La
espiritualidad es una noción poco trabajada en la psicología, veamos qué
tiene que
ver con la felicidad.
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martes, 19 de diciembre de 2017
El vínculo entre Felicidad y Espiritualidad.
El suicidio, entre el ruido y el silencio.
Sus factores
de riesgo deben tratarse con rigor en los medios de comunicación, para sortear
el efecto contagio y las conductas imitativas.
Decía Elías
Canetti que "ni un solo ser humano ha sido agotado jamás. Ni en su extrema
reducción, ni en la muerte, ni en su destrucción ha sido agotado jamás un ser
humano". Con frecuencia hablamos de cifras a la hora de dimensionar una
tragedia. Ser la primera causa de muerte en España, con diez fallecidos
diarios, no parece haber sido suficiente para romper esa barrera invisible que
perpetua cualquier tabú, en este caso el del suicidio. Probablemente sólo haya
algo más triste que el silencio denso que lo envuelve, la frivolidad con que
emerge periódicamente en una maraña de declaraciones oportunistas, detalles
morbosos, y búsqueda de chivos expiatorios que nos tranquilizan como sociedad y
nos permiten sortear el sentimiento de culpa insoportable que amenaza con
apresarnos colectivamente.
Después de
todo, las desgracias siempre les suceden a otros y algo habrá hecho o dejado de
hacer alguien para que haya sucedido. Poco importa el dolor de quienes
sobreviven a la muerte por suicidio de un ser querido el día siguiente al que
el ruido que suplantó al silencio cesa, con idénticas consecuencias.
Nada nuevo
bajo el sol en los aspectos menos alentadores de la condición humana, si no
fuera porque el suicidio es una tragedia prevenible y evitable en la mayoría de
los casos. Se sabe que es un fenómeno complejo y multifactorial poco proclive a
ser explicado unicausalmente. Se conoce el potencial preventivo de abordar sus
factores de riesgo con rigor en los medios de comunicación, siguiendo por una
vez las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, para sortear el
efecto contagio y las conductas imitativas, especialmente importantes en las
poblaciones más vulnerables a estos efectos, los más jóvenes.
Se trata de
identificar enfermedades mentales subyacentes, conflictos familiares
inabordables y distintas formas de acoso o abuso, en definitiva detectar
situaciones de sufrimiento insoportable particularmente frecuentes en distintas
experiencias de exclusión al diferente que superan la
capacidad de afrontamiento de quien apenas está abriéndose a la aventura de
vivir, con la inocencia como principal bagaje. Ofrecer una red sociofamiliar
cuidadosamente tejida con profesionales de distintos ámbitos, docente,
sanitario, policial, judicial y de medios de comunicación, es la única
respuesta coherente que podemos dar como sociedad para lograr la prevención, el
único éxito posible si hablamos de suicidio.
Sinó, no
habremos aprendido que lo contrario del silencio no es el ruido, que sólo la
corresponsabilidad puede exonerarnos de la culpa y el fracaso colectivo, y que
podemos seguir obviando la realidad, pero no las consecuencias trágicas de
obviarla. "Donde hay dolor es lugar sagrado. Algún día comprenderá la
humanidad lo que esto significa", escribía Oscar Wilde en su De
Profundis. Quien no pueda mejorar el silencio, que lo guarde.
Mercedes
Navío Acosta es Médico Psiquiatra y Directora del Proyecto Prevención del suicidio
de la Estrategia de Salud Mental del Ministerio de Sanidad.
sábado, 9 de diciembre de 2017
Matar un ruiseñor
MERCEDES
NAVÍO ACOSTA | El
País |
29/08/2017
Los
terroristas no están locos. Tratarlos como tales estigmatiza a los enfermos
mentales
Siempre me dieron más miedo los cuerdos que los locos. Es
esta una intuición vocacional que los datos confirman una y otra vez, y los
prejuicios combaten con la obstinación de la que solo ellos son capaces. La
enfermedad mental está muy lejos de ser sinónimo de violencia y de
peligrosidad. Las personas afectadas por trastornos mentales cometen delitos en
la mitad de porcentaje que la población general y reinciden en un porcentaje
ínfimo, del 2% frente al 30% de los llamados normales, siendo en muchas más
ocasiones víctimas que agresores.
