jueves, 30 de julio de 2020

La Societat de Psiquiatria defiende los psicofármacos pese a la Covid-19


MARTA RICART   |   Barcelona  |   La Vanguardia   |   14/04/2020

La Societat Catalana de Psiquiatria i Salut Mental asegura que “no hay pruebas científicas sólidas” que muestren un mayor riesgo de neumonía por la Covid-19 por el uso de diversos medicamentos y alerta que retirar psicofármacos en las personas que los necesiten les puede causar graves perjuicios.
La entidad discrepa de un informe del farmacólogo Joan Ramon Laporte, que advierte que muchos antipsicóticos, antidepresivos, antiácidos, analgésicos opiáceos, sedantes y otros fármacos de uso común en población de más edad aumentan el riesgo de neumonía y por ello debería revisarse la medicación de las personas de las residencias –que muchas veces toman varios de estos fármacos– e intentar retirársela.

La Societat de Psiquiatria considera que el informe genera “alarmismo” y “puede confundir a médicos, pacientes y familias e inducir a los pacientes a dejar su medicación”. Indica que los estudios no son suficientemente concluyentes ni extrapolables. Narcís Cardoner, actual presidente de la sociedad y jefe del área de salud mental del Parc Taulí de Sabadell, explicó que hay estudios que no hallan relación (o es muy baja, o se cuestiona) entre antidepresivos, antiepilépticos y algunos antipsicóticos y el mayor riesgo de neumonías, y cuando se ve esta asociación es principalmente con neumonías bacterianas o las derivadas de broncoaspiración, lo que no sería extrapolable a las víricas causada por el coronavirus.
“Cardoner ha asegurado que no se puede retirar los tratamientos sin más, “sino en un seguimiento estrecho que es difícil de garantizar en el entorno de confinamiento y sobrecarga asistencial por la Covid-19”. Recuerda que ya forma parte del seguimiento de los pacientes el reajustar su medicación. Así, ha apuntado que “las personas que toman más medicamentos normalmente lo hacen porque tienen estados de salud con más debilidades” y que “desde hace tiempo ya se trabaja para minimizar el uso de medicamentos innecesarios y retirar los no esenciales para evitar posibles efectos adversos y las interacciones entre fármacos, más frecuentes además en pacientes frágiles”.
Según Cardoner, en los casos de enfermos por el virus ya se valora la medicación que tomaba el paciente y la que pueda necesitar para tratar la infección y se analizan posibles interacciones. Cardoner señaló que en personas con patología mental, los psiquiatras ya están alerta para que los pacientes no dejen el tratamiento, porque precisamente la situación de confinación y alerta derivada de la epidemia puede hacer que su estado empeore.

lunes, 27 de julio de 2020

La asistencia a la salud mental se perpetúa como lujo en España ante los escasos recursos del sistema público

