jueves, 30 de marzo de 2023

Síndrome de la vida ocupada: síntomas, causas y qué hacer para superarlo


ERIN SÁNCHEZ        |       Psicología y Mente     |     25/02/2022

 

El síndrome de la vida ocupada nos induce a sentirnos mal si pasamos tiempo sin hacer nada.

 

Los sujetos que muestran el síndrome de la vida ocupada tienen la necesidad de estar continuamente haciendo cosas, de ser productivos y de no permitir aburrirse.

 

En la sociedad actual, no hacer nada o tener tiempo para uno mismo parece no ser bueno, no está bien visto aburrirse y la gente rehúye de esta sensación. Por este motivo vemos sujetos que realizan más de una tarea a la vez o intentan rellenar el tiempo para ser más productivos, ya que de no hacerlo, se sienten mal por "perder el tiempo".

 

En este artículo conocerás en qué consiste el síndrome de la vida ocupada, qué causas y consecuencias se vinculan con él y cómo hacerle frente para lograr disminuirlo y ganar en calidad de vida.

 

¿Qué es el síndrome de la vida ocupada?

 

Actualmente, llevamos un ritmo de vida frenético en el que se nos exige ser los mejores y se nos enseña a estar siempre atareados para ser productivos y atender todo tipo de responsabilidades laborales, familiares, de autocuidado, etc. El síndrome de la vida ocupada es una afectación observada en un amplio número de personas que sienten la necesidad constante de tener que hacer algo, de no poder parar o descansar, de estar continuamente hiperestimuladas.

 

Este síndrome no aparece de manera oficial en los manuales diagnósticos de Psicología, pero los resultados obtenidos en estudios recientes han marcado la necesidad de tenerlo presente y trabajar en ello.

 

Esta necesidad de actividad constante la vemos en los distintos ámbitos que constituyen la vida del individuo, siendo muy frecuente en el contexto laboral. Los sujetos que lo experimentan trabajan en exceso, muestran una tendencia a realizar más de una tarea a la vez, sin tomarse un momento de descanso. Los sujetos con síndrome de la vida ocupada no paran nunca e incluso intentarán hacer más de una actividad a la vez, por ejemplo comer mientras trabajan.

 

Del mismo modo, también lo observamos en distintas edades, como hemos dicho es un modo de vida que aprendemos, aunque también muestra cierta predisposición genética, siendo habitual que desde bien pequeño se le inculque a tener que estar siempre haciendo algo y que aburrirse no es bueno. Veremos cómo son niños que continuamente están haciendo actividades, estando siempre ocupados.

 

Causas y factores que predisponen al síndrome de la vida ocupada

 

Una causa vinculada al síndrome de la vida ocupada es el tipo de sociedad en la que vivimos; se nos pide constantemente estar haciendo algo y se difunde la idea de que aburrirse o estar sin hacer algo es sinónimo de fracaso. El ritmo acelerado que llevamos, queriendo las cosas al instante, y el hecho de contar con menos horas de las que necesitamos para llegar a todos los objetivos que nos fijamos, no nos deja tener un tiempo de respiro de dedicación a nosotros, o de simplemente no hacer nada.

 

Por otro lado, este afán por estar continuamente ocupados y ser productivos se interpreta también como un modo de sentirnos mejor con nosotros mismos, de ser funcionales y estar haciendo algo útil. Es una manera de proteger nuestro ego de creer necesaria nuestra actuación y de sentirnos más activos y con mayor vitalidad.

 

Por ello, algunos sujetos no soportan el aburrimiento y harán cualquier cosa con tal de sentirse continuamente productivos y eficaces.

 

Asimismo, el mantenernos siempre activos ya sea mental o físicamente mantiene ocupada nuestra mente reduciendo así la posibilidad de pensar en otros aspectos que nos abruman. Si estamos distraídos y centramos nuestra atención en algo externo, en una tarea, eso no nos permite tener tiempo para dedicar a conocernos o a ser conscientes y enfrentarnos a nuestras preocupaciones. Es bueno distraerse para poder desconectar, pero no podemos vivir siempre al margen de lo que sentimos y desvinculados de nosotros mismos.

Consecuencias y efectos del síndrome

 

Se ha comprobado que los sujetos hiperestimulados y sobreocupados pueden mostrar problemas en algunas de sus funciones cognitivas, afectando principalmente a la capacidad de memoria. Es normal que observemos algunos fallos en nuestra memoria; no es un mecanismo perfecto, y como tal no podemos pretender que funcione siempre bien. Del mismo modo, con el paso del tiempo la memoria se puede ver disminuida a ausa de un proceso de envejecimiento, observando ligeras afectaciones u olvidos que consideramos normales.

 

Pero no podemos valorar como normal que estos problemas de memoria se presenten de forma habitual en gente joven. En este caso el problema no se debe a un envejecimiento de nuestro cerebro, sino que se relaciona con la excesiva estimulación constante a la que estamos sometidos.

