Gerald F. O’Malley, DO, Grand Strand Regional Medical Center
Rika O’Malley, MD, Albert Einstein Medical Center | Junio 2020
El alcohol (etanol) es un depresor. El consumo de grandes cantidades de forma rápida o regular puede causar problemas de salud, incluyendo daño orgánico, coma y muerte.
· La genética y las
características personales son importantes en el desarrollo de los trastornos
relacionados con el alcohol.
·
Beber demasiado alcohol puede causar somnolencia o
agresividad, afectar la coordinación y las funciones mentales e interferir en
el trabajo, en las relaciones familiares y en otras actividades.
·
Beber demasiado alcohol durante un largo periodo de
tiempo puede dar lugar al desarrollo de dependencia al alcohol y causar lesiones
en el hígado, el cerebro y el corazón.
·
Los médicos pueden emplear cuestionarios o medir el
nivel de alcohol en sangre para identificar a las personas con trastornos
asociados al consumo de alcohol.
·
El tratamiento inmediato de la sobredosis puede
consistir en asistencia con ventilación, sueros, tiamina y, en ocasiones, otras
vitaminas (para corregir las carencias relacionadas con el consumo crónico de
alcohol) y, para los síntomas de abstinencia, benzodiazepinas.
·
Los programas de desintoxicación y rehabilitación
pueden ayudar a las personas que padecen trastornos graves asociados al consumo
de alcohol.
Cerca de la mitad de los
adultos en Estados Unidos son bebedores habituales, un 20% son ex bebedores y
de un 30 a un 35% nunca han bebido alcohol. Beber cantidades elevadas de
alcohol (más de 2 a 6 bebidas al día) durante periodos prolongados de tiempo
puede provocar lesiones en varios órganos, especialmente el hígado, el corazón
y el cerebro. No obstante, beber una cantidad moderada de alcohol puede reducir
el riesgo de muerte asociada a trastornos cardíacos y vasculares
(cardiovasculares). Sin embargo, no se recomienda consumir alcohol con este
propósito, sobre todo cuando existen otras medidas más seguras y efectivas
disponibles.
Trastornos relacionados con el alcohol
La mayoría de
las personas no consume suficiente alcohol o con la frecuencia suficiente para
que su salud y sus actividades cotidianas se vean afectadas. Sin embargo, en
Estados Unidos entre un 7% y un 10% de los adultos tienen problemas con el
consumo de alcohol (trastorno por consumo de alcohol, también conocido como
alcoholismo). Los varones son de dos a cuatro veces más propensos que las
mujeres a desarrollar un trastorno de alcoholismo. Las personas afectadas por
el consumo de alcohol y otros trastornos por consumo de
sustancias continúan consumiendo una sustancia a pesar de
los problemas asociados a dicho consumo.
·
Beber grandes cantidades de alcohol puede causar la
muerte rápidamente. |
El alcoholismo puede llevar a muchos comportamientos y
efectos destructivos:
·
Conducir ebrio
·
Lesiones producidas en caídas, peleas o accidentes de
tráfico
·
Violencia, incluida la violencia doméstica
la embriaguez puede alterar
las relaciones familiares y sociales. La tasa de divorcio es un 50% más elevada
cuando uno de los cónyuges es un bebedor empedernido. El absentismo extremo del
trabajo puede conducir al desempleo.
Poblaciones especiales
Los niños
pequeños que beben alcohol (generalmente de modo accidental) tienen un
riesgo significativo de presentar hipoglucemia grave y coma.
Las mujeres pueden
ser más sensibles que los hombres a los efectos del alcohol, independientemente
de su peso.
Los ancianos pueden
ser más sensibles a los efectos del alcohol que los adultos jóvenes.
Las mujeres
que beben alcohol durante el embarazo tienen un mayor riesgo de dar a
luz un bebé con síndrome de alcoholismo fetal.
Aunque la sensibilidad a los efectos del alcohol puede variar con la edad, todos los grupos de edad pueden padecer los trastornos relacionados con su consumo. Cada vez más, el consumo y abuso de fármacos y otras sustancias entre los adolescentes se ha relacionado con consecuencias especialmente desastrosas. Los que empiezan a beber a una edad temprana (sobre todo en la edad preadolescente) tienen más predisposición a ser dependientes del alcohol en la edad adulta.
Causas
-El trastorno
relacionado con el consumo de alcohol se relaciona hasta cierto punto con
aspectos hereditarios. Los familiares directos de las personas con trastorno
por consumo de alcohol son más propensos a padecer trastorno asociado al
consumo de alcohol que la población general y dicho trastorno se desarrolla con
mayor probabilidad en los hijos biológicos de las personas con trastorno por consumo
de alcohol que en los adoptados.