BELÉN REMACHA   |   Eldiario.es   |   20/03/2019

La atención a la salud mental en España ha sido y continúa siendo olvidada. La media europea está en 18 profesionales de salud mental por cada 100.000 habitantes. Los promedios españoles están en 2,19 psicólogos clínicos o 1,96 enfermeros especializados, según los datos que maneja la Asociación Española de Neuropsiquiatría (AEN) y la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP) que son de 2011. Los recursos varían por comunidades, pero todas quedaban lejos de la ratio comunitaria. A su vez, a Organización Mundial de la Salud recomienda 8 psiquiatras por 100.000 habitantes.
Este panorama deriva en problemas concretos de asistencia sanitaria como las largas esperas para obtener una cita en el sistema público lo que redunda en un trasvase de pacientes a los servicios privados de los pacientes que tenga renta suficiente para afrontarlo.
La situación actual es "grave no, muy grave", califica Fernando Chacón, Decano del Colegio de Psicólogos de Madrid. No ha cambiado –las plazas PIR y MIR para psiquiatría permanecen estables– y es "de siempre. La salud mental ha sido la hermana pobre de la sanidad, entre algunas razones históricas, por el estigma. Después de la crisis no se ha hecho ningún esfuerzo por revertir lo que se recortó en sanidad. Todo revela una profunda injusticia social: quien tiene recursos para un tratamiento continuado para trastornos como la ansiedad o depresión, se lo paga en el privado. Quien no los tiene, no. Teniendo en cuenta, además, que muchos problemas de salud mental están relacionados con aspectos socioeconómicos".
La falta de datos accesibles y actualizados es uno de los motivos por los que se creó un Observatorio en la AEN, que ahora se encuentra en proceso de actualización. El Defensor del Pueblo también pidió el junio de 2018 cifras a las comunidades autónomas para conocer al detalle la falta de recursos en la materia, pero continúan "recabando datos". "Se deberían conocer, pero es un trabajo muy difícil y la diferencia estructural entre comunidades lo dificulta mucho", explica Mikel Munarriz miembro de la AEN.
Tanto él como Nel González, presidente de la Confederación de Salud Mental España, señalan esa falta de transparencia como un problema en sí mismo: "Ni siquiera sabemos bien cuáles son las necesidades de la población, dónde hay más y en qué". Mientras tanto, la Estrategia de Salud Mental continúa sin ser renovada desde 2013.
La falta de recursos humanos opera directamente sobre el calendario de citas: hace unas semanas, El País se hacía eco de una respuesta parlamentaria del Gobierno de la Comunidad de Madrid en el que se reconocía que la media para la primera consulta en los centros de salud del territorio estaba en los tres meses. Cientos de adultos habían llegado a esperar un año para ser atendidos y en niños y adolescentes la situación es todavía peor, entre otros motivos porque todavía no existen especialistas.
"El problema no es solo que tarde la primera visita desde la derivación en Atención Primaria, es que, para una segunda, lo normal es esperar entre dos o tres meses. Todo profesional sabe que para que un tratamiento psicológico sea eficaz se ha producir una visita por semana. En los casos más graves, dos. Con esos tiempos de espera, la ansiedad, la depresión y otros trastornos se cronifican o agudizan", explica Chacón.
Lo ilustra Nel González, que desde la Confederación recibe a pacientes y familias: "Cuando un trastorno mental entra en una casa, en una familia, se inicia un peregrinaje. Falta de información, derivaciones, llamar a miles de puertas… Parece que esto no existe hasta que te pasa a ti". 
Y, sin embargo, la Organización Mundial de la Salud calcula que una de cada cuatro personas sufrirá un problema de salud mental a lo largo de su vida. "Cuando lo vivimos, nos damos cuenta de que en España no hay cultura ni de la prevención, ni de la atención, ni medios. Pensamos que la salud mental es algo que se resuelve en un despacho de un médico y no: requiere de una atención continuada, que muchas veces comienza en etapas tempranas de la vida", remata González.
En el informe de 2017 de la Confederación sobre los Derechos Humanos de las personas con trastorno de Salud Mental en España destacaban que España incumple la Declaración Europea que firmó en 2005 y deja "desprovistos de derechos a uno de los colectivos más vulnerables de nuestra sociedad". En dicho documento se pone de manifiesto que la falta de recursos generales se traduce en problemas específicos: falta, por ejemplo, perspectiva de género en víctimas de abusos sexuales, o tratamientos para salud maternoinfantil. "El crecimiento que se ha dado en demanda de asistencia en salud mental no se ha acompañado en la dotación de plantilla, ni en psiquiatras ni en psicólogos clínicos ni en enfermería de salud mental", reproducían de palabras de la Sociedad Española de Psiquiatría.
"La incidencia de la depresión, de la ansiedad, de los trastornos de sueño, ha ido aumentando los últimos años por aspectos como que las redes de apoyos familiares son más débiles o por la presión laboral", explica sobre esto Chacón, "y estamos viendo el aumento de suicidios, también entre adolescentes. No podemos darle la espalda: hay que tomárselo como salud pública". Otro apunte que daba Mikel Munarriz, de la AEN, es que los pocos medios "no se reparten equitativamente. Donde hay más precariedad también aumenta la incidencia y el número de personas que necesitan atención y que no tienen recursos, y esto no se suele tener en cuenta".
Lo ideal, recalcan desde el Colegio de Psicólogos y coinciden desde la Federación, es que se pongan esfuerzos en que se pueda combinar el tratamiento psiquiátrico y las consultas psicológicas: "Y lo que estamos viendo es que una consecuencia es el consumo desorbitado de psicofármarcos en España. Es lógico: si un médico de cabecera no tiene recursos para remitirte al especialista de salud mental, o va a tardar mucho, lo único que tiene a su alcance para remitir algunos síntomas es recetar, por ejemplo, un ansiolítico".
"Que no existan recursos suficientes implica, claro, que no existan otro tipo de tratamientos que se podrían probar y alternar con la atención farmacológica y clínica habitual", añade Nel González. Por ejemplo: que se integre la psicoterapia en atención primaria porque "muchas dolencias que llegan ahí tienen tintes mentales". En la misma línea opina Chacón: "Además de aumentar recursos, hay fórmulas que se podrían incorporar ya mismo y que son eficientes, que es algo que a los economistas les gusta mucho. Los tratamientos grupales en según qué procesos pueden ser muy beneficiosos. La reflexión es que incrementemos los medios, pero, aunque no fuese posible, que revisemos nuestras prioridades y a dónde va el dinero".