 

La realización de multitareas, de tener la atención en distintos focos, dificulta que podamos codificar, procesar y almacenar bien la información que recibimos del exterior, imposibilitando o complicando su recuerdo.

 

Esta dificultad en la memoria se ha comprobado en distintos estudios, llegando a la conclusión que un exceso de información o el repartir nuestra atención en muchas tareas nos genera más olvidos, no pudiendo recordar información tan básica como qué comimos hoy o de qué iba la película que vimos ayer.

 

Esta actuación multitarea, de querer hacer más de una cosa a la vez, la vemos con más frecuencia en el ámbito laboral, y contrariamente a nuestro propósito de querer ser más productivos, termina agotándose y generándonos el estado que en psicología se conoce como burnout. El querer realizar más de lo que podemos abarcar puede producir en nosotros una sensación de descontrol en el trabajo y de no llegar a alcanzar todas nuestras metas, ocasionando frustración y malestar.

 

Además, como ya hemos visto, el no querer afrontar o conocer nuestras preocupaciones, pensamientos o sentimientos, nos lleva a actuar casi como máquinas, perdiendo la parte más humana del sentir. No podemos vivir continuamente alejados de nosotros mismos, ya que tarde o temprano tendremos que hacerle frente y el impacto será mucho peor. Conocerte te ayuda a afrontar la vida y solucionar los distintos problemas que puedan surgir de una manera más funcional y eficaz.

 

Así pues, este estilo de vida constantemente ocupado es un factor de riesgo tanto para afectaciones en nuestra salud física como mental. Para lograr hacer todas las tareas que se han propuesto y estar siempre ocupados, olvidamos satisfacer las necesidades básicas como dormir un mínimo de 7 horas, comer de forma pausada y llevar una alimentación que nos aporten los nutrientes fundamentales; podemos observar también un aumento del riesgo de consumo de sustancias como puede ser el tabaco.

 

La personalidad que destaca por presentar las características propias de este síndrome es el patrón de conducta tipo A, planteado por Meyer Friedman y Raymond Roseman, descrito en sujetos que viven por y para el trabajo, muy competitivos, impacientes y hostiles y que muestran una predisposición a desarrollar enfermedades coronarias.

 

Cómo disminuir el síndrome de la vida ocupada

 

Ahora que ya conocemos mejor en qué consiste el síndrome de la vida ocupada pasaremos a plantear cómo hacerle frente para poder disminuirlo. Dado el riesgo que supone y las afectaciones que puede comportar es necesario realizar una intervención para ponerle freno a nuestro exceso de actividad y a nuestra frenética vida.

 

miércoles, 29 de marzo de 2023

Cómo mantener la motivación cuando estamos rodeados de malas noticias

 

Patricia Ramírez       |       abc.es      |     03/04/2022

¡Quién nos iba a decir a nosotros que íbamos a vivir una pandemia con confinamiento incluido a lo largo de tres años, la explosión de un volcán en nuestra bonita isla de La Palma, una cruel invasión y guerra de Rusia contra Ucrania, muertes, ERTES, cierres de empresas, la subida disparatada de electricidad, gas y gasolina, un asalto al Capitolio! Muchas personas no se imaginaban haber vivido ninguna de estas situaciones en sus vidas. Pero lo que era completamente inimaginable es que todas fuéramos a vivir todas ellas en un periodo de tres años. Hace un año hablábamos de la famosa fatiga pandémica. Pero parezca que la vida nos quiera echar un pulso poniendo a prueba nuestra resistencia física y mental. Porque cuando te animas a disfrutar un poco de tu vida, cuando se empiezan a relajar las restricciones de la COVID, aparece otro acontecimiento que nos golpea, nos cambia de planes, nos limita. Es agotador. Y así nos sentimos todos. Unos días nos venimos abajo y nos dejamos empujar. Otros días buscamos almas motivadas que nos empujen a nosotros.

 

Estamos rodeados de malas noticias y nos percibimos los unos a los otros decaídos, tristes, faltos de ilusión, sumergidos en una incertidumbre sin vistas de acabarse. Y encima con la exigencia de tener que estar bien, porque si nos permitimos hundirnos… ¡a saber quien va a sacarnos de nuevo a flote!

Hoy te dejo algunos consejos que pueden ayudarte a mantener tu motivación en tiempos revueltos. Te sirven tanto para un roto como un descosido. Es decir, tanto si estás sufriendo temas laborales, personales o tu empatía con los acontecimientos externos te sumerge en la desolación, puedes aplicarte estas herramientas.

No pierdas la esperanza

Cuando perdemos la esperanza lo perdemos todo. La esperanza es la creencia de que en algún momento aparecerá una solución o desaparecerá lo que ahora nos preocupa. Tener esperanza no es de ilusos. Es estar atento a lo que ahora podemos controlar y a la vez esperar cosas buenas de las situaciones y de las personas. Las expectativas que tenemos terminan por condicionar nuestro entorno.