-Algunas
investigaciones sugieren que las personas con riesgo de trastorno por consumo
de alcohol se intoxican con menos facilidad que las que no son bebedores
problemáticos. Es decir, su cerebro es menos sensible a los efectos del
alcohol. Los familiares directos de las personas con trastorno por consumo de
alcohol pueden tener esta característica.
-Ciertos entornos y rasgos de
la personalidad pueden predisponer a una persona a padecer un trastorno por
consumo de alcohol. Las personas con trastorno por consumo de alcohol suelen
provenir de familias desestructuradas, y con frecuencia las relaciones con sus
progenitores están alteradas. Los alcohólicos tienden a sentirse aislados,
solos, tímidos, depresivos u hostiles. Pueden exhibir comportamientos
autodestructivos y ser sexualmente inmaduros. No se sabe con certeza si tales
rasgos son la causa del trastorno por consumo de alcohol o su consecuencia.
Síntomas
El alcohol
origina tres tipos básicos de problemas:
·
Los que se presentan de manera inmediata cuando las
personas beben demasiado en un momento determinado (intoxicación y sobredosis)
·
Los que se presentan a lo largo de un periodo
prolongado de tiempo cuando se consumen cantidades excesivas de manera regular
·
Los que aparecen al interrumpir bruscamente un consumo
intenso y prolongado (abstinencia)
Efectos inmediatos
El alcohol tiene efectos casi inmediatos, ya que se absorbe a mayor velocidad de lo que se procesa (metaboliza) y se elimina del cuerpo. Como resultado, los valores de alcohol en la sangre aumentan rápidamente. Los efectos pueden aparecer al cabo de minutos de haber bebido.
Los efectos varían ampliamente en función de cada persona. Por ejemplo, los que beben de manera regular (2 o más bebidas al día) se ven afectados en menor medida por una determinada cantidad de alcohol, que los que normalmente no beben o que lo hacen solo de manera social, un fenómeno denominado tolerancia. Quienes han desarrollado tolerancia al alcohol pueden tener también tolerancia a otras drogas que enlentecen la función neurológica, como los barbitúricos o las benzodiazepinas.
Los efectos
varían según la concentración de alcohol en el torrente sanguíneo, que
generalmente se expresa en Estados Unidos en términos de miligramos por
decilitro (1/10 litros de sangre), abreviado como mg/dL, y en otras partes del
mundo como milimoles por litro, abreviado mmol/L. Los niveles reales en sangre
necesarios para originar síntomas varían en gran medida según la tolerancia,
pero en los consumidores típicos que no han desarrollado tolerancia, los
siguientes síntomas son comunes:
·
De 20 a 50 mg/dL (4,3 a 10,9 mmol/L): calma, ligera
somnolencia, cierta disminución en la coordinación motora fina y alteración de
la capacidad para conducir
·
De 50 a 100 mg/dL (10,9 a 21,7 mmol/L): deterioro del
juicio y disminución mayor de la coordinación
·
De 100 a 150 mg/dL (21,7 a 32,6 mmol/L): marcha
inestable, dificultad para hablar, pérdida de las inhibiciones conductuales y
deterioro de la memoria
·
De 150 a 300 mg/dL (32,6 a 65,1 mmol/L): delirio y
letargo (probable)
·
De 300 a 400 mg/dL (65,1 a 86,8 mmol/L): a menudo,
pérdida del conocimiento
·
≥ 400 mg/dL (≥ 86,8 mmol/L): posiblemente
mortal.
Los vómitos son
frecuentes en las intoxicaciones alcohólicas moderadas a graves. Debido a que
la persona puede encontrarse somnolienta, el material vomitado puede
introducirse en los pulmones (aspirado), en ocasiones provocando una neumonía e incluso a la muerte.
En Estados Unidos, todos los
estados definen el hecho de conducir con un contenido de alcohol en sangre
(BAC, por sus siglas en inglés) igual o superior a 80 mg/dL (17.4 mmol/L;
0.08%) como un delito, si bien las leyes y penas estatales específicas varían.
Sobredosis
En personas que no beben alcohol regularmente, un nivel de alcohol en la sangre de 300 a 400 mg/dL (65,1 a 86.8 mmol/L) causa a menudo inconsciencia y un nivel de alcohol en la sangre igual o superior a 400 mg/dL (≥ 86,8 mmol/L) puede ser mortal. La muerte puede sobrevenir como consecuencia de la respiración alterada o los ritmos anómalos del corazón (arritmia cardíaca), especialmente cuando se bebe una gran cantidad de alcohol de forma rápida. La ingesta de grandes cantidades de alcohol da lugar a presión arterial baja y niveles bajos de azúcar en la sangre.
