SARA
TRUEBA RODRÍGUEZ | welife |
14/02/2023
Si ya sabes que tu cerebro no es algo
rígido, descubre una tecnología puntera que activa las frecuencias cerebrales
alfa y beta, llevándote directamente a la creatividad, la eficiencia y la
serenidad.
Ansiedad y estrés, insomnio, incomodidad
emocional, baja autoestima, perfeccionismo, autocrítica, exceso de control,
cambios de humor, sentir que uno ha dejado de ser uno… Falta de concentración,
depresión, problemas madurativos, estrés
postraumático… Y la lista continúa… Los males más comunes del siglo XXI parecen
haberse anclado en nuestro día a día como una losa imposible de levantar. Pero
hay una mujer que, de la mano de la neurociencia, trabaja un método propio de
entrenamiento cerebral que permite, a través de la tecnología, acercar el
bienestar a la vida de las personas, sin dejar fuera a nadie.
Ana Ibánez es Ingeniera
Química, exnadadora de élite y piloto de helicóptero, currículo más
que suficiente para comprender que la superación ha sido una parte importante
de su vida: «Cuando eres deportista dentro de un alto nivel, tú mismo te sorprendes de
cómo, con los esfuerzos bien dirigidos, se consiguen muchas cosas. Somos
capaces de lograr estados mentales muy concretos si los trabajamos de manera
adecuada. Desde la ingeniería siempre me han interesado los temas de
neurociencia. Empecé a investigar sistemas de entrenamiento cerebral, en cómo
entrenar tu cerebro y tu mente… De toda esa investigación uní la tecnología y
mis descubrimientos para crear un método concreto orientado al bienestar. Si
haces ejercicio te sientes mejor, ¿verdad? Pues con el entrenamiento cerebral
es igual», nos cuenta desde su centro Mindstudio, en Madrid.
Partimos de la idea
de que el cerebro no es algo rígido, se adapta a las situaciones y puede
moldearse, puede funcionar mejor de lo que lo hace para,
entre otras cosas, ser más eficiente, pero desde la calma.
Y aquí es donde Ana mejor expresa la importancia de su trabajo: «Hay muchos
caminos para conseguirlo, pero el entrenamiento cerebral es más rápido. Con él,
tratamos patologías muy concretas como la ansiedad, el insomnio y la falta de
concentración, pero también ayudamos al cerebro a que proyecte una mirada más
amable, más objetiva sobre lo que nos ocurre. Cuando estás funcionando bien,
cuando utilizamos la corteza prefrontal somos más analíticos, más creativos y
eficientes y mejora nuestra capacidad de respuesta. Es decir, nos vamos a
sentir más felices. Y digo sentir porque ser feliz es algo mental».
Un
cerebro flexible nos acerca al objetivo
Para alguien como
Ana Ibáñez, acostumbrada a trabajar con equipos de alto rendimiento, pero
también con personas a las que les resulta difícil llegar a todo, la felicidad
viene de saber irte a los extremos y tener la confianza de que vas a saber
llegar al equilibrio: «Cuando caes es porque tenías que caer, pero tu sistema
vuelve al equilibrio, tomando perspectiva, tanto cuando vives algo muy bueno
como muy malo… Saber que es momentáneo y entender que regresarás al equilibrio
es la clave». Para la neurociencia, un cerebro capaz de entender esto se adapta
mejor a los cambios y, en definitiva, a la vida.
La
paz mental, el estado emocional al que deberíamos aspirar
Desde el punto de
vista lingüístico, serenidad se refiere a ser o estar tranquilo y
sosegado, sin nervios o agitación; desde el lado científico, la serenidad se
produce cuando el cerebro es capaz de producir el nivel de frecuencias Alfa y
Beta adecuadas. Y ahí es cuando la neurociencia trabaja y empezamos a notar
cambios en nuestro día a día.
¿Cómo expandir
nuestro cerebro?
Hay herramientas
que siguen siendo el A, B, C para activar estas frecuencias de manera natural:
·
Ejercicio físico periódico.
·
Rodearse de personas que le hacen bien a uno mismo.
·
Escuchar música.
·
Desconectar de vez en cuando. Desenchufarse, no hacer nada y perder el tiempo y hacerlo de manera
consciente.
«Estos son solo
unos cuantos ejemplos, pero no a todo el mundo le va todo igual de bien… Hay un
gran porcentaje de gente frustrada después de intentar meditar y no
conseguirlo. Yo siempre abogo por hacer la meditación a la medida de cada uno.
A veces en movimiento, mientras se pasea, por ejemplo… No es una ley rígida»,
cuenta Ana. Así, los entrenamientos ayudan al cerebro a producir esas
frecuencias, de manera más rápida y más eficiente.
Cómo
funciona la tecnología para dar paz mental
El trabajo de Ana
Ibáñez no es ciencia ficción, está sujeto a unos pilares que marca la ciencia.
«Es
una tecnología de neurociencia de última generación que lee la actividad de frecuencias
cerebrales para armonizarlas. Se realiza con unos sensores que
hacen una lectura de la actividad cerebral a tiempo real y activa el cerebro en
función de esas lecturas. A través de una serie de ejercicios, se ajustan las
frecuencias. Se hace mientras se mira una pantalla y no necesita el
esfuerzo consciente de la persona. Es el cerebro el que trabaja».
Tras una evaluación
previa de síntomas (calidad del sueño, dolores, calidad de concentración, temas
físicos…) se le pide al paciente que digan cómo se siente y cómo se quiere sentir. «Dentro
de esa evaluación se puede ver si el cortisol esta alto, por ejemplo. El
entrenamiento esta enfocado a funcionar sin producir cortisol, que no es más
que la química que nuestro organismo libera en respuesta al estrés. Así,
la parte eléctrica del cerebro hace que las neuronas se hablen entre sí antes
de que se libere la química. Si las neuronas trabajan de una manera más calmada
(armonizando las frecuencias), no se libera ese cortisol».
La
importancia de poner límites
Según nos cuenta
Ana, el perfeccionismo es una pandemia que afecta mucho más a mujeres y niñas.
«Es un yugo que hay que quitarse. Lo mejor de ti, lo que puedes aportar, no
viene del deseo de perfección si no de tu capacidad para descubrir tus talentos
innatos, de poder disfrutar y desarrollarlos», concluye.
En este sentido,
alerta, hay un perfil que se repite entre sus pacientes. «Vienen muchas
mujeres con situaciones parecidas; profesionales que hacen las cosas muy bien,
pero tienen muy mala calidad de vida, que no llegan a todo,
duermen mal, han perdido el sentido del humor y tienen sensación de vivir
asfixiadas». Para todas ellas, tras entrenar su cerebro cambia su mirada.
«Cuando se entrena,
se coge perspectiva, empieza a dejar cosas caer, a elegir y priorizar
mejor, poner límites, ser más eficiente porque está
serena, se cansa menos y mejora su vida personal también. Empieza a dividir
mejor su vida personal y profesional. Duerme mejor (algo matemático cuando las
frecuencias cerebrales están en armonía) y de repente su proyecto vive una
evolución y un ascenso. No me canso de verlo».
¿Quién no desea conectar con sus
talentos? ¿Depende esto del esfuerzo? «El esfuerzo es muy importante para
desarrollar talento, pero la verdadera brillantez viene de poder conectar
cerebralmente con todo tu potencial, que supone la unión de nuestro cerebro
consciente e inconsciente». De hecho,
Ana rebela que los momentos cerebrales brillantes suelen venir después
de un periodo de descanso y calma.
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