miércoles, 29 de junio de 2016

Psiquiatras alertan de que no tratar la depresión puede conducir al suicidio

  LA VANGUARDIA EFE | Barcelona | 21/06/2016

Un médico del Hospital Sant Pau apunta que en 2030 esta patología será “la primera causa de discapacidad a nivel mundial”. - La depresión va a más (GYI)
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La asociación Después del Suicidio-Asociación de Supervivientes (DSAS) ha presentado hoy un cortometraje en el que psiquiatras alertan de que no tratar una depresión puede conducir a consumar un suicidio. El vídeo se ha presentado en el Hospital Sant Pau de Barcelona y está disponible en YouTube bajo el título La música le da color a la vida.
El psiquiatra del Hospital Sant Pau Francisco Javier de Diego ha advertido en rueda de prensa que en 2030 la depresión "será la primera causa de discapacidad a nivel mundial". Actualmente, la depresión ya es la "primera causa de pérdida de años de vida en los países desarrollados", ha destacado el médico. Sufrir depresión reduce hasta siete años de vida en las mujeres, mientras que la cifra para los hombres asciende hasta los 10 años.
Según los datos facilitados por el mismo médico, en España se suicidan anualmente casi 4.000 personas y solo en Catalunya se registran cada año 500 casos de suicidios consumados, lo que significa más muertos que por accidentes de tráfico.
Detrás del 60% de las muertes por suicidio hay una depresión profunda, ha detallado el también psiquiatra del Hospital Sant Pau Santiago Duran-Sindreu. De Diego ha detallado que uno de cada ocho hombres padecerá una depresión a lo largo de su vida, mientras que en el caso de las mujeres la enfermedad afectará a una de cada cinco.
"Cada suicidio afecta a siete personas cercanas (al fallecido) que pueden desarrollar una depresión", ha destacado De Diego. "Son cifras aterradoras", pero "las personas se recuperan", ha continuado el psiquiatra, para quien lo importante es enviar un mensaje de esperanza a través del vídeo.
El cortometraje recoge impresiones sobre la depresión tanto de experiencias personales como de profesionales de la medicina mental. El hilo conductor del vídeo es la música, pues hace que sus sentimientos fluyan y hablen con naturalidad sobre la depresión.
En opinión de Duran-Sindreu, el corto se ha rodado porque la sociedad no habla de la depresión porque es un tabú, cuando a su juicio es necesario extender la idea de que esta enfermedad se puede tratar.
El director de la cinta ha sido David Hérnandez y para su grabación ha contado con la colaboración de la asociación DSAS y de la Fundación de Asistencia Nacional para la Ayuda al Enfermo de Depresión (ANAED).
Según el cortometraje, en 2015 la depresión fue la tercera causa de discapacidad a nivel mundial y en 2030 será la primera. La muerte por depresión es la segunda causa de defunciones en personas jóvenes, ha detallado la presidenta de DSAS, Cecilia Borràs.
DSAS, fundada en 2012, es la única asociación en España que trata a familiares y amigos que han perdido a un ser querido por un suicidio. Desde su creación ha tratado a 972 personas, a las que prestan ayuda a través de sesiones en las que hablan con personas que han pasado por la misma experiencia, así como con grupos de apoyo de hasta 10 personas, ha explicado Borràs.
La presidenta de la DSAS ha aprovechado la ocasión para pedir a la población que cuide a los enfermos de depresión de la misma forma que cuidaría a una persona con cualquier otra enfermedad.
Para Borràs, las noticias sobre defunciones por suicidio no deberían aparecer en las páginas de sucesos, sino en las de salud y ha explicado que si se diera ese cambio se estaría reflejando la depresión profunda "con normalidad" y sería "como abrir una ventana" para que las personas con depresión se abrieran a su entorno.
En opinión de la presidenta de la DSAS, "es posible evitar el suicidio" y ha recordado que "la depresión no es una actitud, es una enfermedad".

martes, 21 de junio de 2016

La Psicoterapia; Algo parecido a un viaje...

