PATRICIA FERNÁNDEZ RAMOS
En psiquiatría se considera que
existe patología dual cuando alguien presenta un trastorno adictivo y
simultáneamente un trastorno mental (Szerman y Martinez-Raga, 2015), pudiendo
desarrollarse ambos a la vez o primero uno y posteriormente el otro.
Los pacientes duales son pacientes
que presentan una mayor gravedad psicopatológica y psicosocial, ingresan más,
presentan más riesgo suicida (Szerman et al, 2013), suelen abandonar antes los
tratamientos y tienen más necesidades sanitarias y sociales. Esto justifica que
cada vez se empeñen más esfuerzos, no sólo a nivel asistencial, sino también a
nivel del diseño y gestión de recursos específicos, para mejorar el abordaje y
la atención de estos pacientes.
Trastornos más frecuentes en la
patología dual
Todos los trastornos psiquiátricos
pueden presentar en un elevado porcentaje consumo de sustancias y por lo tanto
serían trastornos duales. En concreto, según los datos de la Sociedad Española
de Patología Dual, entre un 70 y 80 % de los pacientes con esquizofrenia, un
60% de los bipolares, más del 70% de los trastornos de personalidad graves y en
torno al 30% de los pacientes con depresión, ansiedad y trastorno por déficit
de atención e hiperactividad (TDAH) presentan además un abuso de sustancias.
Si contemplamos a los pacientes que
ya presentan adicciones, los estudios más recientes señalan que la mayor parte
de las personas que desarrollan trastornos adictivos presentaban previamente a
la adicción una vulnerabilidad mental que lo favorece.
Causas de la adicción en pacientes
con trastornos mentales.
No existe una única causa clara que
explique la asociación de los trastornos adictivos y los otros trastornos
mentales, aunque sí se ha identificado relación con factores genéticos,
neurobiológicos y ambientales que contribuyen al desarrollo de los trastornos
duales (Volkow, 2004 y 2007; Arias et al, 2013).
La patología dual conlleva mayores
dificultades en su detección, diagnóstico y tratamiento y por ello requiere un
mayor uso de recursos. Un abordaje incompleto o no especializado hará
muy difícil lograr el éxito.
En muchos casos no se realiza una
evaluación inicial completa del paciente, y el diagnóstico se centra sólo en la
detección de uno de los dos trastornos, mental o adictivo. Eso impide
identificar el trastorno dual y establecer un abordaje específico e incluso
puede conllevar establecer un plan terapéutico inadecuado para el paciente.
La valoración de la patología dual
debe empezar lo antes posible por el especialista psiquiatra, sin esperar a que el paciente esté abstinente y sin
la obligación de estabilización psiquiátrica previa (Minkoff, 2001) para que el
tratamiento sea completo desde el primer momento. En ese sentido, el sistema
diseñado debería ser accesible, integrado, tener continuidad y ser
especializado, acorde a las exigencias y conocimientos del estado actual de la
ciencia basado en las evidencias.
En el sistema de salud público el
abordaje de la salud mental y de las adicciones se realiza por separado, por lo
que si se detecta la patología dual habitualmente se ofrece un modelo de
tratamiento en paralelo, por un lado el tratamiento desde la red de salud
mental y por otro desde los recursos de drogodependencias. Este modelo puede ser
ineficaz por las dificultades de coordinación entre ambos equipos y por la
falta de especificidad respecto al trastorno dual.
La mejor alternativa es ofrecer
un tratamiento centrado en la persona.
El modelo centrado en la persona,
según el Picker Institute, consta de las siguientes características:
1.
Respeto
por los valores, preferencias y necesidades de las personas enfermas
2.
Recibir
los servicios de forma coordinada e integrada
3.
Disponer
de información relevante de manera clara y comprensible
4.
Conseguir
la máxima calidad de vida posible
5.
Disponer
de soporte emocional
6.
Implicar
a familiares y amigos en el proceso en la medida que resulte oportuno
7.
Recibir
atención continuada (independientemente del punto de atención)
8.
Obtener
la máxima accesibilidad posible
Por eso actualmente proponemos
un modelo de tratamiento integrado, en el que se traten
conjuntamente tanto el trastorno mental como el trastorno por uso de
sustancias, desde una perspectiva integradora con equipos multidisciplinares,
con seguimiento y objetivos a largo plazo (Szerman et al, 2013; Kessler et al,
1994; Szerman et al, 2014).
Es muy interesante lo que se describe al final del artículo sobre el "tratamiento centrado en la persona". Los 8 puntos que se enumeran me parecen muy acertados.
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