lunes, 19 de diciembre de 2016

¿Qué es la culpa y cómo podemos gestionar esta sensación?

PSICOLOGIA
Marianela Esquivel | Psicóloga |psicologiaymente.net | 12/09/2016
En mis años como terapeuta he presenciado como muchas personas viven presas de un gran fantasma que les atormenta: su nombre es culpa. Son personas que no logran disfrutar plenamente su vida porque suelen privarse de experiencias, tomar decisiones, asumir retos, cerrar círculos en su vida por sentirse culpables.

Lo que entendemos por culpa.

Comencemos por explorar un poco el término: la culpa. Solemos definir este concepto como un sentimiento desagradable nacido de la sanción, el señalamiento acusador o la condena producida por “algo que hicimos o que no hicimos y se asumía que debíamos hacer o no hacer”. 

Este señalamiento genera sentimientos como la tristeza, el remordimiento, el lamento, la angustia, la impotencia y la frustración.

Los pequeños juicios imaginarios.

Precisamente, sobre este punto me interesa reflexionar. En consulta suelo mencionarles a mis pacientes que, consciente o inconscientemente, suelen vivir en un constante “juicio” en el que, lamentablemente, ellos mismos son quienes se obligan a sentarse en la “silla de los acusados”.

De esta manera, se trata de ejemplificar lo desgastantes que suelen ser sus vidas, por la propia decisión de “sancionarse o reprocharse” por “lo que se hace o no se hace en la vida”. Es decir, en muchas ocasiones no existe ese “otro que señala”, sino que es la misma inflexibilidad del sujeto la que se acusa.

Cuando la culpa se la pone uno mismo.

La crianza y la educación recibida en general puede influenciar en la adquisición de conductas auto-punitivas, pero una vez que se pasa a la vida adulta, somos responsables de cambiar nuestro repertorio de tal manera que adquiramos cada vez más herramientas emocionales asertivas.

El ejemplo del segundo idioma.

Para aclarar este punto suelo ponerle el siguiente ejemplo a mis pacientes. Cuando se es niño, muchas veces, los padres no pueden brindarles a sus hijos la opción de adquirir una segunda lengua; mientras son niños y adolescentes, están sujetos a las posibilidades que le permitan sus padres. Y si les preguntan por qué no hablan otro idioma, con mucha naturalidad dirán que sus padres no pueden brindarles esa opción.


Pero cuando se es adulto, ya no pueden justificarse hablando sobre lo que sus padres no pudieron brindarles, pues teóricamente ya es absoluta responsabilidad de ellos proveerse de todas las herramientas profesionales necesarias para competir en el mercado laboral, y cuanto más necesitados estén de una herramienta para destacar en el campo profesional, mayor debería ser su esfuerzo por conseguirlo.

De esta misma manera, si nuestros padres no pudieron brindarnos las herramientas necesarias para tener salud mental y por ende, calidad de vida, de adultos es nuestra responsabilidad adquirir nuevos recursos. Por eso, utilizar la culpa asertivamente es una decisión absoluta de la persona. Lo ideal es saber gestionar estas creencias y sentimientos para hacer que nuestra calidad de vida mejore en aquellas áreas en las que puede mejorar.

¿Por qué se debe exterminar la culpa cuando no es asertiva?

La culpa genera sentimientos desgarradores, porque hace prisionera a la persona ante una situación emocional.

Ejemplo: imaginemos que cerca de donde vivimos ocurre un desastre natural y muchas personas queridas se vieron afectadas; sentimos su dolor y preocupación, por tanto, si está en nuestras posibilidades corremos a auxiliarlos, procurando dar lo mejor de nosotros ante tal catástrofe; casi impensable sería que una persona se coloque unas esposas en sus manos y se ate a la cama, de tal manera que sienta el dolor de sus amigos pero sin poder hacer nada.
Este precisamente es el panorama que asumen las personas que se culpan; se quedan paralizadas, se lamentan, sienten dolor, pero no asumen acciones que le permitan mejorar el panorama. Se quedan “atadas”, “prisioneras” en su sentimiento sin capacidad de colaborar.

Formas de compensación.

