miércoles, 28 de febrero de 2024

Las 6 cosas de las que más se arrepiente la gente al final de la vida, según el psiquiatra Enrique Rojas

 

MARÍA FERNÁNDEZ DE CÓRDOVA     |     telva.com     |     27/11/2023   

El famoso psiquiatra español Enrique Rojas se adentra en las emociones, también en las que nos acompañan al final de la vida.

Enrique Rojas se adentra en el mundo de las emociones con su nuevo libro Comprende tus emociones (Espasa, 2023)- a la venta esta semana-, una guía clara y precisa para reconocer lo que sentimos y así tener el control y alcanzar el equilibrio emocional. El catedrático de Psiquiatría y Psicología Médica y director del Instituto Rojas-Estapé de Psiquiatría, acaba de recibir  el premio Pasteur de la Asociación Europea de Competitividad por su trayectoria clínica. Uno de los temas que aborda en sus páginas son los pensamientos y emociones que nos pueden acompañar en el momento de la muerte. Como psiquiatra, Rojas ha acompañado a muchas personas en los momentos finales de su vida. Su experiencia acumula muchas historias vitales que nos regalan información para vivir mejor ahora que aún tenemos tiempo.

POR QUÉ NO NOS GUSTA HABLAR DE LA MUERTE

"Toda filosofía es meditación sobre la vida; se tarda tiempo en entenderla. Nos pasamos la vida pensando en el día de mañana. Y con frecuencia nos olvidamos de que la existencia se terminaLa muerte es la gran olvidada en la cultura actual. Ha desaparecido del panorama del pensamiento", explica Enrique Rojas. Sin embargo, añade, "cuando la muerte está realmente próxima, ya no se puede mirar hacia otro lado, entonces aparece la hora de la verdad y se suele tener una especial iluminación retrospectiva, son momentos estelares en los que, se quiera o no se quiera, hacemos cuentas con nosotros mismos; es muchas veces como un foco que repasa todo lo que ha ido sucediéndonos de aquí y de allá".

LAS 6 COSAS DE LAS QUE MÁS SE ARREPIENTE LA GENTE AL FINAL DE SU VIDA

1. De vivir para trabajar. "Son mayoría los que se arrepienten de haber trabajado demasiado. De pasar la vida con una sobrecarga profesional excesiva, de haber vivido para trabajar, y, en esos momentos estelares de lucidez total, sienten que su vida ha estado descompensada, que ha faltado equilibrio entre los diferentes ingredientes de los que debe ser la existencia de un ser humano", explica el psiquiatra.

2. De pasarlo mal sin necesidad. "Otra cosa de que una gran mayoría se duele es de haber sufrido mucho por asuntos y problemas que realmente no tenían tanta importancia", señala Enrique Rojas.

3. De no haber sabido disfrutar más de la vida. "Esto tiene un amplio espectro: desde no haber sido capaz de captar y gozar de cosas positivas de la vida ordinaria, en una especie de carpe diem (aprovecha el momento, vive esto y saboréalo), pasando por no haber planificado tiempo libre para uno y buscar esas satisfacciones según las aficiones que uno ha fomentado. Saber descansar también es un arte. Y, al mismo tiempo, ser organizado para dar lo que más nos relaja en el tiempo libre, que es una manera de retratarse", señala el experto.

4. De no haber dedicado más tiempo a la familia. "Hoy lo vemos esto con bastante frecuencia. De hecho, tiene mucha actualidad la figura del padre/madre ausente, que es aquel que no ha tenido casi influencia en la educación de sus hijos, por no tener tiempo y haber dejado esta tarea en manos de la madre/padre, porque la profesión le ha absorbido demasiado y no ha tenido presencia psicológica y afectiva con sus hijos".

5. De no haber tenido el coraje de hacer lo que realmente quería hacer y no lo que los demás esperaban de mí. "En el fondo, esto tiene mucho que ver con atreverse a ser uno mismo. Saber desarrollar la propia personalidad, puliendo y limando las aristas y puntos negativos de la misma, con la ayuda de los más cercanos y, a la vez, trabajar el programa personal diseñado previamente, teniendo claros los objetivos y luchando y batallando por irlos alcanzando", explica Rojas.

