jueves, 22 de junio de 2017

La esquizofrenia se redefine, un siglo después-

MALEN RUIZ DE ELVIRA – Madrid – El País

Las alucinaciones y la paranoia son la fase final de una enfermedad que se podría diagnosticar en la adolescencia.

Cuando se manifiesta en forma de brote psicótico, con delirios, alucinaciones de voces y comportamientos paranoides, normalmente en el inicio de la edad adulta, la esquizofrenia está ya en su fase final y podría haber sido detectada antes. Esta es la opinión generalizada de los expertos, según el amplio informe que publica hoy la revista Nature sobre esta compleja enfermedad mental, que afecta al 1% de la población mundial y que se definió hace un siglo.

Los expertos, sin embargo, no se ponen de acuerdo sobre la conveniencia de realizar campañas de detección precoz, dado el peligro de falsos positivos y que todavía no existe un tratamiento preventivo eficaz. En lo que sí coinciden es en que es una enfermedad asociada al desarrollo del cerebro de la que la psicosis es sólo una parte. Algo muy alejado del enfoque psicoanalítico que prevaleció durante buen parte del siglo pasado. "Pensar en la esquizofrenia como un desorden del desarrollo neurológico en el que la psicosis es una fase final que potencialmente se puede prevenir, (....) nos da nuevas esperanzas de prevención y cura para las próximas dos décadas", escribe Thomas R. Insel, del Instituto Nacional de Salud de Mental de EE UU.

En los últimos 20 años se ha acumulado una gran información sobre los aspectos genéticos (se han asociado 43 genes al desorden), metabólicos, de estructura cerebral y de síntomas asociados a la esquizofrenia, pero las causas de la enfermedad siguen siendo un misterio. "Ni siquiera entendemos la esquizofrenia en el aspecto biológico", reconoce Thomas Laughren, director de medicamentos psiquiátricos en la agencia estadounidense del medicamento FDA. De hecho, los científicos se están planteando considerarla como un conjunto de síndromes en vez de una enfermedad única.

Aunque no es la enfermedad mental más común (el primer puesto lo ocupa la depresión), los pocos casos que cursan con actos violentos hacen que el paciente esquizofrénico sufra un estigma adicional y el coste social es desproporcionadamente alto, señala la revista en un artículo editorial. Por cierto que tampoco es correcto el uso metafórico del adjetivo esquizofrénico, ya que los pacientes de esta enfermedad (quizás el caso más conocido ahora sea el del premio Nobel de Economía John Nash) no sufren de desdoblamiento de personalidad.

Lo que sí presentan desde antes de los brotes son déficits cognitivos (asociados a un bajo cociente intelectual), desórdenes emocionales, y pérdida de motivación y de habilidades sociales. Un grave problema para la identificación de los síntomas es que coinciden con la adolescencia, una época turbulenta en el desarrollo de cualquier persona y asociada a cambios en el cerebro. "El problema de los primeros síntomas es que no son muy específicos. En una época en que el pensamiento, la emoción y el comportamiento cambian mucho de todas formas, estos indicadores precoces son muy difíciles de distinguir de lo que es la normalidad", indica Robert Freedman, psiquiatra y autor del libro La locura que llevamos dentro.

Ocho centros de América del Norte lo están intentando. En 2008, el grupo identificó 291 adolescentes y jóvenes adultos con un alto riesgo de psicosis. A los dos años y medio de la identificación un 35% de los identificados había sufrido brotes psicóticos. Con el desarrollo posterior de algoritmos predictores, estos especialistas aseguran que se puede pronosticar con un 80% de probabilidad.

Otros estudios se remontan mucho más. Uno que realizó un seguimiento durante 45 años de personas nacidas en Copenhague demostró que los adultos con esquizofrenia habían madurado después de lo normal, incluso durante su primer año de vida. Otro estudio indica que los niños que luego desarrollan esquizofrenia tienen un cociente intelectual bajo persistente.

Sin embargo, el arsenal terapéutico para tratar la esquizofrenia, que incluye medicamentos en su mayor parte antiguos y terapias psicológicas, es limitado, y en los últimos años algunos de los gigantes farmacéuticos se han salido de este mercado. Los medicamentos tratan las alucinaciones de forma eficaz, pero no los otros aspectos de la enfermedad, lo que impide la buena adaptación social del enfermo, señalan los especialistas.

