miércoles, 28 de abril de 2021

Detrás de un niño hiperactivo, ¿traumas o estrés infantil?

 

VALERIA SABATER     |    La Mente es Maravillosa    |    15/07/2020

Detrás de un niño hiperactivo, a veces, puede existir la marca de un trauma. Caer en un diagnóstico desacertado podría traer efectos muy serios en la vida del pequeño.


Detrás de un niño hiperactivo pueden existir realidades muy delicadas. Así, y por llamativo que nos parezca, en ocasiones nos dedicamos a medicar comportamientos sin comprender primero qué factores impulsan y subyacen detrás de determinadas conductas. Hay pequeños que sufren estrés, otros que viven en entornos desestructurados y otros que padecen problemas de apego…

 

Empezaremos señalando antes de nada que estamos ante un tema muy sensible. Sensible para los profesionales de la salud y complejo también para las familias con niños diagnosticados con TDAH. En primer lugar, son muchos los psicólogos, psiquiatras y neurólogos que se quejan de esa posición por parte de quienes asumen que el trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad no es real.

 

Este síndrome conductual presenta un amplio espectro de manifestaciones y según Según Murphy y Gordon (1998), suele afectar entre un 2 y un 5% de la población infantil. Aparece antes de los 7 años y, en caso de no recibir un diagnóstico adecuado, es muy probable que en edades adultas aparezcan otros problemas asociados, como trastornos de ansiedad e incluso depresiones.

 

La existencia de niños hiperactivos, impulsivos, y con problemas de atención viene documentada desde el siglo XIX.  El pediatra británico Sir George Frederic Still (1868–1941) fue el primero en describir esta condición. A día de hoy, tanto psicólogos clínicos como psiquiatras siguen defendiendo la realidad del TDAH.

 

No obstante, hay un hecho que enfatizan por encima de todas las cosas: la necesidad de realizar un diagnóstico correcto.

 

Detrás de un niño hiperactivo no siempre hay TDAH (trastorno de déficit de atención con o sin hiperactividad)

Hay niños nerviosos, pequeños que presentan conductas desafiantes, violentas y disrruptivas en clase. Asimismo, y por otro lado, también hay niños inquietos e incapaces de desplegar todo su potencial cognitivo porque las condiciones del aula no se ajustan a sus necesidades educativas.

 

En este caso tenemos dos realidades muy distintas que no pueden etiquetarse de igual modo bajo el término TDAH. Y es aquí donde se abre la auténtica raíz del problema. No todos los alumnos vagos, revoltosos, molestones o tendentes a las rabietas pueden caer en una misma categoría. Los habrá que se beneficien enormemente de una adaptación curricular específica para este síndrome conductual.

 

Sin embargo, otros pequeños necesitarán otro tipo de asistencia. Porque a veces, detrás de un niño hiperactivo subyace un trauma. En estos casos, ni las adaptaciones escolares ni las medicaciones pueden arreglar por ejemplo, un entorno familiar abusivo, caótico o desestructurado.

La historia de un caso

Nicole Brown, es una psiquiatra infantil que trabaja en el Hospital Johns Hopkins de Baltimore. Su caso particular fue publicado en numerosos medios con un fin muy concreto: sensibilizar a los colegios, a los médicos, psicólogos y psiquiatras de la necesidad de llevar a cabo diagnósticos más precisos, sensibles y ajustados.

 

En la reunión anual de Sociedades Académicas Pediátricas, la doctora Brown presentó una amplia información recabada a lo largo de sus años de trabajo en el hospital psiquiátrico. Informó que una buena parte de los niños diagnosticados con TDAH no lo eran en realidad, de hecho tras un niño hiperactivo lo que había muchas veces era hipervigilancia estrés y disociación, es decir, un trauma.

 

Eran esos casos donde ni la terapia conductual ni los estimulantes funcionaban. Eran situaciones más delicadas donde el origen estaba ni más ni menos que una familia disfuncional o un hecho traumático sufrido en algún momento.

 

La importancia del diagnóstico 

Los doctores Marc Ferrer, Óscar Andió y Natalia Calvo, realizaron un interesante estudio donde diferenciar la sintomatología en edades adultas de los traumas, de los trastornos límite de personalidad y del TDAH. Se sabe, que las marcas traumáticas originan comportamientos muy similares a la hiperactividad y que a medida que el niño crece y se convierte en adulto, sus efectos son mucho más adversos.

·        Detectar por tanto en edades tempranas la existencia de este tipo de realidades es por tanto indispensable.

·        Porque el comportamiento desatento, impulsivo y nervioso no responde en el 100% de los casos al TDAH y esto es algo que deben saber los educadores así como cualquier persona que trabaje a diario con niños.

