martes, 5 de marzo de 2013

Trastornos límite de la personalidad



-  Los trastornos límite de personalidad, son los más comunes de los trastornos de la personalidad. Constituyen un problema cada vez más frecuente en las sociedades desarrolladas. No son propiamente una enfermedad mental como puede ser la depresión, la ansiedad o la esquizofrenia, pero requieren un tratamiento psicoterapeútico.

 -  Básicamente, se trata de “personas que tienen dificultad para su control emocional” y que, por tanto, desde el punto de vista conductual destacan por su inestabilidad emocional y afectiva, reacciones imprevistas y desproporcionadas, y falta de tolerancia a la frustración, entre otros. Si sumamos todo lo anterior podríamos deducir que se trata de personas que habitualmente reaccionan de forma inesperada y hasta violenta (incluso contra sí mismos) ante cualquier contrariedad o situación imprevista, y con dificultad para establecer vínculos afectivos de lealtad duraderos. En muchas ocasiones ni siquiera con sus padres o esposa. A pesar de ello. tienen una necesidad enorme de llevar una vida normal y tener buenas relaciones, pero a la vez, tienen mucho miedo y éste les causa ansiedad, culpabilidad y rabia.

 -  Por eso,”la convivencia con ellos se puede deteriorar hasta límites insoportables” incluso para los propios familiares más íntimos . Cuando están fuera de control actuando por impulsos y sin importarles las consecuencias de su conducta, en realidad es que aunque se den cuenta, en este momento no lo pueden evitar. Luego una vez pasado el episodio de impulsividad, tratan de poner remedio, pero la inestabilidad emocional nuevamente les lleva una y otra vez a reacciones desproporcionadas e inesperadas. Tienen, por tanto, una baja tolerancia a situaciones de estrés y manejan muy mal las situaciones de tensión. A veces, pueden recurrir al consumo de tóxicos para poder tolerar mejor el estrés caracterizándose también por ingestas de alcohol o drogas, con total pérdida de control.

 -  Hay que tener en cuenta que hasta cierto punto, todos hemos tenido algunas de estas características en la adolescencia, pero cuando una persona tiene esta patología, este comportamiento es de larga duración –a veces años-, persistente e intenso. Además estadísticamente el mayor número de afectados está entre los 25 y 35 años, y a esa edad “normalmente” la adolescencia ya ha debido quedar atrás.

 -  Son muchos los factores relacionados con su aparición, si bien “su frecuencia está siendo cada vez mayor”, atribuyéndose eso en gran medida a los modelos educativos y de desarrollo en los que se cultiva menos el autocontrol y la confrontación individual y responsable con las dificultades. En ocasiones, el excesivo sobreproteccionismo de la sociedad actual lleva a individuos adultos indefensos y con escasos recursos ante la contrariedad.

-  La indefensión y “falta de capacidad de afrontar esas situaciones estresantes” les lleva a una tensión interior muy alta que no saben manejar y que desembocan en una reacción desproporcionada, en ocasiones agresiva frente a ellos mismos o el que tienen más cercano. Así, muchas reacciones supuestamente anormales (incluso agresiones de género) tienen su origen en este problema.

 -  ¿Qué hacer? La intervención y tratamiento de estos casos requiere un abordaje multifacético en el que se integren además del tratamiento psicoterapéutico, el educativo y el psicofarmacológico, así como de la ayuda de la familia, pieza clave, a la que se le deben dar pautas para afrontar el día a día. Nunca puede basarse pues el tratamiento en el contenido de una página web o de un libro, sería un grave error.

-  Recientemente, se ha avanzado mucho en la búsqueda y hallazgo de mecanismos biológicos que actúan en los mecanismos de control emocional y que está permitiendo la aplicación de nuevos fármacos, como son algunos antipsicóticos de nueva generación. El tratamiento psicoterapéutico es habitualmente muy prolongado y en ocasiones requiere de la intervención en unidades especializadas. Pero por otro lado afortunadamente tiende a remitir con la edad. Suele mejorar conforme el paciente va madurando y reestructurando el pensamiento.


M. Carmen Samaranch.

Fuentes: Internet y Periódico El Mundo de 28/02/2013


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