jueves, 29 de agosto de 2019

La capsa de Pandora; depressió severa més càncer

Badalona, 29/08/2019

Sí, sí, ho heu llegit bé. D'aquí ve el meu any sabàtic en el blog i l'article que precedeix a aquest, perquè el tracten especialistes i és més fiable que el que pugui expressar jo.
M’estic medicant desde fa una pila d’anys d’una depressió en la que tens èpoques dolentes com primavera i tardor i d’altres una mica més suportables com estiu i hivern, encara que les persones que tenen coneixement de les depressions, sense que siguin bipolars, saben que vas fent com un dofí al mar, vull dir que ara treus el cap i uns metres més enllà –en aquest cas dies- t’ensorres i es passa molt malament.
Bé, doncs en aquesta situació i prenent medicaments necessaris receptats pel psiquiatra, més altres del metge del CAP per protegir l’estómac, cuidar tiroides, baixar els triglicèrids, etc. vaig a una revisió anual i als pocs dies m’avisen que he de repetir una prova.
Efectivament m’ho fan a un hospital gran, i després d’aquesta prova i alguna altra em donen visita amb  l’oncòlog. Jo em trobava relativament bé, i m’anuncien que tinc un tumor que s’ha de treure i analitzar,  aviat, perquè no és agressiu però sí que creix molt ràpidament.
Preparatius, operació i als 2 dies a casa. He d’anar-hi un cop per setmana per fer les cures i als 30 dies justos començ0 la quimio. Aquí el tema ja es complica perquè m’expliquen que a partir de la 2ª setmana em caurà el cabell -compro mocadors-, i em trobo amb altres coses incòmodes que vaig assimilant lentament. El factor més desagradable és el cansament que junt amb el que ja suposa la depressió, costa moltíssim llevar-se del llit. A més no pots portar pesos ni fer esforços, total em quedo d’entrada limitada, decebuda i una mica preocupada.
Després d’unes breus setmanes de descans en acabar la quimio, comença la ràdio i augmenten els medicaments amb una pastilla per part de l’oncòlog i des del CAP a conseqüència de la quimio i la ràdio m’han de medicar per la glucosa, el colesterol i la tensió arterial.
 He de menjar, sense gana, proteïnes, vitamines, cereals, làctics suaus i perdo molt la noció del gust, per tant m’he d’esforçar per menjar i beure molta aigua. I el cap a estones no el tinc gens clar, i si ja es té insomni s’incrementa, com també la falta de ganes de fer coses, inclús de rebre visites.
Passa en certa manera amb el càncer com amb les malalties mentals, vius l’estigma -afront, deshonra-, i quan es tenen les dues coses és molt més agut. El més còmode és no sortir de casa, però no convé perquè t’aïlles més i és contraproduent, ja que el cap no para de pensar i poques vegades són coses positives. És veritat que les persones conegudes no saben què dir-te quan et veuen, per tant el més còmode és no visitar-te i preguntar a la familia, o bé fer visita de compromís i sortir tot seguit perquè els recorda la situació viscuda en el càncer d’un familiar proper, o no s’hi han trobat mai i temen no ser oportuns. Per sort penso que tot el que passa és per a bé, i això m’ajuda recordar-ho per tirar endavant, i no perdre l’esperança de sortir-me’n.
 També compto amb l’ajut de la família i persones properes, per a fer, quan puc, el que em diuen els metges, tant el psiquiatre que ja em portava i ha estat un molt bon suport, com els d'oncologia que m'han tractat amb molta professionalitat i a la vegada amb calidesa humana i paciència, cosa que s'agraeix, perquè d'entrada no saps res de res i la notícia “tens càncer” et cau com una galleda d'aigua freda al damunt.
M. Carme Samaranch.


miércoles, 28 de agosto de 2019

Cómo enfrentarse a un diagnóstico de cáncer

Oncólogos y psicólogos responden a algunas de las inquietudes más recurrentes


Mayte Rius  |  La Vanguardia  |   Barcelona  04/02/2019

Hoy, Día Mundial contra el Cáncer 2019, muchos afectados recordarán el momento preciso en que les dijeron que tenían un tumor. Enfrentarse al diagnóstico de cáncer no es fácil. Para la mayoría de personas es el momento más traumático e importante desde el punto de vista médico que han tenido en su vida, y la noticia provoca tal conmoción emocional que los médicos han constatado que el paciente no retiene ni la mitad de la información que le facilitan a partir de ese momento.
La sensación de amenaza atenaza, bloquea, y a partir de ahí las reacciones oscilan entre la negación – “no puede ser”– y el miedo – “¿me voy a morir?”–, seguidos por una avalancha de dudas e inquietudes que dominan la mente. Por ello pasan más de 200.000 personas cada año sólo en España, donde el cáncer afecta al 54% de los hombres y el 46% de las mujeres en algún momento de su vida.
Los especialistas aseguran que tras esa primera fase de negación y bloqueo llega la asimilación, la aceptación, y la búsqueda de soluciones y tratamientos para salir adelante, que es cuando al enfermo le surgen las preguntas sobre su caso.
¿Es grave? ¿Me voy a morir?.-  “El cáncer se relaciona con un pronóstico muy negativo y hoy se están curando más del 60% de los tumores malignos, y de los que no se curan una buena parte de los afectados sobrevive a la enfermedad durante mucho tiempo, incluso fallece por otros motivos no relacionados con el cáncer”, afirma Josep Tabernero, director del Instituto de Oncología del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona.
Tania Estapé, responsable del servicio de Psicooncología de Fefoc Fundació y profesora de la UOC, relata que las personas asimilan cáncer a una amenaza para su integridad física y psíquica, para su vida cotidiana, y tras ese primer miedo genérico a morirse, aparecen también miedos más concretos en función de las condiciones personales de cada cual, en las que suele pesar mucho si se tienen hijos pequeños.
Josep Tabernero: “La persona de pronto siente una sensación de vulnerabilidad muy fuerte, de fragilidad de la vida, y eso les crea incertidumbre y, en muchos casos, provoca dificultades a la hora de hacer planes, de seguir adelante, y en algunos afectados ese miedo no desaparece del todo ni después de llevar años curados”, describe la psicóloga.