6. De no haber tenido una espiritualidad más sólida, "que les diera respuesta a los grandes interrogantes de la vida", señala

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lunes, 26 de febrero de 2024

¿Cómo identificar a un psicópata y qué hacer si conozco a uno de ellos?. La recomendación de los expertos


El Cronista     |      27/12/2023

Los expertos en psicología han detallado cómo identificar a estas personas y qué hacer en caso de conocer a alguien con este trastorno-

Durante los últimos años, Netflix agregó a su catálogo dos series que tenían como protagonistas a personas psicópatas (You y Jeffrey Dahmer) que se convirtieron en éxitos rotundos y atraparon por completo la atención de los usuarios.

Sin embargo, convivir o socializar con alguien que sufra este trastorno de la personalidad caracterizado por la falta de empatía y manipulación hacia el otro puede llegar a ser riesgoso, aseguran los expertos. Por ello, es necesario saber cómo identificar a estos perfiles para estar alerta.

¿Cómo identificar a un psicópata?

La revista científica de ciencias sociales y humanidades UNIR la Universidad en Internet ha publicado un informe en el que explica que "la psicopatía se considera una alteración o trastorno de personalidad".

Aunque resaltan que son muchos los rasgos que pueden caracterizar al psicópata, las características que más suelen aparecer en estas personas son el narcisismo, la impulsividad o conductas de control y manipulación.

Por otro lado, el informe resaltó cuáles son los rasgos principales de la personalidad de un psicópata:

1.      Egocentrismo y narcisismo.

Los expertos en psicología subrayaron que el psicópata "se siente superior al resto", cree que todo lo que le ocurre es más importante y "es incapaz de asumir el punto de vista de otra persona".

2. Ausencia de empatía y remordimiento.

A pesar de que existen varias opiniones al respecto, algunos profesionales consideran que estas personan cuentan con empatía cognitiva, pero no emocional. Además, no son capaces de sentir remordimiento por ello

3. Necesidad de poder y control

Las personas con este trastorno buscan dominar y controlar hasta el último detalle y a las personas con las que se relacionan.

4. Estilo de vida parasitario

Otra de las características señaladas por los expertos es que "la persona que presenta psicopatía se aprovecha de los demás para desarrollar su vida o satisfacer sus necesidades fundamentales".

5. Manipulación

"En la psicopatía es muy habitual la manipulación y la falta de sinceridad", afirmó el informe de la revista UNIR.

6. Impulsividad

Por una menor activación de la corteza frontal y los aumentos de los niveles de testosterona, la impulsividad, la falta de planificación a largo plazo y el déficit de autocontrol son características de un psicópata.

7. Conducta antisocial y delictiva

Como último rasgo, el informe subrayó que "en muchos casos suele coincidir la psicopatía con la presencia de conductas criminales, pero no siempre es así".

Las recomendaciones de los expertos para tratar a un psicópata

Para finalizar, cabe señalar que el profesor Robert Hare, de la universidad canadiense British Columbia, aseguró que el 1% de la población "puede ser psicópata", pero que "no todos terminan siendo delincuentes", informó Europa Press.

Además, Hare recomendó que primero se debe entender que "el psicópata es el gato y no el ratón" y que se deben distanciar de estas personas, ya que "puede poner en peligro la vida del otro, aunque en principio sean encantadores". 

sábado, 24 de febrero de 2024

Esquizofrenia, un problema de salud mental que no logra enterrar el estigma: "Sigue generando miedo e incomprensión"

LOIS BALADO TOMÉ     |     la voz de galicia-salud     |     10/11/2022

En España existen cerca de medio millón de personas que conviven con la esquizofrenia.