Y por último está el misterio de la influencia del ambiente en la predisposición genética a sufrir la enfermedad. "La manifestación se asocia a factores medioambientales tales como problemas al inicio de la vida, crecer en un ambiente urbano, pertenecer a una minoría y el consumo de marihuana, lo que sugiere que la exposición puede tener un efecto sobre el cerebro social en desarrollo durante periodos sensibles", afirma Bart Rutten, de la Universidad de Maastricht.



viernes, 16 de junio de 2017

Pacientes psiquiátricos: medicar coaccionando

SOCIEDAD ESPAÑOLA DE MEDICINA HUMANITARIA | 20/02/2017

Francisco Martínez Granados* y Emilio Pol Yanguas**

Es frecuente que muchas personas etiquetadas como “enfermo mental grave y persistente” reciban prescripciones de una amplia gama de fármacos, principalmente antipsicóticos. Muchos pacientes encuentran una ayuda en estos tratamientos, pero otros muchos encuentran que este beneficio es pequeño o ausente y a costa de muchos inconvenientes. Una gran parte del trabajo de los profesionales de salud mental consiste precisamente en convencer a los pacientes de lo contrario. Cuando el paciente se resiste a los argumentos del profesional, entonces los esfuerzos de estos se suelen dirigir a “obligar” al paciente a tomar la medicación, justificándose en la falta de “conciencia de enfermedad”. El psiquiatra se convierte en juez y parte. No es cierto que los enfermos mentales no tengan conciencia de tener un problema. La discrepancia suele estar en la naturaleza de la solución que le dan los profesionales.
Imagine por un momento que un medicamento que le produce efectos desagradables le es administrado a la fuerza o con coerción, sin su consentimiento, y durante todo un trimestre. Pero qué pensar si además los tratamientos son administrados a dosis superiores a las recomendadas, en mezclas no experimentadas y para indicaciones no autorizadas. ¿No es demasiada incertidumbre? ¿No entraría esto dentro de lo que se conoce como uso experimental? ¿Están los enfermos mentales sometidos a experimentación no controlada? ¿Consideraría esto una violación de derechos humanos básicos? Recientemente se ha comercializado un antipsicótico inyectable intramuscular para aplicación trimestral. Su eficacia dista de haber sido demostrada adecuadamente, dados los defectos de los ensayos clínicos que apoyan su comercialización.  Sobre él se ha hecho mucha propaganda -bordeando la ilegalidad- en forma de artículos de difusión científica en la prensa general. No olvidemos que en Europa no se permite la publicidad directa a los consumidores de medicamentos de prescripción.
La esperanza de vida de los enfermos mentales es de promedio unos veinte años menor que la población general. Aunque en los últimos decenios la esperanza de vida de la población, y también de los enfermos mentales ha aumentado, la diferencia entre ambos colectivos ha aumentado.  Los  efectos adversos de los medicamentos no parecen ajenos a este hecho. Los psicofármacos tienen consecuencias deletéreas en contra de la salud entendida como recurso fundamental para la vida. Sin estos recursos vitales, que los fármacos en ocasiones bloquean, es muy difícil que una persona pueda afrontar situaciones críticas y adversas y trascenderlas hacia la construcción de realidades psico-sociales más soportables y de bienestar.
Si los datos de eficacia de los medicamentos para la psicosis y otras esquizofrenias son deficientes, mucho más lo son los datos referentes a su seguridad y tolerabilidad. La investigación de los efectos lesivos es mucho más deficitaria. De manera sistemática son especialmente ignorados los efectos desagradables subjetivos. Pero en definitiva, ¿no se trata de mejorar la percepción subjetiva de bienestar?.
Pero esto no es todo: si el sujeto diagnosticado se rebela contra los que le quieren drogar contra su voluntad, lo que le espera es la contención mecánica, eufemismo de “atarle a la cama con correas”. Barbarie sobre barbarie, que cometen sobre él por no aceptar la droga que le dan esos mismos que le prohíben la droga que quiere. Así hasta doblegar al “rebelde”, pero la degradación humana no puede representar un objetivo terapéutico.
Mientras que hay recursos sin límites para este tipo de “terapias coercitivas”, de “contención” de las personas diagnosticadas de trastorno mental, se escatiman recursos para la “rehabilitación  y recuperación”,  se escatiman recursos para permitir que los diferentes vivan sus vidas, se prefiere anularlos antes que permitírselo.  Cuando se han creado recursos habitacionales para estos pacientes, se ha puesto a empresas de seguridad a gestionarlos. Parece que la prioridad no es la recuperación si no al contrario la custodia y separación del resto de la sociedad. Se les extirpa la posibilidad de formarse como sujetos de su propio destino, a través de camisas de fuerza moleculares.
Crecen las cifras de ganancias de los fabricantes de antipsicóticos y se reducen las ayudas sociales para estos mismos pacientes. El coste mensual en medicamentos de dudosa eficacia y de daño seguro que reciben estos pacientes alcanza fácilmente los 500 a 1.000 euros mensuales, mientras que las pensiones, si es que la reciben, no llegan a 500 euros en la mayoría de las ocasiones. ¿A qué razones obedece tan tremendo disparate?.  Probablemente tengamos la respuesta en la concepción del ser enfermo como “ente” generador de consumo, como instrumento para el beneficio del capital,   y no como “ente” cargado de la dignidad plena de la persona.
*Francisco Martínez Granados es Master en Neuropsicofarmacología y Toxicomanías por la Universidad Victor Segalen (Burdeos, Francia) y Educador en Salud en la Escuela Comunitaria en Salud “La Plaza” de Alicante. **Emilio Pol Yanguas es Master en Medicina Humanitaria y Doctor en Medicina Experimental por la Universidad Miguel Hernández. Ambos son licenciados en Farmacia y Especialistas en Farmacia del Sistema Nacional de Salud.


