domingo, 30 de abril de 2017

Enrique Rojas: "El psiquiatra es el médico de cabecera del siglo XXI".

Este médico que lleva una quincena de libros publicados ha vendido ya tres millones de ejemplares
AURORA INTXAUSTI | Madrid | EL PAIS | 29/04/2017
El mundo familiar y profesional de Enrique Rojas (Granada, 1949) ha sido y es la medicina. Conoce como pocos el comportamiento de nuestra sociedad derivado del estudio y análisis de los cientos de pacientes que han pasado por su consulta de psiquiatra. No se considera un escritor, pero lleva tres millones de ejemplares vendidos, y sí un médico que escribe libros. En estos aborda aspectos tales como la depresión, la ansiedad, los comportamientos, la felicidad o el amor. Tan solo de Adiós depresión. En busca de la felicidad razonable (Temas de hoy), lleva, según la editorial, más de cien mil ejemplares vendidos. En el último de los libros publicados, 5 consejos para potenciar la inteligencia, han colaborado sus hijas, Isabel y Marian Rojas Estapé, psicóloga y psiquiatra, respectivamente.

Pregunta. ¿Somos más proclives a la tristeza en el siglo XXI?  |  Respuesta. Vivimos en una sociedad pesimista donde, lo negativo, la corrupción.
P. ¿La medicina tiene solución para esto?  |  R. Contra una sociedad así lo que manda es adoptar medidas coherentes y aprovechar las situaciones de felicidad que nos vayamos encontrando.
P. ¿Y en lo personal?  |  R. Tener un proyecto de vida con un programa basado en ingredientes como amor, trabajo, cultura y amistad.
P. No es fácil equilibrar todos esos elementos.  |  R. Esa es la razón por las que las consultas que más se han utilizado en los últimos 20 años son las del psiquiatra y del cirujano plástico. Hemos cambiado más en los últimos veinte años que a lo largo de un siglo. Estamos en la cultura de la imagen.
P. ¿Nos importa más lo que se ve que lo que no se ve?  |  R. Sí, se cuida tanto la imagen que solo existe fachada y falta contenido.
P. ¿Cómo se arregla?  |  R. Es importante encontrar modelos de identidad sanos. Vidas coherentes que sirvan para que la gente se proyecte en ellos. Nos faltan modelos porque no hay líderes en la sociedad actual. Los políticos están desprestigiados, no solo por los casos de corrupción que estamos viviendo, sino porque no existen verdaderas figuras internacionales capaces de ser admiradas, y los mediáticos no tienen fondo.
P. Después de haber vendido tanto ejemplares, ¿se considera un escritor?  |  R. Soy un médico práctico. No soy un escritor, soy un médico que escribe.
P. ¿Tan mal estamos para acudir en masa al psiquiatra?  |  R. En muchas ciudades es el puesto que ejercía el médico de cabecera. En países como Inglaterra, Canadá, Estados Unidos e incluso ya en España se ha convertido en una especie de consejero. Las enfermedades no se abordan desde un solo aspecto sino que además de los fármacos tiene que intervenir la psicoterapia, laborterapia y biblioterapia.
P. ¿Qué males son los más frecuentes en su consulta?  |  R. Depresiones, ansiedad, trastornos de personalidad. Y últimamente tratamos a jóvenes con el síndrome de Simón. Hombres de entre 28 a 38 años, soltero o separado que pasa por soltero; inmaduro desde el punto de vista sentimental, que está obsesionado con el éxito y es un gran narcisista.
P. ¿Qué es la depresión?  |  R. Un túnel oscuro de melancolía, de miedos desdibujados que produce un sufrimiento increíble. La antesala de lo peor.
P. ¿Se puede convivir con ella?  |  R. Si esta no es excesivamente dura, ni profunda, sí. Al igual que con la ansiedad hay que saber dar al paciente los instrumentos necesarios para poder manejar los problemas.
P. ¿Tenemos más problemas o nos los buscamos?  |  R. La sociedad se ha vuelto más conflictiva que hace 30 años, cada vez estamos más tristes porque nos creemos obligados a alcanzar grandes logros económicos, la perfección en el terreno profesional y sentimental. Poseemos mucha información y poca formación.
P. ¿Estamos obligados a ser felices?  |  R. La felicidad tiene un coste. Hay que lograr un proyecto de vida coherente y realista en donde haya expectativas moderadas sabiendo poner cotas a las ambiciones excesivas. Hay que tener buena salud, mala memoria y superar la seriedad.