Esperanza viene del latín “sperare”, que significa esperar. Tener esperanza es esperar soluciones. Entre las fortalezas humanas que nos permiten estar fuertes frente a la debilidad emocional, se encuentran el optimismo, las habilidades sociales, la honestidad, la ética, valores como la perseverancia, la capacidad de disfrutar y fluir y la esperanza.

Involúcrate en actividades desinteresadas

Busca participar en algún voluntariado y actúa de apoyo para otros. Cuando trabajas tu altruismo, tu visión cambia. Te sientes mejor contigo mismo y mejora tu nivel de bienestar y compromiso. Nuestro estado de ánimo cambia cuando ayudamos a otras personas a sentirse mejor. Y en este momento hay mucho sufrimiento a nuestro alrededor. Busca la manera de aportar para los demás.

Ayudar a los demás también nos permite tener otra perspectiva sobre nuestros propios problemas y nuestra vida. Esta conducta cooperativa nos facilita poder relativizar.

Autoeficacia frente a indefensión aprendida

La autoeficacia o la percepción que tenemos de que somos capaces de resolver nuestros problemas y atender nuestras responsabilidades, es fundamental para mantener la motivación. Por lo contrario, verte sin recursos es desolador. Cuando nos vemos apáticos, faltos de recursos, con la sensación de que no somos capaces por nosotros mismos de salir del bajón, nuestro cerebro entra en modo “cero soluciones” o “aquí no hay nada que hacer”. La autoeficacia fue un término acuñado por el psicólogo Bandura y permite dirigir nuestra vida. Al contrario que la indefensión aprendida en la que estamos en manos de los demás.


Es importante trabajar tu confianza, no dejarte llevar por la presión social de desánimo, y sobretodo, conocer en qué medida has mantenido tu motivación en otros tiempos difíciles del pasado. ¿Cómo lo hiciste antaño, qué te mantuvo motivado? ¿Cuál era tu objetivo, tus valores, tu “para qué”?

 

Mensajes internos positivos

Los estudios demuestran que mantener conversaciones positivas contigo, orientadas a lo que tienes que hacer en lugar de lo que tienes que evitar, creyendo en ti, esperando cosas buenas de ti, mejoran la confianza y la seguridad.

Practicamos el autohabla a diario, nos decimos lo que tenemos que hacer, nos recriminamos, criticamos, pero rara vez nos jaleamos. Si nuestros mensajes internos son negativos, centrados en nuestros errores, en lo mal que está el mundo, en todos los problemas que tenemos pendientes de resolver, pendientes de un pasado triste y de un futuro incierto, es complicado sentirnos motivados. Muy complicado. La motivación personal pasa por hablarnos desde las soluciones, la positividad, la aceptación.

Autocuidado

Cuidar de ti y de tus emociones es importante en momentos de bajón. Es justo ahí dónde solemos abandonar nuestro cuidado físico y emocional. Nos da pereza, no lo vemos importante…y terminamos metidos en un bucle de dejadez. Conecta contigo, ten tus rutinas saludables, tus momentos de disfrute, tus risas, tu apoyo social.

Queridos bienestarios y bienestarias, disfruten de cada momento. No repriman sus emociones. Lloren si les apetece. Pero valoren los momentos bonitos, a sus personas bonitas. Porque cada día es único e irrepetible. Mañana tendrán más. Pero el de hoy es irrepetible.

lunes, 27 de marzo de 2023

Qué son los baños de bosque y por qué son la forma más fácil de reducir la ansiedad

 

PAKA DÍAZ      |      welife     |    16/03/2023

Una técnica de meditación activa famosa en Japón y Finlandia. Sólo hay que caminar por un entorno natural dejando fluir los sentidos para disminuir la ansiedad.

La vida diaria cansa y nuestro ritmo ajetreado, aún más. Absorbidos por actividades sin fin, estamos perdiendo nuestra capacidad de no hacer nada y todos los beneficios que ello conlleva. En Japón, quizá la cultura contemplativa por antonomasia, han hecho de ello un arte desde tiempos milenarios. No hay más que ver sus famosas kokedamas, que nos ayudan a liberar estrés en su producción. Hoy vamos a hablar del shinrin-yoku, o baños de bosque, la forma japonesa de luchar contra el estrés que triunfa en medio mundo.

Qué es el ‘shinrin-yoku’

El shinrin-yoku es una técnica de meditación activa en la que la naturaleza es la protagonista. En realidad, el término fue acuñado por el Ministerio de Agricultura, Silvicultura y Pesca de Japón en 1982 ya que observaron que tenía grandes beneficios para la población.