PSICOTERAPIA Y ORIENTACIÓN PSICOLÓGICA  17/06/2016

Imagina que estas pasando una mala época y en ese momento encuentras a una persona que te acompaña con tu sufrimiento y te permite hacer un viaje hacia el interior. Esta persona queda una o dos veces a la semana contigo para tener una charla de casi una hora donde poder compartir todo eso que estás viviendo, pero cuando acaba la hora, tu continuas tu viaje de introspección sin ella, aunque teniéndola muy presente. Esta persona te preguntará, te escuchará, te ayudará a reflexionar pero nunca tomará decisiones por ti. El camino lo tendrás que buscar tu. Tu eres el protagonista de tu viaje y nadie tiene porque ocupar este papel. Esta persona nunca cojera el volante del coche, excepto que vea claramente que vais a tener un accidente. Esta persona, al ser ajena a tu vida podrá escucharte desde diferentes niveles, y podrá contestarte en referencia a estos. Somos personas que transmitimos emociones a los demás, y por lo tanto este compañero de viaje también podrá utilizar sus propias emociones generadas por ti para ayudarte a entender que te está pasando.
En los momentos más oscuros de este viaje podrás apoyarte más en esta persona, en otros enfadarte con ella, pero si continuas viajando con ella, podrás hablar sobre todo esto que está pasando y así hacer un aprendizaje que seguramente te servirá en tus relaciones futuras o presentes.

Habrá momentos en que quizá paséis por países donde no comprendas el idioma, en otros donde haya un conflicto bélico, quizá paséis por un desierto que te produzca mucho cansancio y quieras abandonar el viaje, pero quizá sea el único camino para llegar a las profundidades de ti mismo y poder contactar con la verdadera esencia pudiendo así conseguir esa honestidad personal contigo mismo.

Para hacer este viaje no necesitamos a personas simpáticas, sino empáticas; no necesitamos que nos animen, sino que nos comprendan; no necesitamos que nos aconsejen, sino que nos escuchen; que no nos hagan obtener grandes cosas, sino poder darnos cuenta de todas las que no vemos; que no juzguen por lo que somos, sino que entiendan porque lo somos.

Si crees que viajar te puede ayudar y piensas que este es tu momento, no pierdas más tiempo. Eso sí, escoge bien tu compañía.


Eudald Bonfill Arabia, Psicólogo y Psicoterapeuta. Servicio de atención psicológica en Barcelona.

sábado, 18 de junio de 2016

La veinteañera que está quitando el estigma a las enfermedades mentales

El Diario.es  - HojaDeRouter.com – 15/06/2016

Neha Kinariwalla es la joven creadora de The Humanology Project, una web que pretende terminar con el estigma que pesa sobre las enfermedades mentales y otros trastornos como la epilepsia. Armados con artículos divulgativos e historias personales, esta joven veinteañera y su equipo emplean la educación y la concienciación para enfrentarse a los prejuicios.

Neha fue parte de la lista de 2015 de "los 30 menores de 30" de Forbes
Neha Kinariwalla tiene 23 años, practica artes marciales y estudió en la Universidad de Stony Brook, en Nueva York, los cuatro cursos que son necesarios en Estados Unidos para acceder a la facultad de medicina, a la que planea asistir al año que viene. Tras graduarse en solo tres años, recibió la Gates Cambridge Scholarship, una beca de la  Fundación Bill y Melinda Gates creada para que estudiantes no británicos puedan acudir a la Universidad de Cambridge. Fue la primera alumna de su universidad en conseguirla.
A lo largo de sus años de estudio, Neha le ha dado muchas vueltas a la idea del estigma social. Ya en Stony Brook realizó una investigación titulada 'El estigma social de la epilepsia'. Sin embargo, su trabajo en torno a las reacciones negativas que despiertan algunas enfermedades mentales y neurológicas no terminó ahí, sino que se ha ido expandiendo hasta cristalizar en un proyecto que pretende batallar contra el rechazo y las ideas preconcebidas a las que tienen que enfrentarse las personas con alguna de estos trastornos.
“Siempre he estado interesada en la neurología y empecé a leer artículos sobre el estigma históricamente asociado a la epilepsia. La gente solía pensar que las personas que tenían esta enfermedad estaban poseídas por el demonio. En la Biblia, por ejemplo, Jesús expulsa al demonio de un chico que tiene convulsiones. De esos textos salté a lecturas sobre el estigma de la epilepsia en la actualidad”, explica Neha a  HojaDeRouter.com durante su visita a Madrid para participar en Unleash, un evento de talento joven que se celebró la pasada semana en el Teatro Circo Price.  
Esta veinteañera  continuó con su investigación en el Hospital John Radcliffe de la Universidad de Oxford, centrándose en la percepción de la epilepsia en parejas casadas en las que uno de los miembros tenía la enfermedad. “Allí empecé a pensar en cómo podíamos usar estudios teóricos de una manera práctica para terminar con el estigma asociado no solo a la epilepsia, sino a las enfermedades mentales y a otros trastornos”, rememora. Así, amparada por una beca de WISE —el programa para mujeres en el campo de la ciencia y la tecnología de la Universidad de Stony Brook—, nació The Humanology Project, una iniciativa que pretende terminar con los prejuicios y los miedos que suscitan las enfermedades mentales y otros trastornos neurológicos.
“Queremos desestigmatizar las enfermedades de una forma diferente a la de otras organizaciones que se dedican a ello. Algunas optan por hacer recaudaciones o por organizar una carrera para sensibilizar", explica. "Todas las opciones son buenas, pero nosotros creemos que usar la educación, los medios de comunicación y los estudios que ya se han hecho y que ya están disponibles para cambiar las ideas preconcebidas es una opción muy poderosa”.
De esta manera, partiendo de estudios científicos ya existentes, varios estudiantes menores de 30 años contribuyen redactando artículos sobre las distintas enfermedades. En la web se pueden encontrar textos sobre el autismo e internet, sobre  la dificultad de diagnosticar un trastorno obsesivo compulsivo o sobre cómo las redes sociales están alterando la imagen de las enfermedades mentales, entre otros muchos temas.
Testimonios para acabar con el estigma

