lunes, 12 de abril de 2021

Alcohol ( I )


Gerald F. O’Malley, DO, Grand Strand Regional Medical Center 

Rika O’Malley, MD, Albert Einstein Medical Center  | Junio 2020

El alcohol (etanol) es un depresor. El consumo de grandes cantidades de forma rápida o regular puede causar problemas de salud, incluyendo daño orgánico, coma y muerte. 

·       La genética y las características personales son importantes en el desarrollo de los trastornos relacionados con el alcohol.

·        Beber demasiado alcohol puede causar somnolencia o agresividad, afectar la coordinación y las funciones mentales e interferir en el trabajo, en las relaciones familiares y en otras actividades.

·        Beber demasiado alcohol durante un largo periodo de tiempo puede dar lugar al desarrollo de dependencia al alcohol y causar lesiones en el hígado, el cerebro y el corazón.

·        Los médicos pueden emplear cuestionarios o medir el nivel de alcohol en sangre para identificar a las personas con trastornos asociados al consumo de alcohol.

·        El tratamiento inmediato de la sobredosis puede consistir en asistencia con ventilación, sueros, tiamina y, en ocasiones, otras vitaminas (para corregir las carencias relacionadas con el consumo crónico de alcohol) y, para los síntomas de abstinencia, benzodiazepinas.

·        Los programas de desintoxicación y rehabilitación pueden ayudar a las personas que padecen trastornos graves asociados al consumo de alcohol.

 

Cerca de la mitad de los adultos en Estados Unidos son bebedores habituales, un 20% son ex bebedores y de un 30 a un 35% nunca han bebido alcohol. Beber cantidades elevadas de alcohol (más de 2 a 6 bebidas al día) durante periodos prolongados de tiempo puede provocar lesiones en varios órganos, especialmente el hígado, el corazón y el cerebro. No obstante, beber una cantidad moderada de alcohol puede reducir el riesgo de muerte asociada a trastornos cardíacos y vasculares (cardiovasculares). Sin embargo, no se recomienda consumir alcohol con este propósito, sobre todo cuando existen otras medidas más seguras y efectivas disponibles.

Trastornos relacionados con el alcohol

La mayoría de las personas no consume suficiente alcohol o con la frecuencia suficiente para que su salud y sus actividades cotidianas se vean afectadas. Sin embargo, en Estados Unidos entre un 7% y un 10% de los adultos tienen problemas con el consumo de alcohol (trastorno por consumo de alcohol, también conocido como alcoholismo). Los varones son de dos a cuatro veces más propensos que las mujeres a desarrollar un trastorno de alcoholismo. Las personas afectadas por el consumo de alcohol y otros trastornos por consumo de sustancias continúan consumiendo una sustancia a pesar de los problemas asociados a dicho consumo.

·        Beber grandes cantidades de alcohol puede causar la muerte rápidamente.

El alcoholismo puede llevar a muchos comportamientos y efectos destructivos:

·        Conducir ebrio

·        Lesiones producidas en caídas, peleas o accidentes de tráfico

·        Violencia, incluida la violencia doméstica

la embriaguez puede alterar las relaciones familiares y sociales. La tasa de divorcio es un 50% más elevada cuando uno de los cónyuges es un bebedor empedernido. El absentismo extremo del trabajo puede conducir al desempleo.

Poblaciones especiales

Los niños pequeños que beben alcohol (generalmente de modo accidental) tienen un riesgo significativo de presentar hipoglucemia grave y coma.

Las mujeres pueden ser más sensibles que los hombres a los efectos del alcohol, independientemente de su peso.

Los ancianos pueden ser más sensibles a los efectos del alcohol que los adultos jóvenes.

Las mujeres que beben alcohol durante el embarazo tienen un mayor riesgo de dar a luz un bebé con síndrome de alcoholismo fetal.

Aunque la sensibilidad a los efectos del alcohol puede variar con la edad, todos los grupos de edad pueden padecer los trastornos relacionados con su consumo. Cada vez más, el consumo y abuso de fármacos y otras sustancias entre los adolescentes se ha relacionado con consecuencias especialmente desastrosas. Los que empiezan a beber a una edad temprana (sobre todo en la edad preadolescente) tienen más predisposición a ser dependientes del alcohol en la edad adulta.

Causas

-El trastorno relacionado con el consumo de alcohol se relaciona hasta cierto punto con aspectos hereditarios. Los familiares directos de las personas con trastorno por consumo de alcohol son más propensos a padecer trastorno asociado al consumo de alcohol que la población general y dicho trastorno se desarrolla con mayor probabilidad en los hijos biológicos de las personas con trastorno por consumo de alcohol que en los adoptados.