Se trata de una técnica que consiste en dedicar un tiempo, entre una y dos horas, a pasear por el campo de forma consciente y usando tus sentidos. Resulta perfecta para conectar con tu biofilia, tu amor por la naturaleza. Lo ideal es hacerlo en un bosque, pero vale cualquier entorno natural, lo más tranquilo posible. Una playa, el campo, la montaña o un parque poco frecuentado.

El bosque como aliado natural

“El bosque nos ayuda a conectarnos con nosotros mismos y nuestro alrededor, renunciando a las distracciones y los pensamientos acelerados e invasivos de nuestra vida cotidiana. Conectar con la naturaleza y estar presentes en el aquí y ahora disminuye los niveles de estrés y tiene un efecto positivo en nuestra salud física y emocional”, explica Martina Carmona, psicóloga y profesora de la Universidad Carlemany.

La terapeuta reconoce que, de alguna forma, ya realizaba esta práctica milenaria incluso antes de ponerle nombre. “Tengo la suerte de vivir en los Pirineos y sin ponerle nombre siempre he estado muy en contacto con mi entorno y la naturaleza. Sin embargo, el concepto baños de bosque lo conocí a través del mindfulness, una técnica para conseguir la atención plena en el momento presente”, cuenta.

Beneficios de los baños de bosque

Según estudios realizados en Japón, los beneficios de los baños de bosque inciden en mejorar la inmunidad, el tratamiento de enfermedades crónicas, regular el estado de ánimo y reducir la ansiedad. Entre ellos, la terapeuta “destacaría que favorece salir del piloto automático de nuestro día  frenético y reconectar con el propio cuerpo y la naturaleza”.

Además, se convierte en un equilibrio muy necesario para los urbanitas. “Muchos pasamos gran parte de nuestro día en espacios cerrados y conectados a dispositivos electrónicos. Los baños de bosque nos dan la oportunidad de autocuidarnos, proporcionándonos una experiencia de calma, tranquilidad y claridad en la que somos conscientes del momento presente en el aquí y ahora”, destaca Carmona.

Cómo darte un baño de bosque

En realidad, “se pueden realizar en cualquier lugar natural al aire libre”, apunta la psicóloga. “Si dispones de zonas de campo o montaña cerca de casa, genial”. Pero si no, tampoco hay que preocuparse: “los parques interurbanos son una alternativa que permite adaptar los baños de bosque a tu localización y a tus necesidades. Lo importante es dedicarle un tiempo e incorporar la práctica a tu vida”.

Baños de bosque de Laponia finlandesa

El finlandés es otro pueblo muy conectado con su naturaleza. Quizá por ello, no extraña mucho conocer a una mujer que ha incluido los baños de bosque entre las actividades del centro de retiro que tiene en la Laponia finlandesa.

Minna Kataja, ingeniera y profesora de yoga, y su pareja, Aarno, han montado Arctic Sky Lapland, en Saariselkä. Se trata de un hospedaje en pleno bosque, donde hacen talleres de hierbas silvestres, dan clases de yin yoga y cocina con mucho arte. Su exquisita sopa de cancaterllis al romero, y pan de maíz con ortiga y pipas es una delicia absoluta. Pero una de las actividades más demandadas son sus baños de bosque guiados.

Utilizar todos los sentidos para hacer bien los baños de bosque

“Los japoneses lo llaman shinrin-yoku, pero aquí en Finlandia creo que, sin darle nombre, lo hacemos desde siempre. El contacto con la naturaleza para nosotros es vital”, explica Minna. En su caso, ella realiza una meditación activa con conciencia plena. “Salimos al bosque y, sucesivamente, vamos utilizando un sentido, el del gusto, del tacto, el oído… para sentir la naturaleza”, explica. Al final, acaba por animar a abrazar a los árboles para dejar fluir el vínculo con la naturaleza.

El resultado de los paseos con ella es una gran relajación y una sensación de alegría que te conecta con tu yo infantil. “Hay gente que llega a emocionarse mucho”, dice, y reconoce que “a mí también me ocurre. No hay nada más bello que la naturaleza”.

En invierno, los baños de bosque acaban con un rato de retozar en la nieve, mientras en verano recolectan frutos de la zona, bayas, setas… En su retiro, ofrecen habitaciones para parejas y familias a buenos precios –para ser Finlandia– y el regalo de disfrutar del entorno natural. “Estamos enamorados de este cielo, que cada día es diferente, con la luz cambiando todo el rato. Desde el sol de medianoche cuando hay luz casi todo el día, hasta kaamos, cuando sucede la noche eterna sin apenas luz, todo es belleza”, asegura.

Recomendaciones para meditar en la naturaleza

“Una vez encontrado el lugar y el momento, se trata de estar en silencio para poder conectar con los elementos naturales que hay en él, los árboles, las plantas, la hierba, la tierra y los animales. Podemos caminar, sentarnos, meditar, descansar o hacer cualquier actividad que nos ayude a asimilar la atmósfera de la naturaleza”, explica Martina Carmona, que recomienda tener en cuenta tres aspectos:

·                  Encontrar tu momento, puede ser al despertarte, al mediodía o por la noche antes de acostarte, lo importante es incorporar la práctica dentro de nuestra rutina.

