martes, 23 de diciembre de 2014

BON NADAL A TOTHOM !





Siguem humils com els pastors que foren els primers  en veure i creure en Déu fet Home, i postrant-se, l'adoraren. 

MOLT BON NADAL A TOTHOM !

lunes, 22 de diciembre de 2014

"Convertimos problemas cotidianos en trastornos mentales"

ENTREVISTA | ALLEN FRANCES
Catedrático emérito de la Universidad de Duke, dirigió la considerada 'biblia' de los psiquiatras
MILAGROS PÉREZ OLIVA | El País | 28/09/2014

Allen Frances (Nueva York, 1942) dirigió durante años el Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM), en el que se definen y describen las diferentes patologías mentales. Este manual, considerado la biblia de los psiquiatras, es revisado periódicamente para adaptarlo a los avances del conocimiento científico. El doctor Frances dirigió el equipo que redactó el DSM IV, a la que siguió una quinta revisión que amplió considerablemente el número de entidades patológicas. En su libro ¿Somos todos enfermos mentales? (Ariel, 2014) hace autocrítica y cuestiona que el considerado como principal referente académico de la psiquiatría colabore en la creciente medicalización de la vida.
Pregunta. En el libro entona un mea culpa, pero aún es más duro con el trabajo de sus colegas en el DSM V. ¿Por qué?
Respuesta. Nosotros fuimos muy conservadores y solo introdujimos dos de los 94 nuevos trastornos mentales que se habían sugerido. Al acabar, nos felicitamos, convencidos de que habíamos hecho un buen trabajo. Pero el DSM IV resultó ser un dique demasiado endeble para frenar el empuje agresivo y diabólicamente astuto de las empresas farmacéuticas para introducir nuevas entidades patológicas. No supimos anticiparnos al poder de las farmacéuticas para hacer creer a médicos, padres y pacientes que el trastorno psiquiátrico es algo muy común y de fácil solución. El resultado ha sido una inflación diagnóstica que produce mucho daño, especialmente en psiquiatría infantil. Ahora, la ampliación de síndromes y patologías en el DSM V va a convertir la actual inflación diagnóstica en hiperinflación.
P. ¿Todos vamos a ser considerados enfermos mentales? / R. Algo así. Hace seis años coincidí con amigos y colegas que habían participado en la última revisión y les vi tan entusiasmados que no pude por menos que recurrir a la ironía: habéis ampliado tanto la lista de patologías, les dije, que yo mismo me reconozco en muchos de esos trastornos. Es absurdo. Hemos creado un sistema diagnóstico que convierte problemas cotidianos y normales de la vida en trastornos mentales.
P. Con la colaboración de la industria farmacéutica... / R. Por supuesto. Gracias a que se les permitió hacer publicidad de sus productos, las farmacéuticas están engañando al público haciendo creer que los problemas se resuelven con píldoras. Pero no es así. Los fármacos son necesarios y muy útiles en trastornos mentales severos y persistentes, que provocan una gran discapacidad. Pero no ayudan en los problemas cotidianos, más bien al contrario: el exceso de medicación causa más daños que beneficios.
P. ¿Qué propone para frenar esta tendencia? / R. Controlar mejor a la industria y educar de nuevo a los médicos y a la sociedad, que acepta de forma muy acrítica las facilidades que se le ofrecen para medicarse, lo que está provocando además la aparición de un mercado clandestino de fármacos psiquiátricos muy peligroso. Hay un tipo de narcóticos que crean mucha adicción y pueden dar lugar a casos de sobredosis y muerte. En estos momentos hay ya más muertes por abuso de medicamentos que por consumo de drogas.
P. En 2009, un estudio realizado en Holanda encontró que el 34% de los niños de entre 5 y 15 años eran tratados de hiperactividad y déficit de atención. ¿Es creíble que uno de cada tres niños sea hiperactivo? / R. Claro que no. La incidencia real está en torno al 2%-3% de la población infantil y sin embargo, en EE UU están diagnosticados como tal el 11% de los niños y en el caso de los adolescentes varones, el 20%, y la mitad son tratados con fármacos.