Conviértete en el maestro de tus metas

PSICOLOGÍA POSITIVA

Mariana Alves | 12 / 06/ 2017

Como hemos mencionado con anterioridad, los logros son uno de los pilares del bienestar, analicemos nuevas estrategias para alcanzarlos.

Lograr algo significa obtenerlo y lo que deseemos obtener, en el amplio sentido de la palabra, depende 100% de nosotros. Tienes que estar alineado con tus propios deseos y no intentar satisfacer lo que otros te dicen que es correcto para ti.
La atención que le prestas a lo que quieres lograr es fundamental. Las metas tienen que ser pensadas, elaboradas y con un plan de acción para poder ser llevadas a cabo. Va a requerir ciertos sacrificios de tu parte, tal vez dejar de hacer algunas cosas divertidas, o incluso ser más prolijo en los horarios sueño.
La atención es un recurso limitado, esta habilidad para concientemente direccionar tu energía es escasa, por eso tienes que ser cuidadoso y darte cuenta hacia dónde estás dirigiendo tu foco. Siendo honesto, ¿cuánta atención realmente estás dedicándole a esa meta?
Si no eres cuidadoso con tu concentración, te atacarán la desmotivación, sentimientos de baja autoestima y te sentirás frustrado y fracasado. Sin embargo, si realmente te concentras, el premio será la pasión, el entusiasmo, tu energía y un sentimiento de propósito.
¿Estás dispuesto a pagar el precio para obtener lo que deseas? Porque algunas metas requieren de mucho tiempo, paciencia y dedicación. Si no estás completamente comprometido, te aburrirás y las abandonarás a medio camino.
Aprende a dirigir tu atención
Cambiar tu vida requiere un compromiso serio de tu parte, ya sea que quieras mejorar a nivel profesional, laboral, físico o emocional. Donde pones tu foco, es ahí donde puedes trabajar con seriedad.
Hoy en día es extremadamente sencillo perder la atención, constantemente estás siendo seducido por el entretenimiento, internet, el celular, reclamos laborales o personales. Incluso puedes sabotearte anteponiendo otras cosas menos importantes para no comenzar a trabajar en lo que realmente quieres. Para que una transformación real ocurra en tu vida, es necesario cuidar aquellas áreas que están pidiendo a gritos un proceso de mejoría.
Aprende a decir que no, si realmente no deseas salir, si no estás encontrando el tiempo para trabajar activamente en tu meta, es necesario que comiences a quitarle tiempo a cosas superfluas para acercarte a lo profundidad de tu deseo. Tus metas tienen que nutrirse de tu amor, de tu pasión, si las ignoras comienzan a morir lentamente y el sinsabor del fracaso comienza a aparecer, te convences de que no eres lo suficientemente bueno, de que nunca llegas a nada, sin darte cuenta que fuiste tú el que creaste esa trampa simplemente ignorando aquello que de verdad querías.
Dale a tus metas el lugar que se merecen
Muchas personas que quieren mejorar en un aspecto de su vida tienen otros intereses y obligaciones a los cuales prestar atención también, por ejemplo, trabajos, hijos, parejas, amigos, familiares, hobbies, etc. Sin embargo, quien es un verdadero triunfador con respecto a sus logros, no deja que esto se interponga en su camino, no lo utiliza de excusa. Por supuesto que nuestro contexto influye y que resulta más sencillo concentrarte en crecer cuando tienes menos personas o cosas distrayéndote, pero eso no quiere decir que no puedas alcanzar nuevos logros. Tal vez te lleve más tiempo, tendrás que ser más paciente y bajar tus exigencias, pero no significa que no puedas trabajar en lo que quieres alcanzar. Todo lo que poseemos ya en nuestra vida son motivadores para seguir creciendo, ya sea porque queremos darle a nuestro hijo un padre feliz, o porque deseas con toda tu alma salir corriendo de ese trabajo terrible
Alcanzar logros resulta más sencillo cuando encuentras metas que son coherentes con la totalidad de tu ser, que te ayudan a crecer en todo sentido, que te desarrollan como persona, que te ayudan a crear valor en las cosas que haces.
Resumiendo, para poder alcanzar un logro e incrementar tu sentido de autoeficacia, esa meta requiere de atención total, un plan de acción delineado, tiempo para reflexionar y pensar en cómo quieres lograr lo deseado.

