Daniel Pellicer Roig | National Geographic | 24/10/2024
Según un estudio publicado en la revista Nature, el cerebro de las personas propensas a la depresión redirige el doble de neuronas a la atención a estímulos.
El mapa cerebral de la depresión, EL DOBLE DE CONEXIONES ¿CAUSA O CONSECUENCIA?
Al igual que
una red de carreteras, el conectoma está constantemente en construcción. Las
neuronas fortalecen los caminos que más se utilizan y desconectan aquellos que
no. De este modo, atesoramos recuerdos y olvidamos gran parte de los estímulos
insustanciales del día a día, como las caras de las personas que nos hemos cruzado
o las palabras exactas de las conversaciones que hemos tenido. Ahora bien, en
ocasiones, estas conexiones pueden reforzar pensamientos o acciones que se
manifiestan de una forma perjudicial. Por tanto, la ansiedad, la
depresión y otras enfermedades mentales podrían tener una base biológica.
O al menos a esa conclusión es a la que
llega el mayor estudio hasta la fecha que ha tratado de relacionar
neuroimagen y depresión. En
dicho estudio, en el que han participado más de 30 investigadores de Canadá,
Alemania, Estados Unidos, Suiza y España, han reunido información de cómo se conectan
las neuronas de más de 135 pacientes con depresión y 37 personas sanas. Para
ello han empleado una técnica denominada resonancia magnética funcional, que
permite observar cuánta información se mueve de una región cerebral a otra.
Siguiendo con la metáfora de las
carreteras, mediante esta técnica los investigadores pueden conocer de forma
aproximada cuántos vehículos (información) se mueven entre dos ciudades
(regiones cerebrales); si se trata de decenas, cientos o miles. Ahora bien, no
permite conocer la marca y modelo exactos del vehículo, ni los pasajeros, sino
que la cantidad de información es limitada. Sin embargo, sí que es suficiente
para poder deducir que las personas que sufren depresión tienen una red
neuronal dirigida a la atención de estímulos el doble de ramificada y
concurrida que la población sana.
El descubrimiento de esta relación
supone un pasito más hacia un biomarcador que
permita detectar la depresión. En la
actualidad, este trastorno únicamente se puede diagnosticar mediante
cuestionarios que, por su naturaleza, no dejan de tener cierto componente subjetivo
y pueden dar lugar a falsos positivos o falsos negativos. Sin embargo, los
investigadores piden prudencia, ya que se trata de un estudio con pocos
pacientes y se requieren más pruebas para garantizar la validez de los
resultados.
La región que se encontraría alterada
en las personas con depresión se denomina red frontoestriatal de saliencia. Se trata de una de las tres redes neuronales vinculadas a la
atención y otros procesos del pensamiento y está relacionada con el valor que le asignamos a lo que
ocurre a nuestro entorno y al reconocimiento de las sensaciones internas. Como observaron en el estudio, en personas potencialmente
depresivas, los bordes de la red de saliencia suelen estar más extendidas que
en el resto de las personas, llegando a invadir regiones cerebrales contiguas
en al menos 3 configuraciones distintas.
Tras realizar
un seguimiento durante 18 meses a los pacientes, los investigadores observaron
que, ante un episodio depresivo, la transmisión de información dentro de la red
de saliencia caía drásticamente. Al disminuir la transmisión de
información, los pacientes comenzaban a padecer anhedonia, o la incapacidad de
experimentar placer. Este síntoma iba intensificándose a medida que
disminuía la actividad en la red de saliencia y la persona iba cayendo en la
depresión. Una vez aumentaba el ánimo, la actividad de la red de saliencia
volvía a la normalidad, pero la red de saliencia seguía del mismo tamaño.
Por tanto, lo
que los investigadores quieren dejar claro es que la depresión no
produce la expansión de la red de saliencia, sino que serían los individuos que
tienen esta red expandida los que son más propensos a padecer depresión.
Gracias a estos datos, los
investigadores fueron capaces de detectar los episodios depresivos en algunos
de los pacientes hasta con una semana de antelación e identificar cuándo
regresaban a la normalidad. Es decir, habían conseguido predecir la aparición y la remisión de los
síntomas depresivos en ese grupo de pacientes.
En una segunda parte del estudio, los
investigadores analizaron escáneres cerebrales de 12000 niños, e identificaron 57 con la red de saliencia
expandida. A estos niños nunca se les había
detectado un episodio depresivo cuando se les realizó el primer examen, pero sí
que comenzaron a experimentarlos durante la adolescencia. Todavía no está claro
por qué los niños tenían la red de saliencia más extendida en un principio,
pero los investigadores apuntan a la genética como una posible causa. Si se
confirmase, este estudio serviría para apoyar la hipótesis de que la depresión
tiene un componente genético heredable y serviría de punto de partida a la hora
de detectar de forma temprana a las personas vulnerables de sufrir depresión.
Por tanto, en este estudio se cubren distintos frentes que ayudan a explicar un trastorno mental muy complejo. Por un lado, los investigadores están cada vez más cerca de encontrar un biomarcador que ayude a diagnosticar la depresión. Detectando una red frontoestriatal de saliencia expandida no solo podrían discriminar a personas con predisposición depresiva, sino que, con un correcto seguimiento, podrían identificar los episodios depresivos antes de que ocurran y atajarlos lo antes posible. Pero de nuevo, los investigadores piden prudencia, todavía necesitan aumentar el número de pacientes para asegurarse que el proceso es lo suficientemente robusto para que pueda utilizarse para el diagnóstico.