La página no solo se nutre de estas investigaciones.  Los testimonios de personas con distintas enfermedades mentales y neurológicas son otro de los puntos principales de este proyecto destinado a la concienciación. El objetivo es que el lector conozca de primera mano lo que supone el descubrimiento, la aceptación y la batalla contra uno de estos trastornos, pero también que aquellos que tienen una enfermedad mental o neurológica y no hablan de ella encuentren un rincón al que dirigirse o en el que verse reflejados.
La primera experiencia que publicaron fue la de una persona con epilepsia. Para Neha fue muy emocionante porque era el primer testimonio y porque, a día de hoy, aún cree que es muy difícil recoger este tipo de historias. “La naturaleza del proyecto es acabar con el estigma, pero el estigma sigue ahí. La gente que comparte sus historias se encuentra en ocasiones en situaciones muy vulnerables y es muy difícil para ellos”, concreta. Sin embargo, cuando reciben estas narraciones se encuentran con casos “conmovedores y poderosos” que animan a otros a explicar su vivencia particular.
Con visitantes de casi todos los países de habla inglesa, el proyecto se va expandiendo poco a poco y fue el causante de que Neha entrara a formar parte dela lista de  los 30 menores de 30 de Forbes en la categoría de Salud. Ella destaca lo que significó para el propio proyecto: “Fue una publicidad genial. Es un honor estar en la lista, pero lo más importante es que contribuyó a darnos visibilidad”. Ahora se plantean traducir la página a otras lenguas para seguir ampliando la comunidad.
Para destacar la importancia de la concienciación, Neha recurre a cifras que obtuvo en la universidad en la que recaló gracias a la Fundación Bill y Melinda Gates. “Un 21% de los estudiantes de Cambridge ha sufrido depresión en algún grado y ha pedido ayuda. Pero hay un 25% adicional que cree que ha podido estar deprimido y que nunca ha buscado tratamiento. Ese es el porcentaje más peligroso y la razón de que haya tantos intentos de suicido. Y el estigma es un componente muy importante de ello”.
Muchas de las historias de la web  se refieren a la depresión y son narradas por estudiantes que tuvieron problemas al comenzar la universidad y que, en muchos casos, pospusieron el contarle a alguien lo que sucedía. Ahora, recuperados o en proceso de restablecerse, animan a otros a que busquen ayuda cuanto antes. Han adoptado una postura más abierta como forma de sumar su pequeña contribución a la lucha contra el estigma.  
“La gente entra en nuestra página y nos dice que realmente significa algo para ellos. Recibimos muchos comentarios así. Cuando ves que emplean parte de su tiempo en decirte que realmente les has ayudado... Para mí eso vale mucho”, afirma Neha.
La joven piensa seguir con el proyecto incluso cuando inicie sus estudios de Medicina. Aún no sabe a qué facultad asistirá, pero está convencida de que seguirá implicada en The Humanology Project y en la lucha para que las enfermedades mentales y las condiciones neurológicas dejen de ser un tabú y una realidad desconocida y cargada de connotaciones negativas para un público general que, en ocasiones, solo necesita información para acercarse con una mirada distinta a estos trastornos.


jueves, 16 de junio de 2016

Las bases neurológicas de la conducta agresiva.


PSICOLOGÍA Y MENTE - NEUROCIENCIAS

¿Qué indicadores neurobiológicos concuerdan con la conducta violenta?

Cada día en los medios de comunicación aparecen casos escandalosos de crímenes, agresiones y violencia desmesurada. Hoy sabemos que el entorno en el cual crece y evoluciona una persona y los mismos sistemas que lo conforman condicionan directamente su desarrollo, pero, y si nos preguntamos ¿qué sucede a nivel neurológico para que una persona desarrolle más conductas agresivas que otra criada y educada en el mismo entorno? En este artículo respondemos a esta pregunta.

