lunes, 27 de noviembre de 2017

Depresión


JESUS H. GONZÁLEZ, Saltillo   | La Vanguardia   ¡  19/11/2017

Tienen nombres femeninos: angustia, desesperanza, ansiedad, melancolía, tristeza, depresión. La realidad de la depresión está reflejada en la literatura: en el cuento “La persona deprimida”, de Foster Wallace: “…sentimientos de aislamiento emocional que convertían cada hora de la vida de la persona deprimida en un infierno indescriptible…”.
En el poema “Mi vida con la perra”, de Francisco Hernández: ... “Amanecer sin sol… no por mucho deprimirse amanece más temprano… La perra depresión se angustia y se inconforma”. La depresión puede estar a nuestro alrededor, en el que está a nuestro lado, en el corazón de un niño, de un adolescente, del amigo, del pariente, del compañero de trabajo.
La tristeza prolongada, el decaimiento de ánimo, es un monstruo invisible, furtivo. Sólo quien la padece sabe lo que se siente, aunque se le dificulte describirlo. Enfermedad difícil de curar. Le vemos parte de la cara al monstruo, cuando nos enteramos de un suicidio.
Es la enfermedad de nuestro siglo y nuestra ciudad no está exenta: este año van 1.502 casos contabilizados, comparados con 585 del año pasado. Casi 3 veces más. Habrá más casos que no están registrados, ni diagnosticados.
La depresión es la primera causa de consulta en el Centro de Salud Mental. Todos podemos pasar por esta situación, que va de leve a moderada, seria o grave. 
Algunas causas de la depresión: La desilusión, una falta de autoestima, comparaciones injustas, fatalismo: creer que ya no tiene oportunidad de curarse. Sentirse con una obligación injusta, estar enfermo, la depresión postparto. Hasta la hiperactividad mental es una causa, aunque no pareciera.
También son causas el rechazo, fijarse metas inadecuadas o no fijarse ninguna. Otras situaciones que en la mayoría de los casos producen depresión: muerte del cónyuge, separación, muerte de un ser querido, enfermedad, sentirse inútil, pérdida del empleo o problemas económicos.
Entre los métodos para tratar la depresión están: terapia con medicamentos, la electroterapia, la psicoterapia y la terapia espiritual. Cada una con sus ventajas y desventajas.
Podemos creer que la persona deprimida necesita estar sola o aislada. Aunque parezca lo contario, en esos momentos es cuando más necesita la ayuda de un amigo. A veces los familiares rechazan su conducta y en vez de tratar de comprender a la persona deprimida, la juzgan y desaprueban.
Para ayudar a un amigo en depresión se recomienda: 1°. Hacerse presente; 2°. No compadecerle, la autocompasión pudo llevarlo a estar deprimido; 3°. Proyectar esperanzas en la pantalla de su imaginación. Necesita que alguien le pinte la vida y el futuro de una manera más optimista: “La vida espera mucho todavía de ti”. 4°. Animar, pero no discutir; 5°. Tratar de hacerle pensar en otra cosa; 6°. Tratar de comprometerlo en una actividad; 7°. No mostrarse demasiado joviales u optimistas; 8°. Darle ayuda espiritual; 9°. Enseñarle a ser agradecido por las cosas buenas que le suceden.
No hay que olvidar que el deprimido necesita comprensión y ayuda. A cualquiera nos puede pasar y lo peor es quedarse solos en ese proceso. Es como acompañar a alguien es sus momentos de luto, nuestra presencia amable puede disminuir mucho la tristeza.

jueves, 16 de noviembre de 2017

Quítale el móvil al niño

ÁLVARO BILBAO   |   El País   |   25/06/2017

El trastorno de déficit de atención afecta a un creciente número de niños, y abre el debate en torno a los sobrediagnósticos

La atención es la ventana a través de la cual el cerebro se asoma al mundo que le rodea. Cuando el niño nace, apenas es capaz de dirigir su interés hacia el mundo exterior. Inicialmente sólo presta atención a sus propias sensaciones llorando cuando tiene hambre, sueño, frío o se siente solo. Poco a poco comienza a fijarla en el pezón de la madre que destaca como una forma más oscura en el horizonte. A partir de ahí comienza un largo viaje en el que el niño va aprendiendo que atender ciertos estímulos conlleva una serie de beneficios.
A las pocas semanas el niño reconoce con facilidad objetos que emiten ruido o se mueven; por eso los sonajeros captan su interés. Los padres hacen todo tipo de carantoñas con juguetes o con las manos para dirigir su atención, de ahí los cinco lobitos. Pero también comienzan, de manera instintiva a ayudarle a fijarla en estímulos inmóviles. Primero un árbol que mece sus hojas con suavidad, luego una foto en la que sale junto a su mamá y, más adelante, un cuento en el que casi no pasa nada.