Suele diagnosticarse durante la adolescencia y, pese a que existen cerca de medio millón de pacientes en España, las causas que generan este trastorno siguen siendo desconocidas

La esquizofrenia es un trastorno que afecta a, aproximadamente, la salud mental de un 1 % de la población adulta en Europa y a casi medio millón de personas en España. Pese a que es una condición sobre la que todos hemos escuchado hablar en mayor o menor medida, la aceptación social de la esquizofrenia sigue siendo un estigma por superar. Popularmente caracterizada por la presencia de episodios psicóticos que provocan en los afectados unas vivencias no compartidas por su entorno (escuchan voces, tienen sensación de persecución o creen que ocurren cosas que los demás no comparten), sus afectaciones anímicas no son tan conocidas pese a estar ampliamente descritas. Pero, ¿qué es la esquizofrenia?, ¿qué es lo que la causa y cuáles son sus síntomas?, ¿tiene cura?, ¿qué métodos existen desde la psicología y la psiquiatría y cuál es el enfoque adecuado para tratarla?

Diferencias entre psicosis y esquizofrenia

«Llamamos genéricamente 'psicosis' o 'trastornos psicóticos' a aquellos trastornos en los que aparecen alucinaciones, delirios y desorganización del pensamiento. En ellos se pierde, decimos, el 'juicio de realidad'. Son cuadros en los que el paciente tiene vivencias no compartidas con su entorno. Oye voces que los demás no oyen, creen que ocurren cosas que los demás no comparten, etcétera. Dentro de este paraguas, el trastorno psicótico paradigmático es la esquizofrenia, un trastorno crónico que se inicia en la adolescencia y que cursa con brotes (cuadros psicóticos agudos), fases de deterioro y síntomas negativos (apatía, retraimiento social, aislamiento). Pero hay otros muchos cuadros psicóticos: las psicosis de origen tóxico (por cocaína, cannabis, alucinógenos, alcohol), la paranoia o trastorno delirante crónico y la psicosis aguda, que dura menos de un mes», explica Guillermo Lahera Forteza, profesor titular de Psiquiatría en la Universidad de Alcalá y miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud mental (SEPSIQ).

Por su parte, Joseba Rico, psicólogo de la Asociación Madrileña de Amigos y Familiares de Personas con Esquizofrenia (AMAFE), acota un poco más la definición de esquizofrenia y lo que a día de hoy se marca como criterios para avanzar hacia su diagnóstico. «La psicosis tendría más que ver con ese momento en el que nos alejamos de lo que entendemos por 'realidad compartida', cuando aparecen esos síntomas psicóticos y se sufren esas ideas extrañas y alucinaciones. La diferencia con la esquizofrenia la marca el plano temporal. La esquizofrenia, se presupone, que va a mantenerse en el largo plazo. Tiene ese componente de cronicidad. Se trata de un diagnóstico que nos dice que esa persona tiene mucha susceptibilidad de volver a sufrir psicosis, susceptibilidad que ha de mantenerse durante, al menos, seis meses». 

Desgrana Rico que, evidentemente, un trastorno de este tipo está repleto de matices. Imagínense que una persona sufre un episodio psicótico el 1 de enero y un segundo el 30 de junio. Su cuadro encajaría dentro de los criterios que los profesionales de la salud mental manejan para etiquetar la esquizofrenia. Sin embargo, si el segundo episodio fuese el 2 de julio, ya no cumpliría los criterios. Por eso, Joseba Rico explica: «Esos seis meses simplemente sirven para decirle al clínico que una persona tiene una vulnerabilidad a la psicosis suficientemente grave para plantearse el diagnóstico. A partir de ahí, habrá que valorar y tener en observación a esa persona que, si sigue con ese camino, acabará con ese diagnóstico. Como ves, las escalas temporales son más por intentar lograr un mínimo consenso, por tratar de acumular la evidencia que ha habido en otros países que acaben estableciendo estas categorías». No obstante, el psicólogo aboga constantemente durante su discurso por «poner a la persona en el centro» independientemente de lo que dicten las convenciones médicas.

Causas de la esquizofrenia

Apunta Lahera que, si bien se estima que la esquizofrenia afecta a un 1 % de la ciudadanía, «si utilizamos el concepto de 'espectro de la esquizofrenia', incluyendo cuadros psicóticos más leves, llegamos al 5 % de la población». Con todo, la razón por la que aparece la esquizofrenia, es todavía un misterio para la ciencia. «Sus causas son diversas y aún no están dilucidadas del todo. Aparece una marcada heredabilidad y hay modelos biológicos que explican sus síntomas (la desregulación de los sistemas de dopamina, de glutamato y otros). Parece existir una vulnerabilidad a desarrollar psicosis en algunos sujetos ante situaciones de estrés. La aparición del trastorno es el resultado del balance entre la disponibilidad individual y la 'carga' de estrés ambiental», explica el docente de la Universidad de Alcalá.