·                  Centrarnos en la respiración es otro aspecto fundamental. Ser conscientes de cómo el aire nutre de oxígeno y naturaleza nuestro cuerpo.

·                  Deja que aparezcan los pensamientos y emociones que vayan surgiendo, no los juzgues como buenos o malos, simplemente obsérvalos de forma impersonal. Cuando nuestra mente se distraiga es importante volver a conectarnos con la respiración y con nuestro entorno natural más inmediato.

Además, lo bueno de los baños de bosque es que solo nos necesitamos a nosotros mismos y un entorno en el que pasear al aire libre. ¿Qué más se puede pedir?

sábado, 25 de marzo de 2023

Teresa Sánchez, psicóloga: "Hay un crecimiento alarmante tanto de autolesiones como de prácticas suicidas entre adolescentes"

     

JESSICA MOUZO      |      El País      |      23/02/2023

 

La decana de la Facultad de Psicología de la Universidad Pontificia de Salamanca señala que, con las conductas autolesivas, los jóvenes buscan una liberación de emociones negativas, como angustia,  ansiedad o ira 

Todas las señales apuntan en la misma dirección: las conductas suicidas en adolescentes se han disparado. Desde el peor de los escenarios —los suicidios consumados en menores de 15 años han pasado de siete en 2019, a 14 en 2020 y a 22 en 2021— hasta las ideaciones de muerte, lo que en el argot clínico se conoce como autolesiones no suicidas: actos deliberados para lesionar el cuerpo, pero que, a priori, no son un intento autolítico, sino una forma dañina de afrontar una situación emocional. 

Todo va al alza. Según el barómetro de la Fundación FAD, los jóvenes que declaran haber padecido problemas de salud mental con mucha frecuencia rozaba el 16% en 2021 (en 2017 era el 6,2%). En la Fundación Anar, las peticiones de ayuda por autolesiones se multiplicaron por 56 en 13 años (de 57 casos en 2009 a 3.200 en 2021). Y otro estudio de la Generalitat de Cataluña cifraba en el 27% del total a los adolescentes catalanes que se han autolesionado alguna vez.                  

¿Qué se puede hacer en España para frenar el crecimiento de los suicidios?

En una elocuente conferencia durante el Congreso Nacional de Salud Mental Infantojuvenil, celebrado la semana pasada en Salamanca, Teresa Sánchez, decana de la Facultad de Psicología de la Universidad Pontificia de Salamanca, tildaba de “alarmante” el número de “adolescentes que están iniciándose en actividades parasuicidas o conductas que acaban siendo declaradamente autolíticas”. Sin tapujos, Sánchez (Zarza-Capilla, Badajoz, 62 años) radiografió la complejidad del fenómeno y el peso que puede tener el contagio social en los problemas de salud mental de los jóvenes. “Se puede sospechar que hay algo de contagio social porque no hay tanto pudor para contarlo”, expresó.

La psicóloga atendió a EL PAÍS tras esa concurrida ponencia de título “efectista”, reconocía. Se titulaba Autolesiones adolescentes: gritos de sangre y miedo. “Siempre me gusta dar una imagen plástica e incluso que podamos, sinestésicamente, oír con los ojos o ver con los oídos. Es un grito que la persona está emitiendo con la sangre, con la quemadura, con el daño corporal que se inflige. Es una manera de gritar que no pasa por las cuerdas vocales”, justificaba.

Pregunta. ¿Cuándo empezó a visibilizarse o a producirse más este fenómeno?

Respuesta. Nunca sabemos si, realmente, los problemas de salud mental son mayores ahora que antes o es que ahora se confiesan más que antes. Se ha perdido el miedo a ser tratados como bichos raros y lo cierto es que ahora son más diagnosticados y, al ser más visibles, tendemos a pensar que es que se está produciendo un fenómeno nuevo. Por eso hay cierto cuestionamiento de si hay un efecto de contagio social o de hipervisibilización o hiperdiagnóstico.

P. ¿Qué piensa usted?

R. Creo que hay un sobrediagnóstico, pero no solo con ese tema, sino con prácticamente todos, porque la sociedad es más permisiva y las enfermedades mentales están saliendo del armario. Hay un cierto movimiento Me Too, el “a mí también me pasa”, el dar un paso al frente. El contagio social tiene que ver con que hay mayor tolerancia social y hay menor invisibilización.

