DAVID NORIEGA | elDiario.es | 02/10/2024
- El 38% de la
población ha sentido angustia ante la posibilidad de perder su casa, la
edad media de emancipación en España es de 30,4 años y el alquiler ha
empobrecido a cuatro de cada 10 hogares
Rosa tiene 54 años y trabaja en una
gran multinacional española. Tiene un sueldo que prefiere no revelar, pero que
ubica en la media. “Es un salario digno, como el de cualquiera, pero pagando
1.100 euros de alquiler me han precarizado”, lamenta. Cuando esta mujer se
separó en 2018, comenzó a abonar una renta de 630 euros, que casi se ha
duplicado en un lustro. También empezó con los ansiolíticos, la ansiedad, los
mareos y unos dolores que le atenazan la espalda. Y una duda que planea en
asambleas, ocupa conversaciones informales y ronda constantemente su cabeza:
“¿En qué momento voy a rehacer mi vida, tener algo mío? ¿qué futuro van a tener
mis hijos? Fíjate el estrés que te puede generar eso...”
El Consejo General de la Arquitectura
Técnica de España (Cgate) y la consultora GAD3 han publicado los resultados de
una encuesta que muestra que el 38% de la población ha sentido angustia ante la
posibilidad de perder su hogar. Casi 4 de cada 10 personas han experimentado
esa sensación, que se agrava en el caso de quienes viven de alquiler: el 67% de
quienes tienen una vivienda en propiedad o una hipoteca disfrutan de una
sensación de bienestar que cae al 49% en el caso de los inquilinos. “No debemos
olvidar que la vivienda adecuada está reconocida como un derecho humano y no
disponer de ella puede comprometer otros derechos”, recordaba el presidente del
Consejo, Alfredo Sanz, durante la presentación del informe 'La situación de la vivienda en España'.
Que la dificultad para hacer frente a
una vivienda digna o para mantenerla en unas condiciones adecuadas tiene un
impacto en la salud mental, y también física, de la población es una evidencia
que diferentes trabajos llevan abordando desde hace años, pero que no acaban de
tener un impacto claro en las políticas públicas. “La crisis se concentra,
sobre todo, en un problema de precios elevados respecto a los salarios que,
aunque quizá ahora se está recrudeciendo, es estructural en España”, explica la
portavoz de la ONG Provivienda, Andrea Jarabo. Por ejemplo, en la ciudad de
Madrid, el salario medio creció un 3,3% en la última década, frente al 61,8% del alquiler. No es una excepción, porque los precios han subido en torno al 30% de media en las grandes y medianas urbes.
Alfredo tiene 35 años y hace poco ha
vuelto a vivir a casa de sus padres. Consiguió independizarse con un par de
amigos hace una década pero tras varias mudanzas, cambios de compañeros y
rentas cada vez más elevadas, decidió darse un tiempo. “La última búsqueda de
piso fue realmente frustrante, no había nada por debajo del 30% de mi sueldo.
Llegué a obsesionarme, no podía pensar en otra cosa. Por la noche me pasaba
horas despierto pensando qué iba a hacer”, explica en conversación con
elDiario.es.
“Somos una generación que ha puesto
sobre la mesa temas como la salud mental, pero siempre se habla desde el punto
de vista clínico, cuando también influyen las condiciones de vida y la carencia
material. Hablar de salud mental es hacerlo del acceso a la vivienda, de
salarios dignos, de temporalidad no deseada...”, considera la presidenta del
Consejo de la Juventud de España, Andrea Henry, que recuerda que este grupo de
edad es el más cercano al salario mínimo interprofesional. Con las medias
salariales y de alquiler en la mano, “para que un joven pueda acceder a una
vivienda en solitario, debe dedicar el 100% de su sueldo”. Un ejemplo: en 2023,
el precio medio del alquiler en Barcelona fue de 1.136,40 euros, 13.636.8 al
año. Un año antes, según los últimos datos ofrecidos por el Ayuntamiento de la
ciudad, los menores de 24 años percibían un salario medio de 16.432 euros
brutos.
Proyectos vitales que se retrasan
Según el último estudio del
Observatorio de la Emancipación, la edad media de independizarse en España es
la más alta desde que hay registros. Se sitúa en los 30,4 años, muy por encima
de los 26,3 de la media europea. “Muchos proyectos vitales, personales y
familiares se retrasan”, insiste Henry, que recuerda que “un problema de salud
mental es la inestabilidad, pensar cuándo podrás emanciparte en solitario o
construir tu vida desde ese punto”. ¿Pensar en tener un bebé? “Lo veo muy
lejano si no puedo ni pagar un alquiler solo”, lamenta Alfredo.
“Las personas jóvenes se están
emancipando en algunas de las peores condiciones de los últimos años. Vemos que
son obligadas a desplazarse a los grandes núcleos, donde los precios de la
vivienda son mucho más elevados”, explica la responsable del programa de
juventud de Oxfam Intermón, Julia García, que junto al Consejo de la Juventud
ha elaborado el informe 'Equilibristas: las acrobacias de la
juventud para sostener su salud mental en una sociedad desigual'. Este indica que el 40% de las personas menores de 30 años
creen que vivirán peor que sus padres y que sufrirán episodios de ansiedad y
bajo estado anímico.
Rosa carga en su mochila con el peso de
la vivienda desbocada, pero también con la angustia por el futuro de sus hijos.