P. ¿Y hay tanto síndrome de Asperger como indican las estadísticas sobre tratamientos psiquiátricos? / R. Ese fue uno de los dos nuevos trastornos que incorporamos en el DSM IV y al poco tiempo el diagnóstico de autismo se triplicó. Lo mismo ocurrió con la hiperactividad. Nosotros calculamos que con los nuevos criterios, los diagnósticos aumentarían en un 15%, pero se produjo un cambio brusco a partir de 1997, cuando las farmacéuticas lanzaron al mercado fármacos nuevos y muy caros y además pudieron hacer publicidad. El diagnóstico se multiplicó por 40.
P. La influencia de las farmacéuticas es evidente, pero un psiquiatra difícilmente prescribirá psicoestimulantes a un niño sin unos padres angustiados que corren a su consulta porque el profesor les ha dicho que el niño no progresa adecuadamente, y temen que pierda oportunidades de competir en la vida. ¿Hasta qué punto influyen estos factores culturales? / R. Sobre esto he de decir tres cosas. Primero, no hay evidencia a largo plazo de que la medicación contribuya a mejorar los resultados escolares. A corto plazo, puede calmar al niño, incluso ayudar a que se centre mejor en sus tareas. Pero a largo plazo no ha demostrado esos beneficios. Segundo: estamos haciendo un experimento a gran escala con estos niños, porque no sabemos qué efectos adversos pueden tener con el tiempo esos fármacos. Tercero: tenemos que aceptar que hay diferencias entre los niños y que no todos caben en un molde de normalidad que cada vez hacemos más estrecho. Es muy importante que los padres protejan a sus hijos, pero del exceso de medicación.
P. ¿En la medicalización de la vida, no influye también la cultura hedonista que busca el bienestar a cualquier precio? / R. Los seres humanos somos criaturas muy resilientes. Hemos sobrevivido millones de años gracias a esta capacidad para afrontar la adversidad y sobreponernos a ella. Ahora mismo, en Irak o en Siria, la vida puede ser un infierno. Y sin embargo, la gente lucha por sobrevivir. Si vivimos inmersos en una cultura que echa mano de las pastillas ante cualquier problema, se reducirá nuestra capacidad de afrontar el estrés y también la seguridad en nosotros mismos. Si este comportamiento se generaliza, la sociedad entera se debilitará frente a la adversidad.
P. Y ser etiquetado como alguien que sufre un trastorno mental, ¿no tiene también consecuencias? / R. Muchas, y de hecho cada semana recibo correos de padres cuyos hijos han sido diagnosticados de un trastorno mental y están desesperados por el perjuicio que les causa la etiqueta. Es muy fácil hacer un diagnóstico erróneo, pero muy difícil revertir los daños que ello conlleva. Tanto en lo social como por los efectos adversos que puede tener el tratamiento. Afortunadamente, está creciendo una corriente crítica con estas prácticas.
P. No va a ser fácil… / R. Cierto, pero el cambio cultural es posible. Tenemos un magnífico ejemplo: hace 25 años, en EE UU el 65% de la población fumaba. Ahora, lo hace menos del 20%. Es uno de los mayores avances en salud de la historia reciente, y se ha conseguido por un cambio cultural. Las tabacaleras gastaban enormes sumas de dinero en desinformar. Lo mismo que ocurre ahora con ciertos medicamentos psiquiátricos.
P. En los últimos años las autoridades sanitarias han tomado medidas para reducir la presión de los laboratorios sobre los médicos. Pero ahora se han dado cuenta de que pueden influir sobre el médico generando demanda en el paciente. / R. Hay estudios que demuestran que cuando un paciente pide un medicamento, hay 20 veces más posibilidades de que se lo prescriban que si se deja simplemente a decisión del médico
P. ¿En qué sentido? / R. Que en vez de ir al médico en busca de la píldora mágica para cualquier cosa, tengamos una actitud más precavida. Que lo normal sea que el paciente interrogue al médico cada vez que le receta algo. Preguntar por qué se lo prescribe, qué beneficios aporta, qué efectos adversos tendrá, si hay otras alternativas. Si el paciente muestra una actitud resistente, es más probable que los fármacos que le receten estén justificados.
P. Y también tendrán que cambiar hábitos. / R. Sí, y déjeme decirle un problema que he observado. ¡Tienen que cambiar los hábitos de sueño! Sufren ustedes una falta grave de sueño y eso provoca ansiedad e irritabilidad. Cenar a las 10 de la noche e ir a dormir a las 12 o la una tenía sentido cuando hacían la siesta. El cerebro elimina toxinas por la noche. La gente que duerme poco tiene problemas, tanto físicos como psíquicos. 