Los efectos de un determinado nivel
de alcohol en sangre son distintos en bebedores habituales. Muchos parecen no
estar afectados y funcionar con normalidad con niveles relativamente elevados
(como 300 o 400 mg/dL) L (65,1 a 86,8 mmol/L).
El alcohol, incluso en dosis
moderadas, altera la formación de la memoria a corto plazo, lo que puede causar
lapsus de memoria. El individuo intoxicado puede parecer gregario y locuaz pero
tendrá un recuerdo limitado del lapsus de memoria.
Efectos a largo plazo
El consumo prolongado de cantidades excesivas de alcohol lesiona muchos órganos del cuerpo, sobre todo el hígado (hepatopatía relacionada con el alcohol). Dado que es probable que no se siga una dieta adecuada, también es posible que desarrollen déficits vitamínicos y otras deficiencias nutricionales.
La hepatopatía relacionada con el alcohol incluye la inflamación del hígado (hepatitis), el hígado graso y cicatrización hepática (cirrosis). Un hígado dañado por el alcohol tiene menos capacidad para eliminar los productos tóxicos residuales que pueden originar disfunción neurológica (encefalopatía hepática) del organismo. Las personas que desarrollan encefalopatía hepática pueden manifestar embotamiento, somnolencia, estupor y confusión, y terminar por entrar en estado comatoso. El coma hepático amenaza la vida de la persona y debe ser tratado de forma inmediata.
Por lo general, las personas con insuficiencia hepática también tienen aleteo hepático (asterixis): cuando se extienden los brazos y las manos, estas caen bruscamente, para volver a continuación a su posición original. El aleteo hepático se asemeja a un temblor pero no es lo mismo.
La cirrosis del hígado (hepática) provoca el aumento de la presión en los vasos sanguíneos próximos al hígado (hipertensión portal). La presión acumulada en estos vasos sanguíneos puede causar inflamación de los vasos sanguíneos del estómago y del esófago (varices). Estos vasos hinchados pueden romperse y sangrar de manera intensa, provocando vómitos de sangre. La hemorragia representa un problema especial, ya que el hígado lesionado no sintetiza de manera suficiente las sustancias necesarias para la coagulación de la sangre.
El consumo excesivo de alcohol puede causar una inflamación del páncreas (pancreatitis). La persona puede desarrollar dolor abdominal intenso con vómitos.
El consumo excesivo de alcohol también puede causar daño a los nervios y a partes del cerebro. Cuando se ven afectados los nervios de los brazos y las piernas (nervios periféricos), la persona puede notar pérdida de sensibilidad o sentir hormigueo en las manos y los pies. Puede desarrollarse temblor crónico. La lesión en la parte del encéfalo que coordina el movimiento (cerebelo) puede conducir al movimiento mal controlado de brazos y piernas y alterar el equilibrio. El consumo intenso y prolongado de alcohol puede dar lugar a un daño cerebral irreversible y psicosis. También puede lesionar el revestimiento (vaina de mielina) de los nervios en el cerebro, lo que origina un trastorno denominado enfermedad Marchiafava-Bignami. Las personas con este trastorno sufren agitación, confusión y demencia. Algunas presentan convulsiones y caen en coma antes de morir.
El consumo intenso y prolongado de alcohol puede provocar un déficit grave de tiamina, una vitamina B. Este déficit puede conducir a la encefalopatía de Wernicke (una enfermedad que se caracteriza por confusión, incapacidad de coordinar la marcha o dificultad para coordinar el movimiento ocular), la cual, si no se trata rápidamente, puede provocar síndrome de Korsakoff, coma o incluso la muerte.
Una depresión existente puede empeorar a causa del consumo de alcohol, y las personas con trastorno por consumo de alcohol tienen una probabilidad más alta de sufrir depresión que los no alcohólicos. Dado que los trastornos asociados al consumo de alcohol, especialmente el consumo compulsivo, provoca a menudo intensos sentimientos de remordimiento durante los periodos en los que no se toma alcohol, las personas con trastorno por consumo de alcohol son propensos al suicidio incluso en periodos de abstinencia.
En una mujer embarazada, el consumo de alcohol puede causar graves problemas en el feto en desarrollo, como bajo peso al nacer, talla pequeña, cabeza pequeña, lesiones cardíacas y musculares y cociente intelectual bajo o discapacidad intelectual. Estos efectos se denominan síndrome alcohólico fetal. Por lo tanto, se recomienda evitar el alcohol durante el embarazo.
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