Estas estadísticas
obtenidas en condiciones ordinarias son confirmadas abrumadoramente por las
mayores masacres de la historia, las de los totalitarismos del siglo XX,
producto nada menos que de los monstruos de la razón, con sus asesinatos
masivos y su barbarie institucionalizada, encarnada por hombres normales como describió
Hannah Arendt en su conocido concepto de la banalidad del mal.
No pretendo entrar en el problema del mal y su ontología, mi
propósito es menos ambicioso o tal vez no, solo quiero afirmar que existe
independiente de la enfermedad mental. En estos días de fanatismo desalmado y
homicida hemos podido leer y escuchar expresiones tales como locos terroristas,
esquizofrénicos asesinos o psicóticos criminales.
Son expresiones que parten de una premisa equivocada, en
virtud de la cual todas las personas que cometen un acto irracional destructivo
han de estar necesariamente enfermas. Esto protege nuestra ilusoria sensación
de control de la inexpugnable y compleja condición humana y nos permite
permanecer en la negación de los sinsentidos de la vida logrando una
tranquilidad ficticia. Además de falsa, esa premisa es profundamente injusta en
dos sentidos: condena a inocentes e indulta a culpables. Estigmatiza y refuerza
la discriminación de personas con enfermedad mental que no han hecho ni harán
ningún mal y justifica, en nombre de un intelectualismo moral que anula la
responsabilidad individual, a personas que sí lo hicieron.
Todo ello no es baladí. La prevención y abordaje de
cualquier fenómeno requiere de un diagnóstico de situación preciso y certero.
La psiquiatrización del mal no es ni puede ni debe ser la respuesta. La
psiquiatría, como cualquier disciplina, como cualquier visión de la realidad,
tiene sus límites. Antaño fue instrumentalizada como herramienta de control
social impropia, inmoral e inefectiva, en legislaciones como la de peligrosidad
o la de vagos y maleantes.
Quien quiera conocer la naturaleza del mal habrá de sortear
el espejismo de confundirla con las frecuentes discrepancias entre las
distintas visiones subjetivas del mundo ancladas en sus respectivos sistemas de
valores y criterios de convención social. Puede haber tantas como personas.
Pero no es esa la clave; el factor común a todas las formas de barbarie no está
en los matices de cada cosmovisión, sino en su ciega pretensión de absoluto, en
su aspiración de pureza inhumana.
Es esa misma ceguera la que sigue permitiendo que una
etiqueta de raza, sexo, religión, orientación sexual o, en este caso, de
enfermedad mental oculte completamente al ser humano estigmatizado y
discriminado que la lleva, hasta su aniquilación física o moral. Seguro que hay
quien piensa que esta puede ser la reivindicación de una nueva minoría en lucha
por sus derechos que pone en peligro la libertad de expresión de una mayoría de
normales, desde otro ejercicio más de hipersensibilidad promovido por la
dictadura de lo políticamente correcto. Para ellos tengo una explicación
alternativa: la tiranía de la normalidad aboca a la proyección e intento de
expulsión de lo insoportable de ti mismo en el otro.
Los derechos mencionados, que no son otros que los derechos
humanos, los de las personas con enfermedad mental, son legítimos e
irrenunciables para todos y espero llegar a ver el día en que puedan ser
defendidos masivamente por aquellos a quienes más directamente atañen. Pero
mientras ese día llega, e incluso cuando llegue, hasta que puedan apropiarse de
la palabra “loco” como insulto para convertirla en un atributo más de su dignidad,
de su compromiso y responsabilidad de autocuidado, como hicimos otras minorías,
raciales, cuando pudimos; nunca deberán quedar abandonados a su suerte.
Recuerden que cada vez que dan a la maldad el nombre de
locura están equiparando al lobo con el cordero y quedando a su merced. Y eso,
además de no protegerles de la intemperie, es tanto como escribió hace muchos
años Harper Lee, “matar un ruiseñor”.