Sobre esta exposición prolongada a estresores y cómo pueden evolucionar hasta episodios psicóticos —y la dificultad de que aparezcan en una etapa vital tan complicada como la adolescencia— pone el foco Joseba Rico, psicólogo de AMAFE. Él cree que se debe profundizar en las vivencias personales, individualizadas, para poder realizar un abordaje correcto del problema. «La adolescencia, el miedo a quedarse atrás, una ruptura... Todo son diferentes estresores que en cada persona van a actuar de una manera diferente. Ahora mismo, cuando hablamos de diagnóstico, hablamos de un conjunto de síntomas, que son las consecuencias de esos estresores. Y uno de los problemas es que el tratamiento y toda esta lógica se centra en el abordaje de síntomas. En las voces, en el ánimo triste, la ansiedad o la sensación de persecución. Pero se debe tener en cuenta qué desencadenante ha habido en la vida de una persona para impedir que eso se repita. Las personas, ante una misma situación, reaccionan de maneras diferentes. Hay quien, en vez de expresarlo en una forma de trastorno mental, tiene una afectación física o más ansiedad. Los hay más resistentes que otras, igual que hay personas que es más difícil que se rompan un hueso si se caen. Tenemos diferentes vulnerabilidades, tanto físicas como mentales», argumenta.

«Es importante actuar sobre los síntomas, pero para evitar que eso vuelva a pasar hay que trabajar en la prevención, en su ámbito social, en saber qué es lo que está pasando. Y es una cuestión pendiente porque, a día de hoy, se hace poco para que, a quienes tienen un problema de salud mental de tipo psicótico, no les vuelva a ocurrir», explica y reclama: «La parte social tras una ruptura biográfica es algo sobre lo que hay que intervenir».

Drogas y esquizofrenia

Además, se sabe que el consumo de determinadas drogas favorece la aparición de la esquizofrenia. «Está demostrado que el consumo de cannabis o cocaína se asocia a la irrupción de la enfermedad. Esto no significa que la cause, pero sí que activan o despiertan una susceptibilidad individual. Por eso, como a día de hoy aún no sabemos la vulnerabilidad de cada uno, es arriesgado consumir cannabis en la adolescencia, pues el cerebro está en desarrollo y existe la posibilidad de desencadenar psicosis». 

Pese a que la causa sea desconocida, sí se han observado diferencias anatómicas en el cerebro de las personas que padecen esquizofrenia. «Si comparamos un grupo amplio de personas con trastornos como el autismo, la esquizofrenia o el trastorno bipolar, con un grupo de control, observamos claras diferencias biológicas: desde alteraciones de la estructura o el volumen de algunas áreas cerebrales a la mayor o menor presencia de marcadores inflamatorios o de neuroplasticidad. Pero, a día de hoy, ninguno de estos biomarcadores sirve aún para diagnosticar o predecir el inicio de la enfermedad. Todavía les falta especificidad —es decir, que se asocie a un trastorno concreto— y capacidad predictiva. Pero esto no debe llevarnos al pesimismo o a volver a la idea obsoleta de que los trastornos de la mente no tienen ningún sustrato corporal, sino a impulsar con determinación la investigación en psiquiatría», reclama Guillermo Lahera, miembro de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud mental.

¿Cómo se crean en nuestro cerebro las voces que escuchan los pacientes de esquizofrenia?