El hipotálamo, la testosterona y la serotonina han protagonizado durante años las principales vías de investigación en relación a la agresión, pero a día de hoy diferentes trabajos han mostrado cómo la estimulación ejercida sobre la amígdala activa reacciones emocionales agresivas en el sujeto, así como inhibición de las mismas cuando se actúa sobre la corteza prefrontal.

A nivel ontológico, la maduración de la corteza prefrontal es posterior a la de la amígdala, lo que conlleva a que el individuo adquiera de manera más tardía la debidas competencias para el razonamiento abstracto, para realizar cambios en el foco atencional o incluso para desarrollar la capacidad de inhibición de respuestas poco apropiadas, como el control de la agresión, entre otras.

Ya a finales de la década de 1990 se sugería que una mayor actividad en la amígdala conllevaba a mayores conductas negativas, entre ellas también a mayor agresividad, contrariamente una disminución en la actividad de la corteza prefrontal ofrecía menor capacidad para ejercer control sobre las propias emociones.

Fue un estudio realizado por Whittle et al. (2008) en adolescentes, el que concluyó finalmente que a mayor volumen de la corteza prefrontal menos conductas agresivas se percibían en los chicos y contrariamente en el caso de la amígdala, un mayor volumen respondía a ofrecer más conductas agresivas y temerarias al mismo tiempo.

Cuando Anthony Hopkins interpreta al personaje de Hannibal Lecter en El silencio de los corderos, muestra un temperamento inusual para un asesino, lejos de transmitir una personalidad impulsiva y emocional destaca por tener un perfil, calculador, frío y extremadamente racional, lo que escapa de la explicación que estamos ofreciendo.

Hasta ahora hemos visto como un aumento en la actividad de la amígdala y una disminución sobre la corteza prefrontal resulta idóneo para describir una personalidad más impulsiva, poco reflexiva e incluso con poca capacidad en la propia gestión emocional pero ¿cómo podemos explicar las características típicas de Hannibal?

En 2005, Yang et al. hallaron que una disminución en la substancia blanca de la corteza prefrontal respondía a una disminución sobre los propios recursos cognitivos, tanto para persuadir o manipular a otras personas, como para tomar decisiones en momentos puntuales. Mantener intacta la sustancia blanca explicaría porqué Hannibal y otros asesinos con sus mismas características son capaces de controlar su conducta de manera tan magistral, de tomar decisiones adecuadas en situaciones complejas, siempre en su propio beneficio y hasta el punto de llegar a burlar a la autoridad.

Como decíamos al principio la serotonina también tiene un papel fundamental en este tema, en concreto, una disminución en su actividad se relaciona directamente con la agresión y con la puesta en marcha de conductas de riesgo. En 2004, New et al. mostraron que el tratamiento con ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de Serotonina) aumentaban la actividad de la corteza prefrontal, y al cabo del año se reducían considerablemente las conductas agresivas de los individuos.

En resumen, podemos remarcar como un aumento en la actividad serotoninérgica incrementaría la actividad de la corteza prefrontal, lo que provocaría la inhibición de la actividad de la amígdala y consecuentemente las conductas agresivas.

Aún sabiendo que el cerebro no es determinante en la modulación de la agresión y de dichas conductas por sí mismo, sí que es gracias a los avances y a los numerosos estudios realizados que podemos explicar su mecanismo a lo que a proceso neurológico se refiere. Guido Frank, científico y físico de la Universidad de California destaca que la biología y comportamiento son susceptibles al cambio y que, combinando un buen proceso de terapia y el adecuado control individualizado, se pueden modificar los progresos de cada individuo.

En última instancia, como señala el neurólogo Craig Ferris, de la Northeastern University de Boston en Estados Unidos, debemos tener presente que “no somos completamente esclavos de nuestra biología”.



viernes, 10 de junio de 2016

Consejos para mantener la paz pese al estrés.

PSIQUIATRÍA

MARIAN ROJAS ESTAPÉ  -  Comprender es aliviar.com – 24/08/2015

Me llama un buen amigo hace unos días. Me consulta por mareos y vértigos. No se encuentra bien. Tras descartar la patología física el médico le ha dicho: “esos síntomas son por estrés“.

