miércoles, 28 de enero de 2015

Cómo contar a un niño que ha habido un atentado

PSICOLOGÍA
Suavice, pero no mienta. Desahóguese, sin descontrolar. La clave está en los matices. El 11-S dejó varias enseñanzas

MIGUEL ÁNGEL BARGUEÑO | eL pAÍS | 24/01/2015                                                         

El año empezó de forma trágica y dolorosa, con más de una decena de muertos en un atentado yihadista contra la revista Charlie Hebdo,en París. Y si el episodio es difícil de digerir para los adultos, imaginemos lo que ocurre con los críos, que por muy lejos que los mantengamos de la barbarie, siempre escuchan conversaciones, ven fragmentos de informativos y lanzan curiosas preguntas. "¿Qué ha pasado, mamá, papá?".
Ante todo, resulta primordial disfrutar en casa de un clima de confianza que invite a los niños a cuestionar sobre cualquier asunto que les preocupe, sabiendo que van a obtener de nosotros una respuesta creíble y sólida. Así lo aconseja la Asociación Americana de Psiquiatría: si el infante necesita interrogar sobre cualquier asunto, esa atmósfera de franqueza le ayudará a hacerlo con naturalidad, y así no se quedará dándole vueltas al tema en soledad. Si su hijo ha visto imágenes truculentas (como los recientes tiroteos en Francia de los que muchos fuimos testigo), no ceda a la tentación de dejar el agua correr, bien por comodidad, bien porque interprete el probable silencio del pequeño como una prueba de que no ha entendido nada. Esto último es posible, pero ¿y si no ha sido así? Si le han causado el mismo impacto que a usted (como poco), pasarlo por alto sería un error. Por ello, los especialistas recomiendan dar el primer paso: aportar una explicación, nos la pida nuestro hijo o no. “Es mejor no ocultar. En el colegio ya se está comentando la escena. Pero eso debemos adelantarnos y dar explicaciones a nuestros vástagos”, señala la psicóloga clínica Victoria Noguerol, especializada en problemas de la infancia.
Así, con los atentados, ocurre como con cualquier problema de violencia, y nuestro mensaje debe cumplir dos funciones: erradicar el miedo y ser veraz. Decir que esas imágenes son de una película no vale. Tampoco contar un cuento. “La idea que hay que transmitir es que la mayoría de los eventos que existen en nuestra vida cotidiana no son traumáticos, la mayoría de las personas de las que nos rodeamos son normales y saludables, pero hay un porcentaje mínimo de individuos y circunstancias que se salen de esa normalidad y causan unos niveles de sufrimiento altísimos. Explicar que es un hecho puntual, que es la primera vez que sucede, ayuda. También dar una información que el niño pueda procesar”, dice la experta. Contarles la verdad les ayudará a estructurar la realidad y fortalecer su personalidad, y limitará su tendencia a agrandar y personalizar los problemas. "De lo contrario, su cerebro empieza a elucubrar y eso da lugar a distorsiones cognitivas”, añade.
La idea que hay que transmitir es que la mayoría de las personas que nos rodean son normales, pero hay un porcentaje mínimo que causan unos niveles de sufrimiento altísimos" (Victoria Noguerol, psicóloga)
La psicóloga pone como ejemplo los atentados de las Torres Gemelas, de 2001. “Todos los niños vieron esas imágenes. Pero los que tuvieron la suerte de tener a unos adultos al lado que les daban una explicación de lo sucedido podían procesar la experiencia de una forma más razonable y controlada que los que no recibieron ninguna aclaración”, apunta.
Está bien, además, compartir emociones con nuestros hijos. Si las noticias de un atentado nos han puesto tristes o nos han sobrecogido, podemos comunicárselo a la prole, según cuenta Victoria Noguerol. “Porque eso les da seguridad. Así ven que no son los únicos en sentirse mal: 'mi papá, que está viendo la tele, también se ha sentido triste con el episodio'. Pero, siempre, añadiendo una respuesta de calma”.
Evidentemente, hay que utilizar un lenguaje acorde con su edad. No es lo mismo contarle un atentado a un niño de 12 años que a otro de cuatro (en los más pequeños, según los expertos, el impacto de estas escenas puede ser mayor). Tampoco hay que recrearse en las explicaciones: “En el momento en que los niños reciben la mínima información que les tranquilice, que satisface su curiosidad, dejan de demandar más. Ya es suficiente”, añade Noguerol.
Errores que provocan estrés
¿Y qué ocurre si lo comunicamos mal o no lo hacemos? “Se puede generar sintomatología de estrés postraumático. El miedo tiene la capacidad de desembocar en trastornos del sueño, pesadillas, pensamientos recurrentes, flashbacks y trastornos de ansiedad en general”, responde. Esté atento a dolores de cabeza y estómago, posibles síntomas de un cuadro de ansiedad. Para evitarlos, ayude al pequeño al desahogo. “Una respuesta frecuente y desafortunada de los adultos es: ‘Ya pasó’. No es lo que el niño necesita”, afirma Nogales. “Lo que precisa es descargar el impacto, hablando de ello, y si tiene al lado a unos adultos que le están dando una información ajustada, realista y no impactante, mejor aún”.
Un estudio de neuropsiquiatría realizado entre niños de 94 escuelas públicas de Nueva York en 2002, un año después de los atentados del 11-S, reveló que el 26% mostraba al menos un problema de salud mental. Un 15% se quejó de agorafobia, el 12,3% padecía angustia cuando se separaba de sus padres, el 10,5% reunió los criterios del TEPT (trastorno por estrés postraumático), el 9,3% experimentó ataques de pánico y el 8,4% mostró síntomas de depresión mayor. Otra investigación de la Academia de Medicina de Nueva York, en 2003, subrayó que el 18% de los niños de Nueva York tenía estrés postraumático grave o muy grave después del 11 de septiembre. Entre las causas, se incluían haber visto imágenes explícitas de los atentados o el llanto desconsolado de sus padres.