-Algunas investigaciones sugieren que las personas con riesgo de trastorno por consumo de alcohol se intoxican con menos facilidad que las que no son bebedores problemáticos. Es decir, su cerebro es menos sensible a los efectos del alcohol. Los familiares directos de las personas con trastorno por consumo de alcohol pueden tener esta característica.

-Ciertos entornos y rasgos de la personalidad pueden predisponer a una persona a padecer un trastorno por consumo de alcohol. Las personas con trastorno por consumo de alcohol suelen provenir de familias desestructuradas, y con frecuencia las relaciones con sus progenitores están alteradas. Los alcohólicos tienden a sentirse aislados, solos, tímidos, depresivos u hostiles. Pueden exhibir comportamientos autodestructivos y ser sexualmente inmaduros. No se sabe con certeza si tales rasgos son la causa del trastorno por consumo de alcohol o su consecuencia.

Síntomas

El alcohol origina tres tipos básicos de problemas:

·        Los que se presentan de manera inmediata cuando las personas beben demasiado en un momento determinado (intoxicación y sobredosis)

·        Los que se presentan a lo largo de un periodo prolongado de tiempo cuando se consumen cantidades excesivas de manera regular

·        Los que aparecen al interrumpir bruscamente un consumo intenso y prolongado (abstinencia)

 

Efectos inmediatos

El alcohol tiene efectos casi inmediatos, ya que se absorbe a mayor velocidad de lo que se procesa (metaboliza) y se elimina del cuerpo. Como resultado, los valores de alcohol en la sangre aumentan rápidamente. Los efectos pueden aparecer al cabo de minutos de haber bebido. 

Los efectos varían ampliamente en función de cada persona. Por ejemplo, los que beben de manera regular (2 o más bebidas al día) se ven afectados en menor medida por una determinada cantidad de alcohol, que los que normalmente no beben o que lo hacen solo de manera social, un fenómeno denominado tolerancia. Quienes han desarrollado tolerancia al alcohol pueden tener también tolerancia a otras drogas que enlentecen la función neurológica, como los barbitúricos o las benzodiazepinas. 

Los efectos varían según la concentración de alcohol en el torrente sanguíneo, que generalmente se expresa en Estados Unidos en términos de miligramos por decilitro (1/10 litros de sangre), abreviado como mg/dL, y en otras partes del mundo como milimoles por litro, abreviado mmol/L. Los niveles reales en sangre necesarios para originar síntomas varían en gran medida según la tolerancia, pero en los consumidores típicos que no han desarrollado tolerancia, los siguientes síntomas son comunes:

·        De 20 a 50 mg/dL (4,3 a 10,9 mmol/L): calma, ligera somnolencia, cierta disminución en la coordinación motora fina y alteración de la capacidad para conducir

·        De 50 a 100 mg/dL (10,9 a 21,7 mmol/L): deterioro del juicio y disminución mayor de la coordinación

·        De 100 a 150 mg/dL (21,7 a 32,6 mmol/L): marcha inestable, dificultad para hablar, pérdida de las inhibiciones conductuales y deterioro de la memoria

·        De 150 a 300 mg/dL (32,6 a 65,1 mmol/L): delirio y letargo (probable)

·        De 300 a 400 mg/dL (65,1 a 86,8 mmol/L): a menudo, pérdida del conocimiento

·        ≥ 400 mg/dL (≥ 86,8 mmol/L): posiblemente mortal.

 

Los vómitos son frecuentes en las intoxicaciones alcohólicas moderadas a graves. Debido a que la persona puede encontrarse somnolienta, el material vomitado puede introducirse en los pulmones (aspirado), en ocasiones provocando una neumonía e incluso a la muerte.

En Estados Unidos, todos los estados definen el hecho de conducir con un contenido de alcohol en sangre (BAC, por sus siglas en inglés) igual o superior a 80 mg/dL (17.4 mmol/L; 0.08%) como un delito, si bien las leyes y penas estatales específicas varían.

Sobredosis

En personas que no beben alcohol regularmente, un nivel de alcohol en la sangre de 300 a 400 mg/dL (65,1 a 86.8 mmol/L) causa a menudo inconsciencia y un nivel de alcohol en la sangre igual o superior a 400 mg/dL (≥ 86,8 mmol/L) puede ser mortal. La muerte puede sobrevenir como consecuencia de la respiración alterada o los ritmos anómalos del corazón (arritmia cardíaca), especialmente cuando se bebe una gran cantidad de alcohol de forma rápida. La ingesta de grandes cantidades de alcohol da lugar a presión arterial baja y niveles bajos de azúcar en la sangre.