Así, el niño comienza a desarrollar una habilidad tremendamente compleja, que es la de controlar la propia atención y dirigirla no sólo a aquellos estímulos que se mueven, sino también a aquellos que están más quietos o son más aburridos. De esta forma crecerá siendo capaz de atender a su profesor, aunque el compañero de al lado esté haciendo el tonto. Aprenderá a abstraerse con el libro que lee, aunque una mosca lo sobrevuele, y llegará a ser capaz de concentrarse al volante, a pesar de que la carretera sea una larga recta y su cerebro esté cansado.
Dominar la atención y ser capaz de eliminar otros estímulos que intentan distraernos es una habilidad que ofrece múltiples ventajas. Nos permite concentrarnos en lo que realmente queremos o deseamos, detectar detalles y matices que otros pasan por alto, aprender idiomas con más facilidad, persistir en nuestras metas hasta alcanzarlas o reducir los niveles de estrés.

Desde hace años vivimos un auténtico auge de un diagnóstico que provoca sufrimiento entre los más pequeños: el trastorno por déficit de atención (TDA). Desde los años setenta hasta 2010, el número de niños diagnosticados en Estados Unidos se multiplicó por siete. Desde 2000 hasta 2012, el número de recetas expedidas en Reino Unido para tratar este trastorno cognitivo se multiplicó por cuatro. Los factores que han provocado esta alza son muchos y complejos. Por una parte, la sensibilización de los pediatras ha hecho que se detecten con más eficacia. Por otra, la posibilidad de diagnosticarlo a partir de los tres años (en lugar de a los seis años) ha sido otro motivo para el aumento de la prevalencia.

Sin embargo, también hay otras razones que son más difíciles de entender. La más preocupante de todas ellas es el sobrediagnóstico: los expertos más alarmistas estiman que como mucho un 4% de la población infantil podría sufrir este trastorno y, sin embargo, la realidad es que un 10% de los niños en nuestro país tomarán medicación para el TDA en algún momento de su vida escolar.
Las razones que llevan al sobrediagnóstico parecen ser muchas. Los padres pasan menos tiempo con los hijos y esto parece interferir en el desarrollo de habilidades como el autocontrol o la capacidad para sobrellevar la frustración. Los colegios tienen menos paciencia con los alumnos difíciles o que no están tan motivados para aprender, en muchos casos presionados por los resultados académicos de la escuela en su conjunto.

También nos encontramos con la intrusión de las nuevas tecnologías en el cerebro en desarrollo de nuestros hijos. Desde los años ochenta sabemos que más tiempo frente al televisor se traduce en menos paciencia y autocontrol, peor desarrollo madurativo de la atención y mayores tasas de fracaso escolar. La razón es muy sencilla, cuando el niño juega, dibuja o interacciona con sus padres o hermanos, su cerebro debe dirigir la atención voluntariamente a aquellos estímulos o personas con los que interacciona. Cuando se sienta frente al televisor es la tele la que atrapa el interés del niño y hace todo el trabajo.

Por eso nos gusta ver la tele y engancharnos al móvil, no porque estimulen nuestro cerebro, sino porque nos entretienen, nos relajan. Hoy, los dispositivos móviles se utilizan para distraer al niño cuando se tiene que concentrar en terminar una papilla. Para entretener al niño cuando tiene que esperar en el pediatra. Para despistar al niño cuando tiene que esforzarse en ponerse el pijama al final del día. Con este tipo de estrategias parece sensato que el cerebro aprenda que cada vez que tiene que esforzarse, concentrarse o esperar quieto…, tiene permiso para distraerse.

Sin lugar a dudas estamos educando niños menos pacientes, menos atentos y con menor capacidad de esfuerzo, reflejo de una generación de padres menos pacientes y que damos menos valor a hacer las cosas despacio.