Es necesario aclarar que en ocasiones las personas claramente asumen la responsabilidad de sus actos, en tanto buscan maneras de compensar su error. Por ejemplo, si en una pareja uno de los dos fue infiel, es posible que se reconozca el error y que la persona luche por recuperar la confianza, de tal manera que no se queda en lamentaciones o sanciones, sino en la manera de volver a recuperar la estabilidad emocional de la pareja en caso de querer continuar juntos. Es decir, la culpa nos permite sensibilizarnos ante el sentimiento humano y por ende, delimitar ciertas acciones para la sana convivencia. Está sería la utilización asertiva de la culpa.

No obstante, en muchas ocasiones las personas se sienten culpables por acontecimientos que no son su responsabilidad. Volviendo a uno de los ejemplos, sería como si la persona se sintiera responsable por el desastre natural, el cual arrasó con el vecindario y por ende, comience a disculparse con los otros y no logre continuar con su vida por la tristeza que le ocasiona la experiencia.

La culpa que nos ata.

De esa misma manera, las personas pasan gran cantidad de su vida sumidas en esta “creencia irracional” de que se es responsable de acontecimientos que pertenecen al propio transcurso de la vida. Y lo difícil del caso es que se genera un círculo, pues al “paralizarse” y no buscar maneras alternas de mejorar la situación, se cae en el reclamo o a las lamentaciones constantes.

Por eso, cuando se les ayuda a las personas a encauzar la culpa se les cuestiona si realmente desean liberarse de esos sentimientos desagradables. La pregunta más importante que debo hacerles como terapeuta es: “¿Quiere asumir la responsabilidad de su vida?”. Porque eso implica en muchas ocasiones emprender acciones que inconscientemente evitamos asumir. En algunos casos, de hecho, se dan cuenta que es más cómodo estar lamentándose por el pasado que empezar a construir el presente.

La temporalidad.

Otro aspecto importante mencionar en el tema de la culpa es su temporalidad. La culpa, como ya se mencionó, nos ayuda para sensibilizarnos ante aquellas acciones que hacemos o dejamos de hacer y que nos permite enmendar o mejorar como personas; pero debe estar inscrita dentro de un tiempo. Tiene un inicio y un fin, así como un objetivo que como se menciona se centra en la superación.

No obstante, se distorsiona su uso cuando inicia pero no finaliza, es decir, cuando nos sentimos mal por una falta que cometimos pero continuamente nos estamos recriminando una y otra vez.

En este punto suelo hacerles la siguiente pregunta a mis pacientes: ¿cuál es el fin de convivir con ese sentimiento de culpa? ¿Será acaso que nos funciona para victimizarnos, manipular, o evitar asumir responsabilidades? Es sumamente importante que las personas encuentren la verdadera razón por la cual se culpabilizan. Es el inicio para lograr obtener cambios.

Nota.- Perdonad que la presentación no sea correcta, el interlineado no obedece mis órdenes. Saludos.

domingo, 4 de diciembre de 2016

Las diferencias entre síndrome, trastorno y enfermedad.

PSICOLOGÍA CLÍNICA

Explicamos las similitudes y diferencias entre estos conceptos

En el ámbito de la salud y de la psicología, es muy frecuente el uso de tres conceptos clave: el síndrome, el trastorno y la enfermedad

Se trata de palabras con mucha fuerza, porque a nivel popular acostumbran a asociarse a la falta de salud y los problemas en el organismo, algunos de los cuales podrían ser crónicos y por lo tanto no tener cura. Sin embargo, eso no significa que en los entornos científicos, académicos y de la salud se utilicen como sinónimos. De hecho, no lo son.

A continuación examinaremos las diferencias entre la enfermedad, el síndrome y el trastorno, pero antes debemos aclarar el significado de la palabra "síntoma" para poder entender todo el resto.

¿Qué es un síntoma?.-  En el ámbito de la salud, un síntoma es la expresión de un estado anómalo, es decir, la consecuencia de un fenómeno que se está manifestando en un cuerpo. De este modo, un síntoma podría ser una señal de alerta de que un paciente puede tener su salud comprometida de algún modo, o podría ser una "falsa alarma".

Es decir, un síntoma puede ser muchísimas cosas, y el hecho de que estén presentes no sirve como confirmación definitiva de que la salud de alguien se vea comprometida: por ejemplo, un paciente puede decir que le duele la cabeza (síntoma) sin que esto sea señal de que se tiene una enfermedad.