Por último, es crucial evitar que los niños se formen una idea equivocada respecto a “buenos” y “malos”, identificando a unos y a otros con diferentes etnias, rasgos físicos o creencias. Hay que recalcar que los “malos” son una minoría, pero también que esa minoría no tiene nada que ver con una etnia o religión. Recuerde: confianza en el hogar, veracidad en la información, brevedad, sentimientos sinceros pero calmos y el matiz de la excepcionalidad y la justicia. Sus hijos lo agradecerán.

La influencia de los entornos

PSICOLOGÍA


Las personas y las cosas que nos rodean provocan un efecto en nuestro bienestar.
Saber modificar un contexto nocivo es una buena opción para vivir mejor.

RAIMÓN SAMSÓ | El País | 09/01/2015                                   

Todos ejercemos una influencia en nuestro entorno más cercano. Pero es una relación bidireccional, de doble influencia. Por lo común, las personas apelan a su fuerza de voluntad para rendir más. Pero el ambiente es como una palanca en la que podemos trabajar para conseguir más resultados con menos esfuerzo.
Los contextos en los que nos movemos pueden ser unos grandes aliados o unos grandes enemigos. Veamos qué son, cómo afectan y cuáles son los mejores para reforzarnos en lo personal y en lo profesional. Se pueden agrupar en tres categorías:
Materiales. Los lugares donde se vive y se trabaja, el barrio y el vecindario, la tecnología, el automóvil o el ajuar doméstico.
Personales. La familia, la pareja, los amigos, los compañeros de trabajo, los conocidos, el contacto en las redes sociales, los horarios y los hábitos.
Mentales. Las creencias, los paradigmas, la formación e información, la religión o los condicionamientos.
Hay esencialmente dos cosas que te harán sabio: los libros que lees y la gente que conoces”. Jack Canfield
Todas estas circunstancias pueden jugar a favor o en contra de uno, ser un motor que propulse nuestra vida o un ancla que la hunda. Un entorno colabora o compite. Inspira o deprime. Nutre o envenena. Obviamente también existen entornos neutros, pero por esa misma razón hay que evitarlos tanto como los que nos perjudican. No es posible prescindir de los ambientes, pero sí elegirlos cuidadosamente teniendo en cuenta sus efectos.
Los entornos materiales y personales son visibles y evidentes, aunque tal vez no sus efectos. Todo influye en todo y nadie puede aislarse del contexto inmediato sin recibir de él su influencia.
Delegar en el entorno significa no tratar de hacerlo todo por uno mismo, sino aprovechar las influencias positivas externas para reforzarse.
El lugar donde una persona vive ejerce una influencia enorme en ella: le da energía o se la quita. Seguramente un pequeño piso ordenado, decorado de manera minimalista y con luz abundante es suficiente para nutrir a quien vive en él.
Tener menos cosas significa contar con más espacio y más claridad mental. La luz y el orden ejercen una influencia en la mente. Deshacerse de objetos que no se usan es una prioridad, y cambiar de vez en cuando la disposición de los muebles en casa es un divertimento muy motivador.
La luz y las vistas desde las ventanas son tanto o más importantes que la vivienda en sí o su superficie. Elegir el entorno donde uno va a pasar su vida cuenta mucho, pero, por desgracia, cuando las personas compran o alquilan un piso se fijan en los metros, el precio o los servicios antes que en la tranquilidad, la luz y las vistas.
El lugar donde se trabaja y en el que se pasan tantas horas al día también es importante. Influye en el rendimiento del trabajo y en la felicidad de las personas. Muchas veces uno carece de la capacidad de cambiarlo, pues las oficinas o instalaciones son las que son. Pero a menudo podemos influir en mejorarlas de alguna manera. Como en el caso anterior del piso, muchas veces nos equivocamos al valorar más el sueldo, las vacaciones, los ascensos o la cercanía que el entorno de trabajo en sí.
Las personas más beneficiosas en el entorno personal son aquellas que sonríen, no se quejan, no se sienten víctimas de nada, están automotivadas, son positivas, se esfuerzan, viven en la coherencia, inspiran paz y bondad, aprenden y se forman. En definitiva, las que tienen una mentalidad ganadora.
Muchas veces, las personas que no hemos elegido, pero que forman parte de nuestros círcu­los (familia política, compañeros de trabajo o vecinos), parecen una imposición imposible de eludir. Tal vez no podamos decidir si forman parte de nuestra vida, pero sí tenemos la capacidad de minimizar su efecto.
Cada amigo o conocido deja un poso, una influencia mayor o menor. De hecho, acabamos pareciéndonos mucho a las personas que más tratamos. Deberíamos preguntarnos: “¿Quién me está influyendo más?”.
A veces conservamos la amistad de algunas personas solo porque en el pasado fuimos amigos. Pero la gente cambia con los años, y es lógico que las amistades también cambien. No se trata de no quererlos, sino de no frecuentarlos tanto y a la vez hacer espacio para compañías diferentes. Cambiar de entorno personal siempre conlleva variaciones individuales y profesionales. Si buscamos modificar nuestra vida, será necesario un cambio de amistades o, como mínimo, un ajuste de los círculos sociales.
El gran peligro de estar alrededor de gente no excelente es que empiezas a volverte como ellos sin siquiera darte cuenta”. Robin Sharma
No tener esto en cuenta puede traer consecuencias desagradables a largo plazo. ¿No es extraño que descuidemos con quién entramos en contacto y, sin embargo, para nuestros hijos e hijas exijamos colegios y amistades beneficiosos?
Todos somos conscientes del gran valor que tiene el pensamiento en la vida. Es nuestro “cuadro de mandos”, y siendo tan conscientes de esa importancia parece mentira que lo tengamos tan descuidado y tan poco “afilado”. Mucha gente vigila escrupulosamente lo que come cada día: calorías, nutrientes, calidad y cantidad. Cuidan su cuerpo, pero descuidan el alimento de su mente. ¿No es una incoherencia?
Deberíamos cuestionar el “material” que permitimos que entre en contacto con nuestra mente, como publicidad, noticias, ideas, creencias, informaciones… Todo eso puede alimentar o envenenar la mente. O la expande, o la contrae.
Hay mucho que podemos hacer para nutrir el pensamiento: lecturas inspiradoras, meditar unos minutos al día, relajar la mente en el silencio cada jornada, aprender cada día algo nuevo,  ejercitar la imaginación y la creatividad o incluso elegir un vocabulario y unas expresiones que nos sienten bien mientras rechazamos las que nos perjudican.
La lectura es una de las mejores formas de alimentar la mente. Una hora al día es bastante para que esta se exponga a nuevas ideas y entre en contacto con autores de culturas y mentalidades diferentes. Leer es el gimnasio del espíritu.