Si tus metas son fantasías, sueños, solamente una ilusión, o no respetas la importancia que la misma tendría para impactar positivamente en ti, entonces es ahí cuando jamás alcanzas nada. Sé serio con lo que amas, dedica tiempo a tus logros, sin importar que tan pequeños o humildes sean. Cuando te ves a ti mismo capaz de alcanzar objetivos comienzas a recuperar la fe en ti y es el primer paso para seguir construyendo tu camino hacia una felicidad realista.

viernes, 9 de junio de 2017

Así puede salvarte la vida el amor por la palabra escrita.

EVA CARNERO | El País | 04/10/2016

Leer y escribir a mano no es solo una inversión en inteligencia. Hasta la depresión tiene miedo de los libros.

"Siempre me había considerado un amante de la lectura, pero hace unos años constaté que existía una gran diferencia entre que te gusten los libros y que los necesites. En mi caso, me identifico con las personas que dependen de los libros para disfrutar de una vida plena”. Es el testimonio que acompaña al escritor Matt Haig (Sheffield, Reino Unido, 1975) desde que a los 24 años cayó en una depresión que superó gracias a la lectura y la escritura. Sus miedos, esperanzas y satisfacciones fueron sintetizadas 15 años más tarde en el reciente libro Razones para seguir viviendo (Seix Barral), que Haig escribió porque, afirma, “las palabras, a veces, realmente pueden liberarte”.

Libros contra el ombliguismo
Aunque leer o escribir puede que no sean el antídoto mágico a la infelicidad o la depresión, lo cierto es que cuando Haig habla de libros, lo hace desde un agradecimiento sincero, casi reverencial, por haberle devuelto las ganas de vivir. Pero, ¿cómo pueden salvarnos la vida? Parece que el quid de la cuestión reside en cómo y dónde ponemos el foco de nuestra atención. Al menos, así lo cree Haig: “Cuando leía no pensaba en otra cosa. Me di cuenta de que los límites del mundo (mi mundo) iban mucho más allá de aquellos que mi mente había levantado. Leer me distraía, me calmaba. Y al escribir sentía como si mis pensamientos fueran más lento de lo normal”. Una observación en sintonía con la visión que apunta Rita Otero, psicóloga y coordinadora del taller de psicoescritura en Minerva Psicólogos, quien identifica la ralentización del pensamiento como una de las virtudes de la escritura: “El movimiento articular de la mano a la hora de escribir tiene una velocidad mucho menor que nuestros pensamientos, y esto favorece el desarrollo de ideas más serenas y meditadas”.

El investigador Facundo Manes corrobora estas teorías desde el punto de vista de la neurología. “La escritura manual, al ser más lenta, nos obliga a sintetizar y reorganizar la información”. Según el neurocientífico, “un estudio reciente llevado a cabo por Pam Mueller y Daniel Oppenheimer, publicado en la revista Psychological Science, estudió las diferencias entre escribir a mano o en el teclado de un ordenador. Los investigadores pidieron a un grupo de universitarios que tomara nota de una charla TED, la mitad a mano y el resto con ordenador. Los resultados evidenciaron que los primeros transmitieron mejor comprensión conceptual de la información, y quienes escribieron en el ordenador la transcribieron de manera más literal y mostraron menor comprensión. En otro estudio, las investigadoras Karin James y Laura Engelhardt, de la Universidad de Indiana (EE UU), demostraron que la escritura manual favorece el aprendizaje: los alumnos que toman apuntes a mano recuerdan más y logran una comprensión más profunda de los contenidos.

Leer, mejor en voz alta
La psicóloga Otero también comparte las bondades de la lectura. Pero señala una interesante distinción entre las terapias narrativas. Por un lado, existe una corriente que ve en la escritura un acto terapéutico per se, y por otro, la tendencia (que ella defiende), que estipula que para que sea realmente curativa, debería ir acompañada de su lectura en voz alta a otras personas ajenas al texto. “A lo largo de los años he podido comprobar cómo leer en voz alta a los compañeros de taller tiene un efecto positivo e inmediato en aspectos tan importantes como la empatía, el apoyo mutuo, la comprensión y el fortalecimiento de las relaciones interpersonales”. Aspectos relevantes, pero no menos que la información que se desprende de “los quiebros e inflexiones de la voz o los cambios de velocidad que se producen en ciertos párrafos”, apostilla.

Sea en voz alta o para sus adentros, Matt Haig explica que mientras sufrió depresión y volvió a casa de sus padres devoraba todo tipo de libros tanto de ficción como de no ficción. Como buen “adolescente pródigo” leía, entre otros, El guardián entre el centeno (J. D. Salinger) o Rebeldes (Susan E. Hinton). Solo tenía (y mantiene) una excepción: jamás tocó libros en los que apareciera el suicidio. “Pensaba que si leía las historias de Ernest Hemingway o Sylvia Plath acabaría como ellos”.

