PSICOLOGIA
Marianela Esquivel | Psicóloga |psicologiaymente.net
| 12/09/2016
En mis años como terapeuta he presenciado como muchas personas viven
presas de un gran fantasma que les atormenta: su nombre es culpa.
Son personas que no logran disfrutar plenamente su vida porque suelen privarse
de experiencias, tomar decisiones, asumir retos, cerrar círculos en su vida por
sentirse culpables.
Lo que entendemos por culpa.
Comencemos por explorar un
poco el término: la culpa.
Solemos definir este concepto como un
sentimiento desagradable nacido de la sanción, el señalamiento acusador o la condena producida
por “algo que hicimos o que no hicimos y se asumía que debíamos hacer o no
hacer”.
Este señalamiento genera sentimientos como la tristeza, el remordimiento, el lamento, la angustia, la impotencia y la frustración.
Los
pequeños juicios imaginarios.
Precisamente, sobre este punto me interesa
reflexionar. En consulta suelo mencionarles a mis pacientes que, consciente o
inconscientemente, suelen vivir en un constante “juicio” en el que,
lamentablemente, ellos mismos son quienes se obligan a sentarse en la “silla de
los acusados”.
De esta manera, se trata de
ejemplificar lo desgastantes que suelen ser sus vidas, por la propia
decisión de “sancionarse o reprocharse” por “lo que se hace o no se hace en la
vida”. Es decir, en muchas ocasiones no existe ese “otro que señala”, sino que
es la misma inflexibilidad del sujeto la que se acusa.
Cuando la culpa se la pone uno mismo.
La crianza y la educación
recibida en general puede influenciar en la adquisición de conductas
auto-punitivas, pero una vez que se pasa a la vida adulta, somos responsables
de cambiar nuestro repertorio de tal manera que adquiramos cada vez más
herramientas emocionales asertivas.
El
ejemplo del segundo idioma.
Para aclarar este punto suelo ponerle el siguiente
ejemplo a mis pacientes. Cuando se es niño, muchas veces, los padres no pueden
brindarles a sus hijos la opción de adquirir una segunda lengua; mientras son
niños y adolescentes, están sujetos a las posibilidades que le permitan sus
padres. Y si les preguntan por qué no hablan otro idioma, con mucha naturalidad
dirán que sus padres no pueden brindarles esa opción.
De esta misma manera, si nuestros padres no pudieron brindarnos las herramientas necesarias para tener salud mental y por ende, calidad de vida, de adultos es nuestra responsabilidad adquirir nuevos recursos. Por eso, utilizar la culpa asertivamente es una decisión absoluta de la persona. Lo ideal es saber gestionar estas creencias y sentimientos para hacer que nuestra calidad de vida mejore en aquellas áreas en las que puede mejorar.
¿Por
qué se debe exterminar la culpa cuando no es asertiva?
La culpa genera sentimientos desgarradores, porque hace prisionera a la persona ante una
situación emocional.
Ejemplo: imaginemos que cerca de donde vivimos ocurre un desastre natural
y muchas personas queridas se vieron afectadas; sentimos su dolor y
preocupación, por tanto, si está en nuestras posibilidades corremos a
auxiliarlos, procurando dar lo mejor de nosotros ante tal catástrofe; casi
impensable sería que una persona se coloque unas esposas en sus manos y se ate
a la cama, de tal manera que sienta el dolor de sus amigos pero sin poder hacer
nada.Este precisamente es el panorama que asumen las personas que se culpan; se quedan paralizadas, se lamentan, sienten dolor, pero no asumen acciones que le permitan mejorar el panorama. Se quedan “atadas”, “prisioneras” en su sentimiento sin capacidad de colaborar.
Formas de compensación.
Es necesario aclarar
que en ocasiones las personas claramente asumen la responsabilidad de sus actos, en tanto buscan maneras de compensar su error. Por
ejemplo, si en una pareja uno de los dos fue infiel, es posible que se
reconozca el error y que la persona luche por recuperar la confianza, de tal
manera que no se queda en lamentaciones o sanciones, sino en la manera de
volver a recuperar la estabilidad emocional de la pareja en caso de querer
continuar juntos. Es decir, la culpa nos permite sensibilizarnos ante el
sentimiento humano y por ende, delimitar ciertas acciones para la sana
convivencia. Está sería la utilización asertiva de la culpa.
No obstante, en muchas ocasiones
las personas se sienten culpables por acontecimientos que no son su
responsabilidad. Volviendo a uno de los ejemplos, sería como si la persona se sintiera
responsable por el desastre natural, el cual arrasó con el vecindario y por
ende, comience a disculparse con los otros y no logre continuar con su vida por
la tristeza que le ocasiona la experiencia.
La culpa que nos ata.
De esa misma manera, las
personas pasan gran cantidad de su vida sumidas en esta “creencia irracional”
de que se es responsable de acontecimientos que pertenecen al propio transcurso
de la vida. Y lo difícil del caso es que se genera un círculo, pues al “paralizarse” y no buscar maneras
alternas de mejorar la situación, se cae en el reclamo o a las lamentaciones
constantes.
Por eso, cuando se les ayuda a las personas a encauzar la culpa se les
cuestiona si realmente desean liberarse de esos sentimientos desagradables. La
pregunta más importante que debo hacerles como terapeuta es: “¿Quiere asumir la
responsabilidad de su vida?”. Porque eso implica en muchas ocasiones emprender acciones que
inconscientemente evitamos asumir. En algunos casos, de hecho, se dan
cuenta que es más cómodo estar lamentándose por el pasado que empezar a
construir el presente.
La temporalidad.
Otro aspecto
importante mencionar en el tema de la culpa es su temporalidad. La culpa, como ya se mencionó, nos ayuda para
sensibilizarnos ante aquellas acciones que hacemos o dejamos de hacer y que nos
permite enmendar o mejorar como personas; pero debe estar inscrita dentro de un
tiempo. Tiene un inicio y un fin, así como un objetivo que como se menciona se
centra en la superación.
No obstante, se distorsiona su uso cuando inicia pero no finaliza, es
decir, cuando nos sentimos mal por una falta que cometimos pero continuamente
nos estamos recriminando una y otra vez.
En este punto suelo
hacerles la siguiente pregunta a mis pacientes: ¿cuál es el fin de convivir con ese sentimiento de culpa? ¿Será acaso que nos funciona para victimizarnos, manipular, o evitar
asumir responsabilidades? Es sumamente importante que las personas encuentren
la verdadera razón por la cual se culpabilizan. Es el inicio para lograr
obtener cambios.
Nota.- Perdonad que la presentación no sea correcta, el interlineado no obedece mis órdenes. Saludos.
Nota.- Perdonad que la presentación no sea correcta, el interlineado no obedece mis órdenes. Saludos.
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