·        En algunas ocasiones, detrás del niño hiperactivo lo que hay es adversidad, sufrimiento familiar y estrés infantil.

·        De este modo, los buenos profesionales, los psiquiatras infantiles y psicólogos clínicos saben bien que cualquier evaluación incluye también a la  familia y ese entorno a veces complejo en el que viven algunos pequeños.


Asimismo, y por otro lado, también cabe puntualizar otro aspecto: los padres y las madres con niños diagnosticados de forma acertada con TDAH, saben que ellos no son responsables de este síndrome conductual.

Lo que tienen por delante, eso sí, es todo un proceso donde atender (en conjunción con la escuela) esas necesidades particulares que exigen estos pequeños a menudo tan brillantes y llenos de posibilidades.

 

domingo, 25 de abril de 2021

Cuando dormir es una epopeya - "Trastornos del sueño"


TONI POU   |    Barcelona   |    Diari ARA    |     18/04/2021 

Tanto las observaciones clínicas como la investigación científica han concluido desde hace tiempo que dormir bien es esencial para la salud. Las necesidades de sueño, sin embargo, no son iguales para todos. Los adolescentes, por ejemplo, empiezan a segregar la hormona que favorece el sueño, la melatonina, más tarde que los adultos. Esto hace que su horario fisiológico sea el de acostarse tarde y, claro, levantarse tarde. Se trata de un condicionante puramente biológico. En el caso de los ancianos ocurre lo contrario: la melatonina se segrega antes y en menos cantidad, por lo que con la edad se tiende a dormirse y despertarse antes, así como tener un sueño más ligero.

Por otro lado, los bebés no tienen ritmos de sueño marcados después del nacimiento y por eso duermen a ratos durante el día y la noche. A medida que se hacen mayores, tienden a condensar el sueño por la noche y al mediodía. Además de esta evolución natural, el proceso del sueño a menudo sufre alteraciones que reducen la calidad y tienen un impacto negativo en la actividad diurna. Estas alteraciones, llamadas trastornos del sueño, suelen clasificar en cinco tipos. 

Insomnio

Es la dificultad para dormirse, tanto al principio como cuando despiertas antes de tiempo y no puedes volver a conciliar el sueño. Si se produce alguna de estas situaciones tres o más veces por semana y, además, esto genera un malestar durante el día, se diagnostica insomnio. Este trastorno afecta a un 15% de la población adulta y tiene más incidencia en mujeres. Las causas del insomnio pueden ser múltiples. "Puede haber un desencadenante emocional que provoque una situación de estrés, una medicación por otra patología o incluso un componente genético", explica Sandra Giménez, médico de la unidad del sueño del Hospital de Sant Pau. 

"El abordaje de este trastorno es multidisciplinar y en la mayoría de los casos se basa en la llamada terapia cognitiva conductual", apunta Odile Romero, responsable de la unidad del sueño del Hospital de la Vall d'Hebron. Esta terapia se basa en fomentar una higiene del sueño correcta y en un trabajo psicológico para entender qué es el sueño y para qué sirve, y para romper con comportamientos aprendidos que no lo favorecen. 

Apnea

Se caracteriza por las pausas respiratorias durante el sueño. A menudo se produce por una obstrucción natural de las vías respiratorias que hace que el cerebro salga del estado de sueño para recuperar la respiración. Provoca fatiga, somnolencia y dolor de cabeza, y es un factor de riesgo cardiovascular. Afecta a un 15% de la población adulta, mayoritariamente a los hombres. Para diagnosticarla, se hace una prueba en un laboratorio del sueño. Los tratamientos son variados en función de cada paciente y pueden incluir la pérdida de peso en caso de sobrepeso, el cambio de postura para pasar a dormir de lado en lugar de hacerlo boca arriba, el uso de dispositivos mandibulares que se introducen en la boca y facilitan la apertura de las vías respiratorias o de una mascarilla que insufla aire de la misma habitación y evita el bloqueo, y, en algunos casos, la cirugía. 

Narcolepsia

Se trata de una aparición repentina de somnolencia durante el día. Puede ir acompañada de pérdida de tono muscular ante emociones fuertes, lo que, según Giménez, representa "un problema en edades escolares porque afecta el rendimiento académico y la actitud del afectado". "Si no se diagnostica, hay riesgo de que se califique a la persona de perezosa", dice la médica de Sant Pau. Se pueden tratar los síntomas con medicación. 

Parasomnias

Movimientos anormales durante el sueño. Incluye hablar mientras se duerme, rechinar los dientes, el sonambulismo, los terrores nocturnos -afecta sobre todo a los niños, que se despiertan aterrorizados y desconsolados- y los llamados trastornos de conducta de sueño REM, en los que parece que el afectado se pelee mientras duerme. En la mayoría de casos no requieren tratamiento. 