domingo, 21 de diciembre de 2014

ONG, sin ellos no sería posible

El papel de estas entidades se dibuja fundamental para el desarrollo psicosocial de los discapacitados. Y no solo por la coyuntura. Celebramos diez años de éxitos

PATRICIA PEYRÓ | El País | 09/12/2014
                  
Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), se estima que en el mundo existen actualmente más de 1.000 millones de personas que viven con alguna discapacidad. Esto significa que hasta el 15% de la población está limitada, siendo la prevalencia aún mayor en los países en vías de desarrollo. En el año 1992, la Asamblea General de la ONU decretaba el día 3 de diciembre como el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, después de 10 años conocidos como el Decenio de las Naciones Unidas para los impedidos. El fin de esta década ha sido contemplar y aplicar medidas que proporcionaran un marco de protección basado en la igualdad de oportunidades y en la integración social de estas personas. En 2014, se ha buscado un “desarrollo sostenible” en la intervención psicosocial de los discapacitados, y se otorga una función especialmente relevante al avance de las tecnologías de la información y a su impacto en la vida de estas personas, muchas de ellas sin acceso a estos recursos. Dentro de este desarrollo sostenible, será fundamental el papel de las organizaciones sin ánimo de lucro, especializadas en proporcionar una atención integral a las necesidades especiales de los discapacitados, que buscan eliminar barreras y normalizar las vidas de estas minorías que sufren un alto riesgo de exclusión social.
¿Quién ayuda a los discapacitados?
Los recursos públicos no son suficientes para atender la demanda de las personas afectadas por alguna limitación como pueda ser la mental, que precisa de conocimientos técnicos y de una intervención completa y en todas las áreas: psicosocial, clínica, asistencial, familiar y laboral. Las ONG cumplen una labor fundamental en la vida de las personas con discapacidad y surgen como respuesta de las familias afectadas, que buscan soluciones a medida de la complejidad de su situación, que excede al individuo afectado y se convierte en una realidad familiar y social con la que hay que convivir.
Un ejemplo de estas entidades es AMAFE, Asociación Madrileña de Amigos y Familiares de Personas con Esquizofrenia, cuyo objetivo fundamental es “incidir positivamente en la vida de los afectados por este trastorno”, según explica Ana Cabrera Cifuentes, directora del equipo técnico. Los objetivos de esta asociación van en la dirección de favorecer la calidad de vida y la inserción de los discapacitados en la sociedad, buscando y generando los recursos necesarios para ofrecer, además de soluciones, esperanza para sus familiares, que se sienten amparados al percibir comprensión dentro de todo el espectro de variables que afectan a su situación. Entre otros servicios, asesoran sobre los recursos públicos disponibles, sobre trámites legales y burocráticos y ayudan en la inserción laboral. Proporcionan, asimismo, apoyo a las familias y ayuda a domicilio, además de en su centro de día, que tiene capacidad para 120 personas.
Según Ana Cabrera, ayudar a este colectivo pasa por intervenir en distintos aspectos como la prevención, el tratamiento y la reinserción. Pero eso no basta: “Hay que procurar ayudas efectivas, proporcionar información fiel a la realidad que sirva para orientar y generar esperanza a las familias, así como facilitar lazos sociales y relaciones de colaboración entre entidades que abunden en una asistencia efectiva”.
Recursos y financiación
Además de las cuotas de los socios y de tasas simbólicas por servicios ofrecidos, como el de asistencia psicológica, el coste y financiación de los proyectos de AMAFE se nutre de la aportación de entidades tanto públicas como privadas que colaboran con subvenciones que hacen posible la sostenibilidad de la organización. “A pesar de estas ayudas, AMAFE sufraga como mínimo el 50% del coste global de estos proyectos”, explica su directora.
Esto quiere decir que la colaboración ciudadana, ya sea por lo particular o vía empresa, es una fuente más de apoyo para continuar gestionando los recursos de ayuda a los afectados por esta enfermedad mental, la esquizofrenia: “De cada 100 euros que recibimos, 80 euros son para la atención asistencial, terapéutica y rehabilitadora, cinco euros se destinan a la investigación, y los últimos 15 euros al mantenimiento de la sociedad, que tiene a doce personas en plantilla, entre los que se encuentran psicólogos y terapeutas ocupacionales”.
¿Cómo es el perfil del trabajador con discapacidad?
Uno de los aspectos más importantes que afectan a la integración de los discapacitados pasa por su inserción en el mercado laboral, no solo como forma de normalizar sus relaciones sociales y su percepción de adecuación al entorno, sino como un modo de sostener una autonomía económica con la que minimizar las dependencias y el gasto público destinado a los recursos asistenciales derivados de su minusvalía.
Con motivo del Día Internacional de la Discapacidad, la empresa Capgemini, junto con la Fundación Adecco, han elaborado el informe de El Perfil del Trabajador con Discapacidad 2014. En él concluyen que en el 2014 las contrataciones a personas con discapacidad han alcanzado su máximo histórico, hecho que contrasta con la baja participación de estos colectivos en el empleo, manifestado en que un 63% de las personas que tienen edad laboral no tiene trabajo ni lo busca.
Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco, altamente comprometido con la causa de la discapacidad, explica cómo estas personas “por encima de todo, buscan un trabajo que les proporcione estabilidad y autonomía y su productividad se eleva a cotas muy altas”.
Por su parte, Paulo Morgado, consejero delegado de Capgemini, refiere sus comentarios a la falta de conciencia social y a la necesidad de que las empresas adquieran un compromiso con la causa, con el fin de favorecer su integración en el mercado laboral: “Muchas personas con discapacidad siguen infrarrepresentadas en las diferentes esferas sociales debido a persistentes clichés sociales y culturales que debemos superar. Solo con el compromiso de las empresas y su cambio de mentalidad lo conseguiremos”.
Entre otras conclusiones, el informe arroja datos sobre la importancia que los discapacitados otorgan a la relación con sus compañeros y al clima laboral positivo, otorgando menor valor a los aspectos salariales y a las posibilidades de promoción.
Los resultados de este perfil del trabajador con discapacidad surgen a partir de la investigación propia de Adecco con Capgemini, cotejada con las estadísticas del SEPE, datos proporcionados por el INE, y una encuesta realizada a 300 personas discapacitadas que han conseguido un empleo en el año 2014.

Diez cosas que sólo las personas con depresión pueden entender verdaderamente

ActiveBeat | El País-Buena vida | 30/09/2014

La depresión es una enfermedad compleja que afecta mucho más que su salud mental y emocional; puede afectar todos los demás aspectos de su vida, de forma física, social y profesional. La depresión puede impactar a cualquier persona y, aunque puede ser fácil darse cuenta de que alguien está deprimido, muchas personas lo esconden bien. De forma sencilla, aunque la enfermedad sea todo menos eso, realmente es agotadora, altera totalmente la vida y a veces puede ser mortal.
Para aquellas personas con depresión, comenzar cada día puede ser un desafío y puede ser muy difícil aceptar la ayuda de seres queridos y profesionales de la salud. Esta lista de diez cosas que sólo las personas con depresión pueden entender bien puede ayudarle a apoyar de una mejor manera a personas con la enfermedad. Y si usted padece depresión, esperemos que pueda darse cuenta de que no está solo.
1. Las tareas normales toman más tiempo