P. Pero que haya un sobrediagnóstico es negativo, significa que se diagnostica a gente que no tiene eso.

R. El sobrediagnóstico es siempre negativo, pero muchas veces es inducido por el modismo social. No creo que sea aplicable a las autolesiones, pero sí a otros trastornos. En el siglo XVIII era completamente normal el vampirismo, pero, ¿significa que había más vampirismo entonces que ahora? No. Era una patología arrastrada por el propio movimiento cultural que creía en los hombres lobo y en los Dráculas de turno. Hay oleadas sociales de ciertos diagnósticos y, aunque no creo que esto pase con las autolesiones, sí vivimos en una era de sobretratamiento y hay muchísimos más casos de los reales de un montón de patologías.

P. ¿Qué se entiende por autolesiones?

R. Hay autolesiones que son rituales, como, por ejemplo, que en algunas poblaciones de África se estiren el labio, o autolesiones modales, como los tatuajes. Pero esas las excluimos. Lo que se acaba calificando como autolesión de tipo clínico son las autolesiones deliberadas sin propósito suicida, aunque muchas veces, la práctica de autolesiones es un predictor de que esa persona va a llevar a cabo un acto suicida más adelante, sobre todo si las ha prolongado más de siete años.

P. ¿Cuál es el objetivo último de las personas que se autolesionan?

R. Sobre todo, buscan una liberación de emociones negativas, como angustia, ansiedad o ira, que no pueden vehicular hacia afuera. Pero también hay estados de un displacer intenso, de sufrimiento, de un dolor mental que no saben comprender y tienen que hacer algo para librarse de ese demonio del malestar que tienen dentro. Habitualmente, es una búsqueda de liberarse de esa parte negativa, maligna, que sienten que tienen. Y de reintegración: haciendo esto, me vuelvo a sentir yo, no estoy disociado. También buscan la autorregulación emocional.

Las autolesiones frenan el malestar de la persona, pero si continúan, llegan al suicidio”

P. ¿Cuál es el vínculo con el suicidio?

R. La autolesión es una solución temporal para un problema crónico, mientras que el suicidio es la solución definitiva para un problema que, a veces, es temporal. Cuando hay problemas que tienen un malestar de largo recorrido, la autolesión los sitúa, los frena; pero es una solución temporal. A corto plazo, el malestar y la ansiedad que tiene la persona que realiza prácticas autolesivas se frena con la autolesión, peso si eso continúa y continúa, al final llega al suicidio.

P. ¿Cuál es la fotografía actual de las autolesiones?

R. Hay un crecimiento alarmante, tanto de esto como de las prácticas suicidas. Yo, atravesando un parque, he oído coquetear, jugar con el lenguaje, como “voy a suicidarme”. Hay una frivolización, una banalización de la conducta suicida en algunos adolescentes porque morir es posible. Hemos pasado de una percepción de la invulnerabilidad propia de la juventud a una visión de por qué no morir. Porque si yo decido mi muerte, yo soy dueño de mi muerte: es como que tienes una bomba y tú le quitas la anilla cuando tú quieres, no cuando quiere la biología o la naturaleza. Es un sentimiento de poder y de control.

P. ¿Por qué pasa esto ahora, con esta generación?

R. Yo creo que esta generación, más que ninguna, es coleccionista de sensaciones y es muy amiga de sobrepasar límites, de probar, de experimentar, de no conformarse con ninguna prescripción social. Y no digo que sean las únicas causas porque luego, por supuesto, hay desesperanza, desolación y los adolescentes tienen muchas cosas, pero les faltan frecuentemente sus padres o figuras de referencia que estén ahí como un punto de conexión, como un punto de relación.

Hay una banalización de la conducta suicida en algunos adolescentes”

P. ¿Y la pandemia? Porque parece que todo se ha cristalizado a raíz de la crisis sanitaria.

R. De la pandemia hemos salido con lo que hemos entrado acentuado. Si una persona, antes de la pandemia, tenía una capacidad introspectiva y ciertas habilidades de trabajo mental con los problemas, pues dentro de la pandemia no se ha sentido tan mal. El problema es que cuando tus recursos están siempre en el mundo exterior y consisten en hacer cosas como ir al gimnasio, quedar con amigos, ir a bares…, cuando te bloquean todo eso, no tienes más remedio que quedarte a solas con tus propios recursos. Y en esa vuelta forzada hacia sí mismos, cuando no tienen recursos mentales, se han quedado desmantelados.

P. Decía que gritan con la sangre en lugar de con la garganta. ¿Gritan para pedir ayuda? ¿Es una llamada de atención?

R. Una de las motivaciones es esto: modificar aspectos del mundo exterior, visibilizarse, reclamar atención… Pero tampoco es necesariamente así. A veces, la guerra es consigo mismos, no con el mundo exterior. A veces, el grito es expresivo, evacuatorio más que comunicativo.