lunes, 26 de enero de 2015

Mi madre está en paro y yo no puedo ayudarla

PSICOLOGÍA
Familias relatan problemas de depresión y ansiedad en niños que viven en hogares diezmados por la crisis Los psicólogos critican una atención pública insuficiente

CARMEN PÉREZ-LANZAC Madrid | El País | 05/01/2015                                                        

Luis Miguel Sanz era directivo de una empresa de maquinaria de frío industrial. Su hijo le veía salir de casa en corbata. Un día Sanz se quedó en paro, dejó de poder pagar su hipoteca, pasó a estar siempre preocupado. Emprendió una huelga de hambre para reclamar la dación en pago y pedir que le perdonaran la deuda pendiente, 100.000 euros. Por aquellas fechas a su hijo mayor, de 10 años, le cambiaba el carácter. De alegre y responsable se volvía taciturno y rebelde. Sanz decidió denunciar en los medios al banco y eso empeoró el estado del menor. El colegio, en Guadalajara, alertaba de que había bajado mucho su nivel de estudios. El niño perdió la autoestima, empezó a preguntar si se iban a quedar en la calle, a llorar sin motivo. Tardarían aún en descubrir que además estaba sufriendo bullying (acoso) por parte de sus compañeros. Le rodeaban y, mientras le pegaban, le preguntaban: “¿Ahora eres pobre? ¿Te veremos buscando en la basura?”.
Casi no hay programas de ayuda a los pequeños”, denuncia un experto
Muchos menores están dando señales de que la preocupación que se respira en sus casas les ha afectado. El pediatra Jesús García, del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, explica cómo lo exteriorizan: “Sufren ansiedad, crisis de angustia, excitación, trastornos emocionales, o de pronto dejan de aceptar los límites, se vuelven más rebeldes... Los adolescentes pueden llegar a menospreciar la vida propia o ajena, tener más inclinación por adicciones o desarrollar sexualidades precoces”, dice. “Perder el soporte de unos padres destrozados provoca inseguridad y temor”.
En España ha crecido el número de menores bajo el umbral de la pobreza, denuncia Unicef, que los cifra en 2,3 millones. A pesar de este aumento, el número de ayudas (gasto en servicios sociales, becas comedor...) destinadas a menores han caído casi un 15% desde 2010 (6.370 millones), año hasta el que se había mantenido una tendencia alcista.
“La madre de Nacho tiene mucho estrés y él siente culpa”, dice una terapeuta
No hay datos de cuántos menores están deprimidos por los problemas económicos de sus padres. La Sociedad de Psiquiatría Infantil aporta estimaciones de menores deprimidos en general: 1,1% hasta los 6 años, entre 1,8% y 2,3% desde los 6 a los 14 y entre 4% y 5% en adolescentes. Algunas entidades dedicadas al tratamiento de menores con problemas afirman que tienen más demanda, como laFederación catalana de Entidades de Atención y de Educación a la Infancia y Adolescencia (Fedaia). En julio denunciaron el aumento de problemas de salud en los menores cuyas familias sufren problemas económicos. Marta García, de la junta directiva, dice que España debería incrementar la inversión en políticas sociales dirigidas al menor, que es el 1,4% del PIB, por debajo de la media de la UE: el 2,1%.
El pediatra Jesús García explica que lo habitual es remitir a los menores que dan muestras de depresión al psicólogo y, si no mejoran, al psiquiatra. Guillermo Fouce, presidente de Psicólogos Sin Fronteras, afirma que el sistema público tarda unos cuatro meses en atender a los afectados y que, una vez aceptados, las visitas tienen lugar una vez al mes en los casos más graves y cada tres meses en el resto. “Una atención seria debe tener asiduidad semanal”, afirma. Por otro lado, muchas familias, precisamente por sus problemas económicos, no pueden recurrir a la red privada. “Pagar las visitas cuesta y se espacian demasiado”, afirma la psicóloga Silvia Álava. “No tenemos casi programas de ayuda a los menores”, dice la psicóloga Lila Parrondo. “Los chavales que peor lo están pasando lo tienen complicado. La mayor parte de la atención que reciben es por parte de colegas que no cobran”.
Un día el menor le dijo a sus padres que creía que era mejor no vivir
María, 51 años, tiene dos mellizos de 14. Vive en Carabanchel (Madrid). Trabajaba de secretaria de dirección, pero se quedó sin empleo en febrero de 2012. “Tengo el carácter agriado”. Uno de sus dos mellizos, Nacho, le preocupa mucho. Ella querría que estudiara más. Él se siente culpable porque no puede concentrarse. “Este año me he cambiado de colegio para ver si cambia mi actitud porque no hacía nada”, dice el menor. “Mi madre se preocupa, pero no doy resultados. Cuando la veo triste por el paro, me pongo triste yo también. No puedo ayudarle”. La quinesióloga María Docavo le atiende gratuitamente, aunque le ve con asiduidad variable. “Su madre tiene mucho estrés y él sentimiento de culpa”, dice. “La reacción instintiva es ponerse en situación de ataque, huida o parálisis. En los niños se ve claro, pero los adultos no entienden y los culpan. Eso no ayuda”.
La Plataforma de Afectados por la Hipoteca, ante la ausencia de datos públicos cualitativos, ha puesto en marcha una encuesta a familias perjudicadas. Hace dos semanas publicaron un avance de ese sondeo en Cataluña con 1.200 familias. Según sus datos, el 10% de los niños y el 7% de las niñas están “casi siempre” tristes.
El menor que sufrió bullying pasó siete meses en el psicólogo (público), pero nada cambió. Un día le dijo a sus padres que creía que era mejor no vivir. Lo derivaron al psiquiatra. Lleva un año y medio medicado. “De momento nos dice el psiquiatra que no le puede quitar la medicación”. Su padre consiguió la dación en pago y el perdón de la deuda. Actualmente viven en un chalé que han ocupado y el temor a que les echen de casa sigue presente.

Nota.- El artículo acababa nombrando a la ONG "Psicólogos sin Fronteras" que atienden a familias sin recursos económicos.

sábado, 24 de enero de 2015

La salud mental en el día de hoy, un libro para afrontar las dificultades.


El doctor Javier Cabanyes explica el por qué del aumento de los trastornos de personalidad, además de los problemas de ansiedad y depresión actuales
Neurología | La Vanguardia | 23/09/2012

Redacción Vivirmejor.com.- La época de crisis en la que estamos viviendo ha agudizado la aparición de trastornos de personalidad. El doctor Javier Cabanyes, neurólogo de la Clínica Universidad de Navarra y autor del libro “La salud mental en el día de hoy” de la editorial EUNSA, comenta el por qué del aumento de estos casos y los problemas de ansiedad y depresión que a tantas personas afectan.

Una sociedad enferma
El doctor Cabanyes afirma que la nuestra es una sociedad enferma. Su dinámica se ha desestabilizado con la serie de problemas que la acucian, y eso está influyendo mucho en el hecho de que muchas personas pierdan la razón de su día a día. Por eso cada vez se dan más casos de personas que entran en este bucle de negatividad y acaban viéndose apoderados por el vértigo.

¿Nos ocurre a todos?
No todas las personas reaccionan igual ante una misma situación. Hay individuos que tienden a ver el vaso medio lleno mientras que otros lo ven medio vacío. Esto es así porque nuestra concepción de la realidad viene marcada por unos factores educativos, de experiencias, de nuestro entorno, pero también de la estructura de funcionamiento del sistema nervioso. Además, no es lo mismo estar solo ante una adversidad que afrontarlo con una coyuntura que nos apoye. Evidentemente, la perspectiva es diferente.

