FERMÍN
FILLOY |
Infobae.com | 16/03/2025
Investigaciones recientes analizaron si el aislamiento prolongado aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares y deterioro cognitivo, entre otras consecuencias.
Tal como ha indicado la Organización Mundial de la Salud (OMS), el aislamiento social y la soledad “son formas de desconexión social”: el primero “es el estado objetivo de tener pocos roles, relaciones o interacciones sociales, y constituye la dimensión estructural de la desconexión social”. En tanto, la soledad “es el sentimiento o emoción desagradable o negativo que se deriva de la falta percibida de conexión social, que refleja una discrepancia entre la experiencia de conexión deseada y la real”.
La ciencia ha ahondado en sendos estudios sobre este tema, al subrayar no solo consecuencias sino también posibles abordajes. Aquí, un repaso por los últimos hallazgos y el análisis de especialistas a Infobae.
Recientemente, un estudio ha subrayado la creciente importancia de detectar el aislamiento social y la soledad en personas que viven con enfermedades crónicas. Los investigadores de la Universidad de Wollongong (UOW), en Australia, instaron “a estar atentos a quienes podrían estar en riesgo”, según divulgaron en un comunicado de la casa de estudios.
Scott
William,
investigador principal del Centro de Investigación de Atención Crónica
y Compleja de la UOW, expresó que nunca ha sido tan urgente abordar el aislamiento
social. “Australia está experimentando un cambio hacia una población de mayor
edad. Las personas con enfermedades crónicas, como la insuficiencia cardíaca,
viven más tiempo. El aislamiento social afecta a uno de cada cuatro adultos y
se reconoce como una crisis de salud moderna, con un factor de riesgo
comparable al tabaquismo, la obesidad y la inactividad física”, dijo el
experto.
William subrayó la necesidad de que los profesionales de la salud evalúen de manera periódica el aislamiento social y la soledad, especialmente en personas con enfermedades crónicas. Sin embargo, un aspecto clave del estudio es la falta de claridad sobre cómo los médicos están evaluando estos factores. “El aislamiento social y la soledad deben evaluarse periódicamente en todos los pacientes, pero especialmente en aquellos que tienen un alto riesgo de desarrollar insuficiencia cardíaca. Sin embargo, no está claro cómo los médicos evalúan el aislamiento social y la soledad, por lo que nuestra investigación tuvo como objetivo explorar este concepto”, afirmó Willliam,
La investigación, titulada “Una revisión sistemática para identificar instrumentos de evaluación para el aislamiento social o la soledad en adultos con insuficiencia cardíaca”, fue publicada en la revista npj Cardiovascular Health. En ella, un equipo interdisciplinario, compuesto por profesionales de la salud mental, cardiovascular y enfermería, revisó 30 estudios realizados en 15 países. En total, casi medio millón de pacientes participaron en esta investigación.
El objetivo de este análisis fue identificar los instrumentos clínicos y de investigación que se utilizan con más frecuencia para evaluar la soledad y el aislamiento social en pacientes con insuficiencia cardíaca. “Esperamos que este estudio conduzca a una mejor comprensión de la importancia de la detección, a una mejor evaluación del riesgo de los pacientes y a mejores intervenciones y resultados”, afirmó William. La revisión apunta a mejorar la manera en que se evalúan los riesgos, con el fin de crear mejores estrategias de intervención.
El estudio no solo pone el foco en el trabajo de los profesionales de la salud, sino que también apela a la comunidad en su conjunto. William hizo hincapié en que el aislamiento social y la soledad no son problemas que se puedan resolver únicamente desde el ámbito médico. “No podemos confiar únicamente en los profesionales de la salud para hacer el trabajo pesado; debe ser una responsabilidad comunitaria compartida”, comentó el investigador. En su opinión, todos tienen un papel que desempeñar.
William, por eso, destacó la necesidad urgente de desarrollar intervenciones basadas en la comunidad para abordar esta problemática. En su visión, la colaboración y el apoyo mutuo entre vecinos y comunidades podrían jugar un papel crucial para reducir riesgos en las personas más vulnerables.