Decía el Dr. Hans Selye: “no es el estrés lo que nos mata sino nuestra reacción ante él“. Todos sabemos qué es el estrés. Lo vivimos a diario y vemos a otros sufrirlo a nuestro alrededor. Una exposición al estrés de manera crónica puede perjudicarnos tanto a nivel físico como psicológico. El organismo envía una señal de alarma. Algo no va bien, el cuerpo pide una pausa, un momento de calma y reposo para recuperarse. Esas señales de alarma en ocasiones comienzan con molestias gastrointestinales, mareos, vértigos, contracturas musculares y sigue con un descenso del sistema inmunológico, infecciones de repetición, inflamación de articulaciones (artritis) entre otras. Cuando una persona se ve afectada por esta situación de hiperestrés, nota a su vez una alteración de la conducta, del ánimo y del comportamiento con una tristeza de fondo, sensación de irritabilidad e insomnio.

Uno está expuesto a cometer errores o sufrir enfermedades pesadas cuando está en esa situación. El cuerpo y la mente no pueden responder con la misma eficacia con la que suelen hacerlo. La vida personal, de pareja, familia, el trabajo se ven afectados.
Estamos en el siglo XXI. Es la era del estrés, de lo instantáneo y de la velocidad. Todo fluye a un ritmo vertiginoso. Nos da miedo parar porque nos hemos acostumbrado a que nuestra zona de confort sea la zona tóxica, acelerada y trepidante del día a día. Momentos repletos de dificultades personales y noticias de otros difíciles de asimilar…Si dejamos posar nuestra mirada en el globo terráqueo de manera aleatoria descubrimos- con frecuencia y con horror- que un drama se cierne sobre esas tierras.

¿Sabemos parar?
El verano es un momento donde se produce un freno; es un buen momento para  reencontrarnos con nosotros mismos. Coger papel y lápiz (si, papel y lápiz y no la aplicación de las notas del smatphone) y diseñar unos objetivos.

El primero: recuperar la paz interior. Pasos para conseguirlo:
1. Crea un espacio de calma, aprende a practicar la relajación o la meditación. Cuando notes angustia, dirige tu mente hacia ese lugar. Se activarán las coordenadas de la paz interior. Dedica un rato del día al silencio. Dice un proverbio africano “si no tienes al enemigo dentro, los enemigos de fuera no podrán herirte“.

– 2. Practica el sentido del humor. Una carcajada de vez en cuando destensa y facilita las cosas. El sentido del humor es patrimonio de los inteligentes. El psiquiatra William Fry asegura que tres minutos de risa plena equivalen, en beneficios para la salud, a diez minutos agotadores de aérobic.

– 3. Perdona inmediatamente. Un corazón resentido no puede ser feliz. No olvidemos que sufre más el que no perdona que el que no es perdonado. Como decía Calderón de la Barca: “vencer y perdonar es vencer dos veces“.

– 4. Usa tu memoria para traer recuerdos positivos de tu vida. Está demostrado científicamente que recordar momentos buenos previene la depresión. Es un gran paso comenzar educando la mirada, valorando todo lo bueno que te rodea. Vigila los pensamientos negativos. No olvides que el  90 % de las cosas que nos preocupan nunca jamás suceden. Gran parte del estrés y de las molestias físicas tiene su origen en la mente más que en el cuerpo.

– 5. Reconoce tus personas vitamina. Con estar un rato con ellas, una sensación de alegría y paz invade el alma. Son personas agradables, amables que nos quieren y tratan bien y nos comprenden sin juzgar.

– 6. Evita a las personas tóxicas que tienen la capacidad de liberar toda nuestra energía negativa y vaciarnos de motivación e ilusión. Estas personas sonprofesionales y expertos en quitar la paz. Si no es posible evitarlas, aprende a usar un impermeable para que te afecte lo menos posible su presencia.

– 7. Aprende a expresar emociones. Trabaja la inteligencia emocional. Por muy inteligente que sea uno, llega más lejos quien sabe gestionar bien sus emociones, buscando empatizar. Aprende a ponerte en el lugar del otro para entender mejor su conducta y reacciones ante la vida.

– 8. Disfruta de la comida sana. Conocer nuestro organismo nos ayuda a saber cuáles son los alimentos pesados que nos engordan o nos afectan. Es mejor comer poco y a menudo que atracones.

– 9. Recupera el buen dormir. Descubre qué necesita tu organismo para descansar de manera placentera y profunda.  El insomnio se encuentra presente en la mayor parte de los trastornos psiquiátricos. Si las preocupaciones, obsesiones, trabajo nos afectan o quitan horas de sueño, aprende a desconectar y no quites horas al descanso diario.

– 10. Si nada funciona: cambia. Hay dos maneras de gestionar los momentos difíciles: cambiando los problemas (y solucionándolos) o cambiando la manera de verlos. La felicidad no es lo que nos pasa, sino como interpretamos lo que nos pasa. Cada uno elegimos el filtro con el que contemplar la realidad.