Aunque existen pacientes que refieren experiencias agradables con respecto a las voces que escuchan, muchos de ellos las describen como atemorizantes y agresivas. ¿Pero cómo trabaja nuestro cerebro para generar estas 'ficciones' que los afectados viven como algo completamente real? «Las alucinaciones auditivas de la esquizofrenia se asocian a una activación de áreas del lenguaje y el pensamiento, más que auditivas. Esto significa que probablemente sean pensamientos que cambian de cualidad, que no se reconocen como propios y que se vivencian como fenómenos impuestos desde fuera, generalmente atemorizantes y agresivos. Son frecuentes las voces psicóticas que insultan, amedrentan u ordenan acciones al sujeto». Explica el psiquiatra que, para paliarlos, se dispone del «indudable efecto de la medicación para reducir su intensidad». «Trabajamos con el paciente que no se identifique con ellas y que consiga tolerarlas sin repercusión afectiva. Pero no es fácil», asegura.

Cómo identificar los primeros síntomas de la esquizofrenia

«Es bueno que la gente conozca e identifique los síntomas de pródromos o inicio de la psicosis. El sujeto se encuentra inquieto, alerta, duerme mal, tiene un discurso distinto, se le entiende peor, puede llegar a decir algo bizarro o extraño, inhabitual en él. Se muestra suspicaz, retraído, a la defensiva. Ahí los síntomas ya están emergiendo, y característicamente, el paciente no tiene ninguna conciencia de estar enfermo ni de necesitar tratamiento. Conviene que la familia y el entorno le convenzan para acudir a un médico o psiquiatra, o a un centro hospitalario, para evaluación», explica Guillermo Lahera.

¿La esquizofrenia se 'cura'? Cronicidad y tratamientos

«La esquizofrenia es crónica y tiene una tendencia a la recidiva, es decir, que sin tratamiento suele tener nuevos episodios. Sin embargo, es una enfermedad muy heterogénea, y al menos el 10-15 % de pacientes tienen un solo episodio y luego no recaen. En general, la esquizofrenia se controla con el tratamiento, no se cura. Y este tratamiento es farmacológico y psicosocial», detalla Guillermo Lahera Forteza, profesor titular de Psiquiatría en la Universidad de Alcalá.

Explica el directivo de la SEPSIQ que, a día de hoy, el tratamiento habitualmente recomendado se fundamenta sobre tres patas:

§     Fármacos antipsicóticos: «Actualmente se toleran mucho mejor que hace décadas y ya no producen esos molestos efectos secundarios. Algunos son pastillas y otras inyecciones mensuales, que se liberan poco a poco. Las dosis son ajustadas por el psiquiatra, para que sean eficaces y bien tolerados»

§     Intervenciones psicosociales: «Como psicoeducación, técnicas cognitivo-conductuales de manejo de los síntomas psicóticos o terapia familiar para mejorar el clima de convivencia»

§     Integración social: «Con recursos sociales que favorezcan el empleo y desarrollo del sujeto»

Defiende el profesional de la psiquiatría que los medicamentos son «bastante efectivos, pero deben aplicarse de manera mantenida en el tiempo y con determinación». «La respuesta es variable, pero en torno a un tercio de los pacientes puede llevar una vida bastante normal, salvo algunas recaídas; otro tercio tiene más dificultades, no consigue ser independiente ni un trabajo o una familia; el último tercio es el que requiere hospitalizaciones periódicas. Pero, en general, el pronóstico de la esquizofrenia es más esperanzador ahora que hace treinta años», asegura, lanzando un mensaje de optimismo. 

Preguntado sobre los tratamientos alternativos a los fármacos, sobre si se utiliza algún tipo de intervención más invasiva para mejorar el desarrollo de la enfermedad, Lahera comenta que el uso de la psicocirugía es anecdótico, pero que, sin embargo, el electroshock arrastra tras de sí abundante literatura científica. «A veces es útil la terapia electro-convulsiva (antiguamente, electroshock), que está rodeado de una leyenda negra y, en realidad, tiene mucha evidencia científica de eficacia. Se añade al tratamiento farmacológico en pacientes especialmente graves, con algunos síntomas concretos o que no toleran los fármacos —asegura Lahera—. Pero donde podemos mejorar mucho es en implementar terapias psicológicas eficaces en estos pacientes. Todas las guías internacionales las recomiendan y, pese a los avances que hemos tenido en España, aún hay zonas con dificultades para acceder a centros de rehabilitación psicosocial».