sábado, 22 de abril de 2017

Explican el por qué de la vinculación entre el tabaquismo y la esquizofrenia

ESQUIZOFRENIA
AdamedTV  | 19/04/2016
La adicción a fumar en la esquizofrenia se puede explicar por el aumento significativo de la activación de la corteza prefrontal ventro-medial, una región implicada en el sistema de recompensa del cerebro. Estos nuevos datos, resultado de un estudio realizado por investigadores del Instituto Universitario en materia de salud mental de Montreal (CIUSSS EST, Montreal) y la Universidad de Montreal confirma la tendencia a fumar entre las personas con esquizofrenia y las bajas tasas de dejar de fumar que hay entre estos pacientes.
“Fumar es un verdadero problema para las personas con esquizofrenia”, dijo Stéphane Potvin, investigador y autor principal del estudio. “Su salud y esperanza de vida puede verse disminuida por esta adicción, cuyos mecanismos cerebrales eran hasta ahora en gran parte desconocidos,” añadió.
En esencia, el equipo de investigación observó una mayor activación neuronal de una región específica del cerebro en los fumadores con esquizofrenia en comparación con los sujetos sanos. A nivel de comportamiento, los investigadores también encontraron que los fumadores con esquizofrenia tenían más síntomas depresivos que los participantes del grupo de control. “Estas observaciones sugieren que el fumar tiene un efecto gratificante mayor en los fumadores con esquizofrenia. Esto corrobora no sólo la hipótesis ya formulada de su mayor vulnerabilidad a esta adicción sino que también demuestra la gran dificultad que tienen en dejar de fumar”, dijo Potvin.
La prevalencia de consumo de tabaco en las personas con esquizofrenia es alta, y las tasas de abandono son bajas. Los fumadores con esquizofrenia tienen doce veces más probabilidades de morir de alguna enfermedad cardíaca relacionada con fumar que los que no fuman. “Es necesario explorar vías que ayuden a la gente en sus esfuerzos por dejar de fumar”, dijo Potvin. “Por eso queremos continuar nuestra investigación sobre si esta activación de la corteza prefrontal ventro-medial (vmPFC) es causada por la enfermedad en sí o por los efectos de los antipsicóticos”, concluyó el investigador.

AUTOR: Redacción de AdamedTV. AdamedTV es un portal de divulgación médico sanitaria.









Conducta suicida (II)

Por Paula J. Clayton, Manual MSD, American Foundation for Suicide Prevention

Antidepresivos y riesgo de suicidio
El riesgo de tentativa de suicidio es mayor durante el mes previo al inicio del tratamiento antidepresivo y el riesgo de muerte por suicidio no aumenta una vez iniciado dicho tratamiento. Sin embargo, los antidepresivos aumentan ligeramente la frecuencia de pensamientos y conductas suicidas (pero no de consumación del suicidio) en niños, adolescentes y jóvenes. Así que los padres de niños y adolescentes deben ser advertidos de este posible aumento, y los niños y adolescentes deben ser controlados cuidadosamente para detectar la aparición de efectos secundarios como aumento de la ansiedad, inquietud, irritabilidad, ira, o un cambio en la hipomanía (cuando la persona se siente llena de energía y alegre, pero a menudo se irrita con facilidad, se distrae y se muestra inquieta), especialmente en las primeras semanas después de empezar a tomar el medicamento.