Mercedes Navío Acosta es psiquiatra.
miércoles, 6 de diciembre de 2017
La felicidad en Europa está mal vista
IÑIGO DOMINGUEZ (Entrevista a Luis Rojas Marcos) | El País | 11/08/2017
El psiquiatra defiende que el optimismo es la mejor herramienta contra el discurso del miedo
El psiquiatra defiende que el optimismo es la mejor herramienta contra el discurso del miedo
No
es fácil empezar a entrevistar a Luis Rojas Marcos (Sevilla,
1943), porque sobre todo le gusta escuchar y entrevista él al periodista,
preocupándose por cómo le va la vida. Es un humanista, interesado en la
felicidad de los demás, y optimista convencido.
Psiquiatra de fama internacional y autor de numerosos libros, puso en marcha en
Nueva York en 1987 una iniciativa revolucionaria, el proyecto Help. Fue el
primer servicio para atender a personas que vivían en la calle con enfermedades
mentales. Este plan, importado luego a muchas ciudades, ha cumplido 30 años, y
la Fundación Mapfre le ha otorgado su premio a la mejor iniciativa en promoción
de la salud. Ahora dirige una organización médica sin ánimo de lucro, con 3.500
facultativos, en 6 hospitales públicos y 10 cárceles.
Pregunta.- Usted fue un inmigrante, ¿cómo lo recuerda? | Respuesta.- Yo quería salir de aquí, era un niño con
problemas de inquietud, me metía en líos, el colegio me iba mal. Cuando terminé
la carrera vino un médico americano. Allí buscaban médicos, y era un examen muy
fácil. Me fui, sin saber dónde iba. Entré en un hospital en Long Island, yo no
hablaba inglés, y la medicina que sabía era historia de la medicina, no había
puesto una inyección en mi vida. Pensé que me echaban. Pero recuerdo el cambio:
aquí hacer una pregunta te costaba la autoestima de un mes. Te decían: “qué
chorrada de pregunta”. Allí podías preguntar la chorrada que quisieras, aprendí
a preguntar. Era un estilo de aceptación. Estados Unidos te exigía, pero te
aceptaba.
P.- Eso parece que está cambiando con Trump. | R.-
Hay más intolerancia, pero allí las oportunidades te persiguen, te salen cosas,
y eso todavía es así. La intolerancia va más dirigida a inmigrantes de
formación menor. Pero si vienes de Europa o Asia, en mi campo, el médico, no
hay problema de trabajo. Yo tengo ahora casi 100 vacantes.
P.- ¿Cómo ve el recorte de Trump del sistema sanitario? | R.-
El intento de Obama fue fundamental. La salud allí es una industria, no un
derecho. En Nueva York es la que más empleo da, directa o indirectamente. Es
uno de los problemas indiscutibles de Estados Unidos. Hay seguro para el pobre
y los mayores de 65 años, y la obligación de atender a cualquier persona en
urgencias. Por eso nadie se muere en la calle. Pero si tienes un problema
diabético, te ingresan y luego solo tienes una semana de insulina. Luego es
cara y te lo paga el seguro, si lo tienes. ¿Y por qué no cambiar a un seguro
universal? Las farmacéuticas están en contra, el Estado no negocia con los
laboratorios, es mercado libre. Los médicos ganan el doble o el triple que en
Europa, no digamos la industria farmacéutica. Es un negocio que es difícil de
cambiar. Nos preocupa Trump, claro.
P.- Una pregunta frívola: ¿tiene una explicación
psiquiátrica para Trump? | R.- Hombre, hay que tener cuidado con esto.
No tiene síntomas de enfermedad mental, depresión, no tiene nada. Ahora bien,
se puede juzgar su personalidad: es impulsivo, no se apoya en el consejo de
otros, no escucha, piensa que lo que él cree es lo correcto y es la verdad. Se
considera a sí mismo un éxito. Sumas todo eso y ves lo que dice.