Emociones casi reales
Cuando Haig escribió su libro tenía muy claro que quería mostrar el lado más positivo de su experiencia: “Empecé a narrar mi historia desde abajo, partiendo del momento más difícil y duro. A partir de ahí, la cosa solo podía mejorar”. Escribirlo, pero sobre todo plasmar sus pensamientos hace tres lustros cuando trataba de salir de la depresión, le permitió llevar a cabo una valiosísima descarga emocional. Como dice la psicóloga Rita Otero, “el papel no juzga, escucha en silencio, permite volcar en él todo aquello que necesita ser expresado”.

El neurólogo Facundo Manes confirma que la lectura puede ayudar a superar situaciones difíciles. Se basa en estudios como el realizado con más de 4.000 adultos en la Universidad de Liverpool (Reino Unido), que demostró que las personas que leían regularmente tenían menores sensaciones de estrés y depresión que aquellos que no leían con regularidad. “Cuando leemos se activa toda nuestra maquinaria cerebral, lo cual incluye no solo las áreas asociadas al lenguaje y a la memoria, sino también a nuestras experiencias en general y a nuestras emociones”.

Especialmente interesantes son las conclusiones de ciertas investigaciones, que menciona Manes, y que demuestran “que cuando leemos acerca de una experiencia se activan las mismas áreas cerebrales que se activarían si la estuviéramos viviendo realmente. Por ejemplo, cuando leemos verbos de acción como 'correr' o 'comer', se activan las mismas áreas que nos permiten mover los pies o la boca, o cuando leemos palabras como 'jazmín' se activan las especializadas en el procesamiento olfativo”.

Otro estudio publicado en Science reveló que quienes leían novelas de ficción mejoraban su capacidad de entender y predecir emociones y pensamientos en sus congéneres.


El secreto de todas las familias.

Dos millones y medio de españoles sufren oficialmente depresión. El 40% no está en tratamiento por miedo al estigma de la enfermedad.

MARTA FERNÁNDEZ  | mADRID | eL pAÍS | 21/05/2017

“Sal y cuéntaselo a alguien”, el escritor Andrew Solomon hace suyo este consejo para vencer un tabú: la incomprensión y la vergüenza a la que se enfrentan aquellos que sufren una depresión. Solomon, escritor y profesor de Psicología en Columbia, lo ha convertido en una cruzada personal. Y lucha para romper el silencio que acompaña a un trastorno que afecta ya a dos millones y medio de españoles. Diagnosticados. Muchos ni siquiera se atreven a confesarlo.

“Hay muchas causas por las que en España el 40% de los pacientes con un trastorno depresivo mayor no está en tratamiento. Pero sin duda una es el estigma”. Antonio Cano es doctor en Psicología y catedrático de la UCM y en sus muchos años de práctica ha visto cómo funciona el círculo vicioso de la culpa. “Por un lado el paciente se aísla y por otro no se entiende lo que le pasa: que sufre algo que se llama depresión. El paciente no tiene información y la sociedad tampoco. Y la depresión es algo que nos puede afectar a todos”.

Andrew Solomon conoce bien ese peso. Porque también a él le sepultó. En 1993 sintió que había perdido el interés por la vida. Todo se le hacía un mundo. Escuchar los mensajes del contestador. Preparar la comida. Ducharse. A la depresión siguió una crisis de ansiedad. Y un día ya no pudo levantarse de la cama. Descubrió que el sinónimo de depresión no es tristeza, sino falta de vitalidad. Pero se puso en tratamiento y se recuperó. Y decidió estudiar lo que le había pasado para ayudar a otros. Escribió El demonio de la depresión. “Cada vez que alguien que ha sufrido una depresión se lo cuenta a otro estamos rasgando la cortina del secretismo. Aquellos que se ven confinados en el silencio tardan más en recuperarse.
Debemos de convencerles para que hablen diciéndoles que hablar puede salvar sus vidas. Porque la depresión es el secreto de familia que todas las familias tienen”.

Este secreto de familia afecta ya a 322 millones de personas. Y va en aumento. Es una de las tres causas de discapacidad en el mundo. Y en 2030 será la primera. Por eso este año la OMS le ha dedicado el Día de la Salud con el lema “Hablemos de la depresión”. Pero hablar es lo difícil.

“La bola se va haciendo cada vez más grande. Te encuentras mal y la gente que te rodea no lo entiende. Y el Andrés que todo el mundo conoce se está quedando vacío por dentro. Eso es duro, muy duro…” El Andrés que se quedaba vacío por dentro era el mismo que un tiempo después llenaría a todo un país de felicidad con un gol que valía una Copa del Mundo. Andrés Iniesta. Le confió su viacrucis a los periodistas Ramón Besa y Marcos López. Cuando aparecieron sus memorias, La jugada de mi vida, la psicóloga que le había tratado vio como se multiplicaban las llamadas a su consulta. Explica que a muchos pacientes les ayuda ver que alguien a quien admiran sufre lo mismo.