El estigma social y la visión académica: presente y futuro del abordaje de la esquizofrenia

«Uno de los problemas a los que te enfrentas con la esquizofrenia y con la salud mental en general, es que se cree que se sabe mucho. Pero es que a veces el problema no es tanto que no sepamos, sino el no reconocerlo. Cuando reconocemos que no sabemos, ese es el posicionamiento adecuado. Manejamos un histórico de lo que creemos que sabemos, también a nivel social, de lo que son los problemas de salud mental. Eso nos sesga muchísimo. Con la esquizofrenia pasa. A nivel de población general, con todo el tema del estigma, pero también a nivel académico. Muchos de los modelos iniciales médicos del siglo pasado han marcado mucho la manera de intervenir y las expectativas de recuperación. A todo eso hay que darle una mirada crítica», explica el psicólogo Joseba Rico con las perspectivas puestas en el abordaje actual y futuro del problema.

Argumenta que, a diferencia de otros problemas puramente fisiológicos, las fronteras en salud mental no siempre están claras. La esquizofrenia es un trastorno que combina las alucinaciones o los delirios con cuestiones más de apatía y de un aplanamiento afectivo. «A lo largo del tiempo se han ido incorporando otras áreas sintomáticas que tienen que ver más con lo afectivo y con lo cognitivo», apunta. Ahí surge un nuevo reto para el diagnóstico. «En cuanto nos ponemos finos, vamos a ver que esto va a tocar otras áreas diagnósticas como el trastorno bipolar o el trastorno del ánimo. En depresiones muy graves hay síndromes psicóticos; en un una esquizofrenia también hay síndromes depresivos. ¿Dónde nos ponemos?», reflexiona Joseba Rico.

El psicólogo de AMAFE evidencia la dificultad a la que se enfrentan los profesionales de la salud mental a la hora de categorizar en compartimentos estanco los distintos trastornos. «Hay una parte más profesional, más científica, de intentar establecer categorías que es importante para aspirar a esa universalidad del tratamiento; por otro lado, te tienes que ajustar y poner a la persona en el centro. Que se sienta escuchada. La adaptación a su propia biografía y a sus necesidades concretas es fundamental. Y es uno de los grandes retos. Identificar qué puntos son comunes en la problemática de salud mental. Se irá revisando y avanzando. Pensemos que la salud mental es una disciplina relativamente joven en términos históricos y queda mucho trabajo por hacer a la hora de perfilar qué es lo que le ocurre a las personas, por qué hay estos desencadenantes y comprender que, si no se hace algo individualizado, es muy difícil que la persona se sienta comprendida», dice. Retos para el futuro y para el presente 

jueves, 22 de febrero de 2024

5 rasgos asociados a traumas de la infancia

 

Sergio De Dios González.     |     La Mente es Maravillosa     |     07/08/2023

Escrito por Edith Sánchez

 

Los neurocientíficos ya comprenden mucho mejor las características asociadas a los traumas de infancia. Esto posibilita el tener ya mejores terapias para superar dichos eventos del pasado.

La niñez es una etapa decisiva y trascendente en la vida del ser humano. Las impresiones físicas y psicológicas que se reciben durante esa etapa dejan huellas  duraderas en el cerebro. Por eso los traumas de la infancia impregnan por completo la personalidad y su influencia se prolonga a lo largo del tiempo.

 

Esto no quiere decir que no se puedan superar, o en el peor de los casos que no se puedan superar en una medida razonable. Que alguien haya vivido una infancia difícil no quiere decir que no se pueda llevar una vida plena. Sin embargo, esto suele requerir procesos terapéuticos o de una elaboración personal profunda.

 

Hay algunos rasgos que denotan la presencia de traumas de infancia no superados. Si tuviste una niñez difícil, vale la pena que revises si alguna de esas características está presente en tu forma de ser. Son excelentes indicadores para darte cuenta de que es hora de hacer algo por ti mismo.

 

El trauma no lo provoca la muerte, sino la vida. Uno puede morir sin saberlo. El nacimiento implica el trauma de la comprensión”. – Richard Matheson –

 

1.      Inhibición, un rasgo asociado a traumas de infancia

 

La inhibición  es el retraimiento de la personalidad. Es invisibilizar emociones y sentimientos. Es quedarse incluso en un rincón apartado de la propia vida. Es el caso de las personas que se cohíben de decir lo que piensan o de hacer lo que desean. Sienten miedo de hacerlo o sencillamente no se les ocurre nada.