Jaume Martínez, psicólogo clínico integrado en el servicio de Oncología de Vall d’Hebron, detalla que hay personas que verbalizan que no tienen miedo a morirse pero sí al dolor, o a sufrir y a que sufran sus seres queridos, o al tratamiento.
¿Busco otro médico? ¿Pido una segunda opinión?.-  “Nosotros lo recomendamos por varios motivos: porque todo el mundo tiene derecho a recibir otra valoración y quizá otras opciones de tratamiento y también porque el miedo no es buen aliado para la toma de decisiones”, dice Estapé. Y explica que buscar una segunda opinión permite ganar tiempo para que el voltaje emocional del primer momento pase y disminuya el riesgo de adoptar precipitadamente decisiones radicales de tratamiento o de hacer cambios legales, familiares o laborales de los que luego uno pueda arrepentirse.
El doctor Tabernero asegura que en ocasiones los propios médicos favorecen la consulta a otro especialista para que la persona tome conciencia de su enfermedad, sobre todo cuando se trata de casos que exigen un tratamiento urgente y la persona duda o no termina de creerse el diagnóstico. Y coincide con Estapé en que las prisas en iniciar el primer tratamiento no siempre son lo mejor, y a veces dedicar un tiempo extra al diagnóstico ayuda después a que la evolución sea más favorable porque “la estrategia más importante es la definición del tipo de cáncer y planificar cómo tratarlo”.
¿Mi curación depende del hospital que me trate?.- Tabernero, que también preside la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO), cree que más que un hospital u otro, en España o en el extranjero, lo importante es acudir a profesionales con amplia experiencia en el tumor que tiene esa persona porque cada tumor es diferente en su comportamiento y en el tipo de tratamiento más adecuado.
“Si se tiene un cáncer muy frecuente es fácil encontrar especialistas que conozcan los últimos avances en cualquier hospital, pero si se tienen tumores menos frecuentes como algunos sarcomas, tumores cerebrales, de tiroides, etcétera, es mejor acudir a especialistas de referencia que traten a una masa crítica de pacientes suficientemente importante como para estar al día y focalizados en esa enfermedad”, aconseja. Y apunta que si no se tiene ningún familiar médico, lo mejor es pedir ayuda al médico de cabecera para encontrar al mejor especialista para aquella enfermedad concreta, una vez se tenga un diagnóstico preciso del tipo de cáncer que es.
¿Me informo en internet?.- Son muchos los pacientes con cáncer que sienten que su oncólogo no les proporciona suficiente información para aclarar todas sus duda y por ello acuden al doctor Google en su busca. Pero en internet hay tal cantidad de información sobre esta enfermedad, que es fácil sentirse perdido e inseguro, “y mucho de lo que ahí se encuentra repercute de manera negativa en la percepción que se tiene del cáncer y contribuye al auge de las pseudoterapias”, explica Vicente Guillem, presidente de la Fundación ECO (Excelencia y Calidad de la Oncología).
Estapé dice que es imposible evitar que los pacientes y sus familias busquen en internet porque sienten la necesidad de hacer algo, de buscar soluciones, así que los médicos deberían decirles en qué webs encontrar información veraz, para evitar que hagan caso a bulos o que se fíen de recomendaciones sin rigor científico. Sin embargo, siete de cada diez pacientes de cáncer asegura que su oncólogo no le ha informado sobre fuentes de información fiables, según datos de la Fundación ECO.
El doctor Tabernero cree que la información complementaria puede ayudar al paciente a conocer su enfermedad y llevarla mejor, a ser más positivo con el tratamiento, aunque admite que siempre hay un 10% de personas que no quieren saber más, que la información les agobia. Aconseja preguntar a tu médico por las páginas más adecuadas, pero de entrada sugiere las de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), de la sociedad europea (ESMO), la sociedad americana (ASCO), el NCI (el instituto del cáncer americano, con información en castellano) y el NCCN (que ofrece guías clínicas para profesionales y pacientes).
¿Podré hacer vida normal? ¿Dejo de trabajar?.- Recibir un diagnóstico de cáncer, además de suponer un terremoto emocional, sitúa a la persona en una situación de excepción en cuanto a su salud que repercute en su ámbito familiar y laboral. Desde el punto de vista médico, Tabernero asegura que “es importante tener tiempo y ánimo suficiente para dedicarse a la enfermedad, y esa ha de ser la prioridad número uno; pero también hay que intentar no romper con la vida cotidiana porque vas a salir adelante y cuidar nuestros objetivos y metas en la vida ayuda a ser felices y tener espíritu de lucha”. Y apunta que la toxicidad de los tratamientos contra el cáncer ha disminuido y la mayoría son compatibles con una vida “bastante” normal.
Los psicólogos aseguran que cambiar o no rutinas, continuar o no trabajando, depende de cada persona, de sus circunstancias, del tipo de trabajo y también de la evolución de la enfermedad y el tipo de tratamiento.
Jaume Martínez, Psicooncólogo: “Hay personas que quieren seguir trabajando porque les ayuda a normalizar la situación; otras lo utilizan como defensa o negación, para demostrarse que están bien, que ellos controlan la enfermedad y el tratamiento; según como sea el trabajo y la empresa será más fácil que puedan continuar o no”, dice Martínez.
Estapé cree que lo recomendable es que el paciente lleve una vida más o menos normal, porque es como mejor se sentirá, pero cada persona debe elegir, porque hay a quien el cáncer le hace reflexionar sobre su vida, ver que su trabajo no le resultaba positivo, y decide cambiar su rumbo.
¿Conviene explicarlo? ¿A los niños?.- Una inquietud habitual es cómo abordar la enfermedad con las personas del entorno por miedo a preocuparles. De hecho, según datos de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), el nivel de malestar y de sufrimiento emocional que expresan los familiares de personas con cáncer es superior al manifestado por los propios pacientes (7,5 frente a 6,9).
Los especialistas explican que no hay una receta única, porque hay personas introvertidas y extrovertidas, de modo que cada uno debe decidir qué, cuándo y cómo habla de su enfermedad, si bien se ha demostrado que las personas que sienten que tienen un buen apoyo social y familiar se adaptan mejor. Lo que conviene tener en cuenta, dicen los psicooncólogos, es que si no lo cuentas vas a tener que llevar la enfermedad tú solo y eso no es fácil y conduce al aislamiento, y si lo cuentas, también has de saber que no podrás evitar algunos comentarios que no te gusten. También apuntan que, en el caso de hijos pequeños, siempre es mejor que reciban la información del afectado y no se enteren por comentarios de terceros. Y aconsejan hablar con los maestros por si hay cambios en su comportamiento en la escuela.
¿Es mi culpa? ¿Se hereda?.- En algunos casos, sobre todo en los de cáncer de pulmón y cuando la persona fumaba, al enfermo le asalta un sentimiento de culpa, o percibe que la familia le culpa. “Como creemos que lo controlamos todo, cuando se escapa algo lo más fácil es culpabilizarnos por ello”, justifica Estapé. Y añade que también se crean ansiedades a nivel familiar en los casos en que el cáncer tiene un componente genético.
Tabernero precisa que todos los tumores son de origen genético pero sólo el 5%-8% tienen algún componente hereditario. “Y cuando es así hacemos un diagnóstico especial para descartar si hay un gen alterado y ver cómo podemos diagnosticar precozmente ese riesgo a las otras personas”, tranquiliza el oncólogo.
¿Busco ayuda psicológica?.- Es una opción a considerar cuando es necesaria. Tabernero explica que “lo lógico es que el miedo y la angustia inicial evolucionen hacia una fase de aceptación y luego a la fase de ser proactivo contra la enfermedad”. Pero a veces esto no sucede “y entonces es fundamental una buena ayuda psicológica”, que facilita muchísimo. Desde la AECC aseguran que tras un diagnóstico de cáncer, y sobre todo durante la fase de tratamiento, surgen reacciones de ira, rabia, ansiedad, tristeza, y en el 30% de los casos los afectados o sus familiares desarrollan algún tipo de trastorno que requeriría tratamiento especializado.
 “El cáncer es un problema de salud, pero a veces su diagnóstico desencaja otras piezas de la vida de esa persona, desequilibra los pilares que tenía establecidos”, comenta el psicólogo Jaume Martínez, aunque precisa que no todo el mundo necesita acudir a un especialista. Tania Estapé, en cambio,  cree que acudir a un taller de ayuda psicológica desde el primer momento ayuda a la persona a saber qué puede esperar, a tener herramientas para hablar con la pareja o los hijos, con qué va a tener que lidiar y cómo puede hacerlo. No obstante, precisa que tanto el consultar al psicólogo como el relacionarse con otras personas con la enfermedad beneficiará más o menos en función de cada persona.