El síndrome.-  Un síndrome es un conjunto de síntomas que se dan juntos y que ya ha sido estudiado previamente y que, por tanto, ha sido identificado como un cuadro clínico vinculado con uno o varios problemas de salud. Así pues, en un síndrome hay una serie de síntomas que se dan juntos con mucha frecuencia. Sin embargo, los síntomas que componen un síndrome pueden variar con el tiempo y por lo tanto este puede llegar a desaparecer.

¿Cuál es la diferencia entre un síndrome y una enfermedad? Ahora lo veremos.

La enfermedad.-  El concepto de enfermedad, como el de síndrome, es una entidad clínica, y por tanto tiene que ver con los problemas de salud. Sin embargo, si un síndrome no es más que un conjunto de síntomas ya estudiados e identificados como algo que tiene una entidad propia al tener una forma típica de manifestarse, una enfermedad debe presentar, además de uno o más síntomas, o cambios reconocibles en el cuerpo o bien una causa biológica conocida (o ambos elementos).

Es decir, que un síndrome, al ser esencialmente un conjunto de síntomas, no tiene por qué tener una causa conocida ni desarrollarse a la vez que alteraciones anatómicas.
Así pues, algunos síndromes pueden ser la manifestación de una enfermedad, pero otros no, ya que sus causas pueden ser tan biológicas como, por ejemplo, sociales.

¿Qué es un trastorno?.- En términos genéricos, por trastorno puede entenderse simplemente una alteración del estado de salud normal debido o no a una enfermedad. El ámbito en el que es más frecuente hablar de trastornos es del de la salud mental. Un trastorno mental suele ser entendido como un cambio desadaptativo (y, por tanto, problemático) que afecta a los procesos mentales.

Muchas veces el término trastorno se utiliza como un modo más laxo de referirse a la enfermedad en aquellos casos en los que las causas no están muy claras y las posibles alteraciones anatómicas con las que está asociado pueden ser a la vez causa o consecuencia suya. En el caso de los trastornos mentales esto se hace mucho, ya que muchas veces no queda muy claro si los desequilibrios bioquímicos asociados a algunos trastornos son lo que produce los síntomas o son un producto de una dinámica de interacción entre la persona y su entorno.

De este modo, el concepto de trastorno sirve simplemente para describir las señales del estado de anormalidad y de alteración de la salud en el que se encuentra una persona, mientras que el de enfermedad señala una relación de causalidad, porque incluye las causas concretas (etiología) de la falta de salud.


Nota.- La Psicología clínica se encarga de investigar las distintas funciones mentales de individuos que sufren algún tipo de alteración o padecimiento, no solamente trastornos mentales sino también trastornos relacionados con la potencialidad de cada ser humano para lograr sus metas. Para ello, los psicólogos clínicos se apoyan en distintas metodologías y pruebas para trazar la mejor terapia posible.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Un test para predecir la respuesta a los antidepresivos.

DANIEL MEDIAVILLA  | El País | 15/06/2016
Con los métodos actuales, la depresión es una dolencia muy difícil de acotar - VOLKAN OLMEZ

La depresión, como otras enfermedades mentales, es difícil de definir con criterios objetivos.

De hecho,  entre los psiquiatras hay dudas sobre las fronteras que separan esta dolencia de otras como la esquizofrenia o el autismo. En los últimos años, los investigadores han realizado muchos avances para obtener marcadores que acoten los límites de la enfermedad para poder así tratarla con mayor precisión. Esta semana, un equipo del King’s College de Londres ha anunciado un nuevo paso en esa dirección: el desarrollo de un test de sangre capaz de predecir si un paciente deprimido responderá a los antidepresivos habituales.

Los autores del trabajo, que se ha publicado en la revista The International Journal of Neuropsycho-pharmacology, sabían que la mitad de los pacientes deprimidos no responden a los medicamentos con los que se empiezan los tratamientos y un tercio son inmunes a cualquier tratamiento farmacológico. También era conocido que las personas con mayores niveles de inflamación respondían a los antidepresivos, pero no se había identificado con precisión la causa.