viernes, 24 de julio de 2020

¿Qué máscaras utilizas?

ANGELA CARRASCOSO TOBÍAS    |   La Mente es Maravillosa  |   14/06/2020 

La máscara de tipo duro, el niño bueno, el salvador... Todos utilizamos máscaras en algún momento, pero algunas las llevamos tanto tiempo que se quedan adheridas a nuestro ser.
Las máscaras son instrumentos que utilizamos para intentar adaptarnos a unas circunstancias y, así, reinventarnos para seguir adelante. Nos permiten actuar como si fuésemos capaces de cualquier cosa y nos protegen de lo que creemos que puede dañarnos.

Es decir, las máscaras son mecanismos de defensa inconscientes que intentan poner a salvo nuestro verdadero «yo» cuando puede estar en peligro. Es un engranaje que nos permite sobrevivir; por lo tanto, llevar una máscara no es necesariamente algo perjudicial para nosotros.
Sin embargo, hay circunstancias en que esa máscara que adoptamos no cumple esta función adaptativa, sino más bien todo lo contrario. Estas máscaras enquistadas en nuestro verdadero rostro han sido ampliamente estudiadas en psicopatología. Son conocidas como «ego» en psicología de la Gestalt o «conservas culturales» en psicodrama.

¿Cuándo necesitamos las máscaras?

Aprendemos a usar las máscaras desde pequeños cuando nos damos cuenta de que, en determinadas situaciones, no podemos comportarnos como nos gustaría si queremos ser aceptados.
Así, aprendemos que debemos controlar, por ejemplo, nuestra frustración y rabietas para que nuestros padres nos den su aprobación. O debemos ser pacientes y simpáticos con nuestros compañeros de la escuela para lograr también esta aceptación.
Estas máscaras marcan los límites para relacionarnos con los otros y aprender los diferentes roles que necesitaremos en nuestra vida. Nos permiten el acto reflexivo en nuestros impulsos, desarrollando capacidades superiores como la empatía.

Además, también necesitamos usar estas máscaras o personajes internos en situaciones concretas. Por ejemplo, podemos necesitar una máscara de fortaleza ante las adversidades o momentos difíciles, para permitirnos más tarde desprendernos de ella y descansar de la dura carga.