domingo, 25 de agosto de 2019

Estimulación Magnética Transcraneal: el tratamiento definitivo para las adicciones

DR. JOAN RAMON SAMBOLA I BUGUÑÀ  |   TOPDOCTORS   |   13/05/2019

Editado por: CARLOTA RINCÓN MUÑOZ

La cocaína ya es la droga estimulante más utilizada en Europa, siendo España el país en el que más se consume. Los tratamientos psicológicos y farmacológicos no tienen toda la eficiencia requerida para tratar este problema pero gracias a la evolución de las nuevas tecnologías, se ha innovado en los tratamientos de las adicciones.

Actualmente el centro Newline es pionero en el uso del tratamiento de la estimulación magnética transcraneal (EMTr), que ya ha mostrado resultados asombrosos. Este procedimiento utiliza los campos magnéticos para estimular determinadas zonas del cerebro afectadas por la adicción. Esto activa las neuronas de las áreas que controlan el deseo de consumir cocaína restaurando su funcionalidad original. Es un tratamiento que actúa de la manera más biológica posible para reducir y eliminar por completo el consumo de cocaína.

El Dr. Sambola, experto en toxicomanía y co-fundador y coordinador del CAP en Salut Mental del Hospitalet de Llobregat, explica cómo es el perfil del adicto a la cocaína y el procedimiento a seguir mediante este nuevo tratamiento.

¿Cómo actúan las drogas en nuestro cuerpo?
A nivel psicológico, la cocaína estimula la zona del cerebro que provoca placer. A nivel químico, esta droga produce un bloqueo de la eliminación de dopamina, encargada de generar la euforia al consumir cocaína.