Para resolver, al menos en parte, el enigma, los investigadores analizaron la cantidad de dos marcadores en la sangre de pacientes deprimidos antes y después de tomar algunos de los antidepresivos prescritos con mayor frecuencia. Estos dos marcadores eran el MIF (factor inhibidor de la migración de macrófagos), una proteína que el sistema inmune emplea para ponerse en alerta cuando detecta una amenaza, y la interleucina 1 beta, otra proteína con funciones similares, que se produce en grandes cantidades ante infecciones, lesiones o estrés.

Los científicos del King’s College observaron que cuando esos marcadores sobrepasaban cierto umbral en la sangre, la respuesta a los antidepresivos convencionales desaparecía, pero se podía esperar que los pacientes reaccionasen bien si sus niveles no superaban determinado límite. La probable explicación para que esto suceda es que tanto el MIF como la interleucina desempeñan un papel relevante en mecanismos importantes para la depresión como el nacimiento y muerte de neuronas.

La información de este tipo de análisis haría más racional el proceso de selección de los antidepresivos, que ahora tiene mucho de ensayo y error. Eso significa, por ejemplo, que un paciente que por sus características no va a responder a la medicación común debería esperar tres meses o más para averiguarlo, con el consiguiente tiempo perdido y las posibilidades de empeoramiento.

“Los pacientes con elevados niveles de inflamación y que tendrían altas probabilidades de no responder a tratamientos antidepresivos convencionales podrían empezar desde el principio con un tratamiento más fuerte, introduciendo antiinflamatorios o combinaciones con distintos antidepresivos”, explica Annamaria Cattaneo, investigadora del King’s College y autora principal del estudio. Cattaneo señala que este sistema es aún experimental y que están tratando de replicarlo. Además, añade, quieren “probar la eficacia de combinar fármacos antiinflamatorios con antidepresivos para mejorar los síntomas en pacientes con altos niveles de inflamación”.

Jerónimo Saiz, jefe de servicio de psiquiatría del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, considera que, aunque el estudio es interesante, “desde el punto de vista práctico no va a ser útil porque estos procedimientos no son económicos ni pueden utilizarse de forma rutinaria”. También considera que la eficacia de medir estos marcadores será limitada porque definir cuándo se está delante de una persona con depresión “se basa en unos síntomas que a veces no permiten una delimitación clara entre si la depresión existe o no o entre casos distintos de depresión”.

“La depresión como término diagnóstico ha perdido sus límites, porque puede depender de situaciones de estrés, de situaciones desfavorables, de cuestiones de debilidad de carácter”, continúa Saiz, que también es miembro de la Comisión Ejecutiva de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP). “Y luego está la depresión que antes se llamaba endógena, más ligada a factores genéticos y de funcionamiento biológico”, añade.


Saiz señala que, pese a las limitaciones, la psiquiatría sigue trabajando para mejorar el tratamiento combinando el conocimiento sociológico, psicológico o biológico, porque “no son enfoques separados”. El objetivo final es, como en muchos otros campos de la medicina moderna, lograr personalizar tratamientos que hasta ahora han sido demasiado generales.

viernes, 18 de noviembre de 2016

Los Neurotransmisores y su relación con la ansiedad, la depresión y la agresividad.

Evelin Doriana Castañeda Gutiérrez Blog Psicoactiva.com | 10/10/2016

Las células del cerebro son las neuronas y la comunicación entre estas células nerviosas tiene ciertas características, una de ellas es que casi nunca se tocan, aunque están separadas por pequeñísimos espacios.
A la zona de interacción de las neuronas se le llama sinapsis que significa unión- enlace. Todas las acciones del cerebro como ordenar a los músculos que se contraigan y se relajen en forma coordinada para llevar a cabo un simple movimiento, tareas intelectuales, etc., son capaces de modular nuestras emociones.