P. ¿Cómo se tiene que interpretar lo que está ocurriendo? ¿Hasta qué punto puede influir la moda en estas dinámicas?

R. Puede influir, pero yo no lo cifraría todo en relación con la moda. Puede influir porque hay tendencias que se publicitan, que se refuerzan en redes, y eso pueden tener un refuerzo del intragrupo, aunque sea solo virtual. A veces, el refuerzo viene de redes sociales o de observar que otras personas también lo hacen. Y con este refuerzo hay que contar, pero no solo. De hecho, la autolesión es un acto bastante solitario, lo que pasa es que la persona que se autolesiona sabe que no es única, que en su misma clase o colegio hay otras personas que también lo hacen.

P. ¿Cuáles son los factores de riesgo?

R. Las chicas tienen más papeletas y otro factor de riesgo es, por ejemplo, tener a la vez un trastorno de conducta alimentaria, tener una imagen social terrible y sobre todo, tener una alta conflictividad familiar con las personas que deberían actuar como figuras de contención. También diría [que es un factor de riesgo] la adultización precoz de la adolescente: los niños que se adultizan antes de hora, que sienten que se cargan sobre ellos, social o familiarmente, una responsabilidad social, laboral, económica o académica, son personas que se van a sentir muy estresadas y la autolesión puede ser vista como una manera de evacuar todo.

P. ¿Cuáles son las señales de alerta?

R. La forma de vestir, por ejemplo, es encubridora, se va a evitar bañarse en público o mostrar los brazos y las piernas. Va a haber muchas excusas para no mostrar el propio cuerpo. No siempre las heridas son por cortes, aunque el cutting, que es el más habitual, va a producir sangre y manchas. Otra señal es estar mucho tiempo encerrado en el cuarto de baño con pestillo o que haya muchos picos en conducta, como reacciones explosivas muy estridentes.

P. ¿Cómo se resuelve?

R. Yo soy muy partidaria de los modelos basados en la mentalización: a medida que aumenta la capacidad de mentalizar tus propios estados de ánimo y de ponerle mente a aquello caótico que se te escapa y que no controlas, mejora. Por la parte compulsiva que pueda tener la autolesión, hay ayuda farmacológica que puede cooperar con lograr una mejora, pero la intervención terapéutica es clave.

FE DE ERRORES

En una versión anterior, se recogía que los suicidios consumados en menores de 15 años habían pasado de siete en 2020 a 14 en 2021 y a 22 en 2022. Lo correcto es que han pasado de siete en 2019 a 14 en 2020 y a 22 en 2021

jueves, 23 de marzo de 2023

Así es como la neurociencia entrena tu cerebro para conseguir paz mental


SARA TRUEBA RODRÍGUEZ     |       welife        |       14/02/2023

Si ya sabes que tu cerebro no es algo rígido, descubre una tecnología puntera que activa las frecuencias cerebrales alfa y beta, llevándote directamente a la creatividad, la eficiencia y la serenidad.

Ansiedad y estrés, insomnio, incomodidad emocional, baja autoestima, perfeccionismo, autocrítica, exceso de control, cambios de humor, sentir que uno ha dejado de ser uno… Falta de concentración, depresión, problemas madurativos, estrés postraumático… Y la lista continúa… Los males más comunes del siglo XXI parecen haberse anclado en nuestro día a día como una losa imposible de levantar. Pero hay una mujer que, de la mano de la neurociencia, trabaja un método propio de entrenamiento cerebral que permite, a través de la tecnología, acercar el bienestar a la vida de las personas, sin dejar fuera a nadie.

Ana Ibánez es Ingeniera Química, exnadadora de élite y piloto de helicóptero, currículo más que suficiente para comprender que la superación ha sido una parte importante de su vida: «Cuando eres deportista dentro de un alto nivel, tú mismo te sorprendes de cómo, con los esfuerzos bien dirigidos, se consiguen muchas cosas. Somos capaces de lograr estados mentales muy concretos si los trabajamos de manera adecuada. Desde la ingeniería siempre me han interesado los temas de neurociencia. Empecé a investigar sistemas de entrenamiento cerebral, en cómo entrenar tu cerebro y tu mente… De toda esa investigación uní la tecnología y mis descubrimientos para crear un método concreto orientado al bienestar. Si haces ejercicio te sientes mejor, ¿verdad? Pues con el entrenamiento cerebral es igual», nos cuenta desde su centro Mindstudio, en Madrid.

Partimos de la idea de que el cerebro no es algo rígido, se adapta a las situaciones y puede moldearse, puede funcionar mejor de lo que lo hace para, entre otras cosas, ser más eficiente, pero desde la calma. Y aquí es donde Ana mejor expresa la importancia de su trabajo: «Hay muchos caminos para conseguirlo, pero el entrenamiento cerebral es más rápido. Con él, tratamos patologías muy concretas como la ansiedad, el insomnio y la falta de concentración, pero también ayudamos al cerebro a que proyecte una mirada más amable, más objetiva sobre lo que nos ocurre. Cuando estás funcionando bien, cuando utilizamos la corteza prefrontal somos más analíticos, más creativos y eficientes y mejora nuestra capacidad de respuesta. Es decir, nos vamos a sentir más felices. Y digo sentir porque ser feliz es algo mental».