Al comienzo se produce un cuadro de euforia con un nivel mayor de actividad. Además, disminuye el apetito y el sueño, produce ansiedad e irritabilidad y a nivel físico hay una vasoconstricción con taquicardias e incremento de la temperatura.
¿Cuál es el perfil de paciente adicto a la cocaína?
Tiene un perfil muy marcado, normalmente son empresarios de entre 30 y 40 años que les gusta la noche y el consumo de drogas ha sido habitual en el grupo de amigos. Además, tienen una personalidad bastante impulsiva.

¿Cómo se aborda el problema?
El tratamiento siempre está planteado de manera que haya una prevención de recaídas. Es cierto que existen fármacos que pueden reducir la impulsividad y ayudan a tener una estabilidad emocional. Reduciendo riesgos y modificando hábitos se pueden modificar los mecanismos psicológicos que llevan al consumo. Es un trabajo psicológico a nivel individual y grupal.

El tratamiento de la estimulación transcraneal está dirigido a reducir el deseo intenso de consumo y los resultados hablan por sí solos. Además, es importante disponer de las herramientas que el paciente necesite y llevar a cabo los protocolos necesarios de manera individual.

¿En qué consiste el tratamiento?
Es importante destacar que el tratamiento se tiene que realizar de manera individual. Hay pacientes que necesitan quedarse hospitalizados, que en el caso de Newline son 3 semanas, para que se pueda planificar tanto el tratamiento en el centro como el posterior. Para pacientes que no ingresen en el centro, se realiza el tratamiento diario durante 5 días con la máquina de estimulación transcraneal y posteriormente 1 vez semanalmente durante 11 semanas.

El tratamiento se ayuda de terapia individual, cognitivo conductual o motivacional. También se puede realizar terapia grupal, estudios de personalidad, terapia farmacológica… Las familias serán un apoyo importante y podrán asistir a la terapia con el paciente.


jueves, 22 de agosto de 2019

Calma tu ansiedad. (Ejercicio de relajación de Jacobson.)

Mariana Alvez  | Psicología Positiva  |  2/10/2017

Me gustaría obsequiarte con una técnica para lidiar con la ansiedad. La misma la podemos definir como un mecanismo de defensa. Es un sistema de alerta ante situaciones donde existe una amenaza a tu integridad y bienestar emocional.

Es un mecanismo normal, adaptativo, que incluso puede mejorar el rendimiento y la capacidad de anticipación y respuesta. La función de la ansiedad es movilizar al organismo, mantenerlo alerta y dispuesto para intervenir frente a los riesgos y amenazas, de forma que no se produzcan o se minimicen sus consecuencias.

El peligro puede tomar múltiples formas, por ejemplo la obstaculización de cualquier proyecto o deseo, la degradación de estatus o logros ya conseguidos, un peligro que atente contra tu salud física o psíquica.

Si bien la ansiedad es necesaria y tiene sus beneficios, el problema ocurre cuando este mecanismo comienza a funcionar de manera alterada, cuando comienza a ser incapacitante y se aleja de su función principal, la protección.

Cuando la ansiedad está fuera de control, puedes sentir taquicardias, sudoración, problemas gastrointestinales, contracturas principalmente en la zona del cuello y los hombros, problemas para conciliar o mantener el sueño, comer en exceso o poco, e incluso puede conducirte a problemas severos como los ataques de pánico o despertar un trastorno de ansiedad generalizada.

Hoy quería compartir una técnica para tener la ansiedad un poco más a raya. Se llama el ejercicio de relajación de Jacobson.

Esta técnica consiste en provocar una tranquilidad mental suprimiendo paulatinamente la tensión muscular de todas las partes del cuerpo, provocada por la ansiedad, mediante la tensión y la relajación muscular voluntaria, prestando especial atención a las sensaciones que se producen.

Para comenzar a relajarte cierra los ojos para evitar distraerte, no te preocupes si te distraes o sin notas alguna sensación desagradable, comienza de nuevo y continúa el ejercicio. Toma una respiración profunda, mantén el aire cinco segundos y exhala muy lentamente, continua haciéndolo durante todo el proceso de relajación.

Ahora que ya estás en una posición cómoda y preparado concéntrate en tu frente, arruga tu frente fuertemente durante cinco segundos, siente la tensión que se produce en esta parte de tu cuerpo y comienza a relajarla lentamente durante veinte segundos, siente como tu frente se va relajando cada vez más y más, la tensión ha desaparecido completamente.

Cierra los ojos fuertemente durante cinco segundos, siente la tensión que se produce y comienza a relajar tus ojos muy lentamente, siente como la presión desaparece por completo.

Ejerce presión ahora sobre tu mandíbula, aprieta tus dientes y tus labios durante cinco segundos y comienza a relajarlos separándolos ligeramente y prestando atención a la sensación de bienestar y calma que se produce en tu mandíbula.

Continua con tu cuello, ejerce presión y mantenlo tenso durante cinco segundos, relaja tu cuello lentamente y percibe la sensación positiva que esto conlleva.

Encoje tus  hombros, elévalos hacia la nuca y ponlos en tensión cinco segundos. Relájalos y déjalos caer lentamente, siente la diferencia entre tensión y relajación.

Céntrate ahora en tu brazo derecho, levántalo y cierra tu puño con fuerza, ejerce toda la presión que puedas en tu brazo durante cinco segundos. Relájalo gradualmente mientras bajas el brazo, abre lentamente tu mano y descansa tu brazo sobre el muslo. Repite esta operación con tu brazo izquierdo.