Debido a las advertencias efectuadas por los organismos de salud pública acerca de la posible asociación entre uso de antidepresivos e incremento del riesgo de suicidio, la prescripción médica de antidepresivos en la población infantil y juvenil ha comenzado a disminuir. No obstante, durante este mismo periodo de tiempo, la tasa de suicidio en la población juvenil ha aumentado (por ejemplo, en Estados Unidos el aumento ha sido de un 14%). Por tanto es posible que esas recomendaciones, que disuadieron del empleo de fármacos para el tratamiento de algunos casos de depresión, hayan provocado un efecto contrario al que pretendían, con el resultado de un aumento del número de suicidios consumados en lugar de una disminución.

Métodos

La elección del método de suicidio suele estar influida por factores culturales o por cuestiones de disponibilidad. Además, puede reflejar o no la seriedad de la intención. Algunos métodos (como tirarse desde lo alto de un edificio) hacen que la supervivencia sea casi imposible, mientras que otros (como la sobredosis de fármacos), dejan abierta la posibilidad del rescate. Sin embargo, la elección de un método que no es mortal de necesidad no implica necesariamente que el intento sea menos serio que el que lleva a emplear métodos más mortales.

La sobredosis farmacológica y el envenenamiento son los principales procedimientos empleados en las tentativas de suicido. Los métodos violentos, como el disparo con arma de fuego o el ahorcamiento, son poco frecuentes en las tentativas de suicidio, ya que suelen tener como resultado la muerte de la persona.

Para los suicidios consumados, los hombres utilizan con mayor frecuencia armas de fuego (56%), seguido por ahorcamiento, envenenamiento, salto desde una altura y uso de arma blanca. Las mujeres utilizan con mayor frecuencia el envenenamiento (37%), seguido por armas de fuego, ahorcamiento, salto desde una altura y ahogamiento.

Prevención

Aunque algunas tentativas de suicidio o suicidios consumados constituyen golpes inesperados para los familiares y amigos, a menudo los suicidas han mostrado con anterioridad algún tipo de advertencia sobre su intención. Se ha de prestar atención a las amenazas y a las tentativas de suicidio. Si se ignoran, se puede perder una vida.

Si una persona amenaza con suicidarse de forma inminente o ya lo ha intentado con anterioridad, hay que avisar a la policía con el fin de que los servicios de urgencia lleguen lo antes posible. En tanto llega la ayuda, hay que procurar tranquilizar a la persona, hablándole con calma y proporcionándole apoyo.

El médico puede solicitar la hospitalización de una persona que ha manifestado tentativa o amenaza de suicidio. En algunos estados de EE.UU. el médico puede decidir el internamiento hospitalario en contra de la voluntad de la persona afectada, si cree que esta corre un riesgo elevado de atentar contra su vida o la de otras personas.

Impacto del suicidio

La muerte por suicidio tiene un marcado efecto emocional sobre las personas del entorno. Los familiares, los amigos y los médicos pueden sentirse culpables, avergonzados o con remordimientos por no haber sido capaces de prevenir el suicidio. También pueden sentir rabia o ira con respecto a la persona que se ha suicidado. Con el tiempo comprenderán que no podrían haberlo evitado.
A veces terapeutas o grupos de autoayuda colaboran para resolver los sentimientos de culpa o de pesar de la familia y de los amigos. El médico de atención primaria o el servicio local de salud mental (por ejemplo a nivel municipal o estatal) pueden ayudar a encontrar estos recursos. Además, organizaciones nacionales de algunos países, como la Fundación americana para la prevención del suicidio que mantiene en funcionamiento directorios de grupos locales de apoyo. También se encuentran recursos disponibles en internet.

El efecto que tiene sobre el entorno la tentativa de suicidio es semejante. Sin embargo, los familiares y amigos cuentan con la posibilidad de manejar mejor sus sentimientos al responder de forma apropiada a la petición de ayuda que la persona está haciendo.