Basta con recordar a Bruce Springsteen. También se atrevió a contar en su biografía, Born to Runsu batalla constante contra la depresión. El profesor Cano compara su sinceridad con la de Magic Johnson. “Lo mismo que en su día, Johnson le echó narices y cuando más estigma había con el sida le dijo al mundo tengo el virus, gestos como el de Bruce Springsteen pueden ayudar a quitar el estigma a la depresión”.

“Hay un punto en el que se pierde el mapa y se pierde la brújula y uno no sabe ni por dónde dar palos de ciego. Es el punto de absoluta angustia. Ahí no hay nada que uno racionalmente pueda hacer”. Así se sentía el escritor Luisgé Martín. Lo cuenta en El amor del revés. Un libro, dice él, impudoroso, con el que ha reventado candados y ha exorcizado demonios. La culpa. La vergüenza. El miedo. La pesadilla de ser homosexual en una España en la que era más que un pecado. La lucha de pasar por un proceso de depresión y sentirse incomprendido. “Comprar una pastilla para dormir en una farmacia es casi como antes comprar condones, que te sonrojabas. Uno tiene la sensación de que todo lo que le pasa es porque se ha comportado mal. Si eres depresivo porque no eres capaz de mirar de otro modo la vida”.

El músico Iván Ferreiro también dio palos de ciego contra la depresión sin saber qué le pasaba. Hasta que un ataque de pánico, en completa soledad en un apartamento de Buenos Aires, le empujó a pedir ayuda. Lo cuenta haciéndose un ovillo. Recuerda que llevaba años sin dormir. Obligándose a hacer cosas que no quería. Saliendo sin atreverse a mirar a la gente a la cara. Llegó a grabar un disco sin recordar después ni cómo ni cuándo. Pero no se ponía en tratamiento. “Hasta que el médico me llama y me dice: mira, tomas algo para la alergia todos los días, te echas un inhalador del asma todo el rato y me estás diciendo que no quieres tomarte esta pastilla”. Solo cuando empezó a comprender lo que le sucedía pudo ver la salida. “En las depresiones es muy importante el lenguaje. Y que alguien sepa explicarte con palabras lo que te está pasando y que te des cuenta de que en el fondo es como una puta gripe, una gripe de pesimismo y de falta de ganas. Pero te curas. La principal es rendirse y decir no puedo más”.

Poner palabras al dolor es la primera medicina. Lo saben los que lo han pasado. Que también saben que ese es el reto. Luchar contra el tabú. Romper el estigma. “Aprender a vivir es aprender a nombrar”, dice Luisgé Martín. Aprender a curarse es ponerle palabras al secreto de familia que todas las familias tienen. La depresión. La enfermedad que sigue avanzando en silencio.

"Haz lo que quieras"
Iván Ferreiro ríe cuando habla de sus amigos. De cómo le ayudaron a salir. Simplemente estando. Aguantándole. “Pero luego hay amigos que te joden mucho, con muy buena intención niegan tu depresión y te dicen: lo que te pasa es que te tienes que poner a trabajar, lo que tú necesitas es tener novia, es salir por ahí. Haz lo que quieras. Y haz lo que quieras es la mentira más grande que nos dicen las personas que nos quieren sin darse cuenta”.

El consejo bienintencionado se desliza a veces al territorio de la felicidad por decreto. Luisgé Martín tenía un buen amigo psicólogo con el que comentaba sus problemas. Y la respuesta siempre era la misma: lo que hay que hacer es no dejarse caer, levantarse. Y Luisgé se revolvía: “es como si voy al traumatólogo porque tengo la rodilla mal y me dice que lo que hay que hacer es andar. Pues no”.


“Hay que ser muy cuidadoso en cómo te haces cargo de alguien que sufre una depresión. No ayuda ser intrusivo. O imponer un régimen de falsa alegría. A veces la persona deprimida lo que necesita es alguien que se siente al otro lado de la puerta, a veces necesita privacidad”. Es la recomendación de Andrew Solomon: “Ama desde una distancia cuidadosa si eso es lo que tienes que hacer, porque aunque el amor por sí solo no puede curar la depresión, es la herramienta más cercana que tenemos”

sábado, 3 de junio de 2017

Tengo miedo al ajo, no puedo con el pollo y me horroriza comer con más gente.

Suena a cachondeo, pero las fobias en la cocina son una auténtica pesadilla para quienes las sufren. Y hay más...

TERESA MORALES GARCÍA  | El País | 19/05/2017

Los episodios de miedo afectan a una de cada diez personas en algún momento de sus vidas, según la Sociedad Española de Psiquiatría. No es lo mismo tener ansiedad, que es el sentimiento que experimentamos cuando nos enfrentamos a situaciones amenazantes o difíciles, que sufrir una fobia, es decir, un temor intenso a momentos o cosas que no son peligrosos, y que resulta “claramente desproporcionado respecto a la amenaza real, dentro de un contexto cultural determinado”, describe el psiquiatra Carles Enric Lupresti, jefe del Servicio de la Unidad de Psiquiatría y Psicología del Hospital Quirón de Barcelona y coordinador del Institut Lupresti.