Inclina tu espalda hacia delante y lleva los codos hacia detrás tensando todos los músculos, siente la tensión que se produce y mantenla durante cinco segundos. Relaja tu espalda volviendo a la posición inicial muy lentamente.

Inspira profundamente y mantén el aire en tus pulmones. Siente la presión de tu pecho y espira muy lentamente relajando todos los músculos de esta zona de tu cuerpo.

Tensa los músculos de la zona abdominal manteniéndolos rígidos durante cinco segundos, relájalos lentamente y presta atención a la sensación de relajación que esto produce.

Levanta tu pierna derecha, tensa tu muslo y tu gemelo, dirige los dedos de tu pie hacia abajo y mantén la posición durante cinco segundos. Siente la tensión y relaja tu pierna lentamente. Repite la operación con tu pierna izquierda.



sábado, 17 de agosto de 2019

El holandés que quiere revolucionar la salud mental:"Es mucho más que tratar síntomas" | Entrevista con Jim Van Os.

Durante los últimos años, Van Os se ha convertido en uno de los grandes críticos de los principios de la psiquiatría moderna. Su propuesta pasa por volver a centrarse en el paciente.

HÉCTOR G. BARNÉS  |   El Confidencial   |   25/04/2018

Hace un par de años, un editorial publicado en el 'British Medical Journal' por el doctor Jim van Os cayó como una bomba en el mundo de la psiquiatría. Su título, “La esquizofrenia no existe”, no dejaba lugar a dudas. Según el director de los servicios psiquiátricos del Centro Médico de la Universidad de Maastricht, es necesario acabar de una vez por todas con dicha dañina etiqueta y sustituirla por el “síndrome del espectro de psicosis”, similar a la manera de catalogar el autismo. Siguiendo los pasos de países como Japón y Corea del Sur, el objetivo es eliminar las connotaciones negativas relacionadas con el término, descrito a menudo como “una enfermedad cerebral crónica y sin solución”. El artículo dio pie a la polémica: algunos de sus compañeros le calificaron de “antipsiquiatra”.

Van Os, uno de los investigadores más citados del mundo y miembro de la Real Academia Holandesa de la Ciencia, está promoviendo desde los Países Bajos una reforma gradual de los sistemas de salud mental a través de diversos proyectos piloto en los que intenta renovar el tratamiento de la psicosis y de la depresión a partir de un enfoque centrado en el paciente. El fin último ya no es suprimir síntomas sino mejorar la resiliencia del paciente. Una perspectiva que cuestiona el común enfoque biológico, que en su opinión, crea etiquetas estigmatizadoras y se olvida de enseñar al usuario a reinventar su vida y aprender a convivir con su situación. “Lo que funciona es la atención que proporciona esperanza y en la que todo el mundo trabaja para alcanzar sus objetivos vitales”.
El holandés, que formó parte del grupo de profesionales que evaluó la sección dedicada a la psicosis del manual psiquiátrico DSM-5 (se trata de uno de sus grandes críticos) y es editor académico de 'PlOS ONE', visitó la pasada semana Madrid para dar una conferencia, invitado por la organización Nueva Psiquiatría. Aprovechamos la ocasión para que señalase los problemas con los que, a su juicio, se enfrenta la psicología moderna y nos explicase cuáles son sus ideas para mejorar las perspectivas de los pacientes en un momento en el que las enfermedades mentales parecen cada vez más prevalentes. Entre sus próximos objetivos, conseguir que el CIE-11, que se publicará a lo largo de este año, acabe de una vez por todas con la etiqueta de “esquizofrenia”.

PREGUNTA. ¿En qué punto nos encontramos?
R. Poco a poco vemos que hay cada vez más debate y reflexión sobre lo que ocurre en los servicios de salud generales y en psiquiatría. Se está viendo que los servicios están fragmentados, son episódicos, reactivos e insuficientes. Sobre todo, están desconectados de los objetivos de los pacientes, que deberían ir más allá de tratar los síntomas, y ayudarles a participar en la sociedad y reinventar su identidad y los objetivos que dan sentido a la vida después de haber vivido una experiencia límite como la psicosis.
Esta desconexión es algo que puede verse en la sanidad en general, se tratan los síntomas pero no se solucionan las enfermedades. Ahora se está desarrollando el conocimiento de usuarios, otra clase de conocimiento científico basado en la experiencia de los profesionales. El desafío en Europa y en el resto del mundo es cómo llevar a cabo una psiquiatría basada tanto en el conocimiento científico como en el de los usuarios. Se ha hecho un análisis después de 40 años y se ha descubierto que lo que funciona es la atención psiquiátrica que sabe conectar a la gente con otros usuarios y con profesionales, que proporciona un sentimiento de esperanza y en la que todo el mundo trabaja para alcanzar sus objetivos vitales.
Es muy importante ayudar a la gente a que autogestione sus problemas, que tome decisiones sobre su medicación, que experimente, que tome riesgos… Ese tipo de conocimiento aún no está incorporado en la experiencia de los profesionales. Lo que necesitamos no son hospitales (bueno, quizá tan solo un poco), sino un servicio de atención de salud mental a pequeña escala y basado en el principio de la comunidad de curación, que esté integrado con los médicos de cabecera, los servicios sociales y sobre todo, que incorpore los principios del conocimiento de los usuarios. Va a ser mucho más democrático y eficaz.