Conducta suicida (I)

Por Paula J. Clayton, Manual MSD, American Foundation for Suicide Prevention

Las ideas de suicidio hacen referencia a la existencia de pensamientos y planes de suicidio.
·        El suicidio suele ser resultado de la interacción de muchos factores, entre los que se incluye la depresión.
·        Algunos métodos suicidas, como el empleo de armas de fuego, tienen mayor probabilidad de resultar mortales; no obstante, la elección de un método menos infalible no significa de manera necesaria que la intención de suicidio sea menos seria.
·        Se ha de prestar atención a las amenazas y a las tentativas de suicidio, proporcionando la ayuda y el apoyo adecuados.
·        Existen líneas directas de teléfono y de correo electrónico disponibles para las personas con ideas suicidas.
La conducta suicida incluye:

Suicidio consumado: acto autolesivo intencionado con resultado de muerte.
Intento de suicidio: acto autolesivo con intención de provocar la muerte, pero que finalmente no resulta mortal. Un intento de suicidio puede dar lugar a lesiones, pero no necesariamente.
Autoagresión no suicida: acto autolesivo con poca probabilidad de resultar mortal. Entre estos actos se incluyen: infligirse rasguños superficiales en los brazos, quemarse a uno mismo con un cigarrillo e ingerir una sobredosis de vitaminas. Una autoagresión no suicida puede ser una manera de reducir la tensión emocional o puede ser una petición de ayuda de las personas que aún desean vivir. Estos actos no deben tomarse a la ligera.

La información relativa a la tasa de suicidios proviene fundamentalmente de los certificados de defunción y de los informes procedentes de las investigaciones judiciales, y es probable que el verdadero índice esté subestimado. Aun así, la conducta suicida es un problema de salud muy frecuente; aparece en ambos sexos y a cualquier edad. En Estados Unidos, el suicidio constituye la tercera causa de muerte en los jóvenes de edades comprendidas entre los 10 y los 24 años, y ocupa el lugar número 10 entre las causas de muerte de la población en general. Cuando se agrupa a las personas por edad, ascendencia y sexo, la tasa de suicidio es más alta en los hombres de ascendencia caucásica mayores de 85 años, pero cuando se agrupan únicamente por edad, la tasa es más alta en las personas entre 45 y 64 años de edad.

Los intentos de suicidio son más frecuentes antes de la mediana edad (entre 40 y 60 años). Las tentativas de suicidio son especialmente frecuentes entre las mujeres adolescentes y los varones solteros en la treintena. En todos los grupos de edad, las tentativas son dos o tres veces más frecuentes en las mujeres que en los varones, pero la probabilidad de consumar el suicidio es cuatro veces mayor en varones.

El riesgo de consumación de suicidio es mayor entre las personas separadas, divorciadas o viudas. Los índices de tentativa y consumación del suicidio son más elevados entre las personas que viven solas. La existencia de antecedentes suicidas en la familia es también un factor de riesgo incrementado.

Las personas de ascendencia caucásica presentan mayores índices de consumación de suicidio que las personas pertenecientes a otras ascendencias. Las mujeres de ascendencia africana presentan un índice de tentativa de suicidio similar al de las mujeres de ascendencia caucásica, pero el índice de intentos consumados es menor en el caso de las mujeres de ascendencia africana.

El suicidio entre la población que tiene pareja estable es menos frecuente que entre la población soltera o sin pareja estable y también es menos frecuente entre los practicantes de un credo religioso. Sin embargo, personas de todas las razas, credos, niveles de ingresos y niveles educativos mueren por suicidio. No hay un perfil típico del suicida.

Causas

La conducta suicida suele ser el resultado de la interacción de varios factores. El más común es la depresión. La depresión está relacionada con más del 50% de las tentativas de suicidio. La presencia de problemas en la relación matrimonial, haber sido arrestado recientemente o tener problemas con la ley, relaciones amorosas difíciles o que concluyen, conflictos con los padres (en el caso de los adolescentes) o la pérdida reciente de un ser querido (sobre todo en la población de edad avanzada), pueden ser algunos de los desencadenantes de la depresión. A menudo un determinado factor o acontecimiento, como la ruptura de una relación personal importante, constituye el acontecimiento que culmina la capacidad de la persona para afrontar circunstancias desagradables. Aproximadamente una de cada seis personas que se suicidan dejan una nota, que suele proporcionar las claves para explicar su conducta.