Los
beneficios de una vida social activa
Semanas atrás, en tanto, un trabajo publicado en la
revista Nature Human Behavior ha revelado que una vida social
activa parece estimular el sistema inmunológico y reducir el riesgo de
enfermedades graves, como enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares
y diabetes tipo 2. Los investigadores encontraron que la soledad y el
aislamiento social tienen un impacto profundo en la salud.
“Estos hallazgos resaltan
la importancia del contacto social para mantenernos bien”, dijo Barbara
Sahakian, profesora de la Universidad de Cambridge, en un
comunicado de prensa de la universidad. El estudio identificó 175 proteínas en
la sangre asociadas con el aislamiento social y 26 relacionadas con la soledad.
Algunas de estas proteínas se
producen en respuesta a, por ejemplo, inflamación, infección viral, respuesta
inmunitaria y enfermedades crónicas, como la enfermedad cardíaca y la diabetes,
señalaron los investigadores. Chun Shen, investigador postdoctoral
del Departamento de Neurociencias Clínicas de la Universidad de
Cambridge, comentó sobre la relevancia de este descubrimiento: “Sabemos
que el aislamiento social y la soledad se vinculan con una peor salud, pero
nunca hemos entendido por qué”.
A través de la investigación,
los expertos identificaron una serie de proteínas clave que parecen desempeñar un
papel crucial en esta relación. Shen siguió: “Nuestro trabajo ha puesto de
relieve una serie de proteínas que parecen desempeñar un papel clave en esta
relación, con niveles de algunas proteínas en particular aumentando como
consecuencia directa de la soledad”.
Un estudio en Nature Human Behavior revela que una
vida social activa puede fortalecer el sistema inmunológico y reducir el riesgo
de enfermedades como diabetes tipo 2, accidentes cerebrovasculares y afecciones
cardíacas (Imagen Ilustrativa Infobae)
Para llevar a cabo el estudio,
los investigadores analizaron muestras de sangre de más de 42,000
personas de entre 40 y 69 años, quienes participaron en el Biobanco
del Reino Unido, un estudio de salud a largo plazo. Los resultados mostraron
cómo las proteínas en la sangre se asociaban con los niveles de aislamiento
social y soledad autoinformados, así como con el estado de salud general de los
participantes.
Los investigadores
identificaron cinco proteínas específicas que aumentaban notablemente debido a
la soledad. Una de ellas, la ADM, tendría un papel importante en la
regulación de las hormonas relacionadas con el estrés, así como la llamada
“hormona del amor”, la oxitocina. “Los niveles más altos de ADM
se vincularon con un mayor riesgo de muerte prematura”, destacaron los
investigadores. Otra proteína significativa identificada en el estudio
fue ASGR1, que estaría relacionada con el colesterol alto y un
mayor riesgo de problemas cardíacos según apuntaron.
“Las proteínas que hemos
identificado nos dan pistas sobre la biología que subyace a la mala salud entre
las personas que están socialmente aisladas o solas, lo que resalta por qué las
relaciones sociales juegan un papel tan importante en mantenernos sanos”,
concluyó Jianfeng Feng, profesor de la Universidad de Warwick.
Investigadores de la Universidad de Cambridge hallaron
175 proteínas en la sangre asociadas con el aislamiento social y 26 con la
soledad, lo que ofrece nuevas pistas sobre los efectos biológicos de la
desconexión social en la salud (Imagen Ilustrativa Infobae)
La soledad en el psicoanálisis
Jorge Catelli, psicoanalista y miembro de
la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), explicó en diálogo con Infobae que
la soledad “ha sido objeto de análisis tanto en el psicoanálisis como en
diversas ramas de la psicología, y ambas disciplinas coinciden en que su
impacto en la salud mental es profundo, multicausal y se encuentra en un
entramado complejo para realizar entre factores constitutivos, de la temprana
infancia, accidentales y de índole ambiental o social”.
El psicoanalista subrayó que
tanto el psicoanálisis como la psicología coinciden en que “la soledad
es más que la ausencia de compañía: es una experiencia interna de altísima
complejidad que afecta profundamente los estados mentales”.
