jueves, 4 de mayo de 2023

Entrevista a Miguel Ángel Martínez-González: "La sociedad está enferma de presiones comerciales sin precedentes" ( I )


Fran Sánchez Becerril     |     Alimente +    |     13/10/2022

El prestigioso epidemiólogo acaba de ser reconocido con el premio Gregorio Marañón de Medicina que otorga el Ministerio de Ciencia e Innovación por sus aportaciones sobre la relevancia de la nutrición en medicina preventiva

 

Miguel Ángel Martínez-González (Málaga, 1957) lleva toda una vida profesional dedicada a velar por la salud de la población con la nutrición como punto fundamental de análisis. Su formación, más de mil investigaciones, libros y, sobre todo, una carrera intachable sin sombra alguna de la industria alimentaria le acaban de valer el premio Gregorio Marañón de Medicina que otorga el Ministerio de Ciencia e Innovación, el reconocimiento más importante de España en el ámbito de la investigación científica. 

 

El catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra y de la Universidad de Harvard ha sido premiado por sus singulares aportaciones sobre la relevancia de la nutrición en medicina preventiva y, en particular, de la dieta mediterránea, así como sobre la intervención conductual para cambiar los estilos de vida. El epidemiólogo es el responsable de varios proyectos de investigación como CiberobnSun o Predimed, que, desde España, han arrojado una luz y una evidencia científica sin precedentes con impacto mundial.

 

Aunque ya tenga 65 años, no piensa en jubilarse, pero sí en apartarse para dar más protagonismo a compañeros más jóvenes, y considera que este “reconocimiento no es a Miguel Ángel Martínez, sino a todo el equipo de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra y todos los grupos de investigación que han trabajado con nosotros”. 

 

Charlamos con el prestigioso especialista en salud pública sobre la importancia de la prevención mediante la nutrición, la industria alimentaria y la gran controversia que hay con el alcohol, entre otras cuestiones.

 

PREGUNTA. Hasta la pandemia, la epidemiología era una profesión desconocida para el común de los mortales, y ahora todo el mundo la asocia al coronavirus. ¿Por qué es tan importante el método epidemiológico en nutrición? 

 

RESPUESTA. Porque hay que llegar a los problemas antes de que se conviertan en un asunto de medicina clínica. Los médicos clínicos tratan a personas enfermas; los epidemiólogos, especialistas en medicina preventiva y salud pública, tratamos de curar sociedades enfermas. 

 

Es muy llamativo que tengamos una sociedad que está enferma por unos patrones alimentarios de mala calidad que han conllevado un aumento sin precedentes de la obesidad, que es la gran pandemia del siglo XXI. Lamentablemente, detrás de ella vienen la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Y esto tiene que ver con la sobrealimentación, el sedentarismo, patrones alimentarios de mala calidad, una americanización del patrón alimentario... La comida basura ha invadido los países mediterráneos.


Todo esto ya no es una patología individual, sino que tiene mucho de una patología que afecta a toda una sociedad y, por tanto, hay que intervenir con las herramientas de salud pública.

 

La medicina ha arreglado los grandes problemas de salud de la humanidad, pero no solo tiene que estar presente cuando ocurre un brote epidémico como el del covid-19, también cuando hay graves lacras para la población que producen una carga global de enfermedad sin precedentes y que hay que afrontar desde sus raíces. Porque mientras se pongan parches no estamos arreglando el problema, sino poniendo un dique, como pasa con los tratamientos de hipertensión, diabetes, colesterol.

 

Por ejemplo, uno de cada 10 adultos en España tiene diabetes tipo 2, pero con esta enfermedad no se actúa hasta que se padece, cuando lo que hace falta es otro tipo de medicina que trate a la gente para que no se convierta en diabética.

 

Como decía Einstein, las personas inteligentes aportan soluciones, pero las sabias evitan los problemas. Hay que adelantarse a los problemas, y esto es lo que hace la medicina preventiva y de salud pública.

 

P. Precisamente por lo que está contando, ¿cree que realmente se presta la atención necesaria a la salud pública desde las instituciones?

 

R. No se le presta la atención necesaria. Pero creo que este premio es un acierto, al elegir los temas de salud pública como prioritarios, y pienso que el siglo XXI tiene que ser el siglo de la salud pública.

 

P. Su libro ‘¿Qué comer?’ lleva el subtítulo de 'Ciencia y conciencia para resistir'. ¿A qué debemos 'resistir' exactamente?