Algunas personas que padecen determinadas enfermedades pueden desarrollar una depresión y llevar a cabo tentativas o consumaciones de suicidio. La mayoría de las enfermedades asociadas a un aumento del índice de suicidios afectan de forma directa el sistema nervioso central (como el sida, la esclerosis múltiple o la epilepsia del lóbulo temporal), o bien implican tratamientos que pueden originar depresión (como ciertos fármacos antihipertensores). El riesgo de suicidio es mayor si la depresión incluye ansiedad o características de la psicosis, como falsas creencias (delirios).
Las personas que en su infancia sufrieron experiencias traumáticas, incluido el maltrato, presentan un riesgo más elevado de tentativas de suicidio, tal vez porque las probabilidades de depresión son mayores.

El consumo de alcohol puede agravar un cuadro depresivo, lo que a su vez aumenta el riesgo de que aparezca conducta suicida. El alcohol también disminuye la capacidad de autocontrol. Cerca del 30% de las personas que llevaron a cabo tentativas de suicidio consumieron previamente alcohol. Puesto que el alcoholismo, en particular el consumo de alcohol en grandes cantidades, suele originar sentimientos de remordimiento durante los periodos de abstinencia, los alcohólicos son más propensos al suicidio incluso cuando se encuentran sobrios.


Otros trastornos de la salud mental, además de la depresión, también se asocian a un mayor riesgo de suicidio. Las personas con esquizofrenia u otros trastornos psicóticos pueden oír voces (alucinaciones auditivas) que les ordenan matarse. Las personas con trastorno límite de la personalidad o con trastorno antisocial de la personalidad, en especial las que presentan un historial de comportamiento violento, tienen también un mayor riesgo de suicidio.

Aprende a manejar tus emociones antes que te venzan.