P.- Ha trabajado mucho con inmigrantes. ¿Qué piensa de
cómo se está portando Europa? | R.- En los noventa me invitaron a visitar un
hospital, asistí a una operación y recuerdo la visión de que cada uno era de
una raza: la paciente era afroamericana, el cirujano era blanco, el anestesista
era oriental, la enfermera era hispana… Toda una mezcla, pero estaban haciendo
juntos una cosa, curar a esta señora. En Europa, que siempre ha tenido
aceptación, tengo miedo de que se cree una tendencia al rechazo de otras
culturas.
P.- El miedo es una sensación cada vez más presente. A un
atentado, al inmigrante, a lo que es malo para la salud… Usted es un gran
defensor del optimismo. ¿Somos más asustadizos, nos falta contexto? | R.- La
felicidad en Europa está mal vista, como ingenuidad o ignorancia. En Estados
Unidos, no: vas a una reunión, preguntas a alguien y dice que está feliz, tal
cual. Aquí la cultura es la queja. Que no se nos note si somos optimistas o
felices. Yo siempre hago un experimento en mis charlas, pregunto al público, no
si son felices, sino si están satisfechos con la vida, no hoy, sino en general.
De cero al diez. De media suele salir un siete, un ocho. Luego pregunto: ¿y al
mundo qué le dais? Mucho menos, está muy mal. Pero es que yo voy a otros
países, a ese mundo, y se dan un ocho, y a vosotros, un cuatro. El ser humano
es optimista, tiene esperanza. Casi todos estamos programados para el
optimismo. Las tasas de suicidio no aumentan, en Estados Unidos, en Europa,
siempre es un 8 o 9 por 100.000.
P.- También sostiene que hablar es bueno, alarga la vida,
verbalizar lo que te pasa. ¿Es aplicable a las redes sociales? Hay más
expresividad que nunca, aunque no es personal.
| R.- Es una revolución. Sabemos
que hablar es bueno para el corazón, está estudiado, o hablar con uno mismo.
Poner palabras a lo que sientes y decirlas, pero de verdad, moviendo la boca.
La comunicación es siempre positiva, la cuestión es si ahora, con los mensajes,
puedes llegar a obsesionarte y no hablar con los demás. Una adicción a una
forma que en sí no es negativa. Es tentador demonizar las redes sociales, sobre
todo quienes no las usan, pero no creo que sean negativas. Antes de darle un
matiz destructivo, patológico, hay que esperar, porque no pasó así con la
televisión, el teléfono, el ordenador…
P.- Después de tanto tiempo fuera, ¿cómo ve España? |
R.- Muy bien. Me fui en 1968. Franco se muere y muchos pensaban que aquí
acabábamos a tiros. Pero no. Fue un ejemplo inolvidable para mucha gente, no me
imaginaba que España pudiera cambiar tanto, que se convirtiera en un país tan
abierto, con una juventud tan tolerante, tan sana… No creo que en Europa haya
un país mejor para vivir, pese a sus problemas. Tienes que ver a los españoles
que salen fuera. Una vez me invitó el cónsul de Nueva York, que había reunido a
los españoles censados en investigación. Pensé que serían 20, ¡y eran 500!
Chicos y chicas geniales.
La investigación en Salud Mental se acerca a los pacientes y sus familias
Isabel Sánchez Aguiar | El
médico Interactivo | 29/11/2017
Por tercer año consecutivo, investigadores en
Salud Mental y asociaciones de pacientes se han dado cita para poner en común
los avances más significativos en la investigación de las principales
patologías, y dar conocer los recursos y necesidades de afectados y familiares.
El encuentro, patrocinado por Lundbeck, ha tenido lugar en el Instituto de
Salud Carlos III de Madrid y ha estado organizado por el Centro de
Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM), la Fundación
Española de Psiquiatría y Salud Mental (FEPSM) y Mundo Bipolar.