Todos tenemos rutinas y responsabilidades – trabajo, familia, tareas y compromisos, entre otras cosas. Y hacerse cargo de ello puede ser extremadamente difícil si tiene depresión. Todo parece exigir más energía y requerir más tiempo para ser completado. Las tareas mundanas y simples se vuelven difíciles y abrumadoras, lo cual añade un plus de estrés y ansiedad al tardar más tiempo en terminarse. Resulta difícil concentrarse en lo que se tiene que hacer y la incapacidad para completar éstas tareas lo hace sentir anormal. Muchas personas que están deprimidas a menudo llegan hasta el punto de dejar o de evitar completamente algunas tareas y responsabilidades diarias.
2. Las palabras positivas a menudo no ayudan
Que le digan continuamente que mire el lado positivo de las cosas o escuchar la típica frase “vea la copa medio llena”, no sólo no puede hacer nada por ayudar a alguien deprimido, sino que puede empeorar las cosas. Muchas personas que están deprimidas ya sienten que no son diferentes y al ser impulsados por palabras positivas pueden sentirse frustrados y molestos. Si la depresión fuera tan fácil de superar como mirar todo positivamente, no sería una enfermedad tan debilitante. Eso no quiere decir que los amigos y familiares deban ser negativos; pero evitar esas típicas frases trilladas y, en lugar de eso, simplemente estar ahí para apoyar puede ser de más ayuda.
3. La depresión es devastadora
Cuando sufre de depresión, se ve afectado en cada aspecto de su vida. Los días, semanas, meses e incluso años pueden irse junto con los sentimientos perturbadores, lo cual puede afectar negativamente su salud en general, las relaciones con familiares y amigos y su ámbito profesional. Para algunos, los síntomas de la depresión pueden consumirlos completamente – cada pensamiento, elección y sensación parece amplificarse. Se pueden experimentar muchas cosas a la vez, como frustración, tristeza, incapacidad de concentrarse, ansiedad, insomnio, auto desprecio y desafortunadamente, a medida en que la depresión se arraiga cada vez más en la mente y el cuerpo, la perturbación puede ser más intensa.
4. La depresión puede ser dolorosa a nivel físico
Mientas que su estado mental y emocional es obviamente impactado cuando tiene depresión, el dolor físico puede ser extremo. Para algunas personas, es lo que más afecta la vida en comparación con los otros síntomas tienen que afrontar. Dolor de espalda, calambres estomacales, dolores de cabeza, dolor en articulaciones y extremidades y malestar general en todo el cuerpo son síntomas extremadamente comunes de la depresión. Según la Clínica Mayo, las personas con depresión podrían no experimentar los síntomas físicos, lo cual hace que se vuelva muy difícil de diagnosticar. Además, el dolor y la depresión a menudo van de la mano – las lesiones y discapacidades pueden provocar depresión, pero también puede generar dolor, lo cual se convierte en un círculo vicioso.
5. No se puede superar de manera simple
De vez en cuando, las personas recurren a métodos más duros si no notan ningún tipo de progreso en el proceso de ayudarlo ni apoyarlo. Cuando aquellos que lo rodean no tienen depresión y como resultado, nunca podrán entender realmente por lo que está pasando, pueden frustrarse porque de verdad quieren ayudarlo. Mientras que tener un sistema de apoyo ayuda a muchas personas con depresión, presionar demasiado y decirles a los pacientes que deben despertar o superarlo puede aumentar la frustración y la ansiedad. Si fuera tan fácil como poder de repente dejar que todo fluya y avanzar, la depresión no sería una enfermedad compleja y difícil de tratar.
6. Es difícil obtener energía
Ya que la depresión afecta física, mental y emocionalmente, puede ser extremadamente agotadora en cuanto a los niveles de energía. Es mucho más que tener un lunes aburrido o estar agotado debido a un día o un fin de semana ajetreado. Cada día es un desafío y si está teniendo más días malos que buenos, obviamente esto va a tener repercusión en todo su cuerpo y va a sufrir un gran desgaste. Como resultado, muchas personas con depresión duermen mucho y se sienten cansados todo el día. Además, sus niveles de energía tienen un impacto directo sobre su estado anímico; entre menos energía tenga, peor se sentirá y dicho ciclo puede ser difícil de romper.
7. La depresión no es sinónimo de tristeza
Los sentimientos y pensamientos causados por la depresión a veces pueden ser relacionados con tristeza, pero estar deprimido es una cosa muy distinta. De hecho, puede tener depresión pero no sentir tristeza en absoluto. Algunas personas se sienten deprimidas durante momentos difíciles en sus vidas, como la pérdida de un ser querido, problemas familiares y la pérdida de un trabajo. Es importante reconocer la diferencia entre tristeza y depresión: la última es una patología mental. La falta de comprensión de que la depresión es más que un sentimiento minimiza la enfermedad y crea expectativas poco realistas para aquellos que tratan de superarla o que están tratando de ayudar.
8. El paciente disfruta de las cosas de manera diferente – o no las disfruta
Las cosas que solía disfrutar – escuchar música, ir a la playa o al cine, pasar tiempo con sus seres queridos y tener pasatiempos – pueden parecer poco atractivas cuando tiene depresión. Lo que solía dibujar una sonrisa en su rostro y darle alegría a su vida puede ser una experiencia desagradable y puede no tener ningún interés en hacer lo que antes le generaba placer . La depresión afecta su vida en general, y las cosas sencillas que le hacían feliz pueden ahora hasta serle indiferentes. Y si reconoce que esas cosas son desagradables, puede causarle aun más ansiedad a medida en que intenta comprender y hacerle frente a su nueva realidad.
9. La depresión es diferente para cada individuo
Según la Organización Mundial de la Salud, 350 millones de personas en el mundo sufren de depresión. Parte de los motivos por los cuales la depresión puede ser difícil de tratar es debido al efecto que tiene sobre la gente – no hay ningún procedimiento simple, ni un medicamento o tratamiento específico que funcione para todas las personas como en el caso de muchas otras enfermedades. A veces, la gente necesita medicación o terapia o una combinación de ambas y otros cambios en el estilo de vida para ayudarles a superar la depresión. Ya que todos la experimentan de forma distinta, lo mejor que un sistema de apoyo puede hacer es mantener la empatía durante el proceso de tratar la enfermedad.
10. Hablar es difícil y molesto
Una reacción común a la depresión es esconderla y fingir que no existe. Pero nadie puede lograr esto con éxito para siempre y, eventualmente, se producirá la comunicación con un confidente o un profesional de la salud – no es fácil. Existe todavía mucho estigma alrededor de la depresión y una vasta falta de comprensión sobre la complejidad de la enfermedad. Esto hace que su lucha e impacto sean incluso más difíciles de expresar. No obstante, muchas personas que logran abrirse y hablarlo, sea con un amigo o un profesional, se sienten apoyados y comprendidos.
Nota.- El núm. 4 en mi caso casi no me afecta, el 7 cuando es de larga duración si que aporta muchísima tristeza, lloros, y el 9 es obvio. Los demás los suscribo totalmente, pero esperanzada porque “no estamos solos”. M. Carme Samaranch.


miércoles, 17 de diciembre de 2014

El impacto sigiloso de la cocaína sobre el corazón

INVESTIGACIÓN | Cardiología
·        Un estudio español demuestra lesiones cardiovasculares en adictos asintomáticos


CRISTINA G. LUCIO | Madrid | El Mundo | 06/11/2014

No siempre muestra signos de alerta, pero la cocaína afecta seriamente al corazón de quienes la consumen. Acaba de demostrarlo un equipo de investigadores españoles que, mediante técnicas de diagnóstico por imagen, ha puesto de manifiesto importantes daños cardiovasculares en individuos asintómaticos.
Según sus datos, un 71% de los adictos estudiados, que no presentaban sin signos de enfermedad en su corazón, tenían "algún tipo de patología cardiaca", tal y como explica Alicia Maceira, coordinadora del trabajo publicado en Journal of Cardiovascular Magnetic Resonance y responsable de la Unidad de Imagen Cardiaca del Centro Médico ERESA de Valencia.