El sistema límbico tiene una gran importancia en el origen y el control de las emociones. Y dentro de este gran circuito, una pequeña región, el hipotálamo, está asociada a muchas conductas emocionales  y a funciones como el hambre y la sed. Se ha podido observar que cuando se destruyen algunos núcleos del hipotálamo, el sujeto puede dejar de comer e incluso incluso morir de hambre literalmente en medio de la más apetitosa comida. A través de este núcleo es que se siente la necesidad de comer. A esta región del hipotálamo se le conoce como centro de la saciedad.
En el hipotálamo y en otras áreas del sistema límbico se localizan los núcleos celulares que al ser estimulados provocan respuestas de cólera y agresividad en los animales.
La conversación entre las neuronas
Las neuronas tienen dos tipos de prolongaciones, unas ramificadas, que confieren a estas células su aspecto estrellado o arborizado característico, y otras más largas y más sencillas, los axones, que son aquellas a través de las cuales las neuronas se comunican entre sí. La parte final del axón, que establece la comunicación con la neurona adyacente, se llama terminal sináptica o presinapsis, y se identifica en un gran número de sinapsis por la presencia muy característica de estructuras esféricas: las vesículas sinápticas.
En el interior de las células nerviosas predomina el potasio y algunas proteínas también con carga eléctrica mientras que afuera existe una alta concentración de sodio y cloro. Cuando la neurona está “callada” su interior es más negativo eléctricamente que el exterior, pero esta situación cambia abruptamente cuando la neurona se comunica con otras neuronas. Los neurotransmisores son los comunicadores de la relación entre las neuronas.

Los transmisores químicos
Se trata generalmente de sustancias sencillas. Considerando el número enorme de contactos que se establecen entre las neuronas, es sorprendente el número tan pequeño de moléculas que la naturaleza ha diseñado para transmitir  los cientos de miles de mensajes entre las neuronas. Los neurotransmisores pueden clasificarse, desde el punto de vista de su estructura, en tres grandes grupos: los aminoácidos, las aminas y los péptidos.

Como se libera el neurotransmisor
Los neurotransmisores son expulsados de la neurona presináptica para llevar el mensaje a la postsináptica. Los neurotransmisores se almacenan en las estructuras características de la  presinapsis, las vesículas sinápticas, y permanecen ahí  secuestrados hasta que el calcio los hace salir en camino hacia la neurona a la que han de transmitir el mensaje.
Los receptores
El contacto del receptor con el transmisor origina el mensaje que reconocen las neuronas, es decir, un cambio en la permeabilidad celular a un determinado ion y el cambio consecuente en la distribución de las cargas eléctricas.
Los receptores postsináticos desempeñan un papel clave en la fisiología de la conducta. Los receptores de un mismo neurotransmisor no siempre son iguales, tienen diferencias en su estructura que obligan a pensar que son moléculas distintas. Una vez que el mensaje ha sido transmitido, el neurotransmisor, ya terminada su función, debe dejar de interactuar con el receptor y desaparecer del espacio sináptico para que pueda iniciarse una nueva comunicación, si es necesario. Existen dos tipos de acciones que permiten que esto suceda: el neurotransmisor es destruido, ese transmisor destruido es transportado de nuevo a las neuronas.

Interferencias en la comunicación neuronal
El proceso de salida del neurotransmisor se puede alterar, con sustancias que cierran la entrada de los canales del calcio, interceptando así  la señal para liberar el neurotransmisor. Otra forma de modificar el proceso de liberación del neurotransmisor es impedir su entrada a las vesículas sinápticas. Algunas toxinas, como el veneno de la viuda negra, incrementan en forma extraordinaria e indiscriminada la salida de los neurotransmisores de las vesículas, con lo que alteran los mecanismos normales de comunicación, en particular la de las neuronas con los músculos. La muerte por botulismo se debe a que la toxina impide la liberación de los neurotransmisores.
Los receptores, es decir las proteínas con las que interactúan los neurotransmisores, también pueden ser afectados por sustancias, algunas naturales, otras sintetizadas en el laboratorio.
La ansiedad natural y la ansiedad patológica
La ansiedad es una condición natural. A nivel biológico, considerada como un estado de superalerta, es un elemento clave para la supervivencia del individuo. La ansiedad, con todas sus características orgánicas (temblor ligero, palpitaciones, manos frías, sudoración). La ansiedad también puede llegar a ser una respuesta patológica.
La ansiedad se puede manipular por medio de algunos de los receptores de las neuronas
Los ansiolíticos más eficaces son compuestos conocidos como benzodiazepinas. Además de su efecto ansiolítico, las benzodiazepinas son utilizadas también como auxiliares en el control  del sueño, y contribuyen en esta forma, aunque indirectamente, a disminuir la ansiedad. Es conocido por todos la falta de sueño es una causa poderosa de ansiedad y que los problemas se agigantan durante las horas de insomnio. El efecto de las benzodiazepinas como de los barbitúricos, es el de aumentar la eficacia de este proceso de entrada de cloruros a las neuronas. La presencia en el cerebro de estos receptores a las benzodiazepinas, que son sustancias artificiales creadas por el hombre, sugiere la existencia de  una “benzodiazepina natural”, es decir, la sustancia que es legítimamente dueña del sitio de las benzodiazepinas en el receptor.