Durante la jornada se han evaluado cuatro de las
enfermedades de Salud Mental más destacadas de nuestros días, algunas de ellas
por su gravedad: trastorno bipolar, depresión y suicidio, esquizofrenia, y
autismo, y se ha debatido sobre la situación actual y los pasos a seguir para
lograr un mayor conocimiento de cada una. Pero, sobre todo, con este “III
Encuentro entre Investigadores en Salud Mental, Pacientes y Familiares”, se ha
pretendido impulsar el empoderamiento de los pacientes y su participación en la
toma de decisiones a la hora de investigar. “Llevamos un tiempo tratando de ver
cómo articular el hecho de que ellos mismos puedan participar y formar parte de
CIBERSAM, con el fin de que estén más integrados y puedan aportar sus
opiniones”, indica José Manuel Montes, jefe de Sección de Psiquiatría del
Hospital Universitario Ramón y Cajal e investigador del citado Centro y uno de
los coordinadores del evento. Según el experto, si bien es un hecho que los
pacientes participan cada vez más activamente en la integración de su propio
sistema sanitario, en salud mental, por razones históricas, ha existido una
mayor dificultad; por eso, “estamos ante el inicio de una relación que
cristalizará en el futuro y que permitirá actuar de forma sinérgica hacia la
mejora del paciente”.
Aunque no de forma inmediata, vías de
investigación abiertas permiten augurar que en el futuro se podrán producir
importantes progresos. Es el caso, por ejemplo, de programas específicos como
el dirigido al autismo, con avances desde el punto de vista genético, o a la
prevención del suicidio, cuya implementación ya está teniendo lugar en diversos
lugares. Si bien no siempre se traducen en una mejora de la asistencia y de la
calidad de vida de los pacientes, en un futuro a medio o largo plazo sí lo
harán y redundarán en una mayor prevención de la enfermedad.
Patologías principales
La sintomatología de la depresión, segunda causa
de discapacidad en el mundo y que en España afecta a unos seis millones de personas,
está presente en el 70% de los suicidios consumados, segunda causa de muerte en
población joven. En cuanto al autismo, los expertos insisten en la importancia
de un diagnóstico temprano que sea completo, de déficits, de habilidades y
etiológico, y en la necesidad de encontrar marcadores biológicos que permitan
entender cómo se va desarrollando la enfermedad a lo largo de la vida del niño.
Por otro lado, más de 400.000 personas padecen esquizofrenia en nuestro país,
con importantes avances en las últimas dos décadas que han contribuido a su
alivio sintomatológico y a un menor número de recaídas y hospitalizaciones. En
lo referente a trastorno bipolar, los investigadores de CIBERSAM están llevando
a cabo durante los últimos años diferentes y relevantes estudios que han dado
lugar a importantes avances centrados en comprender sus causas y buscar
tratamientos más seguros y eficaces.
Sin embargo, según Montes, existe otro tipo de
necesidades, y cita como ejemplo el trastorno bipolar, donde,” además de los
adelantos farmacológicos, se necesitan más avances (psicoeducación,
rehabilitación cognitiva…). Son aspectos que también tratamos y que son
demandados desde las asociaciones de pacientes”.
CIBERSAM
El Centro de Investigación Biomédica en Red
(CIBER) es un consorcio dependiente del Instituto de Salud Carlos III
(Ministerio de Economía y Competitividad) que, en su Área Temática de Salud
Mental (CIBERSAM), está formado por 25 grupos de investigación clínica,
preclínica y trasnacional, cuya orientación está dirigida fundamentalmente al
estudio de trastornos mentales como la depresión, esquizofrenia, trastorno
bipolar, así como trastornos de ansiedad y trastornos mentales del niño y del
adolescente o la innovación terapéutica.
sábado, 2 de diciembre de 2017
Una nueva terapia "limpia" las preocupaciones - II
JUAN M.
DUPUIS |
Tener Salud | 22/10/2017
Digerir las
emociones .- Según la psicología biodinámica creada
por la noruega Gerda Boyesen (1922-2005), cada órgano posee dos funciones: una
fisiológica y otra emocional. Se trata de uno de los principios de la medicina
china: por ejemplo, el corazón es la bomba del sistema circulatorio y el órgano
que otorga la capacidad de amar. Con respecto al intestino, sus dos funciones
se definen de la siguiente manera:
·
Función fisiológica: El
peristaltismo es la actividad del intestino que permite digerir el bolo
alimenticio.