“Cuando no podemos cambiar la situación a la que nos enfrentamos, el reto consiste en cambiarnos a nosotros mismos” Viktor Frankl

El camino hacia la paz interior pasa por ir resolviendo poco a poco el fondo conflictivo que se hospeda dentro de nosotros. Como decía Confucio: “si no estamos en paz con nosotros mismos, no podremos guiar a otros en la búsqueda de la paz“.


martes, 7 de junio de 2016

Hablar solos..., es de sabios.

Psicología Positiva

MARIANA ALVEZ – 16/07/2015

A menudo vemos en la calle personas murmurando,  o incluso nos descubrimos a nosotros mismos hablándonos en voz alta en diversas situaciones. ¿Es esto tan anormal como creemos? ¿Y si en realidad fuera beneficioso? Veamos que nos dicen los psicólogos al respecto.

Hablarse a uno mismo pareciera tener múltiples beneficios, te ayuda a sentirte más motivado, a relajarte y a mejorar tu fuerza de voluntad. Cuando te hables a ti mismo debes usar frases como por ejemplo “tú puedes hacerlo, tú estás haciendo un buen progreso, tú mereces salvar ese examen", etc. La utilización del TU resulta ser mucho más eficaz que decir YO.
¿Qué se esconde tras el TU? Resulta que cuando te hablas utilizando este pronombre estás recordando situaciones donde alguien de tu entorno te estaba brindando su apoyo y por lo tanto al también hablarte así, te conectas con esas emociones positivas del pasado.
El TU te permite tener una mayor perspectiva de las situaciones, en algún punto te permite distanciarte emocionalmente lo suficiente como para poder ser más racional y calmarte más.
El hablarte a ti mismo te brinda apoyo social, incluso aunque no tengas a nadie a tu alrededor.
El hablarte a ti mismo resulta ser mucho más eficiente que las frases que buscas en internet y que las afirmaciones, porque cuando te hablas sabes qué es lo que necesitas escuchar para sentirte mejor.
Si te sientes intimidado de andar por el mundo hablándote a ti mismo, también puedes intentar escribirte, dejarte notas y consejos alrededor de la casa, en tu escritorio, en tu agenda.
El poder de las palabras es fuerte y no temas utilizarlo a tu favor. No es cosa de locos hablarse a uno mismo…es cosa de sabios.



sábado, 4 de junio de 2016

Un estudio vincula el acoso escolar con el 30% de las depresiones.

Las víctimas de violencia escolar en la adolescencia tienen el doble de probabilidad de sufrir tristeza patológica a los 18 años

JAIME PRATS  | Valencia | El País | 03/06/2015

El acoso escolar en la adolescencia tiene muchas caras. Puede comenzar con motes despectivos, pasar de las burlas a las amenazas, más tarde a la marginación del grupo y llegar al extremo de las agresiones físicas. Se puede dar uno de estos comportamientos o varios. O todos a la vez. Y repercutir seriamente a la salud mental de las víctimas.
Un extenso estudio (de los mayores en cuanto a población analizada) que publica la revista BMI (British Medical Journal) ha tratado de arrojar luz a las secuelas de estos comportamientos en forma de depresiones en la edad adulta más temprana -a los 18 años- cuando se sufren en la adolescencia -a los 13 años-. Y plantea que en torno al 29% de los casos diagnosticados hunden sus raíces en la violencia que las personas vejadas sufrieron a manos de sus compañeros.
 “Hemos observado una fuerte relación entre la victimización en la adolescencia con el diagnóstico de cuadros depresivos a los 18 años, al margen de que estas personas fueran agredidas en la infancia, o de los problemas emocionales o de comportamiento que pudieran sufrir, o de otras variables”, relatan los autores del trabajo, psicólogos, psiquiatras y especialistas en salud comunitaria de las universidades de OxfordBristolWarwick y el University College London. Además, añaden que entre este grupo de personas, la probabilidad de mostrar tristeza patológica duplica a la tasa media de la población.
Para poder establecer la relación que describen en el artículo, los investigadores se sumergieron en una conocida y extensa base de datos poblacional, la Avon Longitudinal Study of Parents and Children in the UK (ALSPAC), de donde extrajeron información de 3.898 participantes de esta cohorte británica.
En una primera batería de preguntas, se pidió a los chavales que relataran si habían sufrido algún tipo de acoso escolar. Para acotar este comportamiento, se les planteó si se habían sentido víctimas de nueve tipos de agresiones diferentes en los últimos seis meses. Las acciones concretas eran: sufrir robos, amenazas o chantajes, palizas o golpes, tener apodos humillantes o estar marginado del resto. También haber sido forzado a actuar en contra de su voluntad, ser sujeto de la difusión de mentiras intencionadas o de hostigamiento en juegos.
A los 18 años se volvió a contactar con los participantes para evaluar su salud mental, en concreto, si padecían síntomas depresivos. De los adolescentes que admitieron ser víctimas constantes de acoso (683), el 14% tenían un diagnóstico clínico de depresión. La tasa era del 7,1% entre los que habían sufrido agresiones ocasionales (entre una y tres veces en seis meses). Por contra, solo el 5,5% entre quienes no sufrieron humillaciones padecían pena patológica.
Además, los investigadores observaron que el 10% de las personas que más intensamente sufrían el acoso padecían procesos depresivos largos, de más de dos años de duración, algo que solo sucedía a un 4% entre quienes no habían sido agredidos.
Los investigadores destacan la amplia población analizada y su seguimiento hasta el final de la adolescencia como uno de los principales puntos fuertes del trabajo. Entre los puntos débiles, asumen que su estudio es observacional (no está centrado en determinar la relación casua-efecto), y algún otro aspecto, como la falta en consideración del ciberacoso, ya que la recofgida de información tuvo lugar entre los años 2003 y 2005, cuando aún no estaba tan extendido.
Con todo, "es un estudio digno de consideración", destaca Fuensanta Cerezo, especialista en acoso escolar. La autora del libro La violencia en las aulas explica que otros estudios retrospectivos en adultos apuntan en la misma dirección que el trabajo británico. Y plantea una cuestión relacionada con las conclusiones del artículo que está despertando un interés creciente entre la comunidad científica: ¿Por qué hay personas que sufren secuelas más o menos permanentes, como depresiones repetidas, mientras otros son capaces de sobreponerse a las humillaciones?
Esta profesora de psicología y de violencia escolar en los estudios de criminología de la Universidad de Murcia destaca la importancia de poder identificar los resortes que permiten a algunas víctimas superar estos hechos sin que les deje huella en sus relaciones sociales mientras otras no son capaces de superarlo y "acaban anclándose en en la victimización, algo que está muy relacionado con la soledad y la depresión". "Estamos trabajando en determinar qué factores activan esta resiliencia", añade.