La depresión
Las fluctuaciones en el estado de ánimo no afectan las funciones orgánicas cotidianas como, comer o dormir. Tampoco infieren en sus actividades de trabajo, su desempeño intelectual y sus relaciones con otros individuos. La depresión endógena es una enfermedad tan real como la pulmonía. Las personas que padecen depresiones, los esquemas de conducta pueden aparecer en forma recurrente, es decir, desparecer por un tiempo para luego repetirse con características muy similares. Los síntomas son falta de motivación, falta de interés por actividades  que antes parecían  atractivas, pasividad, falta de concentración. Algunos pacientes depresivos adelgazan en forma notable, mientras que otros por el contrario, aumentan de peso. En algunos, el insomnio es frecuente mientras otros pasan la mayor parte del tiempo dormidos. Hay pacientes que se muestran agitados y sin reposo, y otros apenas si pueden salir de la cama. En etapas más avanzadas pueden presentarse alteraciones psícoticas como alucinaciones o sentimientos de paranoia; el número de suicidios   en pacientes depresivos es muy elevado.
En el Trastorno Bipolar, muchos enfermos responden bien a tratamientos farmacológicos con medicamentos que en su estructura y por sus efectos, tienen una relación  con los neurotransmisores del grupo de las llamadasaminas biogénicas.
El Litio se emplea también como terapia de mantenimiento para evitar la recurrencia de los estados de depresión y manía en este trastorno; el litio disminuye la severidad, duración y recurrencia de los episodios de manía y de depresión en los trastornos bipolares.

La agresividad y la pasividad, también dependen de la química del cerebro
La agresividad es el resultado de la función de las neuronas integradas en circuitos. Actualmente se conocen al menos seis áreas en el cerebro relacionadas con la agresión, de las cuales las más importantes son la amígdala y el hipotálamo, que forman parte del sistema límbico. El primero está relacionado con una actitud depredadora, el segundo se refiere a un comportamiento defensivo. En estos dos casos, la conducta agresiva se manifiesta hacia un individuo de una especie distinta. Un tercer tipo de comportamiento agresivo, es la llamada agresividad social. Este tipo de conducta se manifiesta dentro de una colonia entre individuos de la misma especie. En muchos casos este tipo de comportamiento agresivo está restringido a los machos y tiene un claro vínculo con la actividad de la hormona masculina, la testosterona.



martes, 8 de noviembre de 2016

Según la FDA, tomar opiáceos y sedantes juntos supone un riesgo de sobredosis letal

HealtDay News | 31/08/2016

Estos medicamentos tendrán ahora un 'recuadro de advertencia' en el que se indicará la amenaza
   
