médico de atención primaria, que es el médico de cercanía, el que en un momento dado se puede trasladar a domicilio y ver cómo está esta vivienda. A partir de ahí, si son personas que todavía son capaces de darse cuenta de la situación y aceptar la ayuda, pues es más fácil. En caso contrario, y como la sospecha podría ser de un trastorno que altera la capacidad de razonamiento, entonces una vez constatado por el médico de familia o por alguna autoridad, como puede ser la policía, ya se podrían iniciar medidas de apoyo judicial. Estamos hablando de personas que tienen un problema de salud y la justicia nos puede ayudar, gracias a la ley de apoyos que permite intervenir en un momento dado.

—Sí, que sería ayudar cuanto antes a esta persona para que la situación no vaya más y no acabe derivando en otros trastornos a mayores.

—Eso es.

domingo, 3 de noviembre de 2024

Daniel Goleman, psicólogo: "El secreto de las personas motivadas en el trabajo lo tiene el conserje que trabajaba en la NASA"

 MARÍA FERNÁNDEZ DE CÓRDOVA      |     Telva     |      16/10/2024

La anécdota del conserje de la NASA es un buen ejemplo de cómo la motivación interior nos ayuda a crecer y a ser más felices, según el psicólogo experto en Inteligencia emocional y autor de ÓptimoDaniel Goleman.

¿Qué nos motiva en la vida y en el trabajo? ¿Cuál es el secreto de las personas motivadas? ¿Es posible estar motivados cuando nos faltan alicientes externos o, incluso, en situaciones adversas? Lo afirma contundentemente el mayor experto mundial en inteligencia emocional Daniel Goleman: la ciencia ha demostrado que lo que nos motiva no es lo que pensamos que lo hace, es otra cosa. Así lo explica en Óptimo: rendimiento, empatía e inteligencia emocional, uno de los grandes libros que durante este año están tratando de remover los cimientos de la manera en que vivimos y trabajamos. Para explicarlo, el psicólogo estadounidense, colaborador de la Universidad de Harvard y del New York Times, no hay mejor manera de explicarlo que con una anécdota: lo que contesto el conserje que trabajaba en la NASA.

El secreto de las personas motivadas en el trabajo según Daniel Goleman

Las mejores investigaciones sobre la motivación señalan que el propósito de la vida es la clave de la satisfacción vital y no, como piensa la mayoría de la gente, el éxito, el estatus o el dinero que poseamos. "Datos publicados en el Journal of Gerontology evidencia que el mero hecho de encontrar propósito y sentido en el propio trabajo produce más satisfacción vital que tener un trabajo de alto nivel -explica Daniel Goleman- Es, en definitiva, lo que uno siente por el trabajo (la realidad subjetiva) lo que genera un elevado grado de satisfacción". Piensa en esos días en que te sientes realmente bien y motivado en tu trabajo. La respuesta la tiene el conserje de la NASA.

Lo que contestó el conserje de la NASA: la clave de la verdadera motivación

 "Cuenta la leyenda que, allá por los años 60, un conserje que trabajaba en la NASA, al ser preguntado por lo que hacía, respondió: Ayudo a poner un hombre en la Luna", cuenta el autor de Óptimo. Según Goleman, este conserje percibía un propósito más amplio en lo que, de otro modo, parecería un trabajo sin importancia. Es decir, que "aunque el dinero y el estatus sean atractivos para desempeñar un trabajo concreto, nuestro sentido de la finalidad influirá más en el grado de compromiso que sintamos una vez que llevemos a cabo ese trabajo y, por tanto, en el empeño que pongamos en él". Y añade: "Según amplios estudios, la relación entre el salió y el grado de satisfacción de la gente con su trabajo es una cuestión secundaria".

La motivación interior multiplica la motivación exterior

Según Goleman, las personas que encuentran sentido a lo que hacen, las que tienen un propósito para sus acciones, muestran más señales de encontrarse en zona óptima. Por ejemplo: "Manifiestan un mayor bienestar emocional y físico y dicen sentirse más comprometidas con su función; prosperan y crecen". No significa que las recompensas externas no sean importantes y no nos animen a seguir con nuestro trabajo. Lo que ocurre, explica Goleman, es que "Esas recompensas son más potentes cuando son sinérgicas con la motivación interior, reforzando lo que hacemos porque ya lo disfrutamos.