Los tipos de máscaras que nos acompañan

Aprendemos a usar máscaras desde que somos niños hasta que morimos. Algunas de ellas nos salvan, otras nos dañan. Es curioso que muchos de nosotros compartimos algunas de ellas. Veamos algunas de las más conocidas:
·        El niño bueno. El niño que aprendió a portarse bien siempre para ser aceptado, que le cuesta poner límites o dar su opinión por miedo a no tener la aprobación. Busca el afecto a través de la dulzura y de satisfacer al otro.
·        El guerrero. Aquella máscara que se creó en duras batallas nos permitió salir airosos de grandes adversidades. Permite apartar el miedo y la indecisión que podemos sentir para tomar el mando.
·        El pasota. El personaje indiferente que sigue impasible pase lo que pase en el exterior. Es un personaje que se defiende de las amenazas externas ocultando su sufrimiento.
·        El salvador. Necesita salvar a todas las personas y es algo muy personal. Seguidores de los casos perdidos e inmerecidos responsables de las desgracias ajenas.
·        El sufridor. Aprendió que en la vida todo son desgracias y que la forma de buscar el amor de los demás y su atención es a través del victimismo.
·        El tipo duro. Una máscara habitual de las personas más sensibles que temen ser heridos y parecer vulnerables. Ante este temor, han aprendido a mostrarse poco emocionales e, incluso, agresivos.
·        El eterno feliz. Las personas que pueden tener más dificultades para aceptar emociones como la tristeza, la rabia o la pérdida fingen que todo está bien con una amarga sonrisa. Una huida hacia delante de sus emociones.
·        El chistoso. Son aquellos que aprenden con humor a huir de sus emociones. Es una máscara similar a la anterior que, además, puede creer que los demás no le aceptarán si un día deja los chistes y se sincera.

Cuando la máscara se nos queda adherida

Todas las máscaras anteriores tienen algo en común y es que nos permiten proteger nuestro verdadero «yo» de posibles amenazas. A veces, llevamos tanto tiempo puestas estas máscaras que se quedan adheridas a la piel. Y nos preguntamos, ¿realmente soy así?, ¿esta máscara es parte de mi esencia?
Si nos llegamos a hacer esta pregunta es que nuestra preciada máscara lleva demasiado tiempo con nosotros. Y, posiblemente, este rol sean los vestigios de aquel niño herido que ansía ser querido y visto por los demás.

Las máscaras que una vez nos protegieron ahora han dejado de funcionar y se han convertido en una forma de desconexión con nuestras emociones, olvidándonos de los verdaderos deseos y valores. La pérdida de la esencia y de la conexión emocional puede llevarnos a un callejón sin salida, tratando de utilizar la misma máscara una y otra vez, aunque la vida cambie y esa obra que viviste ya haya bajado el telón.

Puede ser difícil desprenderse de ciertas máscaras. Por ejemplo, si interpretamos al tipo duro podemos pensar que las personas nos aprecian por esta faceta y nos abandonarán al ver nuestra vulnerabilidad. Sin embargo, es un espejismo de nuestros propios pensamientos.

Acabada nuestra función diaria, podemos llegar a casa y, al quitarnos todas las máscaras y mirarnos al espejo, ver y conectar con nuestro auténtico «yo». Observar lo que somos realmente, con nuestra propia luz y oscuridad, para amarnos antes de que lo haga nadie. Solo así podremos mostrar a los demás nuestro rostro desnudo.


miércoles, 22 de julio de 2020

"Los seres humanos somos una especie hiriente"

IMA SANCHÍS    |     La Vanguardia    |   La Contra  |    11/06/2019

Bessel van der Kolk, psiquiatra, experto en trauma.
Tengo 75 años. Holandés afincado en Boston hace medio siglo. Casado, dos hijos. Vivimos en sociedades humanas y dependemos los unos de los otros y el capitalismo, la supremacía de los más fuertes, deja a muchas personas lastimadas y vulnerables. Hay que repartir. Practico la meditación y el yoga

Pionero
Fundador y director médico del Trauma Center de Brookline, ha sido codirector de la Red Nacional de Tratamiento de Trauma Complejo de EE.UU, es profesor de psiquiatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston, y lo fue en Harvard, donde se convirtió en el primer experto en farmacología: “No la practico porque pienso que la psiquiatría ha sido secuestrada por las farmacéuticas”. Fue pionero en analizar científicamente el uso del yoga para tratar el trauma con resultados positivos. Ha publicado 150 artículos científicos revisados y ha obtenido numerosos reconocimientos internacionales. Autor del súper ventas “El cuerpo lleva la cuenta” (Eleftheria). Ha dado un taller en el Instituto Gestalt.