Mezclar analgésicos opiáceos y una clase de medicamentos que incluyen los sedantes populares como el Valium y el Xanax puede llevar a una sobredosis mortal, advirtieron las autoridades de salud de EE. UU. el miércoles.
La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE. UU. afirma que va a requerir que haya "recuadros de advertencia" en 389 productos distintos que informen a los profesionales de la salud y al público sobre esta interacción de medicamentos potencialmente mortal, comentó el Dr. Robert Califf, comisionado de la FDA, en una conferencia de prensa.
Las benzodiacepinas (que incluyen el Valium y el Xanax) afectan al sistema nervioso central, y se usan para tratar afecciones como la ansiedad, el insomnio y las convulsiones, dijo el Dr. Doug Throckmorton, subdirector de los programas reguladores del Centro de Evaluación e Investigación de Medicamentos de la FDA.
Si las benzodiacepinas se combinan con medicamentos opiáceos, como la oxicodona (Oxycontin) y la hidrocodona (Vicodin), puede ocurrir una interacción entre medicamentos que podría resultar en un coma o en la muerte, advirtió Throckmorton.
"En casi 1 de cada 3 muertes por sobredosis involuntarias de opiáceos recetados también se habían tomado benzodiacepinas", dijo la comisionada de salud de Baltimore, la Dra. Leana Wen, que trabajó con la FDA para producir la nueva advertencia.
Los productos que llevarán el recuadro de advertencia (la más estricta posible) serán las benzodiacepinas, los analgésicos opiáceos con receta, como la oxicodona y la hidrocodona, y medicamentos para la tos que contienen opiáceos, según la FDA.
La combinación de estos medicamentos puede dificultar de forma peligrosa la respiración de una persona y hacerle entrar en un estado extremadamente somnoliento, advirtió la FDA.
Califf dijo que oyó hablar de esta amenaza durante un viaje reciente a los Apalaches, una región muy afectada por la epidemia de abuso de medicamentos con receta.
"Una cosa realmente se puso de manifiesto y que escuché de forma consistente en cada lugar de nuestro viaje fue que las benzodiacepinas y los opiáceos suponían una amenaza de sobredosis cada vez mayor, tal y como se ha observado en las salas de emergencias", dijo.
"Este aumento en las sobredosis y las muertes debido al uso combinado de estos productos no es algo nuevo", añadió Califf. "Las comunidades han observado esta tendencia durante algún tiempo, pero en última instancia necesitábamos datos para actuar ahora".
Una revisión realizada por la FDA identificó una tendencia problemática en la que se receta con frecuencia a los pacientes estos medicamentos a la vez, aunque pueden interactuar de modo peligroso.
La cantidad de pacientes a los que se recetaron tanto un analgésico opiáceo como una benzodiacepina aumentó en un 41 por ciento entre 2002 y 2014. Eso se traduce en un incremento de más de 2.5 millones de pacientes que toman analgésicos opiáceos que también reciben benzodiacepinas, dijo Throckmorton.
"Sabemos que aproximadamente la mitad de las recetas de benzodiacepinas con analgésicos opiáceos se hicieron a pacientes el mismo día y los recetó el mismo profesional de atención de la salud", apuntó Throckmorton.
Hubo más personas que fallecieron de sobredosis de medicamentos recetados en 2014 que en cualquier otro año registrado, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
Los opiáceos acabaron con las vidas de más de 28,000 personas en 2014, y en al menos la mitad de las muertes había un medicamento recetado, según los CDC.
Los médicos recetan de forma rutinaria benzodiacepinas junto con opiáceos, sin ser conscientes del riesgo potencial de sobredosis, dijo Wen.
"Si un paciente sufriera un accidente de coche y experimentara un dolor de cuello, un profesional clínico le recetaría opiáceos para el dolor y benzodiacepinas para los espasmos musculares", dijo. "A un paciente que tome benzodiacepinas para un trastorno de ansiedad se le podrían recetar opiáceos para aliviar el dolor y viceversa".
Wen animó a los médicos a prestar atención a la nueva advertencia, y a los pacientes a revisar los medicamentos que estén tomando.
"Animo a los pacientes a mirar en los gabinetes de los medicamentos y a preguntarse: '¿Para qué es este medicamento? ¿Lo necesito? ¿Cuáles son los efectos secundarios? ¿Podría haber una combinación peligrosa?'", aconsejó. "Por favor, hable con su médico si tiene alguna pregunta o preocupación".

Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor
FUENTES: Aug. 31, 2016, media briefing with: Robert Califf, M.D., U.S. Food and Drug Administration Commissioner; Doug Throckmorton, M.D., deputy director, regulatory programs, FDA's Center for Drug Evaluation and Research; Leana Wen, M.D., Baltimore Health Commissioner