Situaciones negativas y niños
Los niños viven la crisis económica desde un punto de vista infantil, lo que no quiere decir que no perciban el clima de preocupación, precariedad o falta de recursos que muchas familias están viviendo. El doctor Cabanyes incide en la importancia de los mensajes que se manden desde el entorno familiar, que es lo que ayuda a encontrar explicación a un entorno difícil de entender. La familia debe ser capaz de transmitir mensajes positivos aunque la situación sea preocupante. Por eso hay que hacerles entender que la vida también tiene situaciones difíciles y que hay que saber adaptarse a ellas. Además, hay que enseñarles a cultivar la amistad, las actitudes solidarias y apoyarse unos a otros.


La información proporcionada ha sido planteada para apoyar, no reemplazar, la relación directa que existe los pacientes/visitantes de este sitio web y su médico. Si tiene problemas de salud, consulte a su médico


martes, 20 de enero de 2015

Entrenar el cerebro

Salud mental

Ejercitar la mente y ofrecerle cosas nuevas es fundamental para mantener nuestras neuronas en buena forma
La Nueva España  | 08/09/2014

EP / Madrid La novedad es imprescindible a la hora de ejercitar la mente y para que este entrenamiento tenga resultados en la vida real según el experto en neurociencia Álvaro Fernández.
"Quien sólo haga crucigramas, debería probar con otras técnicas, como por ejemplo, recurrir a la meditación o jugar a videojuegos. Debe haber un componente novedoso para que el cross-training cerebral sea exitoso, no se puede hacer siempre el mismo tipo de actividad de manera rutinaria", afirma el experto.
En el encuentro 'Neuroscience meets gaming' que se ha celebrado en Londres y al que han asistido responsables de la BBC, Google, Microsoft, Amazon, Imperial College, City University London, World Economic Forum, Brain Charity, Elsevier, Pearson o McMillan Digital Education, el experto ha defendido que el 'cross-training' cerebral o entrenamiento cruzado es la mejor manera para mejorar la mente ya que éste debe incidir en los circuitos neuronales identificados como relevantes.
Según Fernández, se debe centrarse en la atención ejecutiva, la memoria de trabajo, la velocidad de procesamiento o la regulación emocional.
Esta técnica se debe adaptar en función de las necesidades de cada uno, teniendo en cuenta qué es lo que se quiere mejorar, pues el entrenamiento será diferente cuando se trate, por ejemplo, de mejorar la capacidad de conducción o de regular el estrés y las emociones.
Por último, para mejorar la mente, el ejercicio del cerebro debe ser diario. Por ello el experto recomienda una dosis mínima de 15 horas de entrenamiento por función cerebral específica, realizada durante ocho semanas. Además, Fernández afirma que "se requiere práctica continua para obtener beneficios continuos".



El limbo asistencial de los enfermos mentales que se niegan a medicarse.

El incidente del Zoo de Barcelona reabre el debate sobre el límite de la Administración

