sábado, 22 de abril de 2017

Conducta suicida (II)

Por Paula J. Clayton, Manual MSD, American Foundation for Suicide Prevention

Antidepresivos y riesgo de suicidio
El riesgo de tentativa de suicidio es mayor durante el mes previo al inicio del tratamiento antidepresivo y el riesgo de muerte por suicidio no aumenta una vez iniciado dicho tratamiento. Sin embargo, los antidepresivos aumentan ligeramente la frecuencia de pensamientos y conductas suicidas (pero no de consumación del suicidio) en niños, adolescentes y jóvenes. Así que los padres de niños y adolescentes deben ser advertidos de este posible aumento, y los niños y adolescentes deben ser controlados cuidadosamente para detectar la aparición de efectos secundarios como aumento de la ansiedad, inquietud, irritabilidad, ira, o un cambio en la hipomanía (cuando la persona se siente llena de energía y alegre, pero a menudo se irrita con facilidad, se distrae y se muestra inquieta), especialmente en las primeras semanas después de empezar a tomar el medicamento.

Debido a las advertencias efectuadas por los organismos de salud pública acerca de la posible asociación entre uso de antidepresivos e incremento del riesgo de suicidio, la prescripción médica de antidepresivos en la población infantil y juvenil ha comenzado a disminuir. No obstante, durante este mismo periodo de tiempo, la tasa de suicidio en la población juvenil ha aumentado (por ejemplo, en Estados Unidos el aumento ha sido de un 14%). Por tanto es posible que esas recomendaciones, que disuadieron del empleo de fármacos para el tratamiento de algunos casos de depresión, hayan provocado un efecto contrario al que pretendían, con el resultado de un aumento del número de suicidios consumados en lugar de una disminución.

Métodos

La elección del método de suicidio suele estar influida por factores culturales o por cuestiones de disponibilidad. Además, puede reflejar o no la seriedad de la intención. Algunos métodos (como tirarse desde lo alto de un edificio) hacen que la supervivencia sea casi imposible, mientras que otros (como la sobredosis de fármacos), dejan abierta la posibilidad del rescate. Sin embargo, la elección de un método que no es mortal de necesidad no implica necesariamente que el intento sea menos serio que el que lleva a emplear métodos más mortales.

La sobredosis farmacológica y el envenenamiento son los principales procedimientos empleados en las tentativas de suicido. Los métodos violentos, como el disparo con arma de fuego o el ahorcamiento, son poco frecuentes en las tentativas de suicidio, ya que suelen tener como resultado la muerte de la persona.

Para los suicidios consumados, los hombres utilizan con mayor frecuencia armas de fuego (56%), seguido por ahorcamiento, envenenamiento, salto desde una altura y uso de arma blanca. Las mujeres utilizan con mayor frecuencia el envenenamiento (37%), seguido por armas de fuego, ahorcamiento, salto desde una altura y ahogamiento.

Prevención

Aunque algunas tentativas de suicidio o suicidios consumados constituyen golpes inesperados para los familiares y amigos, a menudo los suicidas han mostrado con anterioridad algún tipo de advertencia sobre su intención. Se ha de prestar atención a las amenazas y a las tentativas de suicidio. Si se ignoran, se puede perder una vida.

Si una persona amenaza con suicidarse de forma inminente o ya lo ha intentado con anterioridad, hay que avisar a la policía con el fin de que los servicios de urgencia lleguen lo antes posible. En tanto llega la ayuda, hay que procurar tranquilizar a la persona, hablándole con calma y proporcionándole apoyo.

El médico puede solicitar la hospitalización de una persona que ha manifestado tentativa o amenaza de suicidio. En algunos estados de EE.UU. el médico puede decidir el internamiento hospitalario en contra de la voluntad de la persona afectada, si cree que esta corre un riesgo elevado de atentar contra su vida o la de otras personas.

Impacto del suicidio

La muerte por suicidio tiene un marcado efecto emocional sobre las personas del entorno. Los familiares, los amigos y los médicos pueden sentirse culpables, avergonzados o con remordimientos por no haber sido capaces de prevenir el suicidio. También pueden sentir rabia o ira con respecto a la persona que se ha suicidado. Con el tiempo comprenderán que no podrían haberlo evitado.
A veces terapeutas o grupos de autoayuda colaboran para resolver los sentimientos de culpa o de pesar de la familia y de los amigos. El médico de atención primaria o el servicio local de salud mental (por ejemplo a nivel municipal o estatal) pueden ayudar a encontrar estos recursos. Además, organizaciones nacionales de algunos países, como la Fundación americana para la prevención del suicidio que mantiene en funcionamiento directorios de grupos locales de apoyo. También se encuentran recursos disponibles en internet.

El efecto que tiene sobre el entorno la tentativa de suicidio es semejante. Sin embargo, los familiares y amigos cuentan con la posibilidad de manejar mejor sus sentimientos al responder de forma apropiada a la petición de ayuda que la persona está haciendo.


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