Pregunta.-De qué hablamos cuando hablamos de trauma?
Respuesta.-De una respuesta personal ante experiencias horrendas en las que sientes que no puedes hacer nada para cambiar la situación, que estás indefenso.
P.- Te sientes impotente.    |    R.- Sí, es un sentimiento de injusticia y de rabia profunda. Influye mucho la edad que tenías cuando ocurrieron los hechos: a menor edad más profundo es el efecto. Y también depende de si hubo alguien o no que te apoyara.
P.- ¿Guerra, tsunami o abandono?    |    R.- La gravedad de los acontecimientos no es lo esencial, sino la manera en la que el cerebro procesa eventos abrumadores para ti. El cerebro lo almacena todo en la amígdala, responsable de las emociones, y te hace reaccionar.
P.- Pero la mente intenta racionalizar.   |   R.- Sí, pensar que ya pasó y que se puede superar. Pero el cuerpo revive la experiencia una y otra vez. No se puede decidir olvidar un trauma de manera racional, porque anida en la parte más primitiva del cerebro.
P.- ¿Algo que podemos confundir con un rasgo del carácter?  |    R.- Si se da en la niñez crees que tus reacciones violentas, tus miedos o desasosiego, son parte de tu personalidad.
P.- ¿Hay rasgos comunes?   |   R.- Suelen ser personas explosivas porque albergan mucho miedo y rabia que expresan con reacciones exageradas. Cosas que para otros no tienen importancia a ellas las superan.
P.- Mucha gente ha tenido un padre o una madre alcohólica, ¿eso deja huella?   |  R.- Si no lo ha procesado, esa persona de adultas se siente defectuosa. Los hijos maltratados o de madres alcohólicas se sienten culpables de no ser atendidos y creen que si su madre no les quiso nadie les querrá, y de adultos pueden aceptar cualquier tipo de relación.
P.- ¿Creen que no se merecen nada mejor?   |   R.- Sí. Los traumas que están vinculados con la manera en que fuimos criados son los más complicados de tratar.
P.-No son experiencias aisladas...   |   R.- Prácticamente todos vivimos experiencias que tienen el potencial de instalarse en la psiquis como un trauma. Son muchas las familias con alcoholismo y muchos los abusos sexuales en la infancia. En EE.UU. el 20% de estas experiencias tienen secuelas.
P.- ¿Puede que hayas olvidado el trauma?   |   R.- Conscientemente sí, pero el cuerpo lo mantiene vivo. El trauma se aloja en el sistema límbico y cuando sucede algo que nos lo recuerda reaccionamos automáticamente.
P.- ¿El miedo y el aislamiento son el núcleo del trauma?   |   R.- Sí, y remodela el cerebro y el cuerpo. Somos primates, seres relacionales, por tanto una gran parte del trauma es que te aíslas de las relaciones con los demás.
P.- ¿Y puede revertirse?   |   R.- Sí. Una parte significativa es poder hablar sobre él, y luego tienes que lidiar con todos los sentimientos que hay y se expresan en tu cuerpo, porque como mecanismo de defensa, las personas que han vivido un trauma se disocian del cuerpo y de sus sensaciones.
P.- ¿Qué técnicas ha investigado?   |   R.- Sobre todo el yoga, que ayuda a activar las partes del cerebro que se desactivaron por el trauma, el canto ayuda a regular el sistema nervioso, y el chi kung. El problema es que tanto en Europa como en EE.UU. cuando te sientes mal emocionalmente te vas a tomar una copa.
P.- ¿Somos una cultura alcohólica?   |   R.- Sí, y es peligroso porque la relación entre trauma y consumo de alcohol y de drogas es alta. Y considero que la cultura médica occidental está atascada en esa tradición alcohólica en la que “me tomo una pastilla para acallar eso que me hace daño”.
P.- Usted también fue un niño traumatizado.   |   R.- Soy de 1943, la generación del hambre. Vi morir a demasiados amigos. A mi padre se lo llevaron los nazis y fue un hombre violento. Mi madre una mujer distante. Me costó superarlo.
P.- ¿Y qué es lo que más le ayudó?   |   R.- Diversas terapias, se trata de una combinación de trabajo psicológico, neurológico, como el neurofeedback, y físico; y es esencial estimular la imaginación, porque la gente traumatizada sufre una pérdida de flexibilidad mental.
P.- ¿Y cómo se trabaja la imaginación?   |   R.- A través del teatro, del arte... Ahora estamos investigando los efectos de los agentes psicodélicos para abrir la mente a posibilidades nuevas. Sin imaginación no hay esperanza, no hay oportunidad de vislumbrar un futuro mejor, no se tiene dónde ir, no hay meta que alcanzar.
P.- ¿Qué ha entendido esencialmente sobre el ser humano, sobre su malestar?   |   R.- Es muy interesante, mis colegas y yo pensamos que si conseguíamos resolver los traumas la gente sería mejor. Y se pueden resolver, en eso soy muy optimista. Pero siempre nos lastimamos los unos a los otros. Creo que somos una especie bastante defectuosa… Está en la naturaleza humana el hacernos daño, somos una especie hiriente.
P.- Quizá los otros animales sean mejores...   |   R.- Sí, creo que la mayoría de las especies hacen las cosas mejor que nosotros, viven en armonía, deberíamos estudiarlas a fondo antes de seguir exterminándolas... Me hubiera gustado que no me preguntara esto.


