UXÍA RODRÍGUEZ DIEZ | La Voz de la Salud | 05/12/2024
El especialista analiza
la iniciativa del Gobierno para recomendar pantallas cero en niños menores
de seis años.
Proteger a los menores del entorno digital que los
rodea, ese es el principal objetivo del paquete de medidas del Gobierno. Francisco
Villar,
psicólogo infantojuvenil, lleva años estudiando el efecto de las pantallas en
los menores y tratando a familias con hijos que deciden o intentan acabar con
su vida. Aplaude todas las iniciativas que se están poniendo en marcha para,
por fin, gritar que las pantallas, la digitalización extrema a la que estamos
expuestos, no solo no es algo bueno para los menores, sinó que se ha demostrado
con toda seguridad que es malo.
—Pantallas cero en los menores de 6 años, un mantra
que ya hemos escuchado de su boca y de la de otros muchos especialistas, desde
hace tiempo.
—Hace 20 años que sabemos que deberíamos conducir con
cero alcohol y la tasa ha ido bajando. Así que por fin está bien que se hable
de pantallas cero de forma oficial. Esto es un recurso súper potente para todos
los padres y educadores. Después de todos estos años contaminados por la buena
publicidad de las pantallas, ya no hay la excusa de «si se permite, tan malo no
puede ser». Esto es un mensaje psicoeducativo increíble. Porqué al fin y al
cabo, es ponerle límites a esto, ponerle límites a lo que se come el tiempo, lo
que se come su atención y lo que se come, por lo tanto, sus oportunidades de
desarrollo.
—Puede que haya gente todavía que no entienda por qué
se deben prohibir las pantallas en niños pequeños, ¿qué contestaría?
—Es muy sencillo. Un niño nace sin recursos. Están
diseñados para ir adquiriendo recursos propios conforme se desarrollan.
Aprenden a andar, a hablar... Van haciendo la integración de las diferentes
fuentes de estímulos y en todo ese proceso el niño necesita relacionarse con el
mundo. Cada minuto que tienen para desarrollarse son oportunidades. Defender
esas oportunidades es nuestra misión como padres. Y aquí está la neurociencia
que habla de «use it or lose it» (úsalo o piérdelo). Es decir, o uso cada
oportunidad para desarrollar la relación con el mundo o pierdo la oportunidad y
no adquiero la habilidad.
A todo ésto tenemos que sumar un órgano que es
especialmente sensible, que es el órgano de la visión, el ojo. El desarrollo de
la visión es fundamental que esté protegido y defendido. Y eso se defiende con
tres horas en el parque. Entonces, que un niño esté fijando la mirada en un
punto concreto durante demasiado tiempo es un atentado contra su capacidad
visual.
—Y todavía falta la parte emocional.
—Que nuestros niños hagan pataletas, que empiecen con
el no, eso es sano. Si tú le impides el desarrollo emocional, poniéndole la
pantalla, porque sabemos que se desconecta, estás incapacitando a tu hijo para
la gestión emocional, en ese momento y en el futuro. Y eso es fundamental,
porque estamos hablando de tolerancia al malestar, tolerancia a la espera...
Elementos fundamentales a desarrollar en la primera infancia, que luego te
permiten transitar la dureza de la adolescencia con muchos más recursos,
incluso disfrutar de la edad adulta con más satisfacción.
—«Papá, déjame media hora el móvil», ¿qué responder?
—Con avances como este, los padres tienen una
herramienta más para justificarlo. Lo que respondería un padre a esa pregunta
es, ¿por qué? Y su hijo probablemente le diría que es divertido. Porque la
pregunta es otra: ¿o qué?. ¿Qué estaría haciendo ese niño esa media hora en
lugar de estar con el móvil? Son muy capaces de divertirse con otras cosas,
especialmente si no han estado muy expuestos a esas fuentes de placer pasivas e
inmediatas. Cualquier alternativa es mejor que eso. Hasta pelearse entre
hermanos un rato es mucho más nutritivo para ellos que el móvil. Por supuesto,
es mucho mejor que se aburran un rato. No somos multitasking, somos
monotasking, y la multitasking deteriora nuestro rendimiento y nos impide
disfrutar de las cosas en la profundidad que se debiera.
—Además, entre los 12 y los 16 años se aconseja el uso
de teléfonos analógicos.
—Lo que mejor protege en una escala de prevención de
riesgos es la eliminación. Si no se puede eliminar, sustituir. Creo que hay
alternativas de sobra. Además, tenemos que recuperar aquella confianza. Si no
te llama, es que ha llegado. Si no ha llegado, te llamará. Los padres antes no
queríamos que nos llamaran. Ahora queremos que nos llamen para todo. Recuperar
los teléfonos fijos en casa también sería una buena idea.
—Se hace referencia a los padres y se sugiere no
utilizar estos dispositivos en presencia de sus hijos pequeños.
—Esto tiene un respaldo científico en muchos estudios
que se están llevando a cabo últimamente. Se coge a 1.000 familias y a la mitad
se le retira toda la digitalización que interfiera en sus relaciones, ¿qué se
acaba encontrando? Juegan más y hablan más entre ellos, se incrementan las
conductas prosociales y mejora la sintomatología internalizante, que es
sintomatología depresiva y de ansiedad. Hay otros estudios muy interesantes que
hablan de la tecnoferencia, es decir, cómo interfiere en la relación con tu
hijo el hecho de que estés atendiendo a tu pantalla. El tiempo es una medida de
valorar la vida. Por lo tanto, si la tecnología come tiempo, come vida.
—Ver a niños pequeños en el carrito viendo dibujos con
el móvil de sus padres, en los restaurantes con una tablet, en el coche… Se ha
convertido en algo completamente normal, ¿Será difícil, teniendo en cuenta lo
asentado que ya está, cumplir las nuevas recomendaciones?
—En primer lugar, un niño en un carrito con un móvil
es una verdadera barbaridad. Es atroz para el desarrollo neuronal y la
capacidad visual. Y ahora mismo creo que no se considera normal. Estuve estos
días con unos policías que dan charlas en los colegios a niños de quinto y
sexto de primaria. Me contaban que el año pasado, al preguntar a los padres
quiénes habían comprado un móvil a sus hijos, levantaban un montón la mano con
orgullo. Este año ha bajado muchísimo, primero en número, pero también en
sensaciones, los que levantaban la mano lo hacen con un poco de vergüenza.
—Mucho se ha hablado estos días también de la pionera
iniciativa de Australia para prohibir el uso de redes sociales a menores de 16
años.
—En Australia se hablaba al anunciarlo de corregir
errores del pasado, pero no son errores del pasado, son éxitos de la industria.
El mensaje es inequívoco. Con esta ley tan clara, los padres saben que son
malas las redes sociales, se les había hecho dudar. Y pueden decirles a sus
hijos, está prohibido porque es perjudicial, no hay absolutamente ninguna
ventaja ni beneficio.