Mariana Alvez – Psicología Positiva | 17-04-2017

La inteligencia emocional alude al conjunto de capacidades y habilidades psicológicas que implican la comprensión, control y modificación de las emociones tanto propias como ajenas. Quienes tienen desarrollada este tipo de inteligencia, logran manejar de una manera satisfactoria las emociones, pudiendo de esta manera alcanzar resultados positivos que repercuten en los vínculos con los demás. Vamos a conocerla en profundidad.
En cada ser humano yacen dos clases de mentes, la que piensa y la que siente. Ambas representan facultades relativamente independientes y corresponden al funcionamiento de circuitos cerebrales distintos pero interrelacionados.  
El intelecto no puede funcionar adecuadamente sin la participación de la inteligencia emocional, su fino equilibrio es relevante para poder vivir una vida de éxito y plenitud en todos los ámbitos.
Usualmente entre ambas existe una coordinación adecuada, sin embargo, muchas veces la intensidad de una carga emocional ante un estímulo aloca tus pasiones, activando en tu nivel neuronal un sistema de reacción que lleva a despojarte por entero de lo racional, empujándote a cometer errores de los cuales te arrepentirás profundamente después.
La riqueza de la vida emocional es un arte que a algunas personas les cuesta dominar. Quienes logran conocer sus emociones e interpretar adecuadamente la de los demás, logran tener una ventaja. Este poder de comprensión los ayuda a tener relaciones significativas y a mejorar profesionalmente.
Las habilidades emocionales aportan al despliegue de otras habilidades que suelen asociarse al intelecto, como la toma de decisiones racionales. La presencia de una sensación visceral es la que te brinda seguridad para renunciar o proseguir con un determinado curso de acción.
Por su inmensa influencia sobre todos los aspectos de tu vida, las emociones se encuentran en el centro de tu existencia, ser capaz de aprender a manejar las emociones eficientemente aporta a tu felicidad y desarrollo. Las capacidades cognitivas de planificación, pensamiento, concentración, resolución de problemas, toma de decisiones, etc, pueden verse entorpecidas o potenciadas positivamente gracias a la influencia de las emociones.
¿Cuáles son las habilidades de la inteligencia emocional?
Autocontrol:
El poder controlarse a uno mismo y a nuestros impulsos funciona hasta a nivel de evolución, ya que vivir emociones de manera exagerada pone en riesgo la estabilidad de una comunidad.
Lograr domar tus arrebatos emocionales y ser capaz de calmarte a ti mismo es considerado como el más preciado de los recursos psicológicos. Estas habilidades se aprenden y desarrollan especialmente en los primeros años de la infancia en los que el cerebro se encuentra en pleno aprendizaje.
Entusiasmo:
El entusiasmo, el optimismo, la esperanza y el amor por las cosas que haces, simbolizan posibilidades de éxito en tus emprendimientos.
Por otra parte, la ansiedad y la preocupación, cuando están desbocadas, te empujan hacia el fracaso repetitivo.
Tus esfuerzos se verán potenciados y seguramente recompensados si logras tener una visión más fresca y esperanzandora de tu vida y tus proyectos. Ya que el optimismo te hará creer en tus capacidades y la esperanza te brindará el empuje para concretar lo que deseas.
Empatía:
Palabra que nace del griego empatheia, “sentir dentro”, denota la capacidad de percibir la experiencia subjetiva de otra persona.
Una habilidad presente desde edades muy tempranas, como en niños de nueve meses de edad que rompen a llorar cuando ven a otro niño caerse. Se ha demostrado que desde los primeros días de existencia, los bebés reaccionan ante el llanto de otro niño.
A lo largo de la vida, esta capacidad para comprender lo que sienten los demás tiene su impronta en varias actividades como las ventas, dirección de empresas, política, educación, vínculos.
La ausencia de empatía suele ser algo patológico que conduce a las personas a cometer crueldades.
Son los padres los grandes responsables de potenciar o limitar esta habilidad emocional. Cuando como padres no logramos en varias ocasiones mostrar empatía hacia las emociones de nuestros hijos, ellos dejarán de expresar ese tipo de emociones y hasta pueden dejar de sentirlas.
Las primeras relaciones que mantienes tienen un impacto enorme en tu configuración emocional, pero también es cierto que más allá de tus figuras parentales podrás encontrarte con otras como tus amigos, otros familiares o incluso un psicólogo que puede ayudarte a mejorar tus patrones de comportamiento.
Como aproximadamente un 90% de nuestras interacciones sociales están sujetas también al lenguaje no verbal, poder comprender los mismos nos ayudara a acceder a las emociones de los demás.
Inteligencia emocional en el trabajo
El estrés es capaz de dejarte emocionalmente inepto, ya que las emociones negativas fueran de control afectarán tu capacidad de concentración, de aprender, de tomar decisiones con rapidez e incluso de recordar cosas importantes.
Los trabajadores que se destacan en una organización suelen ser aquellos que han establecido sólidas conexiones en las redes sociales informales y cuentan con un gran potencial para resolver problemas.
En los entornos profesionales actuales, la diversidad constituye una ventaja competitiva, ya que potencia la creatividad. Es necesaria que se despierten aquellas habilidades emocionales que favorezcan la tolerancia y rechacen los prejuicios.
Para crear una cultura laboral más tolerante es necesario rechazar toda forma de discriminación o acoso, sin importar qué tan pequeña sea. Por lo que implicará un trabajo continúo dentro de la empresa por cuidar estos aspectos que la harán más saludable y productiva.

A modo de conclusión, recuerda que los primeros años en la vida de un niño son cruciales para despertar su inteligencia emocional. Si no has sido afortunado de cultivar estas habilidades de pequeño, el momento es ahora para aprender y disfrutar de todos los beneficios que esta conlleva.