miércoles, 1 de junio de 2016

Los microbios de tu estómago afectan a tu salud mental.

Estudios recientes muestran la relación entre la diversidad de bacterias que habitan el intestino humano y enfermedades como la depresión o la ansiedad.

DANIEL MEDIAVILLA | El País | 23/05/2016

Hasta hace menos de una década, cambiar el comportamiento de una persona con un trasplante de heces habría parecido una locura. Tampoco es algo que vaya a suceder mañana, pero las investigaciones con animales sugieren que quizá no sea una idea tan descabellada. Lo que se está averiguando en los laboratorios sobre la influencia de las bacterias que habitan en nuestro intestino indica que no solo desempeñan tareas fundamentales para la salud de nuestro estómago. También influyen en el estado del cerebro. Esas bacterias ya se han trasplantado experimentalmente en humanos para combatir infecciones intestinales y por la misma vía, o a través de la dieta o de alimentos probióticos, que incluyen microorganismos, servirían para tratar enfermedades psiquiátricas o neurológicas.

Un buen número de experimentos con animales, principalmente ratones de laboratorio criados en condiciones muy controladas, han mostrado que los microorganismos del intestino pueden afectar a su comportamiento y modificar el equilibrio químico de su cerebro. Se ha comprobado, por ejemplo, que cuando se introduce en ratones heces de humanos con depresión reproducen síntomas propios de esa enfermedad. En nuestra especie, también se han observado vínculos entre dolencias gastrointestinales y patologías psiquiátricas como el autismo, la ansiedad o la depresión.

 “Ya se han realizado estudios en humanos en los que se compara la microbiota de personas sanas con la de otras que tienen cierta enfermedad y se ha visto que modificando el ecosistema intestinal o sus funciones se pueden reducir los estados de ansiedad”, explica Yolanda Sanz, investigadora del CSIC y coordinadora del proyecto europeo MyNewGut, una iniciativa financiada con 9 millones de euros por la Unión Europea para estudiar las bacterias intestinales. Sin embargo, añade, “con enfermedades más graves no hay evidencia de causa efecto”.

Sanz también menciona el interés de algo que casi todo el mundo ha experimentado, la relación entre estados emocionales alterados y el malestar intestinal. “En personas con alteraciones gastrointestinales, como síndrome de intestino irritable, se había observado que tienen problemas como la ansiedad o incluso depresión”, señala Sanz. “En estos pacientes con estos trastornos mentales, se ha observado que la mitad tenían problemas del sistema digestivo”, continúa.