domingo, 19 de julio de 2020

El confinamiento, un desafío para los enfermos mentales

Cris de Quiroga    |    Madrid   |   ABC  |   07/04/2020

La ayuda psiquiátrica a distancia es imprescindible para que sobrelleven estos días de angustia
Para ciertas personas, el confinamiento puede ser un tormento. Aquellos con patologías psiquiátricas graves, que les acompañan de por vida, sufren aún más la situación detonada por el Covid-19. Sobre todo, después del endurecimiento de las medidas de aislamiento, que solo permite las actividades esenciales y ha prohibido a los enfermos mentales seguir con su rehabilitación en los ambulatorios.

Para ellos, «es mucho más duro, en la parte social ya tienen dificultades grandes. No estar interactuando con las personas, con el entorno, rompe con lo que se hacía en el hospital», explica en conversación telefónica Rosa Bueso, la terapeuta ocupacional de la Unidad de Hospital de Día de la Clínica Nuestra Señora de la Paz, regentada por la orden religiosa de San Juan de Dios. Desde hace dos semanas, 34 pacientes con trastorno bipolaresquizofrenia trastorno de la personalidad, por mencionar algunas patologías, no acuden a este centro; Bueso, junto a una psicóloga y una psiquiatra, se encargan de continuar con su terapia a distancia.

De lunes a viernes, este trío descuelga el teléfono y comienza a marcar. De hecho, Bueso interrumpe unos minutos la entrevista para atender una llamada. «¡Cómo me alegro de que te hayas levantado pronto hoy!», congratula a uno de sus pacientes. «Empiezan a desestructurar los hábitos establecidos, se levantan tarde y no toman la medicación cuando deben», cuenta esta terapeuta. «Necesitan tener estabilidad, algunos tienen ideas autolíticas [un comportamiento autolesivo que puede desembocar en suicido]», añade. También organizan, a través de la plataforma Zoom, videoconferencias para realizar las sesiones grupales. En definitiva, una copia de la rehabilitación presencial, donde trabajaban las «áreas de déficit» de los pacientes, mediante técnicas de relajación, terapia psicológica y ejercicios psicomotrices, entre otras cosas.

Sed de contacto físico

Si bien la terapeuta asegura que este seguimiento está siendo «eficaz», deja que desear. «La parte corporal, el grupo como representación de la sociedad, tocarse, vincularse, darse la mano... Hay muchas cosas de contacto físico que no se pueden trabajar y son importantes», remarca Bueso. «Cuando tienes que cuidar a alguien, debes estar cerca. Esa parte no la puede cubrir un medio informático», insiste. Y el aislamiento empieza a hacer mella: «Las conversaciones cada vez son más largas, sientes su angustia». La ansiedad ya se ha disparado en varias ocasiones; en esos casos, interviene la psiquiatra, que puede hacer retoques en la medicación. El último paso es proceder al ingreso del paciente.