JESSICA MOUZO QUINTÁNS Barcelona | El País | 15/12/2014                                                                                      
El hombre que la semana pasada se lanzó a los leones del zoo de BarcelonaJusto José M.P. (Jujo), había sido diagnosticado hace un tiempo con un trastorno bipolar, una enfermedad mental grave que afecta al estado de ánimo salteando episodios de depresión y apatía con picos de exaltación y euforia. Él mismo reconocía lo que en su pueblo, Gelida (Alt Penedès), era vox populi: se negaba a tratarse y rechazaba cualquier tipo de ayuda porque, entre otras cosas, no reconocía su enfermedad. En el Ayuntamiento admitieron que, tras rechazar su ayuda, no tenían más “mecanismos ni potestad para decidir sobre él”.
El desamparo en el que cayó Jujo reabre el debate sobre los límites éticos y legales de los actores sanitarios y sociales a la hora de tratar a enfermos mentales que se niegan a medicarse y la eficacia de la red de apoyo que se articula a su alrededor. En juego, la eterna pugna de derechos fundamentales como la autonomía del paciente, frente a criterios clínicos que certifican la necesidad de una intervención forzosa.
El estigma de la enfermedad mental es la clave del rechazo a tratarse
El departamento de Salud calcula que una cuarta parte de la población catalana de más de 18 años presentará un trastorno mental a lo largo de su vida. Pero no todos entrarán dentro del circuito de atención a las personas que padecen algún trastorno psiquiátrico. Los expertos consultados aseguran que muchos enfermos, comoJujo, niegan su dolencia y rechazan medicarse. “El gran problema es que el paciente no tenga conciencia de su enfermedad porque dificultará su adherencia al tratamiento”, explica Cristina Molina, directora del Plan de Salud Mental y Adicciones del Departamento de Salud. El estigma es la clave de esta negativa. “En nuestro contexto, tener un problema de salud mental es horrible porque están muy estigmatizados. No quieren recibir ayuda porque no quieren asumirlo”, apunta Enric Arqués, presidente del Fórum Salut Mental.
Con la dolencia mental sin ser reconocida por el paciente —o incluso sin ni siquiera ser diagnosticada—, los profesionales sanitarios y de asistencia social poco pueden hacer más que convencer al enfermo para que trate su trastorno. Por encima de todo, la legislación prima la libertad de decisión y la autonomía del paciente.
El debate es entre los derechos, como la autonomía, y el criterio clínico
Lo único que regula la normativa vigente es que, en caso de que un enfermo sufra una descompensación importante de su estado de salud donde incluso se tema por su integridad o la de un tercero, el psiquiatra pueda hacer un ingreso involuntario: en cuanto el paciente entre por la puerta de urgencias, el psiquiatra podrá retenerlo en el hospital hasta 24 horas. Transcurrido ese tiempo, el facultativo ha de solicitar una autorización al juez para mantenerlo ingresado, porque es una privación de libertad. “Es fundamental mantener los derechos de la persona, pero la única manera que tenemos para atenderlos y tratarlos es pedirle al juez que le quite esta libertad en perjuicio de su salud”, apunta el presidente de la Sociedad Catalana de Psiquiatria, Jordi Blanch. El alta siempre queda a criterio médico, a no ser que el enfermo haya cometido algún delito: entonces también interviene la autoridad judicial.
La otra alternativa, más radical, es iniciar un proceso de incapacitación para privar a la persona de decidir sobre sí misma. Ha de ser un familiar directo (marido, padres, hijos o hermanos) o el Ministerio Fiscal (una persona ajena al enfermo también puede comunicarlo a la fiscalía) quien solicite la incapacitación del paciente. Con todo, ésta es una medida restrictiva para casos especialmente graves. “El derecho no lo soluciona todo. Antes de esto hay que darles más servicios a los enfermos, ayudarlos en lo que no puedan, pero no privarlos de decidir sobre sí mismos en cuanto se detecta un problema”, apunta la magistrada Silvia Ventura, titular del Juzgado de Primera Instancia número 40 de capacidad y estado civil de Barcelona.