Ahora, apunta la científica del CSIC, queda por delante el reto de comprender qué es causa y qué efecto en las relaciones entre problemas intestinales y mentales. Una de las formas de lograrlo consistirá en realizar intervenciones en los pacientes, “a través de alimentos o bacterias prebióticas o probióticas” que modifiquen los equilibrios entre microbios que marcan la diferencia entre la enfermedad y la salud. No obstante, Sanz reconoce que el conocimiento aún es escaso para pensar en intervenir sobre el ecosistema microbiano con éxito: “Hay algunas publicaciones que muestran que algunos probióticos pueden reducir la ansiedad, pero son estudios pequeños que en su mayoría no se han reproducido”. “Es pronto para poder hacer recomendaciones generalizadas, porque la complejidad del ecosistema intestinal es muy alta y pensar que con una sola bacteria vamos a solucionar el problema es simplista. Habrá que pensar en modificar el ecosistema con intervenciones más integrales”, concluye.

Investigadores de todo el mundo están comenzando a identificar los mecanismos a través de los que las bacterias del intestino, mediante la producción de hormonas o las moléculas que generan al alimentarse, modifican la química de nuestro cerebro. Sin embargo, por ahora, el conocimiento sobre la influencia del microbioma ha llegado más a través del estudio de correlaciones que del análisis de los procesos concretos que las producen. Una serie de estudios publicada recientemente en la revista Science mostraba que una mayor diversidad bacteriana en el intestino estaba relacionada con una mejor salud. Además, vinculaba esa diversidad al consumo de yogur o café, y señalaba a algunos fármacos como los ansiolíticos o los antibióticos o a comer demasiado como culpables de un descenso en la variedad microbiana.

La complejidad del problema se puede entender a través de las cifras sobre la flora intestinal. Cada persona tiene en su estómago más de un kilo de microorganismos, la mayoría bacterias, de 1.200 especies distintas. Manipular ese engranaje para ajustarlo a nuestras necesidades sin producir efectos indeseados no va a ser fácil.

“Estamos ante un campo prometedor, pero aún incipiente”, plantea Vicent Balanzá, investigador del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental en la Universidad de Valencia. “La mayoría de estudios son con ratones y tenemos el problema de trasladarlos a humanos, y los estudios en humanos son trasversales, así que tenemos problemas para identificar la causalidad”, prosigue. “Otra pregunta que aún está en el aire es cuál es la composición que consideramos normal o saludable de la microbiota humana”. añade.

Ya hay algún ensayo clínico con probióticos para tratar la depresión que mejora los síntomas, pero son resultados que se tienen que confirmar. Más allá de estos productos que incluyen microbios beneficiosos, Balanzá destaca las posibilidades de la dieta para reparar la microbiota humana dañada asociada a la enfermedad mental. “Tenemos datos científicos de que una buena dieta, como la mediterránea, incrementa la diversidad de la microbiota intestinal y tiene efectos antiinflamatorios”, señala. El psiquiatra de la UV puntualiza que este tipo de intervenciones “se consideran añadidos a psicofármacos o a otros tratamientos”.

Dada la heterogeneidad de los trastornos psiquiátricos, que están definidos por síntomas que pueden tener bases fisiológicas diversas, no se puede plantear un tratamiento único. Balanzá indica que se deberá distinguir condiciones particulares dentro de dolencias que llevan el mismo nombre. En el caso de la depresión, por ejemplo, el investigador explica que “gracias a los estudios de Michael Maes, sabemos que un tercio de los pacientes con depresión presentan el síndrome de intestino permeable”. “Esto no lo encontramos en todas las personas con depresión, así que las intervenciones encaminadas a modular la microbiota intestinal no serían útiles para todos los pacientes, se trataría de identificar a aquellos que se pueden beneficiar de las intervenciones”, asevera.

El estudio del microbioma puede suponer un camino para comprender las conexiones entre el estado de ánimo y la salud física que vendrían a ser producto de procesos comunes. La inflamación es un nexo común que une la diabetes, enfermedades autoinmunes o el cáncer y podría ayudar a explicar que con cierta frecuencia aparezcan juntas algunas enfermedades mentales como la depresión asociadas a otras inflamatorias como el síndrome de intestino irritable. Entender el papel de los microbios que habitan nuestro intestino en la inflamación ayudaría a tener una visión más amplia sobre un conjunto de enfermedades que aunque parezcan aisladas podrían afrontarse con más posibilidades de éxito con una visión más amplia. Así, concluye Balanzá, se podrán hacer intervenciones en psiquiatría “con tratamientos que habitualmente se han metido en el saco de la medicina alternativa, como la dieta, el ejercicio o unos patrones de sueño adecuados” sabiendo por qué afectan a la salud.