·
Función emocional: El
psicoperistaltismo es una actividad paralela que permite digerir los residuos
metabólicos de los conflictos emocionales (adrenalina, noradrenalina, etc.).
El psicoperistaltismo es por tanto un
medio para regular de manera natural conflictos emocionales. Cuando estamos muy
estresados, esta autorregulación que se produce en los momentos de descanso,
mientras dormimos y con ayuda del sueño, ya no se puede realizar. Se reprimen
los conflictos y el organismo se “blinda”, poniéndose una coraza. Es necesario
entonces reestimular el psicoperistaltismo mediante un masaje llamado
“biodinámico” para permitir la “digestión de las emociones”.
Para mí, una de las técnicas más interesantes es la hidroterapia de colon, que se centra en el drenaje del intestino grueso. El colon recibe una dosis de agua a través de una cánula (tubo de plástico o caucho) de un único uso. La entrada del agua se acompaña de masajes abdominales suaves y envolventes. El agua a continuación se elimina, utilizando el mismo dispositivo, mientras se realizan masajes centrados en la zona abdominal, es decir, la zona en la que se encuentra el colon, con el fin de favorecer la eliminación de las materias y residuos que llevan más tiempo ahí. (3)
No sólo se produce una auténtica depuración del intestino grueso, sino también una enorme limpieza de excedentes emocionales y cargas psíquicas, lo que puede parecerse a una “mini psicoterapia”. ¡La irrigación del colon aligera tanto lo físico como lo mental!
Complementar
su efecto con la osteopatía.- Cuando la hidroterapia
del colon se combina con la osteopatía los resultados son asombrosos.
Gracias a la limpieza que la hidroterapia realiza del “segundo cerebro”, la zona se queda como nueva. Y una vez lista, el osteópata recoloca con mayor facilidad y eficacia las vísceras y los órganos anexos de toda la cavidad abdominal.
Tras una irrigación del colon, algunos dolores lumbares, provocados tal vez por un atasco intestinal masivo, pueden llegar incluso a desaparecer por completo.
La persona tratada sufrirá asimismo menos saturación emocional, puesto que la irrigación del colon habrá depurado de una vez por todas, emociones más o menos enquistadas.
En realidad, las preocupaciones se habrán… limpiado.
Gracias a la limpieza que la hidroterapia realiza del “segundo cerebro”, la zona se queda como nueva. Y una vez lista, el osteópata recoloca con mayor facilidad y eficacia las vísceras y los órganos anexos de toda la cavidad abdominal.
Tras una irrigación del colon, algunos dolores lumbares, provocados tal vez por un atasco intestinal masivo, pueden llegar incluso a desaparecer por completo.
La persona tratada sufrirá asimismo menos saturación emocional, puesto que la irrigación del colon habrá depurado de una vez por todas, emociones más o menos enquistadas.
En realidad, las preocupaciones se habrán… limpiado.
Una nueva terapia "limpia" las preocupaciones - I
JUAN M. DUPUIS |
Tener salud | 22/10/2017
Una nueva terapia dirigida a los intestinos permite
limpiar en sentido literal las emociones negativas: ansiedad, tristeza,
depresión…
Así es; el intestino evacua los restos de comida que el cuerpo no puede digerir, pero también se encarga de evacuar el sobrante de hormonas de las emociones: serotonina, acetilcolina, noradrenalina, ácido gamma-aminobutírico (GABA)…
El intestino, al igual que puede desajustarse y eliminar mal los alimentos, también puede tener problemas para evacuar las hormonas, provocando que se acumulen y originen trastornos emocionales.
La hidroterapia, una técnica suave de lavativa intestinal acompañada por masajes envolventes, puede llegar a tener por tanto el mismo resultado que una auténtica “mini psicoterapia” para algunas personas, que lo acaban soltando todo… Así, no sólo se produce una auténtica depuración del intestino grueso, sino también una significativa limpieza de excedentes emocionales y cargas psíquicas.
Así es; el intestino evacua los restos de comida que el cuerpo no puede digerir, pero también se encarga de evacuar el sobrante de hormonas de las emociones: serotonina, acetilcolina, noradrenalina, ácido gamma-aminobutírico (GABA)…
El intestino, al igual que puede desajustarse y eliminar mal los alimentos, también puede tener problemas para evacuar las hormonas, provocando que se acumulen y originen trastornos emocionales.