Vuelve a estar sobre la mesa legislar el tratamiento ambulatorio involuntario (TAI)
El sector de salud mental también ha vuelto a poner sobre la mesa la posibilidad de legislar el tratamiento ambulatorio involuntario (TAI), es decir, administrar medicación de forma forzosa a los pacientes sin ingresarles. Ni siquiera los propios psiquiatras se ponen de acuerdo. Por un lado, los derechos fundamentales del paciente que no tiene obligación de tratarse si no quiere. Por otro, la falta de mecanismos de los facultativos a la hora de atender a estos enfermos. El cómo se articula este TAI también genera discusión. “Yo creo que sí que se tiene que legislar, pero tienen que estar bien claros los casos y preservar los derechos. Por ejemplo, se puede hacer un contrato con el paciente cuando esté bien. Que firme el consentimiento para que podamos medicarlo cuando esté descompensado aunque no quiera; o crear comisiones para que valoren los casos”, opina Blanch.
La jueza Ventura, en cambio, se muestra contraria a esta práctica. “El TAI no está regulado y es una privación de libertad. ¿Quién lo controla? ¿Va a ir un policía a certificar que tomas la medicación?”, cuestiona. La magistrada aboga por tirar de la red de apoyo y asistencia. “También existen las alianzas terapéuticas, llegar a un acuerdo entre el médico y el paciente, pero si el enfermo no te hace caso, tienes que hacerlo reflexionar”, apostilla. El departamento de Salud también está al tanto de falta de acuerdo. “Estamos a la expectativa del debate, nos preocupa cómo se articulará”, señala Molina.
Si la gente no quiere ayuda, habría que ver por qué y revisar las ayudas, dice un experto
Los actores sociales también lo discuten. “No es razonable privar de libertad a una persona como en un Estado franquista. El TAI creemos que no funciona. Si la gente no quiere ayuda, habría que ver por qué y revisar las ayudas. A veces no quieren medicarse por los efectos secundarios, desde engordar hasta disfunción sexual, y esto tiene un influencia muy grande”, agrega Arqués.
Tampoco desde el punto de vista de la bioética queda clara la eficiencia del TAI. “Tiene que ser una situación muy límite y con argumentos de peso para que, desde la bioética, se acepte obligar a alguien a medicarse contra su voluntad”, añade Lidia Buisán, médico e investigadora del Observatorio de Bioética y Derecho de la UB. “Favorecería que estuviese reglado para facilitar el bienestar de la persona y su entorno; pero choca con la autonomía ¿quién conserva las capacitaciones y quién no?”, cuestiona Adam Benages, del grupo de trabajo de salud mental del Colegio de Trabajadores Sociales de Cataluña.
Las visitas a salud mental han aumentado, pero los recursos son los mismos, dicen las entidades
Los expertos coinciden en que, pese a tener una red asistencial bien definida, faltan recursos para implementar el colchón de apoyo a enfermos y familiares. “Tendría que haber un sistema de protección social para evitar que se hagan daño, pero integrados en la sociedad. Si los pacientes están diagnosticados tiene que haber un seguimiento y un apoyo institucional”, apunta Buisán. “Apoyo, recursos de seguimiento y legislación más clara”, continua Blanch.
A pesar de que las visitas a salud mental han aumentado, critican las entidades del sector, los recursos continúan siendo los mismos. “No invertimos suficiente en campañas antiestigma y la red de apoyo social y de acceso al tratamiento no está al nivel que debería estar”, manifiesta Arqués. El Fórum Salut Mental aboga por adaptar y flexibilizar las redes para que también accedan los enfermos con más reticencias. “Tienen poco soporte social. Nuestro gran problema es que no hay servicios: se reducen plazas públicas, las camas de agudos escasean…”, concluye la juez Ventura.
Los expertos insisten en que hay que abordar el problema para evitar otra situación de desamparo como la de Jujo. “No nos podemos permitir que una persona se tire a los leones. Es una desprotección total: hay que encontrar mecanismos para que la gente no se dañe preservando sus derechos”, sentencia Buisán.