Estos miedos son persistentes, y suponen un malestar continuo que interfiere en el desarrollo de la vida, y “se perpetúan debido a las conductas de evitación” por parte de quienes las padecen, apunta el experto.

Probablemente ya conozca, aunque sea de oídas, fobias como la de subirse a un avión, entrar en un ascensor o el miedo a los murciélagos. Pero hay otras menos conocidas, que se dan en la cocina, y que sorprenden por enmarcarse en un entorno donde lo gastronómico no para de ganar adeptos. ¿Se puede tener miedo a tragar cacahuetes o a comer en público? Algunas fobias más curiosas.

Allodoxafobia: Fobia social caracterizada por tener un miedo irracional a las opiniones de las demás personas.

 Autofobia: Miedo a la soledad, a sí mismo o sencillamente a estar solo.

Cacofobia: Miedo a la fealdad, a las personas feas, incluso a ser feos nosotros mismos.

Cromatofobia o cromofobia: Miedo a los colores. A uno, a varios o a todos. Cada color, además, tiene su propia fobia. Por ejemplo, en Marnie, la ladrona, su protagonista tenía eritrofobia, fobia al color rojo.

Escriptofobia: Miedo a escribir en público o delante de alguien. Más común de lo que parece.

Estasifobia: Necesidad de estar sentado e incapacidad, pero no por nada físico, de estar de pie mucho tiempo.

Fagofobia: Miedo a atragantarse al comer algo y asfixiarse.


Macrofobia: Miedo enfermizo a las esperas, a hacer una cola, a esperar nuestro turno...


Nota.- El artículo es más largo pero solo he copiado las fobias que pueden ser más corrientes.

