Por Paula
J. Clayton, Manual MSD,
American Foundation for Suicide Prevention
Antidepresivos
y riesgo de suicidio
El riesgo de tentativa de suicidio es mayor durante el
mes previo al inicio del tratamiento antidepresivo y el riesgo de muerte por
suicidio no aumenta una vez iniciado dicho tratamiento. Sin embargo, los
antidepresivos aumentan ligeramente la frecuencia de pensamientos y conductas
suicidas (pero no de consumación del suicidio) en niños, adolescentes y
jóvenes. Así que los padres de niños y adolescentes deben ser advertidos de
este posible aumento, y los niños y adolescentes deben ser controlados
cuidadosamente para detectar la aparición de efectos secundarios como aumento
de la ansiedad, inquietud, irritabilidad, ira, o un cambio en la hipomanía
(cuando la persona se siente llena de energía y alegre, pero a menudo se irrita
con facilidad, se distrae y se muestra inquieta), especialmente en las primeras
semanas después de empezar a tomar el medicamento.
Debido a las advertencias efectuadas por los
organismos de salud pública acerca de la posible asociación entre uso de
antidepresivos e incremento del riesgo de suicidio, la prescripción médica de
antidepresivos en la población infantil y juvenil ha comenzado a disminuir. No
obstante, durante este mismo periodo de tiempo, la tasa de suicidio en la
población juvenil ha aumentado (por ejemplo, en Estados Unidos el aumento ha
sido de un 14%). Por tanto es posible que esas recomendaciones, que disuadieron
del empleo de fármacos para el tratamiento de algunos casos de depresión, hayan
provocado un efecto contrario al que pretendían, con el resultado de un aumento
del número de suicidios consumados en lugar de una disminución.
Métodos
La
elección del método de suicidio suele estar influida por factores culturales o
por cuestiones de disponibilidad. Además, puede reflejar o no la seriedad de la
intención. Algunos métodos (como tirarse desde lo alto de un edificio) hacen
que la supervivencia sea casi imposible, mientras que otros (como la sobredosis
de fármacos), dejan abierta la posibilidad del rescate. Sin embargo, la
elección de un método que no es mortal de necesidad no implica necesariamente
que el intento sea menos serio que el que lleva a emplear métodos más mortales.
La
sobredosis farmacológica y el envenenamiento son los principales procedimientos
empleados en las tentativas de suicido. Los métodos violentos, como el disparo
con arma de fuego o el ahorcamiento, son poco frecuentes en las tentativas de
suicidio, ya que suelen tener como resultado la muerte de la persona.
Para
los suicidios consumados, los hombres utilizan con mayor frecuencia armas de
fuego (56%), seguido por ahorcamiento, envenenamiento, salto desde una altura y
uso de arma blanca. Las mujeres utilizan con mayor frecuencia el envenenamiento
(37%), seguido por armas de fuego, ahorcamiento, salto desde una altura y
ahogamiento.
Prevención
Aunque
algunas tentativas de suicidio o suicidios consumados constituyen golpes
inesperados para los familiares y amigos, a menudo los suicidas han mostrado
con anterioridad algún tipo de advertencia sobre su intención. Se ha de prestar
atención a las amenazas y a las tentativas de suicidio. Si se ignoran, se puede
perder una vida.
Si
una persona amenaza con suicidarse de forma inminente o ya lo ha intentado con
anterioridad, hay que avisar a la policía con el fin de que los servicios de
urgencia lleguen lo antes posible. En tanto llega la ayuda, hay que procurar
tranquilizar a la persona, hablándole con calma y proporcionándole apoyo.
El
médico puede solicitar la hospitalización de una persona que ha manifestado
tentativa o amenaza de suicidio. En algunos estados de EE.UU. el médico puede
decidir el internamiento hospitalario en contra de la voluntad de la persona
afectada, si cree que esta corre un riesgo elevado de atentar contra su vida o
la de otras personas.
Impacto del suicidio
La muerte por suicidio tiene un
marcado efecto emocional sobre las personas del entorno. Los familiares, los
amigos y los médicos pueden sentirse culpables, avergonzados o con
remordimientos por no haber sido capaces de prevenir el suicidio. También
pueden sentir rabia o ira con respecto a la persona que se ha suicidado. Con el
tiempo comprenderán que no podrían haberlo evitado.
A veces terapeutas o grupos de
autoayuda colaboran para resolver los sentimientos de culpa o de pesar de la
familia y de los amigos. El médico de atención primaria o el servicio local de
salud mental (por ejemplo a nivel municipal o estatal) pueden ayudar a
encontrar estos recursos. Además, organizaciones nacionales de algunos países,
como la Fundación americana para la prevención del suicidio que mantiene en
funcionamiento directorios de grupos locales de apoyo. También se encuentran
recursos disponibles en internet.
El efecto que tiene sobre el
entorno la tentativa de suicidio es semejante. Sin embargo, los familiares y
amigos cuentan con la posibilidad de manejar mejor sus sentimientos al
responder de forma apropiada a la petición de ayuda que la persona está
haciendo.
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