FRANCESC MIRALLES | Cuerpomente.com | 17/04/2025
Llenar tus horas de valor,
las que pasas en casa, en el autobús, con los tuyos o tú solo, es lo que
definirá una vida de éxito.
Decía Benjamin Franklin que "La felicidad humana no se suele lograr
con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas
cosas que ocurren todos los días." Cuidar de esas pequeñas cosas es la clave de la excelencia cotidiana.
Relacionamos la excelencia con la carrera profesional, con la productividad y los logros. Sin embargo, la vida cotidiana merece el mismo
cariño, aunque muchas personas destacadas en su campo desatienden la vida familiar o el cuidado de su propia salud.
En el documental "The Wisdom of Trauma", Gabor Maté reconoce, delante de su esposa, que su trabajo en el
hospital llegó a absorberle tanto que llegaba a casa agotado y no trataba bien
a su familia. Darse
cuenta de ello le permitió reaccionar y llevar una parte
de ese amor y entrega a los suyos.
Hay que celebrar
cada gesto cotidiano
La excelencia cotidiana empieza honrando, por la
mañana, el nuevo día.
Celebrar el aseo y cuidar
del desayuno como si sirvieras a la realeza. Hacer las cosas bien y
con tiempo suficiente, incluyendo los trayectos al trabajo y de regreso a casa.
Convertir el ocio en una cita
memorable, con los demás o contigo mismo, llenando tus horas y minutos de valor,
en lugar de matar el tiempo. Escuchar
sin criticar. Cuidar de lo tuyo y de los tuyos. Acostarte al final del día con
la sensación de que, también esta jornada, ha sido un buen capítulo del libro de la vida.
prueba
lA FÓRMULA DE CARY GRANT
Al ser preguntado por su
secreto para la felicidad cotidiana, el actor respondió lo
siguiente: «Mi fórmula para la vida es muy simple: me levanto por la mañana y
me acuesto por la noche; entre medio, trato de ocuparme lo
mejor que puedo.»
En un documental sobre el monasterio
de Montserrat que pude ver en primicia, se entrevistaba a los monjes
sobre la organización de su tiempo. Esta orden sigue una vida pautada
según la Regla de San Benito, que tiene casi 1500 años de antigüedad.
Los monjes se levantan al
amanecer, rezan juntos, toman sus comidas y realizan
las labores que les son asignadas. También tienen un par
de horas libres para actividades de su elección.
Ajenos a las urgencias y las prisas de
la civilización, podríamos pensar que estos religiosos disponen de todo el
tiempo del mundo; sin embargo, uno de ellos expresaba su preocupación por cuidar
de cada hora y cada minuto, poniendo conciencia a lo que se está haciendo y
por qué se está haciendo.
De no ser así, confesaba el monje,
corremos el riesgo de perder el tiempo.
No pierdas el
tiempo organizando la vida
Para que eso no suceda, la excelencia cotidiana está en el hacer, y no en el
programar. Hay muchas personas obsesionadas en gestionar
el tiempo de forma productiva, lo cual solo las lleva a estresarse más.
Como decía Séneca hace
dos milenios: «Hay quienes gastan la vida en organizar la vida.»
En lugar de leer sesudos tratados sobre
cómo organizarnos, hay una ley empresarial que nos puede servir de guía para
todo lo que hagamos: "Debes elegir si vendes por cantidad o por
calidad". Cuantas menos cosas hagas, también en tu vida cotidiana,
mejor hechas estarán.
De los monjes podemos aprender a hacer
una cosa detrás de otra, siempre con mimo y dedicación. De las marcas de lujo,
que la escasez crea valor. ¿Y qué hay más valioso que la vida? ¿Hay mayor lujo
que hacer un buen uso de nuestro tiempo?
Si recordamos eso cada día, podremos
hacer de la existencia un arte.
Excelencia cotidiana es poner conciencia a las
pequeñas cosas, porque como decía Robert Brault, tal vez un día mires atrás y
te des cuenta de que eran las grandes.