El cruel universo de la manipulación


Mariana Alvez-Psicología Positiva |   29/05/2017

Lamentablemente no todos quienes nos rodean poseen buenas intenciones, y en cualquier ámbito de la vida podemos encontrarnos con algún personaje manipulador. Descubre hoy sus técnicas para escapar de sus redes.
Voy a enseñarte cuales son las estrategias psicológicas favoritas utilizadas por las personas altamente manipuladoras. Lee con atención, por favor.
Enloquecerte: Las frases que más se relacionan con esta táctica son “eso nunca pasó”, “lo imaginaste”, “¿estás loco?” Esta técnica es una de las más crueles, porque son tan firmes en sus argumentos que realmente te pueden hacer dudar de tu cordura. Sus palabras sin piedad harán que te vayas alejando poco a poco de la realidad hasta el punto de que puedes justificar el maltrato de la otra persona. Para poder evitar este tipo de manipulación, tienes que escribir de inmediato lo que haya ocurrido, se lo puedes también contar a otras personas, recuerda que tener vínculos positivos te ayudarán a abrir los ojos si estás ante un manipulador.
Proyección: Es un mecanismo defensivo de la mente que se utiliza para depositar lo negativo de uno mismo en el otro, ya sea una conducta nociva, actitudes, pensamientos. Funciona para evitar hacerse responsable de los errores propios. La persona manipuladora te hará creer que eres tú quien debes cambiar, quien cometes los peores errores o que estás mentalmente inestable. No te hagas cargo de cosas que no te corresponden, si tú sabes que eres una persona fiel, honesta, buena trabajadora, no permitas que ellos te hagan dudar de tu propía valía ni compadezcas sus lágrimas de cocodrilo.
Conversaciones eternas y sin sentido: Los manipuladores utilizan conversaciones circulares, juegan con las palabras que dices y le cambian el sentido, te desafían y te marean hablando mucho. Lo hacen para frustrarte, desacreditarte, para distraerte del problema principal. No tiene sentido intentar tener conversaciones honestas y reales, todo lo que digas será utilizado en tu contra e intentar calmarlos cuando quieren atacarte es aún peor.
Generalizaciones: Las personas manipuladoras no siempre son tan inteligentes como parecen, solamente son buenas actuando. Suelen etiquetar tus conductas para no hacerse cargo de sus ataques. Por ejemplo, si te muestras dolido por algún comentario hiriente, te dirán “eres demasiado sensible”, en vez de pedirte perdón por sus actitudes. La culpa siempre será tuya.
Deliberadamente tergiversar tus pensamientos o sentimientos hasta el absurdo: Si tienes tus propias convicciones, emociones y experiencias, esto fácilmente puede convertirse en defectos e irracionalidad en manos de un manipulador. Cuando intentas defender tu punto de vista o establecer límites, ellos te desacreditarán, se burlarán y te tratarán como un tonto, diciendo cosas que tú no quisiste decir, cambiando por completo el sentido de lo que intentaste transmitir. En estos casos di “yo nunca dije eso” y aléjate de la persona, porque no tiene sentido perder el tiempo comunicándose con alguien que solo quiere ganar.
Nunca serás lo suficientemente bueno: Criticarán tu comportamiento, te dirán qué tienes que hacer para mejorar, te impondrán estándares inalcanzables. Siempre van a exigirte sin sentido y te encontrarán el error. Lo que buscan es hacerte sentir que nunca eres suficiente, cada cosa buena que hagas o digas, ellos le encontrarán su lado negativo. Si eres exitoso en tu carrera te dirán “seguramente ahora no tienes tiempo para tu familia” Si tu peso cambia, estarás demasiado delgado o demasiado obeso para su gusto, si estudias “¿para qué?” sino lo haces “eres un perezoso”. Jamás te ganarás la aprobación de este tipo de personas, solamente quieren lastimarte, que te obsesiones con tus “defectos” y hacerte sentir poca cosa. Tienes que concéntrate en tu propia valía y no intentes demostrarle nada a nadie.
Cambiar de tema para evadir responsabilidad: Si estás molesto por algo que te hicieron y quieres transmitirlo, ellos te atacarán diciendo “¿Y qué pasa con aquella vez  que tu…” Buscarán tus errores para quitarse el foco de ellos mismos y depositarlo en ti. Para continuar con la conversación, tienes que hacer oídos sordos de las cosas que no están relacionadas con lo que quieres hablar, repite una y otra vez lo que quieres decir. Si no te están escuchando, aléjate, no tiene sentido perder el tiempo.
Insultos: Cada vez que una persona manipuladora se siente atacada, puede caer fácilmente en la ira y a veces se utilizan técnicas burdas como insultarte, todo para intentar degradarte, insultar tu inteligencia, invalidarte. No tienes derecho a pensar diferente de ellos. Si no pueden con tus argumentos, atacarán tu persona. No te creas ni una palabra de lo que te digan y aléjate.
Desacreditarte: Esto es más frecuente en las parejas tóxicas. Cuando alguien no puede controlarte, intentarán controlar la manera en que los demás te ven. Querrán sabotear tu reputación, mentirán sobre ti y se harán las víctimas. Para poder vencer esto, tienes que atenerte a los hechos y no temas contar tu versión de las cosas. Tienes que documentar cualquier forma de maltrato o pruebas que consigas de sus falsos argumentos. No temas, no podrán hacerte daño realmente.
Amarte intensamente para luego devaluarte: Los manipuladores primero te hacen sentir la mejor persona del planeta, diciéndote exactamente lo que quieres escuchar, haciéndote sentir importante y especial. Con el tiempo, poco a poco te empiezan a devaluar, hasta pueden comenzar a criticar aquellas cosas que supuestamente tanto le agradaban de ti en un principio. También una señal de alarma es escuchar cómo habla del resto de las personas, si percibes que es agresivo  o perverso en cuanto a la forma de referirse a otras personas, abre los ojos.
Testear tus límites y atraerte: Las personas tóxicas en general constantemente están probándote, comprobando si pueden salirse con la suya. Cuando quieres alejarte de un manipulador, ellos intentarán atraerte con promesas de cambio, remordimiento falso, llantos desesperados dignos de un actor consagrado. Todo esto, para atraerte y volver a hacerte daño, incluso de una manera más cruel que la anterior.
Ataques bajo la forma de bromas: Pueden decirte cosas hirientes y luego se reirán diciendo que era una broma, comentarios irónicos, críticas constantes y sutiles, todo dicho de una manera descontracturada e “inocente”. Si no entiendes lo que te quieren decir es porque tú careces de sentido del humor, es lo que te dirán. La gente tóxica ama lastimarte y salirse con la suya. Las personas manipuladoras y narcicistas no entienden de compasión, sino de consecuencias. Tienes que ser muy firme con ellos y hacerles comprender que no toleraras este tipo de bromas.
Control: Intentarán controlarte a como de lugar, si pueden aislarte de tus amistades y familiares, si pueden hacer que dependas económicamente de ellos, si logran jugar con tus emociones, entonces estarán ganando. Como desean hacerte sentir inestable, buscarán pleitos de la nada.
Este tipo de manipulaciones descritas las encontramos en las personalidades tóxicas, quienes usualmente son narcicistas y sociópatas, pero pueden encontrarse en otras patologías también o en menor grado en algunas personas.
Una persona tóxica puede ser tu madre, tu hermano, tu amigo, tu compañero de trabajo, tu jefe y hasta tu pareja. Conocer sus técnicas de manipulación y no formar parte de sus juegos macabros, es lo que protegerá tu salud mental. Toma el control de tu vida, de tus emociones y sé muy cuidadoso a la hora de elegir con quien te vinculas.