“Desde el psicoanálisis se
considera que la soledad puede tener orígenes en experiencias tempranas del
lazo con el otro, constituyendo de este modo, los primeros rasgos
identificatorios y de la subjetividad”, dijo Catelli.
La psiquiatra Patricia O’Donnell resalta la
importancia de la cultura como un recurso clave para la supervivencia psíquica,
ya que la música, la literatura y el arte pueden actuar como bálsamos en
momentos de aislamiento y desconexión social (Imagen Ilustrativa Infobae)
Al tiempo que destacó que el
encuentro con el otro “puede ser un encuentro acogedor, que diga de un modo
amoroso en el momento en que es necesaria la satisfacción de las necesidades
básicas. También puede transformarse, de acuerdo a la configuración psíquica,
de quien cumpla esa función, en un encuentro enloquecedor, o bien a veces
aterrador, dando lugar a una particularidad propia de cada sujeto”.
A lo largo de su intervención,
Catelli enfatizó la importancia “de no generalizar en relación con las
situaciones psíquicas de los sujetos, para tomar conciencia de que se trata de
un análisis caso por caso, considerando justamente la singularidad constitutiva
de la subjetividad y en la relación con las figuras significativas de la
historia constitutiva del sujeto”.
Para Catelli, la soledad no
solo se refiere a “la falta de compañía, sino también a un estado interno en el
que la persona se siente desconectada, incomprendida o no reconocida. En
algunos casos, esto refleja conflictos internos no resueltos y la
incapacidad de integrar experiencias afectivas de manera integrada”.
En el ámbito del psicoanálisis, la soledad es vista
como una experiencia compleja que impacta en la construcción de la
subjetividad, entre otros factores (Imagen Ilustrativa Infobae)
“La soledad puede tener una función
simbólica relacionada con el proceso de individuación y la búsqueda de una
identidad propia, aunque, cuando se vuelve abrumadora, genera
malestar emocional y afecta los estados psíquicos del sujeto”, dijo el
psicoanalista.
La soledad persistente y el
riesgo de demencia
La soledad persistente podría
ser un factor de riesgo significativo en el desarrollo de demencia, según un
estudio que rastreó los autoinformes de soledad y la salud neurológica de más
de 600.000 personas en todo el mundo. En 2024, la investigación, apoyada por el
Instituto Nacional de Salud Mental de EE. UU., reveló que la soledad aumentó en
un 31% las probabilidades de que una persona desarrollara cualquier forma de
demencia. Además, incrementó en un 15% las posibilidades de deterioro
cognitivo.
El estudio, del que participó
la doctora Martina Luchetti del Colegio de Medicina de la
Universidad Estatal de Florida, también subraya que la soledad no solo afecta a
la salud emocional, sino que tiene un impacto tangible en el cerebro. Este
hallazgo se publicó en la revista Nature Mental Health.
Se han identificado cambios cerebrales relacionados
con la soledad, como la reducción de la conectividad neuronal y el deterioro de
áreas clave para la percepción, según Celeste Beltramini (Imagen Ilustrativa
Infobae)
El doctor Páraic Ó
Súilleabháin, coautor del estudio y director del Laboratorio de
Personalidad, Diferencias Individuales y Salud Bioconductual de la Universidad
de Limerick, en Irlanda, destacó la relevancia de los descubrimientos. “Estos
son hallazgos muy importantes e indican que la soledad es un factor de riesgo
críticamente importante en el desarrollo futuro de la demencia”, expresó.
En su explicación, el Dr.
Ó Súilleabháin también abordó el impacto de la soledad en la
longevidad y en diversas enfermedades cognitivas. “La soledad es de vital
importancia para la salud cognitiva, ya que la soledad conduce al desarrollo
futuro de demencia, demencia vascular, enfermedad de Alzheimer y un deterioro
cognitivo más general”, explicó el experto. Para él, este estudio es “una
investigación muy importante que tendrá consecuencias de largo alcance”.