Hasta ahora, aclara la investigadora, el impacto de la cocaína sobre el corazón se había estudiado principalmente en autopsias de pacientes cocainómanos fallecidos a causa de una muerte súbita. Pero este estudio demuestra que las lesiones ya existen en individuos sin síntomas y que la probabilidad de que estas aparezcan aumenta a medida que lo hace la duración del consumo.

Para llevar a cabo el estudio, este equipo, en el que también han participado científicos del Departamento de Cardiología del Hospital Arnau de Vilanova, la Unidad de Conductas Adictivas del área Valencia-La Fe, el Departamento de Psiquiatría del Hospital General de Valencia y la Unidad de cardiorresonancia del Hospital Royal Brompton de Londes (Reino Unido), reclutó a un grupo de 94 pacientes (84 de ellos varones y cuya edad media era de 36 años) que habían ingresado en una clínica de rehabilitación de adicciones (la media de consumo de cocaína era de 14 años).

Entre otras pruebas, se sometió a los individuos a unacardiorresonancia magnética 3T, una técnica que permite 'visualizar' el funcionamiento del sistema cardiovascular. Tras comparar las imágenes con las de personas sanas, los investigadores comprobaron que en el 71% de los adictos había daños en el corazón.

"Lo más frecuente eran las disfunciones sistólicas del ventrículo izquierdo", señala Maceiras, que también cita la presencia de dilataciones del ventrículo izquierdo en un porcentaje considerable de las personas analizadas y la constatación de que el 30% de la muestra presentaba "focos de realce tardío de gadolinio en el miocardio", un marcador que se asocia con distintos problemas, como la fibrosis.

"Muchas de las lesiones, como la disfunción sistólica, eran leves", reconoce Maceiras, pero "hay que tener en cuenta que los pacientes estaban asintomáticos" y que el estudio analizó los efectos crónicos del abuso, y no los provocados en la fase aguda.
En este sentido, la especialista subraya que la citada disfunción en el ventrículo derecho se asoció directamente con el número de años de consumo regular de la sustancia, lo que podría tener importantes implicaciones clínicas. De hecho, todas las lesiones son compatibles, aunque en un estadio precoz, con daños graves, como los infartos o las muertes súbitas que otras investigaciones han ligado al consumo de cocaína.
Aunque los investigadores midieron el impacto que un abuso doble de cocaína y sustancias como el alcohol (se excluyeron del análisis a los consumidores de drogas de síntesis) ejercía sobre el corazón, los investigadores no encontraron un mayor efecto perjudicial, un dato que contrasta con el de otras investigaciones sobre el tema.
En una segunda fase, subraya Maceiras, los investigadores intentarán evaluar hasta qué punto los daños son reversibles al dejar de consumir la cocaína, qué mecanismos provocan el desarrollo de las lesiones y si se puede diseñar un parámetro que ayude a los especialistas a detectar a los individuos de riesgo para derivarlos al cardiólogo.

"Hoy en día, los médicos no suelen pensar en las cardiopatías ante una adicción de este tipo y nuestro estudio demuestra que no hay que esperar a que haya síntomas para actuar", señala.




domingo, 14 de diciembre de 2014

¿Mentir es bueno para la salud?

PSICOLOGÍA
Faltar a la verdad alivia y relaja en un momento dado, ¿pero qué ocurre a medio o largo plazo con esta práctica ancestral?

