MARÍA ALERJANDRA MADERO MARTÍNEZ |
Ser Saludables | 29/01/2020
Factores como la genética, las vivencias
y los recuerdos intervienen en el nivel de felicidad. La clave es vivir en
armonía, cuidarse y disfrutar de los momentos únicos.
Mucho se
habla de lograr la ‘felicidad’. Lo
vemos ahora reflejado en páginas de entretenimiento como blogs, perfiles de
Instagram o Pinterest, o en redes sociales que se encargan de brindar al
usuario aburrido y triste, alguna frase motivacional para darle sentido y
felicidad a su día a día.
Pero, ¿por qué tanta preocupación
por el tema? ¿Será acaso que nos hemos vuelto infelices? O, sencillamente, ¿no
estamos valorando lo que nos rodea?
Andrés Ramírez Ordóñez, profesor de la Cátedra de la Felicidad en
el Colegio de Estudios Superiores de Administración CESA y en la universidad El Rosario, y Sergio Arboleda, señala que
la felicidad, como propone
Aristóteles, es el fin de la vida, el propósito de la existencia humana. Lo que
pasa es que no tenemos hábitos que nos
ayuden a vivir una vida más feliz, lo que no necesariamente
implica que no haya dificultades.
Al
no hacer lo que debemos hacer para vivir bien y no tener buenos hábitos, poco
disfrutamos y surge la infelicidad que,
finalmente, nos lleva también a ser incapaces
de expresar las emociones, malestar o dolor que haya generado el comportamiento
de otro, quedándonos en lo negativo, en lo frustrante. Si te
gritan en el trabajo, si hay burla en el colegio, si hay problemas familiares
sin resolver, estas situaciones pueden ser causa de infelicidad, y si no las
sabemos manejar nuestro entorno se hace cada vez más complicado.
Ponga su granito de arena en busca de la felicidad
Para mejorar, no basta con escapar al celular o al computador a
leer frases reflexivas; hay que tener un cambio interno
y ser conscientes de que es posible conectarnos con la felicidad.
Lo
primordial, como señalan el profesor
Andrés Ramírez, socio consultor en Plurum, y Charlene Martin
Lillie, especialista en resiliencia y guía de pacientes en Mayo Clinic, es ser agradecidos con lo que tenemos y ser
conscientes del tiempo presente.
Al
ser conscientes del momento y lugar en donde estamos es más fácil tener una
vida coherente, en donde las acciones manifiestan nuestros pensamientos y
emociones, para que todo logre estar en armonía.
Un
ejemplo es, si pienso en positivo y trato a las personas que me rodean con
agrado, voy a recibir energía positiva y activar el nivel de pensamientos
positivos, como señala William Walker,
ensayista y autor del famoso libro ‘La
ley de la atracción’.
Las
emociones son válidas, ya que todos las sentimos; lo importante es poder
expresarlas sin pasar por encima de nadie y que nadie pase por encima nuestro,
porque en la felicidad son clave las relaciones humanas, explica el profesor Andrés Ramírez.
Identificar
qué clase de relaciones humanas tenemos ayuda en el propósito de conectarnos con la felicidad;
pero, la primera relación que hay que fortalecer es la que se tiene con uno
mismo. Hay que dedicarnos tiempo, dice Charlene
Martin, llevar un organizador donde pongamos hora y lugar para
hacer alguna actividad preferida, ser por un momento de la agitada vida, la
prioridad.
Entender
que se está vivo, alimentarse bien, dormir bien y realizar alguna actividad
física también fortalece la relación con uno mismo. Aprender ¿cuál es el
infierno de cada uno? es otra buena apuesta, como lo explica el profesor en su Cátedra para la Felicidad, en
donde destaca que hay que reconocer miedos, rencores, personas tóxicas, qué
pensamientos tenemos y hasta qué alimentos ingerimos, si son malos o buenos
para la salud. Todo ayuda en la búsqueda
de la felicidad.
Debemos agradecer todo lo que
tenemos,
pero agradecer con acciones, de manera que, si yo agradezco mi pareja, la
enamoro todos los días; si agradezco mi trabajo, lo hago de manera
extraordinaria; si agradezco mis hijos, como con ellos en la mesa, les dedico
tiempo, oigo sus historias: Andrés
Ramírez Ordóñez, profesor de la Cátedra de la Felicidad.
Concentre su energía en lo realmente importante
La mejor manera de alejarse o resolver los problemas es
concentrarse conscientemente en una actividad, aconseja la doctora Martin. Por ejemplo,
si tiene un día estresante en el trabajo o problemas económicos, y ese día toma
clase en la noche, concentre toda su eneregía en aprender algo útil y así
olvidará, al menos por lo que dura la clase, los problemas o los verá luego de
otra manera y podrá pensar en una solución.
De
igual forma, puede vivir momentos únicos si vuelve a conectarse con lo que le
gustaba y ahora no hace; este es un punto importante en la búsqueda de la felicidad. Puede practicar
algún deporte, salir al parque o correr, ir a cine, leer un buen libro,
escuchar música o tocar algún instrumento.
Acercarse
a la naturaleza, según la especialista de Mayo Clinic, es una de las mayores
fuentes de felicidad, ya que nos hace sentir que somos parte de algo más
grande. ¡La decisión es suya!
Para conectarse con la felicidad
también es sano tener un ambiente limpio y agradable, deshacerse de cosas que
ya no le sirven e intoxican su ambiente. Busque algo nuevo que hacer o que aprender,
ya que cuando el ser humano descubre cosas novedosas se siente feliz.
Otros consejos que dan los
expertos son:
·
Poner orden en su vida. Haga una lista de cosas pendientes,
teniendo en cuenta que usted es su propia prioridad.
·
Disfrutar del aire por lo menos 10 minutos al día. Aproveche
cuando va camino a casa o a la hora del almuerzo, y descubra si ese trayecto
está rodeado de naturaleza y la belleza que esta encierra o solo ve las nubes.
·
Reflexionar sobre las cosas buenas o que le han causado
desdicha. Disfrutar de las primeras y pensar si puede cambiar las segundas o no
darles tanta trascendencia.
·
Tratar a los demás con compasión y generosidad. Esto trae
múltiples beneficios en su salud física y mental, y lo acerca a la felicidad.
·
Ser observador. A su alrededor hay demasiadas cosas bellas que
quizás no ha descubierto.
·
Tomar la decisión. Si desea ser feliz, debe pensar, expresar y
actuar en pro de lo que lo hace feliz; tener presente que está vivo, que a
veces no todo sale bien, pero que puede ser resiliente, es decir anteponerse a
las dificultades y verlas como aprendizaje, todo depende de qué tanto se
conozca a sí mismo y cómo actúa para ser feliz.
·
Pedir ayuda. Alguien resiliente entiende que no necesariamente
solos podemos y que en ocasiones hay que pedir ayuda. Eso lo explica claramente
el proverbio africano que dice que ‘solo vas más rápido, pero juntos llegamos
más lejos’.