La hidroterapia, una técnica suave de lavativa intestinal acompañada por masajes envolventes, puede llegar a tener por tanto el mismo resultado que una auténtica “mini psicoterapia” para algunas personas, que lo acaban soltando todo… Así, no sólo se produce una auténtica depuración del intestino grueso, sino también una significativa limpieza de excedentes emocionales y cargas psíquicas.
Evidentemente, el intestino y el cerebro están muy separados en los adultos, pero se mantienen comunicados de forma permanente a través del nervio vago (o nervio neumogástrico), que es el décimo (X) par craneal de los 12 existentes.
Al igual que el cerebro, el intestino también contiene neuronas, alrededor de 200 millones, y allí se encuentran los principales neurotransmisores del cerebro (serotonina, acetilcolina, noradrenalina, GABA…). El ejemplo más llamativo es el de la serotonina, un neurotransmisor que influye en los estados de ánimo y que es liberado en un 95%… ¡por las células nerviosas del intestino!
Pero muchos otros neurotransmisores están implicados, según el gastroenterólogo francés Michel Delvaux, que habla de “sensibilidad visceral” en su obra del mismo nombre. (1)
El descubrimiento de la relación existente entre el cerebro y los intestinos es tan revolucionario que ha dado lugar a una nueva disciplina: la neurogastroenterología. Michael Gershon, profesor de Anatomía y Biología celular de la Universidad de Columbia en Estados Unidos, se refirió a los intestinos como el segundo cerebro en el famoso libro The Second Brain (El segundo cerebro), publicado en 1999.
Según Michael Gershon, “el cerebro intestinal sería capaz de recordar; participaría en la fase del sueño en la que se produce la serotonina y aparentemente representaría la matriz biológica del inconsciente.” (2)
Intestino =
Intelecto - Desde hace siglos los filósofos vienen sorprendiéndose
por la relación existente entre el intestino y el intelecto. El propio
Buda decía que “un sabio es aquel cuyo intestino funciona bien”.
La China taoísta conoce una técnica llamada Chi Nei Tsang que concentra su esfuerzo sobre la zona abdominal. Literalmente Chi Nei Tsang significa “trabajar la energía de los órganos internos”. Esta disciplina propone curar las tensiones ancladas más profundamente y restaurar la vitalidad física y psíquica trabajando sobre las estructuras viscerales y la colocación de los órganos internos.
Numerosas observaciones clínicas más recientes y cercanas a nosotros nos permiten también considerar a los intestinos como “el cerebro de las emociones”.
Ivan Pavlov (1849-1906), fisiólogo ruso, demostró que un perro cuyo sistema digestivo funciona con normalidad contrae los intestinos cuando un gato entra en la habitación.
Lo mismo le sucede al ser humano. También contraemos los intestinos cuando algo nos asusta o cuando sentimos otro tipo de emociones. Y al revés, cuando nos relajamos, aflojamos la tripa y el ciclo digestivo se reanuda.
La China taoísta conoce una técnica llamada Chi Nei Tsang que concentra su esfuerzo sobre la zona abdominal. Literalmente Chi Nei Tsang significa “trabajar la energía de los órganos internos”. Esta disciplina propone curar las tensiones ancladas más profundamente y restaurar la vitalidad física y psíquica trabajando sobre las estructuras viscerales y la colocación de los órganos internos.
Numerosas observaciones clínicas más recientes y cercanas a nosotros nos permiten también considerar a los intestinos como “el cerebro de las emociones”.
Ivan Pavlov (1849-1906), fisiólogo ruso, demostró que un perro cuyo sistema digestivo funciona con normalidad contrae los intestinos cuando un gato entra en la habitación.
Lo mismo le sucede al ser humano. También contraemos los intestinos cuando algo nos asusta o cuando sentimos otro tipo de emociones. Y al revés, cuando nos relajamos, aflojamos la tripa y el ciclo digestivo se reanuda.
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