Un cerebro flexible nos acerca al objetivo

Para alguien como Ana Ibáñez, acostumbrada a trabajar con equipos de alto rendimiento, pero también con personas a las que les resulta difícil llegar a todo, la felicidad viene de saber irte a los extremos y tener la confianza de que vas a saber llegar al equilibrio: «Cuando caes es porque tenías que caer, pero tu sistema vuelve al equilibrio, tomando perspectiva, tanto cuando vives algo muy bueno como muy malo… Saber que es momentáneo y entender que regresarás al equilibrio es la clave». Para la neurociencia, un cerebro capaz de entender esto se adapta mejor a los cambios y, en definitiva, a la vida.

La paz mental, el estado emocional al que deberíamos aspirar

Desde el punto de vista lingüístico, serenidad se refiere a ser o estar tranquilo y sosegado, sin nervios o agitación; desde el lado científico, la serenidad se produce cuando el cerebro es capaz de producir el nivel de frecuencias Alfa y Beta adecuadas. Y ahí es cuando la neurociencia trabaja y empezamos a notar cambios en nuestro día a día.

¿Cómo expandir nuestro cerebro? 

Hay herramientas que siguen siendo el A, B, C para activar estas frecuencias de manera natural:

·                  Meditación.

·                  Ejercicio físico periódico.

·                  Rodearse de personas que le hacen bien a uno mismo.

·                  Escuchar música.

·                  Desconectar de vez en cuando. Desenchufarse, no hacer nada y perder el tiempo y hacerlo de manera consciente.

«Estos son solo unos cuantos ejemplos, pero no a todo el mundo le va todo igual de bien… Hay un gran porcentaje de gente frustrada después de intentar meditar y no conseguirlo. Yo siempre abogo por hacer la meditación a la medida de cada uno. A veces en movimiento, mientras se pasea, por ejemplo… No es una ley rígida», cuenta Ana. Así, los entrenamientos ayudan al cerebro a producir esas frecuencias, de manera más rápida y más eficiente.

Cómo funciona la tecnología para dar paz mental

El trabajo de Ana Ibáñez no es ciencia ficción, está sujeto a unos pilares que marca la ciencia. «Es una tecnología de neurociencia de última generación que lee la actividad de frecuencias cerebrales para armonizarlas. Se realiza con unos sensores que hacen una lectura de la actividad cerebral a tiempo real y activa el cerebro en función de esas lecturas. A través de una serie de ejercicios, se ajustan las frecuencias. Se hace mientras se mira una pantalla y no necesita el esfuerzo consciente de la persona. Es el cerebro el que trabaja».

Tras una evaluación previa de síntomas (calidad del sueño, dolores, calidad de concentración, temas físicos…) se le pide al paciente que digan cómo se siente y cómo se quiere sentir. «Dentro de esa evaluación se puede ver si el cortisol esta alto, por ejemplo. El entrenamiento esta enfocado a funcionar sin producir cortisol, que no es más que la química que nuestro organismo libera en respuesta al estrés. Así, la parte eléctrica del cerebro hace que las neuronas se hablen entre sí antes de que se libere la química. Si las neuronas trabajan de una manera más calmada (armonizando las frecuencias), no se libera ese cortisol».

La importancia de poner límites

Según nos cuenta Ana, el perfeccionismo es una pandemia que afecta mucho más a mujeres y niñas. «Es un yugo que hay que quitarse. Lo mejor de ti, lo que puedes aportar, no viene del deseo de perfección si no de tu capacidad para descubrir tus talentos innatos, de poder disfrutar y desarrollarlos», concluye. 

En este sentido, alerta, hay un perfil que se repite entre sus pacientes. «Vienen muchas mujeres con situaciones parecidas; profesionales que hacen las cosas muy bien, pero tienen muy mala calidad de vida, que no llegan a todo, duermen mal, han perdido el sentido del humor y tienen sensación de vivir asfixiadas». Para todas ellas, tras entrenar su cerebro cambia su mirada.

«Cuando se entrena, se coge perspectiva, empieza a dejar cosas caer, a elegir y priorizar mejor, poner límites, ser más eficiente porque está serena, se cansa menos y mejora su vida personal también. Empieza a dividir mejor su vida personal y profesional. Duerme mejor (algo matemático cuando las frecuencias cerebrales están en armonía) y de repente su proyecto vive una evolución y un ascenso. No me canso de verlo».  

¿Quién no desea conectar con sus talentos? ¿Depende esto del esfuerzo? «El esfuerzo es muy importante para desarrollar talento, pero la verdadera brillantez viene de poder conectar cerebralmente con todo tu potencial, que supone la unión de nuestro cerebro consciente e inconsciente». De hecho, Ana rebela que los momentos cerebrales brillantes suelen venir después de un periodo de descanso y calma.