martes, 13 de enero de 2015

El paciente en tropel

La acrecentada pasión por los fármacos viene a ser la asíntota del progreso en los países desarrollados

 VICENTE VERDÚMadrid | El País | 28/09/2014
                                                                                        
El acto médico encierra —por sí mismo— un efecto muy perverso desde el punto de vista económico: en este caso la oferta y la demanda se hallan en las mismas manos. El doctor ofrece sus servicios al paciente, pero para ello demanda análisis, tacs, cultivos, radiografías, endoscopias, colonoscopias, etcétera, ofrece salud y la demanda simultáneamente a través de las pruebas. Cuanto más competente pretende ser el médico más tiende a arruinar el sistema sanitario. Cuánto más se empeña en curar más cuestiona el funcionamiento del modelo que sin solución tiende a empeñarse interminablemente.
Pero hay más. Esta perversión sanitaria no acabará por entero en sí misma, sino que llega a empeorar gravemente con el acendrado trabajo de las compañías farmacéuticas que en su vivo propósito por aumentar la clientela resaltan enfermedades nuevas con la colaboración voluntaria o no de las publicaciones y estudios especializados. De este modo, fatalmente, el orden farmacéutico pasa a ser un creador de desorden. Desorden farmacológico en el consumo de la población porque a más número de enfermos, reales o imaginarios, mayores beneficios para la cadena de laboratorios y las farmacias. ¿Cómo no esperar pues que, con el tiempo, la totalidad de la población se convierta en sick victims?
Ciertamente, esta acrecentada pasión viene a ser la asíntota del progreso en los países desarrollados. El crecimiento del gasto en sanidad se enarbola como índice del bienestar social. Pero, efectivamente, la medicina perversa también crea su malestar e incluso su crimen. Lesiona, pervierte y puede empeorar al individuo.
De hecho, casi todos los habitantes occidentales ya nos relacionamos cotidianamente en cuanto enfermos. Enfermos de algo o sospechosos de diagnósticos adversos. El famoso DSM, libro donde se describen todas las enfermedades psiquiátricas conocidas, no deja de aumentar sus páginas en nuevas ediciones.
Se puede estar loco de amor o loco de remate. Pero eso era antes: ahora se es sujeto de tratamiento psiquiátrico casi por cualquier cosa. Se trata con psicótropos el hambre, la gula, el duelo o la tristeza, la pena de un fracaso, la excitación del éxito, el tedio o el temor a la muerte.
Muy significativamente, ha crecido hasta porcentajes superiores al 30% el llamado déficit de atención atribuido a los escolares. ¿Déficit de atención? ¿Hiperactividad? Realmente si estos niños concentraran la atención en un asunto en vez de desparramarla o fueran menos activos no podrían vivir en el mundo disperso y poblado de estimulaciones que existe. Se les llama enfermos pero, en realidad, son actuales.
Sin duda, característico de la época es perseguir ansiosamente la salud a la manera de los mendigos que han de buscarse de una u otra forma, exasperadamente, la supervivencia. La dietética o la gimnasia, el pilates y los balnearios, los vegetales o los minerales, todo forma parte de un envolvente y complejo universo terapéutico. De hecho, pasará por irresponsable aquel que no se está procurando algún remedio apropiado, preventivo o no, para salvarse de las mil patologías que nos acechan.
El mundo, por fin, es radicalmente inmundo, y nosotros sus condenados internos. Todos, pacientes en cuanto seres vivos que denodadamente han de sortear la muerte que bulle incluso entre las flores.
Porque todos los demás, los descuidados o indolentes, van dejando de formar parte de la consciencia moderna. ¿El malestar en la cultura? Esta es la cultura del malestar a todo trance y la gran ocasión para entregarnos concienzudamente a ser cultos cuidándonos. ¿Hasta dónde? Hasta que un accidente fatal, en absoluto previsible, venga a ensañarse con nosotros. Pero entonces, incluso, como sucede con la aparición de un cáncer, nos caerá encima la responsabilidad de luchar sin desmayo contra el Mal para (¿indefinidamente?) salvarnos.



Hay que tratar la adicción en centros médicos, no en la cárcel.