P. ¿Qué están haciendo ustedes?
R. En Holanda hemos montado experimentos piloto porque no puedes cambiar un sistema entero así como así. Tenemos 10 proyectos basados en el principio de comunidad, trabajando con usuarios como si fuesen profesionales, y promoviendo otros valores psiquiátricos. Eso es muy difícil. El problema es el conocimiento profesional, que dice que lo necesario es el tratamiento técnico. Ahora sabemos a través de los metaanálisis de la literatura científica que gran parte de lo que marca la diferencia no son los ingredientes técnicos de los tratamientos, sino cómo lo hacen, cómo es el ritual del tratamiento, el contacto terapéutico, la empatía, saber escuchar, tomarse su tiempo… Muchas cosas que son importantes para hacer un relato empático que ayude a la gente a cambiar. Tratar trastornos mentales no es solo tratar síntomas, sino sobre todo invitar a la gente con poca motivación a introducir cambios en su vida. Pero para eso hay que cambiar la actitud de los profesionales.
Estamos haciendo un truco médico: tratamos los síntomas sin tratar a la persona. El tratamiento es a largo plazo y debe mejorar la vida de los pacientes
Muchos no quieren: un psiquiatra o un psicólogo que ha estudiado ocho años quiere ser el que domine el mercado, donde se mueve mucho dinero. Yo les digo que tienen que cambiar y que necesitamos experiencia, no sus conocimientos, entablar relaciones de forma que la gente pueda cambiar las cosas en su vida.

P. Es una tendencia global en toda la medicina, no solo en la psiquiatría: tratamientos personalizados que ya no intentan que el paciente encaje, a través del análisis de los síntomas, en una etiqueta determinada. Pero habrá quien diga que es más caro y menos práctico tratar uno por uno a cada uno de los pacientes.
R. No, ahora estamos haciendo un truco médico, estamos tratando síntomas sin tratar a la persona. Entonces no salen adelante, no trabajan, no tienen vidas productivas, lo que es mucho más caro para la sociedad. La medicina personalizada es algo diferente a la nueva psiquiatría. Si tienes un tumor, en la medicina personalizada realizarás una prueba para ver cuál es el perfil único de esa persona y de qué forma va a responder al tratamiento. En ese enfoque, no sería lógico tratar a la gente a través de categorías donde no encajan. Pero en psiquiatría, los diagnósticos no existen. La relación entre estos y las necesidades y cuidados son muy débiles, no predicen prognosis, y un diagnóstico debería predecir el tipo de necesidades y cuidados del paciente.
En psiquiatría los diagnósticos no funcionan así. Lo importante son las viabilidades. Padecer un trastorno mental no es tratar los síntomas y ya está. El tratamiento es algo a largo plazo, es decir, se trata de mejorar la resiliencia de forma que la gente pueda manejar su vida a pesar de tener esas vulnerabilidades. También buscar otros objetivos que den significado a su vida. Deben aprender a llevar una vida más allá del diagnóstico.

P. Sugiere que se produce una especie de efecto Pigmalión o profecía autocumplida: a quien se le etiqueta como esquizofrénico queda estigmatizado y comienza a considerarse como tal.
R. Al final, ¿qué idiomas hablamos pacientes y profesionales? ¿El de las enfermedades y discapacidades? Tenemos que buscar un idioma de la vulnerabilidad y la posibilidad. Eso se ha hecho en Japón, una sociedad más sensible. Pidieron a la sección de psiquiatría buscar una palabra que no comunicase enfermedad y mal pronóstico, sino vulnerabilidad y posibilidad de crecer y vivir más allá. Algunos psiquiatras han dicho que ni hablar, que no puede ser que todos tengamos esquizofrenia. El nuevo gobierno ha dicho que quizá tienen razón, que hay que buscar una alternativa. Ha quedado como una especie de “síndrome de integración”, en los ideogramas del japonés de esta palabra hay imágenes de vulnerabilidad y plasticidad, es decir, posibilidad de cambiar.
El cambio también se ha producido en Corea del Sur y Hong Kong, pero el DSM-5 no ha cambiado, aunque lo propusimos, la APA (American Psychological Association) ha dicho que no. LA OMS, que tiene otro sistema de diagnóstico, está debatiendo si van a cambiar y desechar esas palabras que expresan miseria y pesimismo y utilizar otras que son una invitación a la recuperación.

P. Entiendo que depende de la cultura de cada país. Francia, quizá, con una tradición ligada al psicoanálisis, es diferente a Reino Unido...
R. Sí, pero está cambiando. He trabajado en Francia estudiando el psicoanálisis de Lacan, que es muy interesante, pero lo que vi es que lo que le gusta a los psicoanalistas franceses es hablar entre ellos en términos muy intelectuales mientras los pacientes están en el hospital totalmente sobremedicados. La evidencia puede introducirse en todo tipo de cultura: lo que todas tienen en común es que nadie habla con los usuarios de igual a igual, desde un punto de vista democrático, y eso es importante.

P. ¿En qué punto se encuentra España?
R. Tenéis muy buenos profesionales y la gran fuerza de vuestro país en psiquiatría es el sentido de comunidad y el gran vínculo en las familias, algo que también sigue conservando Francia en comparación con Inglaterra, por ejemplo. En Reino Unido el 15% de los jóvenes con psicosis viven con sus padres, en España es un 60-70%. El cuidado de los familiares en España es el mejor de toda Europa, por lo que he podido ver. Esa es la gran fuerza. Eso sí, los servicios no están integrados con el nuevo conocimiento de usuarios y las perspectivas de recuperación, y mientras tanto los familiares son los mayores proveedores de atención psiquiátrica. Hacen un trabajo impresionante.