Todo ello lleva a que muchos niños sean llevados a un especialista que observa en él todos los síntomas necesarios para el diagnóstico: poco autocontrol, distracción o falta de motivación. En el caso de muchos niños el diagnóstico y el tratamiento son acertados. Para muchos otros, creemos, el trastorno por déficit de atención es un estigma de una sociedad que va demasiado deprisa para educar despacio.

Algunos niños, con ayuda de sus padres, profesores o terapeutas van desarrollando habilidades cognitivas como un mayor autocontrol o paciencia que permiten reducir y compensar las dificultades atencionales. A medida que se hacen mayores suelen preferir y encajar bien en trabajos que les permiten moverse y hacer cosas diversas a lo largo del día.

Pero pueden seguir existiendo desafíos en la vida cotidiana. Muchos los encuentran cuando tienen sus propios hijos y la paciencia, el orden o la organización vuelve a ser un elemento adaptativo fundamental. 

Algunos adultos con dificultades de atención no experimentan ninguna dificultad en su vida cotidiana, otros se regulan gracias a la medicación y un tercer grupo sufre muchas de estas dificultades pero no tiene ni idea de que el origen esté en una alteración de sus procesos atencionales y ejecutivos, ni conoce cómo compensarlos.

Nota.- Álvaro Bilbao, neuropsicólogo, es autor de ‘El cerebro del niño explicado a los padres’.


viernes, 10 de noviembre de 2017

Día mundial de la salud mental: entender y convivir con la psicosis juvenil

PSIQUIATRIA

CAROLINA GARCÍA  | Madrid  |  El País  | 10/10/2017

Los padres piden ayuda en situaciones extremas, cuando el joven demuestra una gran desconfianza hacia su entorno, dice cosas extrañas o habla solo.

Los episodios psicóticos, caracterizados por cambios en el comportamiento extremos, suelen exteriorizarse a edad temprana, en la juventud y, sobre todo, cuando se está atravesado una situación vital límite que supera los recursos emocionales y las herramientas cognitivas de las personas que los sufren, entrando en una crisis de angustia insoportable que muchas veces les aleja de la realidad. 

Uno de los síntomas más reconocibles de estos brotes psicóticos son las alucinaciones: hablar, ver, saborear, interrelacionarse con cosas que no existen. Pero, ¿cómo es convivir con un joven que padece este trastorno? Para responder a esta pregunta en este martes 10 de octubre, día en que se celebra el Día Mundial de la Salud Mental, contamos con la experiencia de Silvia Parrabera, directora de la Unidad de Atención Temprana de Fundación Manantial, psicóloga y terapeuta.

En España se detectan unos 4.500 casos nuevos al año, en su mayoría jóvenes. "Aunque más del 10% de la población escuchará alguna voz en su vida cuando no habla nadie", explica la experta. Los primeros episodios psicóticos suelen aparecer en la franja de edad entre los 14 y los 30 años, pero podría darse a cualquier edad.

“Las personas que sufren episodios psicóticos son personas que pueden mantener fuertes creencias que a los demás les pueden resultar extrañas. Por ejemplo, la creencia de que están siendo controlados sus pensamientos o que existe una conspiración contra ellos. Estas creencias han sido referidas como delirios”, añade Parrabera. Estas experiencias suelen coexistir junto a otras no tan llamativas, como son la falta de energía o el exceso, la depresión, la angustia y la ansiedad, el aislamiento, dejando de ver a los amigos y a la familia, y la falta de rendimiento escolar o laboral. “Todo ello podría anunciar una primera crisis psicótica”, añade Parrabera.

Según la experta, algunas personas experimentan estos episodios en una ocasión y otras de vez en cuando, en períodos de mucha angustia. En la mayor parte de los casos, el sufrimiento es tan grande que los propios jóvenes o las personas más cercanas buscan ayuda profesional. Parrabera nos pone en situación.

PREGUNTA: La primera pregunta es casi obligada: ¿cómo se detecta un episodio psicótico?

RESPUESTA: Obviamente es fundamental una detección temprana y un tratamiento adecuado para que lo que comienza siendo una crisis no se convierta con el tiempo en un trastorno mental grave. Como la mayoría de los primeros episodios se dan en la adolescencia o la primera juventud, son las personas que conviven con ellos los que pueden darse cuenta, principalmente la familia, los amigos, la pareja y los profesores. Estos se pueden percatar del estado de angustia, del aislamiento, de los cambios de hábitos... Pedir ayuda suele coincidir con la percepción de que el joven vive en una desconfianza extrema, dice cosas extrañas, habla solo o parece estar hablando con voces que ellos no escuchan o con presencias que ellos no perciben.