DROGAS

Nora Volkow reivindica tratar la adicción a las drogas como una enfermedad mental
El 70% de los adictos tienen diagnosticado algún tipo de trastorno psiquiátrico

DANIEL MEDIAVILLA | El País | 28/09/2014
  
Como en muchas películas de Hollywood, Nora Volkow vivió un suceso traumático que puede servir para explicar su celo en la lucha contra la adicción a las drogas. Una intoxicación por alcohol en una fiesta mató a una sobrina suya de solo 21 años. No es el único rasgo novelesco de la directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos (NIDA, de sus siglas en inglés). Nacida en México D.F., creció en la casa donde matarón a León Trotsky. El revolucionario que dirigió el ejército rojo durante la revolución soviética era su bisabuelo.
La semana pasada, Volkow visitó Madrid con motivo del décimo aniversario del único centro de patología dual de la capital española, en la Clínica Nuestra Señora de la Paz. Este centro tiene un objetivo por el que ha luchado la investigadora mexicana desde hace mucho tiempo: tratar la adicción como otra variante de la enfermedad mental. Algunos estudios han mostrado que hasta el 70% de las personas con problemas de adicción tienen diagnosticado algún tipo de trastorno psiquiátrico, pero hasta ahora el abuso de drogas se solía considerar una mala decisión fruto de un defecto del carácter.
“Es importante que cuando hablemos de adicciones hablemos de una enfermedad mental y cerebral y no de un fallo del carácter”, afirma Néstor Szerman, presidente de la Sociedad Española de Patología Dual. Las investigaciones de Volkow han sido importantes para ayudar a comprender mejor los mecanismos cerebrales implicados en la adicción y poco a poco ir liberándola de los estigmas que siempre la han acompañado.
El papel de la dopamina
La científica ha podido observar la relación entre muchos comportamientos adictivos como el relacionado con el uso de droga o el juego y la regulación de la dopamina en el cuerpo. De este neurotransmisor, relacionado con la motivación y el placer, depende en buena medida cómo aprendemos, nuestra ambición o incluso el enamoramiento. Las sustancias adictivas suelen elevar los niveles de dopamina en el cerebro a través de diferentes mecanismos. Las anfetaminas hacen que las células la liberen, la cocaína impide que se vuelva a absorber y mantiene sus niveles elevados y el alcohol o los narcóticos como la heroína suprimen las células nerviosas que impiden su producción. Una persona con los sistemas que regulan la dopamina más sensibles será más propenso a caer víctima de una adicción.
Además de mencionar las bases químicas que pueden predisponer a engancharse a las drogas, la investigadora mexicana también habló de la importancia de comprender cómo funciona la estructura del cerebro. “Al principio se pensaba que se podían localizar diferentes patologías en distintas zonas del cerebro”, apunta Volkow. Sin embargo, las últimas tecnologías para analizar el funcionamiento del cerebro en tiempo real ha permitido observar que “no funciona así, sino que es una red dinámica, que está cambiando continuamente y en la que distintas áreas se asocian entre sí dependiendo del tipo de proceso”, añade la directora del NIDA. Observando esos cambios, también ha podido ver relaciones entre el funcionamiento del cerebro en personas adictas y pacientes de otras enfermedades psiquiátricas. “La pérdida de funcionamiento de áreas del cerebro relacionadas con el control frente a las adicciones está también relacionada con la incapacidad para controlar pensamientos negativos”, añade.
Estigmatización de los adictos
El trabajo científico de Volkow y su labor política ha tenido una gran relevancia en el cambio de mentalidad sobre quienes son los drogadictos. “Tenemos que reconocer la adicción como un problema médico que se trate en centros médicos y no en centros penales”, asevera Volkow. En su camino, se ha encontrado con obstáculos llamativos. “La estigmatización de los pacientes adictos es buena para los seguros médicos, que tratan de no pagar los tratamientos de desintoxicación al no considerarlos enfermos”, cuenta la científica mexicana.
Como en todas las enfermedades, frente a la drogadicción es esencial la prevención, que, en este caso particular, tendría una efectividad total. “Tenemos alguna idea, pero no sabemos con precisión qué podemos hacer para prevenir el alzhéimer”, explica Volkow. “Pero sí sabemos cómo evitar una adicción, porque si una persona no consume drogas nunca va a tener ese problema”, plantea.

En opinión de Szerman, una de las posibilidades de mejorar la prevención frente a las drogas consistiría en centrarse en personas más propensas, como los hijos de personas con enfermedades mentales. “La inmensa mayoría usa drogas y no le pasa nada, pero hay que identificar a las personas en riesgo”, señala. Una de las herramientas para hacerlo puede ser la genética. Hay ciertos genes que determinan la vulnerabilidad a las drogas y, en algunos casos, también a la enfermedad mental. Es el caso del gen alfa-5, que hace más propenso al tabaquismo y también está relacionado con la depresión. Esta relación explica además los efectos beneficiosos de la nicotina en depresivos y la tendencia de muchas personas con el problema a engancharse al tabaco por sus efectos beneficiosos sobre el estado de ánimo.