Pese a esta ayuda, el confinamiento les pasará factura. «Si ahora tienen dificultades, cuando acabe todo esto va a ser el doble», declara. Aunque la cascada de ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo) ha puesto a miles contra las cuerdas, el panorama al que se enfrentan los enfermos mentales es menos halagüeño, al ser uno de los colectivos menos contratados.

Mientras esta treintena de enfermos continúa con su rehabilitación a distancia, muchos otros permanecen ingresados en la clínica. Antes de que esta crisis sanitaria derrumbase su vida cotidiana, los internos recibían visitas a diario, paseaban por los jardines, charlaban en la cafetería. Todo ello se suple ahora con videollamadas a sus familiares, pero «es imposible dar abasto con todos», comenta una de las enfermeras de la clínica, Carolina Muñoz. Además, comunicarse con sus seres queridos no siempre es la mejor opción. «Otros viven esta situación con mucha angustia y estrés. Los pacientes paranoides lo ven mucho peor, incluso cuando ven a sus padres en la pantalla puede ser peor», aclara.

En cada una de las cuatro plantas del centro hay 26 habitaciones de psiquiatría, ya de por sí bastante aisladas. «Están súper agobiados de no poder salir», asegura Muñoz. Ella también se encarga de las consultas a distancia, con un grupo de pacientes con trastorno bipolar. «Para muchos, es la única llamada que reciben al día», lamenta. La pandemia se ensaña con los más vulnerables.


viernes, 17 de julio de 2020

Conéctate con lo que te causa felicidad

 MARÍA ALERJANDRA MADERO MARTÍNEZ      |     Ser Saludables     |     29/01/2020

Factores como la genética, las vivencias y los recuerdos intervienen en el nivel de felicidad. La clave es vivir en armonía, cuidarse y disfrutar de los momentos únicos.

Mucho se habla de lograr la ‘felicidad’. Lo vemos ahora reflejado en páginas de entretenimiento como blogs, perfiles de Instagram o Pinterest, o en redes sociales que se encargan de brindar al usuario aburrido y triste, alguna frase motivacional para darle sentido y felicidad a su día a día.

Pero, ¿por qué tanta preocupación por el tema? ¿Será acaso que nos hemos vuelto infelices? O, sencillamente, ¿no estamos valorando lo que nos rodea?
Andrés Ramírez Ordóñez, profesor de la Cátedra de la Felicidad en el Colegio de Estudios Superiores de Administración CESA y en la universidad El Rosario, y Sergio Arboleda, señala que la felicidad, como propone Aristóteles, es el fin de la vida, el propósito de la existencia humana. Lo que pasa es que no tenemos hábitos que nos ayuden a vivir una vida más feliz, lo que no necesariamente implica que no haya dificultades.

Al no hacer lo que debemos hacer para vivir bien y no tener buenos hábitos, poco disfrutamos y surge la infelicidad que, finalmente, nos lleva también a ser incapaces de expresar las emociones, malestar o dolor que haya generado el comportamiento de otro, quedándonos en lo negativo, en lo frustrante. Si te gritan en el trabajo, si hay burla en el colegio, si hay problemas familiares sin resolver, estas situaciones pueden ser causa de infelicidad, y si no las sabemos manejar nuestro entorno se hace cada vez más complicado.

Ponga su granito de arena en busca de la felicidad

Para mejorar, no basta con escapar al celular o al computador a leer frases reflexivas; hay que tener un cambio interno y ser conscientes de que es posible conectarnos con la felicidad.

Lo primordial, como señalan el profesor Andrés Ramírez, socio consultor en Plurum, y Charlene Martin Lillie, especialista en resiliencia y guía de pacientes en Mayo Clinic, es ser agradecidos con lo que tenemos y ser conscientes del tiempo presente.

Al ser conscientes del momento y lugar en donde estamos es más fácil tener una vida coherente, en donde las acciones manifiestan nuestros pensamientos y emociones, para que todo logre estar en armonía.
Un ejemplo es, si pienso en positivo y trato a las personas que me rodean con agrado, voy a recibir energía positiva y activar el nivel de pensamientos positivos, como señala William Walker, ensayista y autor del famoso libro ‘La ley de la atracción’.

