TANIA CARBALLO | elespanol.com | 27/12/2024
La crianza —ya sea asumida por la madre, padre, abuelos, hermanos,
otros parientes o adultos— consiste en la tarea de proporcionar los cuidados
necesarios a lo largo de la infancia para que los niños aprendan a vivir en sociedad: cuáles son las formas de comportamiento y las reacciones adecuadas. Visto desde fuera parece algo
sencillo; sin embargo, cada año que pasa parece que la dificultad aumenta.
Prueba de ello es la posición de España en cuanto a la
natalidad. En los últimos años, el Instituto Nacional de Estadística (INE)
ha ofrecido datos que, décima arriba, décima abajo, señalan siempre lo
mismo: cada vez nacen menos niños y
las españolas cada vez los tienen más tarde. Además de los altos precios, los bajos sueldos o la falta de
conciliación, esta dificultad de crianza también influye en la decisión de ser
o no padres.
Los padres juegan un papel crucial en el desarrollo
emocional y social de los hijos. De sus comportamientos depende, en gran medida, la personalidad y
carácter de sus descendientes. Esta presión en ocasiones nos juega malas
pasadas, y nos hace desarrollar comportamientos sobreprotectores y desarrollar crianzas como la 'globo'.
En qué consiste la crianza 'globo'
Los padres globo es un término que se utiliza para
describir un estilo de crianza caracterizado por la sobreprotección y la intervención constante en la vida de los hijos. Este concepto, aunque
no es un término académico formal, se deriva de la imagen de un globo que rodea
y contiene algo frágil en su interior, en este caso, al niño.
La metáfora refleja cómo algunos padres intentan crear
un ambiente extremadamente seguro y controlado, evitando que sus hijos enfrenten
cualquier tipo de riesgo, incomodidad o desafío que pueda surgir en su desarrollo. Estos
padres suelen intervenir para prevenir cualquier posible dificultad, lo que
genera un entorno en el que el niño puede sentirse constantemente protegido,
pero también limitado.
En este estilo de crianza, los padres suelen tener buenas intenciones. Por lo general, buscan garantizar el bienestar y la
felicidad de sus hijos; sin embargo, tienden a sobreestimar los peligros o a
subestimar la capacidad de los niños para enfrentarse a la adversidad.
Temen que sus hijos sufran algún daño, ya sea físico,
emocional o social, y por eso actúan como una especie de amortiguador que intenta prevenir cualquier experiencia
negativa. Esto puede incluir desde supervisar y controlar excesivamente las
actividades escolares o sociales, hasta intervenir en conflictos con otros
niños o tomar decisiones por ellos, incluso en asuntos donde los niños podrían
ejercer autonomía.
Si bien la protección es crucial, especialmente en
entornos de alto riesgo, la protección excesiva en entornos comunes puede obstaculizar el desarrollo del niño y generar problemas como ansiedad, falta de
habilidades de afrontamiento, fobia social, miedo al fracaso, depresión, baja
autoestima e incluso delincuencia.
Las causas de la sobreprotección pueden ser
muchas; sin embargo, las
más frecuentes son la ansiedad de los padres, el sensacionalismo en los
medios de comunicación, la percepción de vulnerabilidad infantil y el trastorno
de estrés postraumático de los padres a causa de los desastres.
Entre las señales que indican que estás teniendo una crianza globo se
encuentra la intervención para 'salvar el día', bien un fracaso escolar o
incluso el orden de la habitación, la supervisión y control de todo tipo de
actividades e interacciones o la hipersensibilidad.
Las desventajas de la crianza 'globo'
Este enfoque puede tener consecuencias negativas a largo plazo. Si bien a corto plazo los niños pueden sentirse
seguros y protegidos, a medida que crecen pueden enfrentar dificultades para
desarrollar habilidades esenciales como la resiliencia, la resolución de
problemas o la independencia emocional.
La ausencia de experiencias en las que se enfrenten a
pequeños riesgos o frustraciones puede dificultar que aprendan a gestionar las dificultades que pueden enfrentar a
medida que crezcan, en el colegio o simplemente con amigos.
Los niños criados bajo este modelo pueden
experimentar falta de confianza en sí
mismos, ya que no han
tenido muchas oportunidades para aprender de sus propios errores. La
sobreprotección puede enviar el mensaje implícito de que el mundo es un lugar
peligroso o que ellos no son lo suficientemente capaces para enfrentarlo solos.
A medida que crezcan, esta sobreprotección puede
tornarse en una mala relación con los hijos, puesto que no se ven con libertad
de hacer determinadas cosas. En ocasiones, esto ocasiona rebeldía e, incluso, la ocultación de información.
Pero además, estos sentimientos no solo pueden afectar
a los niños, sino que los propios padres suelen experimentar altos niveles de estrés y agotamiento, puesto que intentan controlar
todos los aspectos de la vida de sus hijos y cuando no es así, pueden entrar en
un estado de nerviosismo.
Este esfuerzo constante por garantizar una perfección inalcanzable puede generar frustración y, en algunos casos, un sentimiento de fracaso si sus hijos no cumplen con las expectativas que ellos han establecido. La relación entre padres e hijos puede tensarse, puesto que los niños, especialmente en la adolescencia, pueden sentir que esta vigilancia constante invade su privacidad o limita su libertad.