Uno de los aspectos más
llamativos del estudio es el hecho de que la soledad es un factor de riesgo
modificable. “Hay diferentes tipos y fuentes de soledad que pueden afectar los
síntomas cognitivos en todo el proceso de la demencia. Abordar la soledad
promoviendo un sentimiento de conexión podría proteger la salud cognitiva en la
vida posterior”, dijo Luchetti.
La soledad y su impacto en el
cerebro
Por su parte, Celeste
Beltramini, especialista en neurología en la Unidad de Neurología Cognitiva
de la Clínica Universitaria Reina Fabiola de Córdoba, explicó en diálogo con Infobae que
los adultos mayores “están en mayor riesgo de aislamiento social y soledad
debido a los cambios en la salud y las conexiones sociales que pueden llegar
con el envejecimiento, como la pérdida de audición, la vista y la memoria,
discapacidades, dificultades para moverse y/o la pérdida de familiares y
amigos”.
La
especialista detalló los efectos de la soledad en el cerebro, al indicar que la
soledad puede afectar el cerebro de varias maneras”.
La soledad no solo afecta el estado emocional, sino
que también puede alterar la conectividad neuronal, de acuerdo a expertos
(Imagen Ilustrativa Infobae)La especialista detalló los efectos de la soledad
en el cerebro, al indicar que la soledad puede afectar el cerebro de varias
maneras”.
- Activación del
sistema de estrés. “La soledad
puede activar el sistema de estrés, lo que puede llevar a un aumento en la
producción de cortisol, una hormona que puede dañar las neuronas y afectar
la memoria y el aprendizaje”, dijo.
- Reducción de la
conectividad neuronal. La soledad
puede reducir la conectividad neuronal en áreas del cerebro involucradas
en las emociones, la motivación y la cognición, según Beltramini.
- Inflamación
crónica. “La soledad puede
llevar a una inflamación crónica en el cerebro, lo que puede contribuir al
desarrollo de enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de
Alzheimer”, planteó la experta.
En cuanto a los efectos
a corto plazo de la soledad en el cerebro, Beltramini comentó
que la soledad puede tener efectos a corto plazo, incluyendo los siguientes:
- Deterioro de la
memoria y el aprendizaje:
- “Cambios en el
estado de ánimo.
- Dificultades para
dormir.
La participación en actividades sociales y
comunitarias se ha relacionado con una mayor esperanza de vida n Ilustrativa
Infobae)
Finalmente, la doctora Patricia
O’Donnell, psiquiatra y psicoanalista integrante de APA, amplió en
conversación con Infobae sobre el complejo tema de la soledad
y su impacto en la vida humana. “Vivimos en una época con una mirada
negativa sobre la soledad. Sin embargo, si logramos disfrutarla, puede ser un
espacio donde encontrar recursos para no caer en la superficialidad de un mundo
narcisista. Para algunos también fue un momento de conexión con el
futuro y con el pasado, leyendo, escuchando música e historias de cómo se lidió
en otros tiempos con situaciones semejantes”, reflexionó la especialista.
La importancia de la soledad
en la vida de las personas, según O’Donnell, no debe ser subestimada.
“Igualmente, el encuentro humano es insustituible. Pensemos en la importancia
de la amistad que puede otorgar una vivencia de sostén y confianza, resultando
un antídoto para la soledad, un alivio al sufrimiento, ser fuente de
creatividad, e incluso, otorgar otro sentido a la vida”, agregó.
O’Donnell también mencionó el
papel de la imaginación y las artes como recursos esenciales para atravesar
momentos difíciles: “También se puede apelar a la imaginación, el arte, la
música, la lectura y la poesía. Recordemos la importante función que cumple la
cultura como bálsamo para la supervivencia psíquica, fundamental para atravesar
tiempos difíciles”.
Finalmente, la psiquiatra abordó el
concepto de la soledad elegida (solitude), y la diferenció del
aislamiento: “La soledad elegida no implica aislamiento, es ‘el estar
en soledad’, que puede ser rica, inspiradora y creativa. Pensemos
cuántos creadores buscan la soledad, necesaria, para su desarrollo espiritual,
artístico o intelectual. La originalidad de la creación demanda un trabajo
meditativo y solitario”, concluyó.