 

R. Tenemos que resistir a varios tipos de presiones. Por un lado, hay unas presiones de tipo estructural que hacen que estemos en una sociedad enferma: enferma de consumismo, de gratificaciones inmediatas a corto plazo, lo que se llama el hedonismo; está enferma de presiones comerciales sin precedentes. Hay ciertos sectores de la industria alimentaria que están diseñando alimentos específicamente para el sobreconsumo, para que la gente coma más de lo que necesita, y están promoviendo una epidemia de obesidad…

 

Por otro lado, están las presiones de uno mismo, hay que resistir a la propia apetencia. Hay que tener más dominio de uno mismo y aquí creo que hay mucho terreno para el desarrollo de la educación desde la infancia. Nos preocupa mucho que en España estemos siempre en la lista negra de los peores países de Europa en cuanto a obesidad infantil. Hay una gran necesidad de apoyo a los padres, de apoyo a las familias, para educar desde pequeños, en sentido de autocontrol y autodominio.

 

No se puede ser maniqueo y decir que todo son medidas estructurales, que hay que regular la industria alimentaria. Hay que actuar como se actúa con la industria farmacéutica, a la que se está limitando su capacidad de presión sobre los profesionales. Sin embargo, queda mucho terreno por ganar en la industria alimentaria, porque así como los fármacos son solo para los enfermos, todos tenemos que alimentarnos. Está más regulado todo el tema de conflictos de interés de científicos con la industria farmacéutica que con la industria alimentaria. Y por eso también hablo de 'resistir'.


P. Se publican y difunden una gran cantidad de análisis relacionados con la salud y la nutrición, aunque muchos de ellos responden a intereses comerciales o particulares. ¿Cómo podemos saber si un estudio es fiable o no lo es? 

 

R. Es un tema difícil y hay que saber separar el grano de la paja, porque en ningún terreno de la medicina hay tanta pseudociencia como en la relación entre nutrición y salud.


Para saber si es de fiar, hay algunas pistas como, por ejemplo, si se han hecho estudios epidemiológicos con miles de personas a largo plazo y lo que se ha medido como resultado no es un cambio en la molécula, en la sangre, un lípido por el cambio, la tensión arterial o el cambio en la microbiota intestinal, sino el número de infartos, cánceres, casos de diabetes, casos de depresión, etcétera. Lo que se llaman estudios clínicos, que tienen por lo menos 5.000 personas y por lo menos cinco años de seguimiento. A partir de ese momento, te lo puedes creer.

 

Además, no te creas nunca un solo estudio, tienen que ser varios estudios que coincidan en lo mismo.

  

P. Para mantener la independencia de los estudios, ¿la financiación debe ser 100% pública?

 

R. Sí, sin ninguna duda. Yo soy muy partidario de esto. Aunque lo cierto es que actualmente es más fácil conseguir financiación de la industria alimentaria, sobre todo cuando les halagas el oído a los productores de determinados alimentos.

 

P. ¿La industria alimentaria es una de las causantes de muchos de los problemas de salud pública?

 

R. Sí, pero no toda la industria alimentaria. Hay ejercicios de responsabilidad muy bien hechos por parte de algunas empresas alimentarias y no se puede demonizar a todas. Pero sí que hay algunas empresas alimentarias con grandes corporaciones multinacionales detrás que han hecho mucho daño.

 

Hay muchos ejemplos de que han intoxicado la literatura científica, han comprado a científicos que casi están en nómina en algunas industrias alimentarias y han diseñado unos productos que ellos sabían que eran dañinos.

 

P. ¿Se puede comparar la industria alimentaria con la tabacalera?

 

R. Hay analogías, yo no diría identidades, pero sí analogías. Alguna industria alimentaria se ha comportado de una manera análoga a lo que hizo la industria tabacalera.

 

Hay que tomarse muy en serio la alimentación y pienso que muchas veces se ha negado la evidencia científica por gente interesada. Hay casos clamorosos de análisis que han negado estudios que han llevado décadas de trabajo con miles de personas y luego se ha destapado que estaban financiados por la industria de los cárnicos o por la industria de las bebidas azucaradas. Lógicamente, es perverso que se niegue la evidencia científica porque alguien está cobrando, pero hay industrias que están haciendo ese daño, como pasó con el tabaco.

 

(Sigue en el siguiente artículo ( II)…

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