LAURA VILLANUEVA |
lavanguardia.com | 19/05/2025
“Las fobias
son respuestas irracionales que limitan la vida cotidiana, creando un ciclo de
miedo y evitación que refuerza el problema”
Las fobias son una manifestación específica de la ansiedad que afectan de manera directa a la conducta de quien las padece. Se caracterizan por un miedo intenso o irracional hacia objetos, situaciones o seres que, en la mayoría de ocasiones, no presentan un peligro real. Esta reacción, en ocasiones desproporcionada, lleva a una persona a modificar su comportamiento con el fin de evitar aquello que le genera angustia, aunque interfiera en su vida cotidiana. Por ejemplo, alguien con fobia a los espacios cerrados podría negarse a usar ascensores, incluso si implica subir numerosos espacios o perder oportunidades laborales.
Las fobias, de manera
característica, lo que hacen es anticipar un sufrimiento que aún no se ha
producido
Aunque evitar esas situaciones puede parecer una solución
momentánea, refuerza el miedo y limita la autonomía y bienestar. Así lo
explica Xavier Fàbregas, psiquiatra y experto en adicciones, en esta entrevista. “Una fobia sería, de alguna manera, la
exacerbación de lo que llamamos vulgarmente una manía, algo que no nos gusta,
nos incomoda, pero que adquiere una intensidad difícil de manejar”. Lo más
llamativo en las fobias es que el malestar o la incomodidad provoca que cuando
una persona piense en ella, tenga una estrategia mental para evitar enfrentarse
a ello. Y, por tanto, depende cuál sea su fobia, se limita su vida.
“Y las fobias, de manera característica, lo que hacen es
anticipar un sufrimiento que aún no se ha producido, utilizando, en este caso,
el recuerdo de una mala experiencia anterior. Lo que te ha pasado antes lo
extrapolas a todas las situaciones posibles, y en lugar de verlo como algo
concreto de ese momento, piensas que te va a suceder cada vez que estés frente
a aquello que te da miedo. Por tanto, se genera un montaje, un constructo
mental, que va en la dirección de decir: “No puedo, no puedo, no puedo”. Y así
comienzan esas maniobras evitativas, que son precisamente las que terminan por
cronificar las fobias”.
Diferencia entre miedo y fobia
El miedo es una cuestión reactiva que se
produce cuando está pasando algo que provoca una reacción corporal. En cambio,
la fobia, hace que una persona piense que se puede producir. No es una reacción
a algo concreto, sino un tema que se escapa por la imaginación. “Hablamos de
angustia y ansiedad. La angustia es una cuestión reactiva que percibimos como
estresante, pero la ansiedad lo que hace es reproducir las dos reacciones
habituales ante un peligro: la huida y la lucha. Por tanto, todas las reacciones
de una crisis de ansiedad serían reacciones corporales dirigidas a mejorar
nuestra capacidad de sobrevivir, porque serían factores facilitadores de esa
huida o de esa lucha”, apunta el experto.
Por ejemplo, en una crisis de ansiedad se produce una
dilatación de las pupilas, se tensa la musculatura, el corazón bombea más
rápido, la respiración se hace profunda para captar más oxígeno, la piel se
pone más blanca... Todas, reacciones dirigidas a mejorar la posibilidad de
sobrevivir. Además, son multiorgánicas porque dependen de la liberación de tres
hormonas: la adrenalina, noradrenalina y el cortisol. “Son sustancias que se
liberan y se agotan, duran 15 minutos”.
Con las fobias, se genera un montaje, un constructo
mental
“Y esto lo contraponemos a lo que llamamos
angustia, que no es un proceso físico como la ansiedad, sino que es un proceso
mental. Es la anticipación de una situación negativa, que ya has vivido
anteriormente y que nos alerta, se va haciendo como un constructo mental, como
un pensamiento circular, obsesivo, pensando en qué puede pasar”. Si lo
enfrentas puede ir bien o mal, pero si lo evitas queda como tarea pendiente y
con el tiempo puede ser invalidante.
Frente a esa
evitación que puede volverse invalidante con el tiempo, el tratamiento de las
fobias ha evolucionado más allá de la clásica exposición directa. Existen
técnicas conocidas como exposiciones controladas, que permiten que la persona
“viva la experiencia de algo que le da mucho miedo y lo haga de forma
progresiva, paulatina”, aprendiendo a controlar poco a poco sus reacciones
corporales.
Además, en los últimos años se han incorporado nuevas herramientas tecnológicas, como la realidad virtual. Gracias a ella, “una persona que tiene miedo a las alturas, en vez de subirse a una azotea, puede usar unas gafas 3D que reproducen de manera bastante fiel esas situaciones”. Incluso se recrean situaciones clásicas, como el uso de un ascensor, primero con una réplica falsa y luego en uno real, siempre de forma gradual: “al principio acompañado del terapeuta, después solo, subiendo uno o varios pisos”, para que la persona “se demuestre que controla esas historias”. Estas técnicas permiten realizar un entrenamiento emocional desde un espacio contenido, reduciendo el sufrimiento y aumentando la eficacia del tratamiento.