SILVIA CANDANO | El País | 14/11/2014                             

Desde la infancia nos han inculcado la idea de que hay que ir con la verdad por delante, pero lo cierto es que la mentira ha estado siempre presente en la historia de la Humanidad. En las épocas más remotas, los hombres primitivos tenían que engañar a las fieras y a las tribus enemigas para procurarse cobijo y alimento y, curiosamente, muchos miles de años después continuamos mintiendo, ya no para cubrir nuestras necesidades vitales más básicas, pero sí para lograr la aceptación del grupo, un mayor prestigio, un puesto de trabajo reconocido…
También mentimos para aparentar lo que no somos o no tenemos, para ajustar nuestra realidad a un escenario más apetecible y para no enfrentarnos a algo que nos hace sufrir o que nos exige un esfuerzo extra. Diversos estudios realizados por el psicólogo e investigador de las emociones Paul Ekman concluyen que, en general, las mujeres mienten para proteger a otra persona, los hombres para mejorar su imagen y los niños, para evitar un castigo. Sea como sea, la realidad nos demuestra que generación tras generación seguimos recurriendo a la mentira, y a la vista está que su uso nos ha resultado de lo más práctico. Tanto es así, que los primatólogos Richard Byrne y Andrew Whiten se atreven a relacionar el origen del intelecto humano con la capacidad para manipular y engañar al otro. Según sus investigaciones, la selección natural favoreció a los individuos más astutos, a los que mejor disimulaban, a los que más mentían… "Empleando estas artimañas, lograban convertirse en líderes del grupo y alcanzaban más éxito social y reproductivo", aseguran. Por su parte, el profesor de Antropología Volker Sommer, en su obra Elogio de la mentira, también señala algunos beneficios físicos de mentir: la relajación por haber salido del paso, la satisfacción por haber sabido convencer al otro, la sensación de control y de superioridad ante los demás…
Los secretos de familia generan estrés
A la vista de estos datos tan “positivos”, ¿merece la pena inventar? ¿Beneficia nuestra salud mental e incluso física, con las consecuencias que tiene el estado de relajación antes mencionado? Los psicólogos y psiquiatras no se atreven a dar una respuesta rotunda a esta pregunta, pero sí están de acuerdo en que la decisión de mentir o no depende de dos factores: de cada persona y de cada circunstancia. La psicóloga clínica Concepción Ocaña detalla: “Hay personas muy rígidas que por educación o por convencimientos religiosos se sienten obligadas a decir siempre la verdad, aunque hagan daño al contarla. Han sido educadas así, y si cuentan una mentira se sienten tan invadidas por el sentimiento de culpa, que prefieren no mentir nunca. En cuanto a las diversas situaciones, jamás debemos mentir para eludir las consecuencias de una mala conducta nuestra y culpar de ella a otra persona, ni inventarnos algo de alguien con el objetivo de que sea rechazado por la comunidad. Sin embargo, si con una mentira piadosa podemos evitar una buena dosis de sufrimiento, ¿por qué no emplearla?”.
Es evidente que la mentira forma parte de nuestra cotidianidad… incluso aunque no contemos embustes. Esto es así porque el acto de faltar a la verdad no consiste solo en decir algo que no es cierto, sino en ocultar las certezas, poner una falsa sonrisa o adoptar posturas que aparentan lo contrario de lo que sentimos.Š El filósofo David Livingstone Smith (uno de los estudiosos de la mentira más célebres del mundo) asegura que mentimos de una manera tan natural como sudamos y que cada día, entre las trolas que relatamos, escuchamos y leemos, llegamos a las 200.
Esta práctica carece de importancia la mayoría de las veces (decir a un vecino que se ha interesado por nosotros que nos va fenomenal, cuando en realidad estamos hechos polvo, facilita nuestra relación social y protege nuestra intimidad), sin embargo, según la psicóloga Isabel A. Wagener: “El problema surge cuando debido a nuestra inseguridad y a nuestra necesidad de sentirnos aceptados, mentimos de continuo. Llegados a este punto, mentir ya no reporta los beneficios antes citados, sino que nos obliga a mantenernos siempre en estado de alerta, a emplear toda nuestra energía en no quedar al descubierto; y esto conlleva un desgaste constante que resulta agotador”. Coks Feenstra, psicóloga infantil, insiste: “Los grandes secretos de familia impiden alcanzar la felicidad. Por ejemplo, al no decir a un niño que es adoptado, los padres siempre están en tensión, con miedo a que el pequeño descubra la verdad. Y el crío tampoco se siente relajado y a gusto, pues vive con la angustia de que ocurre algo”. La OMS alerta de que el estrés es uno de los grandes riesgos para la salud, ¿por qué no atenuarlo con unas pinceladas de verdad?
Entendido, ¿pero cómo lo hago?

El profesor de Psicología R. Edward Gaiselman, de la Universidad de California (EE. UU.), subraya que mentimos más cuanto más rápido actuamos, cuando no nos damos tiempo para pensar. Por el contrario, si nos procuramos unos instantes para cavilar y argumentar las cosas, nos mostramos mucho más sinceros y hablamos más lento, con más paz… y verdad. “Mostrarnos como somos ante los demás, sin miedo a las posibles críticas, es lo que crea vínculos auténticos, reales y duraderos entre las personas”, concluye el también profesor Volker Soomer.


jueves, 11 de diciembre de 2014

Contagiados por el virus de la prisa

Pretendemos hacer más cosas cada minuto. Pero la velocidad pasa factura. Analizamos junto a Carl Honoré las consecuencias de la aceleración moderna y aprendemos a frenar.

ALESSANDRO RYKER | El País | 18/06/2014
                                                     
Carl Honoré parece la viva demostración de que somos artífices de nuestro destino. Es tan afable como alto y acompaña con gestos suaves sus respuestas pausadas, que revelan que este experiodista independiente reconvertido en el teórico de una filosofía slow –que hasta ahora se limitaba al movimiento gastronómico del italiano Carlo Petrini– practica los principios que promulga.
Pregunta. Para comenzar, señor Honoré, aclárenos una duda, por favor. Muchos piensan que para ser slow hay que ser rico. ¿Es así? ---Respuesta. En absoluto, porque la lentitud no es un lujo. La filosofía slow es un estado de ánimo, una mentalidad, un cambio de chip. Por ejemplo, si en vez de hacer las cosas lo más rápido posible intentas hacerlas lo mejor posible, todo cambia. Dicho esto, tampoco se trata de hacerlo todo a paso de caracol, sino a la velocidad adecuada. Es la idea de “tempo justo”, como dicen los músicos. Por supuesto, cada uno tiene su “metrónomo” personal, su propio tempo.
P. Entonces, ¿por qué no vivimos ya en un mundo slow? ¿En qué reside la cuestión? “ La empresa ya empieza a valorar el papel de la lentitud a largo plazo. Los políticos, en cambio, todavía no ” ---R. En que la sociedad ha generado un vínculo entre eficiencia y rapidez. Ese es el problema. Nos han hecho creer que para ser más eficientes hay que ir más rápido, lo cual es un mito, la gran mentira contra la que lucho.
P. ¿Diría que, a la hora de desarrollar esta idea de la vida, ha influido en usted el hecho de haber crecido en Canadá, cuyos habitantes son famosos por su lentitud?---R. Comparados con nuestros vecinos estadounidenses, sí que somos “lentos”. Siempre he creído que la lentitud la había aprendido en casa, porque mi madre es muy rápida y mi padre, en cambio, es lo contrario. Me he criado en un contexto con estos dos modelos. Inicialmente opté por el de mi madre, pero después aprendí que la felicidad es una mezcla de los dos. En este sentido Canadá es una mezcla de Europa y EE UU: un país más lento pero más exitoso.
Cinco actitudes 'slow' para una vida más plena
1. Dormir.- Un mínimo de siete horas, para recuperar las fuerzas.
2. Trabajar.-Producir con calma y calidad; y con horarios sanos.
3. Pensar.-Cocer las ideas a fuego lento para asegurarnos su éxito.
4. Hijos.-Tratarles como personas en lugar de productos o proyectos.
5. Esperar.-La paciencia es clave para poder gozar en su momento.