P. Usted propone que casi todos, de una forma u otra, hemos experimentado pequeños síntomas de esquizofrenia alguna vez, como el espectador de una película de terror que sale del cine y cree ver cosas extrañas en la oscuridad de camino a casa.
R. La pregunta es la siguiente: ¿los trastornos mentales son como la hipertensión, es decir, un valor exagerado en un parámetro biológico que todos tenemos? ¿O son como el Parkinson, una patología de degeneración celular? Científicamente sabemos que la psicosis, la ansiedad y la depresión no son enfermedades cualitativamente diferentes a las experiencias que tiene la población, sino que tienen un solapamiento importante con la función normal. Los trastornos mentales son la exageración de procesos mentales y fisiológicos que todos tenemos. Eso no es algo que diga yo, se ha demostrado con estudios en la población sana.
Esa es también la dificultad para los pacientes. Si por ejemplo, están hablando en una fiesta con alguien desconocido y dicen “tengo un poco de fobia o depresión”, la gente lo entiende porque saben qué es tener miedo o un poco de alteración en el humor. Pero si hablan de esquizofrenia, la gente no sabe a qué te estás refiriendo, aunque sea paralelo a lo que le pasa a cualquiera. Por eso explico que la psicosis es dar demasiado significado a lo que estás experimentando a tu alrededor. Hay muchos ejemplos que la gente puede reconocer, pero la palabra “esquizofrenia” no la entienden, porque está asociada con “violencia”.

P. ¿Qué papel juega la medicación en todo esto?
R. Si vas a la evidencia, verás que gran parte de la mejora que puede experimentar alguien que está tratado con antipsicóticos o antidepresivos no es el medicamento en sí, sino el ritual que lo rodea. Es decir, vas a visitar al médico, y quizá por primera vez en tu vida puedas contar lo que tienes en tu cabeza: tus emociones, los traumas que has vivido, los problemas en las relaciones de trabajo… Ese es un factor que hace que la gente mejore. Luego se ha demostrado que, por ejemplo, los antidepresivos sí tienen un pequeño efecto extra. El psicólogo hace algo en apariencia muy técnico, pero la gente mejora por la relación y el ritual.
El problema con la medicación y la psicoterapia es que tienen un efecto biológico. A corto plazo, puede funcionar. El problema es que no tenemos ni idea de qué hace un medicamento a largo plazo. Por ejemplo, sospechamos que una proporción de la gente que consume antipsicóticos sufre un síndrome de suprasensibilidad, se vuelven más sensibles. ¿Por qué no hay más estudios sobre los efectos de tomar medicación a largo plazo? A corto plazo está demostrado que los antipsicóticos funcionan muy bien, pero a largo plazo la gente tiene que tomar sus propias decisiones y deben saber que si quieren, pueden dejar la medicación, pero que es un riesgo porque pueden recaer.
En Noruega se ha introducido ahora por ley la obligación de que la gente pueda elegir entre un tratamiento con medicación o sin medicación, incluso los pacientes con psicosis aguda. Aún no se sabe qué pasará en el resto de países, pero incluso si eres psicótico debes tener derecho a elegir, porque sabemos que la gente también se puede recuperar sin medicación, aunque la probabilidad a corto plazo sea menor. El paciente tiene que participar en el tratamiento, el modelo paternalista no funciona, debes ofrecer 10 alternativas pero él debe ser el que elija.

P. ¿Cómo cree que va a evolucionar la situación en los próximos 10 o 20 años?
R. Va a cambiar completamente. Creo que los psiquiatras y psicólogos no tienen ni idea de lo que va a ocurrir, pero sospecho que gran parte del tratamiento va a realizarse fuera del campo médico, trabajando con usuarios con entrenamiento, con familiares y profesionales, pero no en un sistema de salud mental, porque no está integrado con los servicios de cabecera y servicios sociales que proveen trabajo y alojamiento. Hay que desmantelar los servicios de salud mental e integrar la experiencia de los profesionales dentro del campo de la atención primaria. Eso se llama, según la OMS, el modelo de atención primaria extendida. Y no solo va a ocurrir en psicología, también en otras especialidades.
Vamos a desarrollar un modelo que aumente la resiliencia en lugar de suprimir los síntomas, que ayude a la gente a vivir con estos. Tenemos un problema, que es que los síntomas de salud mental son muy prevalentes, hasta un 20% de personas tienen algún problema a lo largo del año. Por eso necesitas primero un servicio de salud pública para tratar a la gente con un poco de ansiedad, de depresión o de adicción, de forma que no vayan a presentarse masivamente en el médico de cabecera. Nosotros estamos montando una e-community, una comunidad 'online' de gente que ha tenido la misma experiencia que tú y que te ayuda a buscar y elegir lo que va mejor contigo. Ese tipo de tratamiento de salud pública hace que la gente con pequeños problemas visite el sistema de salud mental y los que sufren trastornos severos disponen de la comunidad médica de cabecera.
La formación de los psiquiatras y psicólogos se va a centrar mucho más en que sean instrumentos de cambio entrenados para llevar a cabo el ritual profesional y de curación, en lugar de aprender conocimientos técnicos para ser aplicados. Ahora pensamos que si haces las cosas técnicas bien, puedes tratar a todo el mundo, pero no es así. Eres el instrumento, y tu experiencia cuenta. Quizás entonces ya no necesitemos psiquiatras y psicólogos, sino más personas con experiencia que sepan llevar a cabo ese ritual de curación mientras el médico de cabecera sea quien te proporcione las medicinas, pero es un enfoque controvertido.
Quizá vamos a tener más médicos psicofarmacólogos que psiquiatras, y quizás vamos a tener psicoterapeutas genéricos que aporten su conocimiento. Será más humano y nos formaremos de manera que utilicemos los instrumentos humanos sin dejar por completo lo técnico (psicofarmacología, psicoterapia). Los usuarios van a ser mucho más activos dentro de los servicios de salud mental.



viernes, 16 de agosto de 2019

Claves para superar la crisis de la mediana edad.