P: ¿Una vez detectado el episodio, cuál suele ser la primera reacción de los padres?   |   R: Se asustan. Una experiencia de este tipo no aparece sin más, suele tener un recorrido anterior en el que los padres o allegados se dan cuenta del cambio en su hijo. Antes de llegar a los delirios y las alucinaciones evidentes, es posible que se hayan dado cuenta de cómo se ha ido aislando o de cómo ha dejado de asistir a clase (...) está triste o perplejo, no duerme o lo hace de día. mientras vive de noche encerrado en la habitación. Hasta aquí se podría parecer a una adolescencia especialmente difícil, pero cuando aparecen los delirios o las alucinaciones es cuando se dan cuenta de que la situación es grave.

P: ¿Está prepara la Red de Salud Mental para actuar con rapidez?   |   R: No. En España sería necesario que la Red de Salud Mental desarrollara estrategias de sensibilización entre la población y diera una formación básica a médicos de atención primaria, profesorado y técnicos de servicios sociales para saber distinguir las señales que indican que una crisis de este tipo está sucediendo.
Actualmente, la atención temprana a los primeros episodios psicóticos, que incluye el desarrollo de la sensibilización y la divulgación de este conocimiento básico entre adultos y jóvenes para detectar los casos de crisis no tiene apenas recorrido, aunque existen algunos servicios especializados, como la Unidad de Atención Temprana que Fundación Manantial puso en marcha en Alcalá de Henares en el año 2014, en colaboración con el Servicio Madrileño de Salud.
Es objetivo de estas unidades demostrar la necesidad de atender a las personas que atraviesan estas primeras experiencias psicóticas y a sus familias, con el fin de desviar el camino que conduce a un trastorno mental grave de larga evolución, con las consecuencias discapacitantes que pueda conllevar en la vida de quienes los padecen y a su entorno.

P: ¿A pesar de los pocos recursos, cuáles son lo que existen para estas personas?   |   R: En nuestro país, hay algunas experiencias puntuales de programas de atención temprana, algunas de ellas con un recorrido más prolongado, como es el caso de comunidades como Cantabria o Andalucía. Pero servicios especializados solo los hay concertados en Cataluña, y desde hace poco en la Comunidad Valenciana y Navarra. En la Comunidad de Madrid existen algunos programas puntuales en algunos hospitales, como el Gregorio Marañón.
Pero en España los profesionales de salud mental no disponen del tiempo necesario para acompañar el sufrimiento particular de estas personas y sus familias, ni de herramientas terapéuticas más allá del tratamiento psicofarmacológico y los ingresos psiquiátricos cuando la situación es muy grave. Y estos recursos no son los ideales para una persona que por primera vez se encuentra en una situación de crisis que le genera tanto miedo, desconfianza, confusión y vergüenza. Generalmente, esta forma de tratar las primeras experiencias psicóticas resulta traumática y, como consecuencia, genera rechazo hacia los profesionales que deberían estar cerca para ofrecer su ayuda en los momentos críticos.

P: ¿Una vez el joven consigue entrar en una de estas unidades o acude a un especialista privado, cómo sería el tratamiento?   |   R: Hay diversas formas de ofrecer tratamiento dentro del marco de la Atención Temprana a los primeros episodios psicóticos. Tradicionalmente en Occidente se atiende en primera instancia a través del uso de psicofármacos y si la experiencia psicótica persiste o se repite con actividades terapéuticas de tipo psicosocial. Nosotros preferimos inspirarnos en el marco de Diálogo Abierto proveniente de Finlandia, en el que se da prioridad a la terapia psicosocial en la que participan las familias, tratando de emplear la medicación en las menores dosis posibles. Además, lo más importante es que la persona pueda pensar porque le vas a ayudar a salir de la crisis y va a poder retomar su proyecto de vida.

P: ¿Entonces el tratamiento también incluye a la familia, cuál sería su trabajo en este proceso terapéutico?  |  R: Hay que entender que cuando se trata de una experiencia psicótica la situación de crisis es compartida por todas las personas que conviven juntas. Su participación nos puede ayudar a comprender las circunstancias que han precipitado la crisis, además de que la red de apoyo es fundamental para que la persona se sienta entendida, pueda pensar en lo que necesita en esos momentos y le apoyen con su intervención en los periodos críticos.