De hecho, en la vida las decisiones más importantes suelen ser el resultado de meditaciones muy largas… Es verdad: por más que parezcan instantáneas, las epifanías siempre son resultado de procesos lentos y difíciles de analizar.
P. ¿Recuerda en qué momento supo que algo no funcionaba en su vida y que tenía que cambiar?---R. Sucedió cuando empecé a leerle cuentos a mi hijo. Se suponía que debía ser el momento más relajado e íntimo del día, pero no era así, porque yo trabajaba a todas horas y… Darme cuenta de esto fue para mí una llamada de atención. Mi hijo tenía cuatro años cuando decidí realizar un cambio profundo en mi vida familiar. Ahora tiene 15 y seguimos leyendo cuentos, pero ahora en francés (para mejorar su manejo del idioma). En inglés leo con mi hija, de 12 años.
P. Desde el Futurismo, el mundo ha ido enloqueciendo cada vez más con la velocidad. ¿Cuánto tiempo haría falta para recuperar un ritmo de vida normal?---R. Tras más de un siglo de aceleración constante, cambiar las reglas del juego no va ser un proceso rápido. La revolución será lenta: no creo que podamos crear un mundo slow antes de dos generaciones, porque llevamos demasiado tiempo contagiados por este virus de la prisa. Así que falta mucho; pero avanzamos.
P. ¿Qué grado de culpa tiene el sistema capitalista en todo ello?---R. Mucha. Yo no soy anticapitalista, pero ha surgido un modelo de “turbocapitalismo” que es un problema objetivo. Estamos atrapados en un carrusel de consumo, de producción y búsqueda compulsiva de recursos financieros como fin en sí mismo. Existimos para servir a esta gran máquina de producción y tendríamos que darle la vuelta a la ecuación, pues la raíz de la crisis financiera ha sido un exceso de velocidad basado en las ganancias y en el consumo rápidos. Esto ha destapado un deterioro general de las instituciones antiguas, la iglesia, la política, la economía, sobre las que deberíamos debatir y reflexionar conjuntamente, pues se necesita un cambio profundo. Debemos discutir sobre qué tipo de sociedad queremos dejarles a nuestros hijos y nietos dentro de cuarenta años.
P. ¿Qué virtudes deberíamos desarrollar para conseguirlo?---R. Si tuviera que elegir solo una, sería la solidaridad. El virus de la prisa va de la mano de una sociedad basada en el egoísmo. Vivimos encerrados en nuestras propias necesidades, deseos, miedos y complejos, todos reforzados con la velocidad. Y con tanta velocidad ya no tenemos tiempo para pensar en el otro, conectar con él. Creo que si abriéramos espacios a esas conexiones sociales, la gente empezaría a alimentar y a poner más énfasis en la solidaridad: así, el consumo bajaría de la lista de prioridades y también podríamos abordar los problemas complejos a los que nos enfrentamos como sociedad. Por eso, necesitamos trabajar juntos; y tenemos las herramientas para hacerlo.
P. ¿Se refiere a Internet?---R. Por ejemplo. Entre otras, porque en Internet puedo entrar en un foro e intercambiar ideas desde mi casa con alguien que está en Vietnam o en África. Con esos diálogos podemos generar mejores soluciones y también forjar relaciones humanas.
P. ¿Qué opinión le merece, en este sentido, el Movimiento 5 Estrellas italiano, liderado por el excómico Beppe Grillo, del que tanto se habla en Europa y en Estados Unidos?---R. No sé si será un movimiento. De momento, el carácter de la reacción parece interesante, porque subraya que estamos necesitando esa nueva visión –de colectividad, de solidaridad, de hacer las cosas todos juntos– de la que hablo. No digo que haya que tirar por la borda la competencia y la competición, porque también tienen sus roles. Digo que tenemos que buscar el equilibrio entre aquellas y la colaboración. Y el fenómeno de Grillo entra claramente en esto, porque es lo que la gente está solicitando.
P. Lo que acaba de decir es algo que se oye cada vez más, y no desde un solo lado o ambiente…---R. Sí, está en el aire, sobre todo en la nueva generación, porque los jóvenes que llegan al mercado laboral lo hacen con una visión distinta, mirando al pasado y diciéndose algo parecido a: “No sé si quiero sacrificar mi alma, mi cuerpo, mi salud, mis relaciones afectivas y mis sueños, en el altar de la velocidad y del consumo”. Quieren trabajar para empresas que no destrocen el medio ambiente, que tengan responsabilidad social, que devuelvan algo a la comunidad. Es otra señal de que estamos entrando en una época de toma de conciencia de que somos seres sociales, no robots para la producción y la productividad. Hay distintas maneras de expresarlo, y la lentitud es sin duda una óptica, una vía para abordar este problema básico.
P. En su libro Elogio de la lentitud promueve usted la idea de disculpa, el saber reconocer nuestros errores…---R. Esto también tiene su dimensión social, porque hablo de un trato nuevo con los demás. La cuestión es interesante, porque desde que salió el libro a menudo me preguntan qué sector es el más reacio a esta idea, y yo siempre contesto que es el mundo empresarial. Sin embargo, en realidad los más reacios son los políticos, pues el ambiente empresarial sí que se va dando cuenta de que la lentitud tiene un importante papel a largo plazo y que ralentizar un mundo demasiado veloz tiene un sentido de productividad y de inversión. En cambio, los políticos siguen muy aferrados al “cortoplacismo”.
P. Todos los capítulos de su libro comienzan con citas. ¿Hay, entre todas ellas, alguna que sea su preferida?---R. Me gustan todas, pero tal vez me quedaría con la de C. G. Jung que encabeza el capítulo sobre los trasplantes de órganos en España: No puede haber transformación de la oscuridad en luz y de la apatía en movimiento sin emoción. Me gusta porque vivimos en un mundo en el que hemos puesto la matemática en un pedestal y seguimos pensando que podemos resolver cualquier problema con cifras, cuando en realidad los problemas importantes tienen una clara dimensión humana.
P. ¿Tal vez porque, igual que sucede con las religiones, el hecho de que todo sea matemático apacigua la humana ansiedad? ---R. Sí, en cierta forma la “matematización” de la vida es una respuesta para una sociedad que ha dejado atrás la religión y busca otro sistema de creencias que genere en nosotros el mismo efecto, y no hay duda de que es tranquilizador poder pensar que las cifras se encargarán de todo, ya que eso significa implícitamente que yo solo no puedo hacer nada o, al menos, nada importante. Por otra parte, el mundo no exige mucho tiempo ni mucho esfuerzo si se lo entrego a las fórmulas y a los algoritmos. Lo cual, si me apura, es otro ejemplo de que la velocidad no es más que una forma de huida.