David Dorenbaum   |  El País   |   21/04/2019

La idea de que los años intermedios de la edad adulta son una etapa de tribulación es un estereotipo del que hay que huir. Para la mayoría de las personas, tener entre 40 y 59 años no es un problema a la hora de abordar nuevos planes.

En la mediana edad, la impresión de que las necesidades cotidianas nos consumen y de que las alternativas se nos escapan de las manos nos hace creer que estamos atrapados en el presente. Pero la mayoría de las veces sobrevaloramos esas ideas. Ante la pregunta: ¿esto es todo lo que hay?, debemos asumir que el pasado es imperfecto e inmutable y reconciliarnos con él para vivir más plenamente el presente.

En los años sesenta, el psicoanalista canadiense Elliott Jaques propuso el término “crisis de la mediana edad” en su artículo “La muerte y la crisis de la mitad de la vida”. Jaques citó a Dante, que en la tercera década de su existencia se lamentaba: “A medio camino en el viaje de la vida, me encontré en un bosque oscuro, con el camino correcto perdido”, y a otros, como Miguel Ángel, que completó el David a los 29 años, la Capilla Sixtina a los 37, el Moisés a los 40 y a partir de entonces se sabe poco de su productividad hasta los 55, cuando empezó el monumento de los Médici. Uno de los enigmas más intrigantes de la psicología del desarrollo ha sido el mito de la crisis de la mediana edad, a pesar de que nunca fue concebida como totalmente negativa y de que Jaques la había vinculado con un renacimiento creativo del individuo. Según el autor, el éxito de la creatividad de la mediana edad reside en la tolerancia de las imperfecciones en uno mismo y en otros. Esta “resignación constructiva” nos da la posibilidad de disfrutar de la madurez y de vivir con el conocimiento consciente de nuestra finitud. Permite a la creatividad adquirir nuevas profundidades. Solo así la imperfección inevitable, lejos de ser un amargo fracaso que nos atormenta, admite que lo perfecto ceda su lugar a “lo suficientemente bueno”.

El amplio estudio sobre la mediana edad titulado MIDUS (acrónimo en inglés de mediana edad en Estados Unidos), organizado por el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento, comenzó en 1995 con la recopilación de información acerca de 7.000 adultos de entre 25 y 75 años y se ha prolongado durante más de 20 años. Los adultos de edad avanzada muestran niveles de bienestar psicológico más altos que los de los jóvenes y las personas de mediana edad. Otro estudio conducido por Blanchflower, del Dartmouth College (EE UU), y Oswald, de la Universidad de Warwick (Inglaterra), en el que se ajustaron los parámetros de salario, estado civil y empleo, concluye que el nivel de satisfacción tabulado por edades tiene la forma de una curva en U, en la que el bienestar es alto en la juventud; declina en la mediana edad, con su punto más bajo a los 46 años, y alcanza la cúspide en la edad avanzada, en lo que se conoce como la “paradoja del envejecimiento”. Los resultados fueron similares en hombres y mujeres.

Sin embargo, los hallazgos de seguimiento a largo plazo del estudio MIDUS cuentan una historia diferente de la curva en U: la mayoría de los adultos de mediana edad afirman que están satisfechos con su vida; incluso esperan un incremento de esa satisfacción en el futuro. Su optimismo puede motivarlos para lograr sus objetivos. En esta interpretación, la crisis de la mediana edad podría entenderse como una declinación predecible en la satisfacción con la vida, tras la angustia tumultuosa anterior. “¿Cómo puedes no sentirte abatido y abrumado por el pánico?”, pregunta el psicoanalista belga Paul Verhaeghe, “cuando vives en una meritocracia (…), cuando te evalúan sin cesar y te dicen que no te estás esforzando lo suficiente”. Otra cosa es la crisis que afecta a un 10% de los adultos de entre 40 y 60 años, desencadenada por sucesos como el divorcio, la pérdida de empleo o los problemas de salud que pueden ocurrir a cualquier otra edad; esta última crisis hay que analizarla por separado.

A menudo la curva en U se ha interpretado erróneamente como la evidencia de crisis de la mediana edad. De acuerdo con la psicóloga Margie Lachman, de la Universidad Brandeis (EE UU), “la idea de que la crisis en la mediana edad es inevitable resulta dañina para la salud y es capaz de desencadenar una profecía autocumplida. Puede llegar a usarse como justificación para un comportamiento impulsivo o como explicación de estados de ánimo negativos”. La respuesta radica no tanto en el qué hacer como en adoptar formas de pensar acerca de uno mismo que permitan manejar creativamente las expectativas, los arrepentimientos y los fracasos, el torrente de actividades y la reducción de posibilidades.

Cultiva tus relaciones, recuerda que construimos nuestras identidades a través de la interacción. Considera que una mejor comprensión de la naturaleza de la mediana edad facilita la armonía intergeneracional. Los años intermedios de la edad adulta están dotados de un cúmulo de experiencia, al mismo tiempo que mantienen niveles moderados de habilidades de procesamiento, quizá la combinación ideal.

David Dorenbaum es psiquiatra y psicoanalista.