·        Los traumas de infancia hacen que alguien se sienta inhibido para autoafirmarse en las distintas situaciones.

·        Lo que hay, en cambio, es hermetismoAislamiento. Gran dificultad para relacionarse con los demás y temor a los otros.

Hay personas que son introvertidas y por eso, no siempre son muy adeptas a las situaciones sociales. Sin embargo, no tienen problema en decir en voz alta lo que piensan o sienten. Actúan con autonomía.

En cambio, cuando hay traumas de infancia que no se han superado, la persona quiere pasar desapercibida, no llamar la atención. Es más, estudios como el llevado a cabo por William E. Copeland, de la Universidad de Duke, nos señalan que este es uno de los rasgos más característicos.

 

2.     Irascibilidad, mal humor, frustración

 

En las personas que no han superado sus traumas de la infancia suele percibirse un cúmulo de ira. No necesariamente son personas violentas. Lo que sí suelen ser es poco tolerantes a la frustración y dadas a reaccionar agresivamente. Parece como si siempre estuvieran a punto de explotar, aunque no lo hagan.

 

Su irascibilidad también se nota a menudo en su falta de paciencia para ciertas cosas. Al poco se cansan, pierden el interés, se enfadan. Esto se percibe por ejemplo a nivel laboral o en el académico. Les cuesta mucho formar equipos de trabajo.

 

3.     Infravaloración personal

 

Las personas que no han superado sus traumas de la infancia suelen tener también problemas para valorarse a sí mismas. O se sienten muy por debajo de los demás o se sienten muy superiores. Esto último es solo en apariencia. Un mecanismo para compensar la pobre opinión que tienen de sí mismos.

 

Por eso es usual que rechacen los halagos de los demás. Creen que nunca son lo suficientemente buenos. Por eso nunca terminan de confiar en los refuerzos emocionales, en las palabras de admiración. Les parece que se trata de un engaño o de una burla. No pueden entender cómo alguien tiene buen concepto de ellas, siendo que ellas mismas se detestan.

 

4.     Disculparse constantemente

 

Alguien con traumas de infancia siente que todo lo que dice o hace puede molestar a los demás. Por eso se disculpa frecuentemente. Pide perdón por cosas por las que no debería hacerlo. Se disculpa cuando va a hablar, como si no tuviera derecho a ello. O cuando va a entrar en un lugar o a salir de él, etc.

 

En ese tipo de acciones se ve la huella de una crianza restrictiva, quizás humillante y con pocas expresiones de afecto. Tales personas sienten como si tuvieran que pedir perdón por cualquier acción que les dé presencia en el mundo. Ese es precisamente uno de los grandes efectos de los traumas no superados de la infancia.

 

5.     Huir del conflicto o vivir en él

 

Las infancias traumáticas suelen desarrollarse en una familia altamente conflictiva. Un contexto en el que los desacuerdos y las agresiones eran la norma. Cualquier palabra o cualquier acto podían desencadenar problemas, recriminaciones e incluso humillaciones. Por eso la persona puede crecer con miedo o con fijación por el conflicto.

 

Quienes temen al conflicto, van a huir de él en cualquier circunstancia. Incluso son capaces de pasar por encima de sus propias convicciones con tal de evitar una contradicción. Los que se apegan al conflicto convierten todo en un problema. Se mantienen atados a la repetición de las conductas que aprendieron de niños.

 

Los traumas de infancia no se resuelven porque sí, o al menos rara vez lo hacen. Es necesario trabajar con ellos para que no terminen invadiendo la personalidad vetando por completo el crecimiento, la capacidad de ser felices. A día de hoy los neurocientíficos ya conocen mucho mejor los mecanismos del trauma y ello, es sin duda un avance a nivel terapéutico.

 

Así, estrategias basadas en la salud emocional, en la autoestima y esos enfoques basados en la psiconeurología del trauma dan buenos resultados


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