P. ¿Cuál es su mayor motivo de alegría en su profesión?---R, Hay dos ejemplos casi vinculados, ambos en el campo de la educación de los niños. A finales de agosto de 2012, en el Día Nacional de Singapur, el Primer Ministro del país, Lee Hsien Loong, dedicó su discurso a los chinos que viven allí. Les dijo que sus chicos estaban enloquecidos, que corrían demasiado, que lo que tendrían que hacer era aburrirse, jugar libremente, hacer menos deberes y menos actividades extraescolares. El insólito discurso cayó como una bomba, porque vino a decir cosas como: “Vamos demasiado rápido, los niños crecen como máquinas de sacar buenas notas; pero no pueden pensar creativamente, y tienen problemas de salud. O sea, que lo estamos haciendo fatal con este exceso de velocidad”. Me pareció un cambio de actitud muy importante. Por otra parte, también me sorprendió mucho que el colegio inglés Eton me propusiera desarrollar un programa de educación lenta para alumnos inteligentes y ambiciosos que viven en este estado frenético vigente, que les genera problemas en sus relaciones sociales y en su salud. Para mí, que un colegio tan célebre admitiera de manera tan implícita que había perdido la brújula y que debía recuperar y reivindicar el valor de la lentitud, fue otra señal inequívoca.

Los medios de comunicación y la salud mental

Agrupación Para la Defensa del Paciente Psíquico de Lanzarote | 25/02/2014

Me da miedo. Cada vez que veo un titular en un periódico que hace referencia a alguna enfermedad mental, me da miedo leer el artículo.

Me da miedo porque suele pasar que SÓLO SE HABLA DE LAS ENFERMEDADES PSIQUIATRICAS CUANDO HA SUCEDIDO UN SUCESO TERRIBLE Y MORBOSO.
Así, no es raro que una buena parte de la opinión pública, relacione SIEMPRE la enfermedad mental con agresiones, violencia y terror.

Casi nunca se habla de Salud Mental fuera de las páginas de sucesos. Como si no hubiera otras muchas maneras de tratar los temas relacionados con la salud y con la enfermedad mental.

Es cierto. En alguna ocasión, algún enfermo psiquiátrico se ve afectado por algún suceso desgraciado y violento. Unas veces como actor de algún hecho desgraciado y otras veces, más frecuentemente, cómo VÍCTIMA de alguna desgracia. Pero SIEMPRE COMO VICTIMA DE UNA ENFERMEDAD que puede más que él.

NO es el enfermo quién realiza ese acto violento: es la enfermedad que padece.
Además, también la población SUPUESTAMENTE SANA tiene o es víctima de situaciones violentas.

Tratando el tema como lo hace la prensa, termina dando la impresión de que TODOS los enfermos psiquiátricos son violentos y/ o peligrosos.

En conclusión: los medios de comunicación, (escritos, radiofónicos o televisivos) tienen la grave responsabilidad de estar creando una opinión pública de marginación y miedo a los enfermos psíquicos.

Y lo peor es que ESTO NO ES VERDAD. No es justo que hagan una prensa tan amarilla aprovechando el morbo de las enfermedades psiquiátricas y pensando solo en lograr beneficios económicos a costa de un colectivo que NO ES COMO LO PINTAN.

La mayoría de los enfermos psíquicos, luchan por su salud, y contra su enfermedad pacientemente, día tras día, con un tesón y una constancia digna de admiración.

Cuando conoces bien a muchas personas afectadas por enfermedades psíquicas, te asombra el mérito que tienen de mantener el ánimo y seguir luchando contra enfermedades siempre angustiosas y difíciles a pesar de notar en la sociedad la marginación y el estigma.

A veces se comprendería que algunos enfermos se revolvieran contra una sociedad que, no solo no les ayuda bien, sino que les margina y habla de ellos como peligrosos y terribles cuando en la mayoría de los casos, su sensibilidad, su humanidad y su valor están muy por encima del de la media de la población “normal”

Nosotros “ la sociedad”, nos creemos un grupo aparte y MEJOR que los que padecen alguna enfermedad psíquica.
ILUSOS. Acaso no nos damos cuenta de que los enfermos mentales TAMBIEN SON NOSOTROS. Ellos iban por la vida como usted y como yo, sin más mérito y sin más culpa. Pero les vino una enfermedad y ahora, bastante tienen con sobrellevarla y tratar de curarse.

Y NOSOTROS, QUE SOMOS ELLOS, no solo no les damos la mano para acompañarlos en su lucha, sino que creamos un tabú de peligrosidad, riesgo, violencia…

La verdad es que pienso que NOSOTROS somos mucho más crueles que ELLOS sin darnos cuenta de que mañana, la enfermedad psíquica puede llegarme a mí. O a mi hijo. O a mi madre……. O ellos pueden curarse (si les dejamos).

Es decir, mañana NOSOTROS PODEMOS SER ELLOS. Y ELLOS NOSOTROS.

J. Santiago. Psiquiatra