P: ¿Estos jóvenes se llegan a recuperar?  |  R: Querría dejar claro que la recuperación total es posible, que muchos de los jóvenes que se enfrentan a estas experiencias salen reforzados y más maduros sin que se vuelvan a repetir estos episodios. Si la atención temprana no se recibe desde el principio, sabemos por los estudios y por experiencia propia que las repeticiones continuadas de las crisis desembocan en un diagnóstico de trastorno mental grave difícil de revertir.
Además, convivir de forma continuada en esta situación de crisis deriva en otros problemas de salud mental, tales como el riesgo de suicidio, depresión, ansiedad y consumo de tóxicos que afectan tanto a las personas que viven la experiencia psicótica como a sus familiares.

Los cinco primeros años conforman una etapa fundamental para la recuperación. Sabemos que aseguran un futuro mejor si el tratamiento es el adecuado, aunque, reitero, el sistema de salud mental habitual en España no cuenta con recursos para ello. Y obliga a las familias a acudir a centros privados y concertados. Eso sí, como nosotros, están preparados para atenderlos.

¿Acepto lo que hoy me toca vivir?


MARIJOSE CÉSAR  |  La Vanguardia  |  29/10/2017

La intensidad del sufrimiento depende del grado de resistencia al momento presente. Echart Tolle
 Michel Foucault decía “No me pregunten quién soy, ni me pidan que siga siendo el mismo.” Y es que hoy por hoy encuentro mucha sabiduría en él “No  me pidan que siga siendo el mismo.”  Pues estamos en constante cambio en constante  aprendizaje, y eso es la vida.
 Definitivamente hoy me toca vivir tal  vez alguna situación o experiencia de aprendizaje que me genera frustración o enojo, pero sin duda, viene a enseñarme algo y contribuye a mi evolución como persona. 
Un factor clave para vivir con paz ante cualquier situación, es comprender desde la razón y consciencia, que sea como sea el momento presente, hay que aceptarlo.
El verdadero secreto para la salud mental, física y emocional, radica en vivir el presente sabiamente, sin quedarnos en el pasado o anticipar los problemas del futuro. La realidad es que aunque sepamos a ciencia cierta que el presente es lo único que tenemos seguro, no sabemos estar en él. Somos expertos en tapar o evadir las emociones que nos generan incertidumbre o incomodidad. Pero cierto es también que para vivir a consciencia el gozo o dolor que se me atraviesa, sólo puedo hacerlo, si desarrollo la habilidad de “estar” y “sentirme” en el aquí y ahora y me permito sentir y reconocer todo lo que conlleva este suceso y las emo- ciones latentes.
¿Por qué hablo de esto? Porque ciertamente hay etapas en la vida unas veces más pesadas que otras. No quisiera radicalizar ni hacer menos ninguna, pero una dificultad laboral económica, la enfermedad de algún padre, madre, hijo o la separación -desprendimiento -duelo de un ser querido, requieren de un movimiento fuerte: mayor esfuerzo, cuidados, tiempo y dedicación.
¿Cuál es la etapa que estás viviendo en estos momentos? Pudiera ser un duelo difícil un pico en el ámbito laboral que te obliga a sacrificar tiempo propio y con la familiaestudiar alguna carrera o maestría, cuidar y mantener una familia o estar pendiente de ti y tu propia vida. Sea lo que te toque vivir, recuerda que sólo tú puedes vivir y atravesar esta experiencia porque Dios la ha destinado para ti, para pulir el diamante que eres y transmitir esa enseñanza a otros. Nada es casualidad, todo es perfecto, pues es el plan de Dios para ti.
Solemos vivir pensando o deseando que suceda “eso que no tenemos”, ese cambio de puesto, viaje o vacaciones, ya salir de la oficina o dejar de trabajar, que los hijos crezcan, cambiarnos a otra casa, tener tiempo para hacer ejercicio, casarnos, etc. Imaginamos nuestra vida en otro momento o situación. Está bien aspirar y definir motivaciones para luchar con más fuerza, pero sin dejar que las dificultades y contra- riedades del día nos hagan evadir el presente y estar en constante queja por no tener “eso” o no haber logrado “tal proyecto”.
Marianne Williamson decía que no sanamos nuestro pasado quedándonos en él, lo hacemos viviendo al máximo el presente. Pero, ¿qué tanto estamos en él? Tal vez nos encontramos en un momento difícil, tal vez el más difícil de nuestras vidas, pudiera ser doloroso, lo cual es normal y natural, pero hay que tomarlo para sanarlo. Para vivir al máximo hay que vivir esas emociones y permitirnos experimentar esa etapa con todas las fuerzas del alma.
Pregúntate lo siguiente...
¿Qué te está costando de este momento?
¿Qué aprendizaje puedes sacar de esta situación a la que te resistes?
¿Qué bendiciones estás viviendo hoy?
¿Qué está en tus manos aceptar para tener más paz en esta etapa?
¿Cómo pudieras vivir más pleno tu presente?
¿Qué actitudes reflejas a tu alrededor?
¿De qué te quejas constantemente?
¿Cuál es la etapa que más te ha costado en tu vida? ¿Aún la cargas?
La única forma de crecer y saber si estamos tomando nuestro presente es reflexionando sobre nuestros pen- samientos y acciones. Hoy decídete a soltar ese pasado y elije desde tu corazón vivir tu presente y lo que conlleva.
“Yo elijo vivir en el ahora. Cuando mi mente viaja a mi pasado o a la incertidumbre del futuro, atraigo con amor a mi mente mi presente. En el ahora estoy y me siento vivo, y es aquí cuando experimento mi vida a conciencia.
Abrazo toda situación que hoy me toca vivir, y me permito mirar a conciencia lo que tengo que aprender, lo que tengo que soltar, en lo que tengo que fluir. Dejo que esta experiencia me nutra y la acepto como parte de mi historia; y así es.” 