“Tengo uno de 23, que está estudiando, y otra de 35, que cobra 1.200 euros, a
la que estoy ayudando, porque con esa edad no puede irse a vivir con su novio,
ni tener hijos”, lamenta.
Los problemas de vivienda no solo
profundizan los que ya padecen aquellos que viven otras situaciones de
vulnerabilidad, también hacen caer a miles de personas por el abismo de la
precariedad. “Además de revulnerabilizar a poblaciones concretas, el alquiler
ha empobrecido a cuatro de cada 10 hogares, de los que 250.000 cuentan con
ingresos medios”, explica Jarabo. Los datos han sido extraídos del
informe ‘Prevención y atención de la exclusión residencial:
Factores explicativos’, que Provivienda publicó en 2023 y que estuvo financiado
por el Ministerio de Derechos Sociales.
Aunque el factor más
determinante es la accesibilidad, las expertas señalan también otros puntos que
también en la estabilidad y la salud mental. “La situación de infravivienda, la
pobreza energética, la falta de suministros, el aislamiento o el
hacinamiento...”, enumera Jarabo. Precisamente, en el primer informe 'Cuando la casa nos enferma', en colaboración con el Ministerio de
Sanidad, en 2018, ya se indicaba que el 17,9% de los hogares más pobres no
disponen de espacio suficiente, lo que repercute en situaciones de depresión,
estrés e insomnio. Además, señalaba que esto no ocurre solo en las viviendas de
mayor precariedad. “Los problemas de habitabilidad se dan también en hogares
que residen en viviendas de alquiler y que no pueden asumir las reparaciones del
hogar o cuyo limitado poder de negociación con la propiedad para que esta asuma
las reparaciones les lleva a convivir con situaciones de grave dificultad”.
La Estrategia de Salud Mental del Sistema
Nacional de Salud 2022-2026 ya reconoce la
importancia de sensibilizar a los y las profesionales sobre la aparición de
nuevas fragilidades vinculadas a cuestiones sociales, como la dificultad de
acceso a la vivienda. Son los llamados determinantes sociales de la salud,
reconocidos por organismos como la propia Organización Mundial de la Salud y en
los que el Gobierno viene haciendo hincapié en los últimos años. “No podemos
hacer un abordaje de la salud mental si no abordamos el resto de determinantes.
Hay otras políticas que son beneficiosas, como las de movilidad, de
medioambiente o de vivienda”, reconocía al poco tiempo de llegar al Ejecutivo la
ministra del ramo, Mónica García.
La líder de Más Madrid vivió la pasada
semana un enfrentamiento en el Congreso con la diputada del Partido Popular, Noelia Núñez, que
insistía también en la idea de que “la juventud padece ansiedad” debido a
problemas económicos y estructurales. “Al segundo día del mes, el alquiler ya
se ha comido su sueldo”, le espetó a la ministra. “¿Sabe qué afecta a la salud
mental? Qué ustedes votaron contra la bajada de los
alquileres de los ciudadanos”,
le respondió García. El PP se ha negado a aplicar en los territorios donde
gobierna la Ley Estatal de Vivienda, que les permite declarar zonas tensionadas
y limitar los precios. “Es un atentado contra la propiedad”, aseguró la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso.
Ángeles tiene una discapacidad del 65%,
por la que recibe una prestación de 517 euros. “260 se me van en la vivienda”,
explica. Tiene 60 años y se ha visto obligada a compartir piso en un recurso de
la ONG Provivienda. Fue su única salida cuando se divorció para escapar de una
situación de malos tratos. “Es muy duro tener que vivir sola, metida en la
habitación, porque el resto son compañeros de piso, nada más”, cuenta en
conversación con elDiario.es desde su cuarto, donde se pregunta si para los
caseros “no es mejor perder un poquito y dar con buena gente”. “Hoy te piden un
aval, un mes de agencia —prohibido por ley pero que algunas agencias siguen
solicitando con excusas como la limpieza del inmueble o el seguro antiokupas— y
la fianza. Es imposible”.
“Está genial compartir piso, lo que no
está genial es hacerlo de forma forzada, porque no te queda otra o con gente
que no conoces de nada y que a veces dificulta la convivencia”, explica Henry
sobre un problema que se cronifica entre la juventud pero que escala a
poblaciones de más edad, como Ángeles. “Antes estaba muy enfocado a
universitarios, estudiantes de Erasmus... pero ahora no es así. Hay gente joven
con un salario que podríamos considerar digno o que tienen una oposición y no
pueden permitirse el precio de una vivienda. Pero también se ve en familias
migrantes, madres monoparentales... que ven reducidas sus posibilidades de
acceder a una vivienda”.
Rosa repite una y otra vez el mensaje
de que “no hay salida”: “No tenemos ni una casa y solo podemos pensar que, al
menos, si nuestras madres la tienen pagada, a última hora tendremos un sitio
donde caernos muertas”. Pero en su discurso hay también un halo de optimismo,
reivindicación y rebeldía. “Estoy devolviendo el seguro de impago y gracias a
las asambleas del Sindicato de Inquilinas ves que no estás sola, porque cuando
solo tienes ganas de llorar y no puedes respirar, tienes que pedir ayuda.
Tampoco me quedo sentada esperando a que me arreglen las cosas. El 13 de
octubre tenemos una manifestación para decir que hasta aquí hemos llegado. ¡Es por mi
salud!”.