Las emociones son válidas, ya que todos las sentimos; lo importante es poder expresarlas sin pasar por encima de nadie y que nadie pase por encima nuestro, porque en la felicidad son clave las relaciones humanas, explica el profesor Andrés Ramírez.

Identificar qué clase de relaciones humanas tenemos ayuda en el propósito de conectarnos con la felicidad; pero, la primera relación que hay que fortalecer es la que se tiene con uno mismo. Hay que dedicarnos tiempo, dice Charlene Martin, llevar un organizador donde pongamos hora y lugar para hacer alguna actividad preferida, ser por un momento de la agitada vida, la prioridad.

Entender que se está vivo, alimentarse bien, dormir bien y realizar alguna actividad física también fortalece la relación con uno mismo. Aprender ¿cuál es el infierno de cada uno? es otra buena apuesta, como lo explica el profesor en su Cátedra para la Felicidad, en donde destaca que hay que reconocer miedos, rencores, personas tóxicas, qué pensamientos tenemos y hasta qué alimentos ingerimos, si son malos o buenos para la salud. Todo ayuda en la búsqueda de la felicidad.

Debemos agradecer todo lo que tenemos, pero agradecer con acciones, de manera que, si yo agradezco mi pareja, la enamoro todos los días; si agradezco mi trabajo, lo hago de manera extraordinaria; si agradezco mis hijos, como con ellos en la mesa, les dedico tiempo, oigo sus historias: Andrés Ramírez Ordóñez, profesor de la Cátedra de la Felicidad.

Concentre su energía en lo realmente importante

La mejor manera de alejarse o resolver los problemas es concentrarse conscientemente en una actividad, aconseja la doctora Martin. Por ejemplo, si tiene un día estresante en el trabajo o problemas económicos, y ese día toma clase en la noche, concentre toda su eneregía en aprender algo útil y así olvidará, al menos por lo que dura la clase, los problemas o los verá luego de otra manera y podrá pensar en una solución.

De igual forma, puede vivir momentos únicos si vuelve a conectarse con lo que le gustaba y ahora no hace; este es un punto importante en la búsqueda de la felicidad. Puede practicar algún deporte, salir al parque o correr, ir a cine, leer un buen libro, escuchar música o tocar algún instrumento.

Acercarse a la naturaleza, según la especialista de Mayo Clinic, es una de las mayores fuentes de felicidad, ya que nos hace sentir que somos parte de algo más grande. ¡La decisión es suya!
Para conectarse con la felicidad también es sano tener un ambiente limpio y agradable, deshacerse de cosas que ya no le sirven e intoxican su ambiente. Busque algo nuevo que hacer o que aprender, ya que cuando el ser humano descubre cosas novedosas se siente feliz.

Otros consejos que dan los expertos son:

·        Poner orden en su vida. Haga una lista de cosas pendientes, teniendo en cuenta que usted es su propia prioridad.
·        Disfrutar del aire por lo menos 10 minutos al día. Aproveche cuando va camino a casa o a la hora del almuerzo, y descubra si ese trayecto está rodeado de naturaleza y la belleza que esta encierra o solo ve las nubes.
·        Reflexionar sobre las cosas buenas o que le han causado desdicha. Disfrutar de las primeras y pensar si puede cambiar las segundas o no darles tanta trascendencia.
·        Tratar a los demás con compasión y generosidad. Esto trae múltiples beneficios en su salud física y mental, y lo acerca a la felicidad.
·        Ser observador. A su alrededor hay demasiadas cosas bellas que quizás no ha descubierto.
·        Tomar la decisión. Si desea ser feliz, debe pensar, expresar y actuar en pro de lo que lo hace feliz; tener presente que está vivo, que a veces no todo sale bien, pero que puede ser resiliente, es decir anteponerse a las dificultades y verlas como aprendizaje, todo depende de qué tanto se conozca a sí mismo y cómo actúa para ser feliz.
·        Pedir ayuda. Alguien resiliente entiende que no necesariamente solos podemos y que en ocasiones hay que pedir ayuda. Eso lo explica claramente el proverbio africano que dice que ‘solo vas más rápido, pero juntos llegamos más lejos’.