miércoles, 1 de noviembre de 2017

Mujeres, las más afectadas por trastornos de la personalidad

NOTIMEX   |  La Vanguardia   |   29/10/2017

Esta patología se caracteriza por un patrón de inestabilidad en el estado de ánimo y en las relaciones interpersonales, con ira inapropiada y muy intensa, autolesiones y conductas impulsivas, incluidos frecuentes intentos de suicidio, informó la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

México.- El trastorno límite de la personalidad o borderline, que padece dos por ciento de la población mundial, se presenta en más proporción en mujeres, con casi 75 por ciento de los casos.
Esta patología se caracteriza por un patrón de inestabilidad en el estado de ánimo y en las relaciones interpersonales, con ira inapropiada y muy intensa, autolesiones y conductas impulsivas, incluidos frecuentes intentos de suicidio, informó la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En un comunicado, destacó que quienes lo padecen se les llega a considerar individuos de más riesgo o peligro, porque tienden a la agresividad y a veces a la violencia física, pues son irritables, reactivos emocionalmente, impulsivos, irascibles y explosivos.
Dadas estas circunstancias, Ingrid Vargas Huicochea, académica del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina, dijo que el trato es complicado y por lo general quienes están a su alrededor tienden a alejarse.
Comentó que al igual como sucede con los trastornos de la personalidad éste se diagnostica con certeza hasta la edad adulta, cuando las características propias de la forma de ser de los sujetos se han consolidado, pero puede haber indicios desde la adolescencia.
La psiquiatra comentó que en el  trastorno límite de la personalidad los cambios en el estado de ánimo son reactivos, es decir, responden a algún problema o situación ambiental.
En general, se relacionan con problemas con la pareja, los padres, la familia o con alguna noticia impactante, expuso.
Este trastorno tiene un dato clínico que se presenta invariablemente, y es la sensación crónica de vacío.
“Usualmente los afectados indican que viven con un vacío que no pueden llenar con nada ni con nadie. Ésa es una de las manifestaciones principales de la personalidad límite”, destacó.
La especialista indicó que el diagnóstico es sólo clínico, a través de un interrogatorio a los pacientes y a las personas cercanas, y de la observación de ciertas características que puedan orientar sobre los cambios de personalidad.
Para su tratamiento no existe fármaco específico, la base es una psicoterapia formal y sistematizada, realizada por profesionales con experiencia en el manejo de personas borderline.
“Se llegan a usar medicamentos para controlar algunos síntomas, pero no están diseñados para tratar la esencia del problema, para eso no hay más que la psicoterapia a largo plazo”, agregó.