Los efectos de un determinado nivel de alcohol en sangre son distintos en bebedores habituales. Muchos parecen no estar afectados y funcionar con normalidad con niveles relativamente elevados (como 300 o 400 mg/dL) L (65,1 a 86,8 mmol/L).

El alcohol, incluso en dosis moderadas, altera la formación de la memoria a corto plazo, lo que puede causar lapsus de memoria. El individuo intoxicado puede parecer gregario y locuaz pero tendrá un recuerdo limitado del lapsus de memoria.

Efectos a largo plazo

El consumo prolongado de cantidades excesivas de alcohol lesiona muchos órganos del cuerpo, sobre todo el hígado (hepatopatía relacionada con el alcohol). Dado que es probable que no se siga una dieta adecuada, también es posible que desarrollen déficits vitamínicos y otras deficiencias nutricionales. 

La hepatopatía relacionada con el alcohol incluye la inflamación del hígado (hepatitis), el hígado graso y cicatrización hepática (cirrosis). Un hígado dañado por el alcohol tiene menos capacidad para eliminar los productos tóxicos residuales que pueden originar disfunción neurológica (encefalopatía hepática) del organismo. Las personas que desarrollan encefalopatía hepática pueden manifestar embotamiento, somnolencia, estupor y confusión, y terminar por entrar en estado comatoso. El coma hepático amenaza la vida de la persona y debe ser tratado de forma inmediata. 

Por lo general, las personas con insuficiencia hepática también tienen aleteo hepático (asterixis): cuando se extienden los brazos y las manos, estas caen bruscamente, para volver a continuación a su posición original. El aleteo hepático se asemeja a un temblor pero no es lo mismo. 

La cirrosis del hígado (hepática) provoca el aumento de la presión en los vasos sanguíneos próximos al hígado (hipertensión portal). La presión acumulada en estos vasos sanguíneos puede causar inflamación de los vasos sanguíneos del estómago y del esófago (varices). Estos vasos hinchados pueden romperse y sangrar de manera intensa, provocando vómitos de sangre. La hemorragia representa un problema especial, ya que el hígado lesionado no sintetiza de manera suficiente las sustancias necesarias para la coagulación de la sangre.

El consumo excesivo de alcohol puede causar una inflamación del páncreas (pancreatitis). La persona puede desarrollar dolor abdominal intenso con vómitos.

El consumo excesivo de alcohol también puede causar daño a los nervios y a partes del cerebro. Cuando se ven afectados los nervios de los brazos y las piernas (nervios periféricos), la persona puede notar pérdida de sensibilidad o sentir hormigueo en las manos y los pies. Puede desarrollarse temblor crónico. La lesión en la parte del encéfalo que coordina el movimiento (cerebelo) puede conducir al movimiento mal controlado de brazos y piernas y alterar el equilibrio. El consumo intenso y prolongado de alcohol puede dar lugar a un daño cerebral irreversible y psicosis. También puede lesionar el revestimiento (vaina de mielina) de los nervios en el cerebro, lo que origina un trastorno denominado enfermedad Marchiafava-Bignami. Las personas con este trastorno sufren agitación, confusión y demencia. Algunas presentan convulsiones y caen en coma antes de morir. 

El consumo intenso y prolongado de alcohol puede provocar un déficit grave de tiamina, una vitamina B. Este déficit puede conducir a la encefalopatía de Wernicke (una enfermedad que se caracteriza por confusión, incapacidad de coordinar la marcha o dificultad para coordinar el movimiento ocular), la cual, si no se trata rápidamente, puede provocar síndrome de Korsakoffcoma o incluso la muerte. 

Una depresión existente puede empeorar a causa del consumo de alcohol, y las personas con trastorno por consumo de alcohol tienen una probabilidad más alta de sufrir depresión que los no alcohólicos. Dado que los trastornos asociados al consumo de alcohol, especialmente el consumo compulsivo, provoca a menudo intensos sentimientos de remordimiento durante los periodos en los que no se toma alcohol, las personas con trastorno por consumo de alcohol son propensos al suicidio incluso en periodos de abstinencia. 

En una mujer embarazada, el consumo de alcohol puede causar graves problemas en el feto en desarrollo, como bajo peso al nacer, talla pequeña, cabeza pequeña, lesiones cardíacas y musculares y cociente intelectual bajo o discapacidad intelectual. Estos efectos se denominan síndrome alcohólico fetal. Por lo tanto, se recomienda evitar el alcohol durante el embarazo.

 

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