jueves, 3 de noviembre de 2016

Mindfulness: meditación no religiosa contra el agobio y la dispersión

FERNANDO RODRÍGUEZ-BORLADO | ACEPRENSA  | 13/05/2016
El “mindfulness” está de moda. Esta forma de meditación, que literalmente significa “conciencia plena”, deriva de una técnica budista denominada sati. Los expertos la definen como “prestar atención al momento presente, de forma deliberada y sin hacer juicios”.
En Occidente comenzó a popularizarse en la década de los 70, gracias a los trabajos de un biólogo molecular de la Escuela Médica de Massachusetts, Jon Kabat-Zinn, que desarrolló unos cursos de ocho semanas para personas con dolor crónico y estrés. Desde entonces se ha aplicado fundamentalmente en contextos clínicos, pero más recientemente se ha extendido a otros ámbitos, como la empresa, la escuela, la familia o la dietética.
Aplicaciones clínicas, pero no la panacea
Para Catherine Wikholm, psicóloga del Servicio Nacional de Salud británico (donde el mindfulness ha sido aprobado como tratamiento clínico), este tipo de meditación no religiosa viene a llenar un vacío espiritual en un mundo secularizado como el occidental.

Wikholm es autora, junto con el doctor Miguel Farias –un experto en psicología de la religión–, de un libro publicado en 2015 que trata de evaluar científicamente los supuestos efectos positivos del mindfulness. El título, The Buddha Pill. Can Meditation Change you?, suscitó en su momento una encendida polémica. Para algunos demostraba que los beneficios de esta práctica se habían exagerado, mientras que los perjuicios se habían silenciado. Para otros, el enfoque “cientifista” y escéptico invalida desde el principio el estudio de algo eminentemente trascendental. También había quien, en nombre de un empirismo antirreligioso, echaba de menos un ataque aún más contundente.

En palabras de los propios autores, lo que el libro mostraba es que, junto a ciertos beneficios (que todavía no han sido convenientemente sistematizados por la investigación), el mindfulness puede provocar experiencias negativas en algunas personas, y que esta técnica no debe venderse como la panacea en terapia psicológica. La investigación llevada a cabo por Wikholm y Farias revisa los estudios sobre el tema publicados en los últimos 40 años. Su conclusión es que muchos de ellos no son científicamente rigurosos, aunque otros sí parecían indicar ciertos efectos positivos, particularmente para las personas con episodios recurrentes de depresión.

Esto concuerda con lo dicho por un informe publicado en 2011 en Clinical Psychology Review, y basado en un experimento realizado con personas que habían sufrido episodios depresivos. Aquellas que recibieron un curso de mindfulness de ocho semanas de duración mostraban una menor tendencia a recaer. No obstante, esto solo ocurría con los que habían padecido al menos tres episodios de depresión, mientras que apenas se percibían efectos positivos en los demás.

Otros creen que el verdadero potencial está en la prevención. Mark Williams, exprofesor de Psicología en Oxford y uno de los pioneros de esta técnica en Reino Unido, considera que la terapia cognitiva tradicional funciona bien para pacientes que ya están enfermos, mientras que el mindfulness ayuda a evitar el estrés y la depresión.

El lado oscuro: real pero minoritario
Wikholm y Farias dedican un capítulo a explorar los efectos negativos que el mindfulness puede provocar, particularmente en personas que están atravesando una situación traumática: una depresión aguda, la muerte de una persona cercana, etc. En estas situaciones, la “conciencia plena” puede agudizar la sensación de dolor. Por otro lado, Willoughby Britton, investigadora de la Universidad de la Brown University, ha documentado episodios de paranoia y enajenación relacionados con el “vaciamiento interior” que proponen algunas técnicas de meditación.

No obstante, para la inmensa mayoría, el mindfulness es una forma de tomar más conciencia de sus emociones, de objetivar y dimensionar los problemas, de centrar la atención. No es la panacea, ni puede sustituir a las terapias psicológicas (sobre todo en casos complicados), pero constituye una forma eficaz de protegerse contra la inmediatez y el sentido de urgencia típico de la modernidad.

Un inconveniente es que puede reforzar la autorreferencialidad, el individualismo: el mindfulness centra el horizonte de la reflexión en el propio bienestar, y no ofrece un modelo ético o moral para el comportamiento más allá del “siéntete bien contigo mismo”. Esto limita su capacidad para atajar las causas de algunas “dolencias psicológicas” típicamente modernas.

Nota.- El artículo no lo he transcrito completo pues trata también de su aplicación en el mundo laboral y no me ha parecido relevante para el blog. Si alguna persona tiene interés en ello puede encontrarlo en la referencia de la cabecera. Saludos.