Síndrome de las piernas inquietas

Es una sensación de inquietud que se manifiesta sobre todo en las piernas cuando se está quieto. Dificulta la conciliación del sueño y puede provocar insomnio. Se puede tratar con medicación.

 

sábado, 24 de abril de 2021

Mi vida sin descanso: convivir con trastornos del sueño - Dosier "Trastornos del sueño"


LARA BONILLA y LAIA VICENS     |    Barcelona   |  Diari ARA   |   18/04/2021

Hay personas para quienes la noche no es sinónimo de descanso. Sufren trastornos del sueño, como insomnio, apneas o narcolepsia, que les condicionan en su día a día. Así es como conviven con ello. 

BRI

“Tengo miedo a dormir porque vivo los sueños como si fueran reales”

“Tengo todas las parasomnias y las tengo desde siempre. Tengo pesadillas muy vivas desde pequeña y también insomnio. Durante mucho tiempo me dormía una hora antes de que sonara el despertador. También tengo apnea, y hablando con la neumóloga le expliqué que, a veces, cuando me da un ataque de risa, me flojean las piernas y me caigo al suelo. Se llama cataplexia y es un síntoma de la narcolepsia. Al encontrar la respuesta de lo que estaba sufriendo me mejoró el ánimo, pero todavía tengo miedo de ir a la cama, porque vivo los sueños como si fueran reales y cuando son malos es muy angustioso”. 

CARLOTA Y LUIS

“El niño se despertaba 15-20 veces y a mí se me paralizó medio cuerpo”  

Cuando iba a la consulta del médico con un bebé en brazos y les decía que el niño no dormía, las miradas acostumbraban a ser de condescendencia: “Es tu primer hijo”, “los bebés se despiertan”, “¿qué creías que era tener un hijo?” Pero cuando meses después Carlota se presentó con medio cuerpo paralizado por el estrés y la falta de descanso, la escucharon. “Hasta entonces yo era una madre histérica que no asumía que había sido madre de un bebé”, relata Carlota. Los niños no son ajenos a los trastornos del sueño. Entre un 25% y un 30% de las visitas al pediatra están relacionadas con algún problema a la hora de dormir.

Los patrones de sueño de Luis, su primer hijo, iban más allá de los despertares nocturnos habituales de un bebé. Se dormía fácilmente, dormía seguido unas horas y después ya se pasaba el resto de la noche despertándose frecuentemente, cada veinte-cuarenta minutos (se despertaba entre quince y veinte veces cada noche). “Durante el día hacía siestas porque las necesitaba”, dice Carlota, que reconoce que lo pasó mal. “Físicamente no era persona. Necesitaba dormir y sufrí mucho. Trabajar de este modo es muy duro y me sabía mal porque en las épocas malas no era capaz de disfrutar, solo quería dormir”, recuerda. La falta de descanso también afectó a Luis. Pasó de ser un niño alegre a ser un bebé lloroso. “Cuando conseguía dormir, volvía a ser él”. Les recomendaron, para casos extremos como el suyo, darle antihistamínico en gotas, en dosis muy bajas. “No crea adición al niño pero sí a los padres, porque ves que es la única forma de poder descansar”, reconoce. Las retiraron progresivamente y acudieron a la unidad del sueño del Hospital de la Vall d'Hebrón, donde les recomendaron melatonina, que combinaron con la ayuda de una especialista del sueño. Vieron mejoras: dormía cabezadas más largas. “Pero entonces empezó a despertarse de madrugada y a estarse tres horas despierto. Los microdespertares se convirtieron en horas de vigilia”, recuerda Carlota.  

El padre asumió el peso de acompañar a Luis en los despertares nocturnos puesto que él también tiene problemas de insomnio. “Nos dijeron que tiene un componente genético importante, su padre también duerme poco y mal. Se va despertando cada hora y media y las noches que duerme tres o cuatro horas seguidas, ya es mucho”. 

Con la ayuda de profesionales, los patrones de sueño de Luis mejoraron y, a día de hoy, con cuatro años y medio, a pesar de que se continúa despertando, solo lo hace una o dos veces. “Y es un despertar de entre cinco minutos y una hora”, dice Carlota. Admite que no siempre se han sentido comprendidos y que tienen que ser estrictos en horarios y rutinas para asegurar que Luis mantiene un buen descanso. También saben lo que es un niño dormidor: su hijo pequeño, de dos años, duerme doce horas de un tirón prácticamente desde que nació.

MANUEL

“Tuve 54 apneas en una hora mientras dormía”

“Hace seis años dormía bien por las noches, pero cuando llevaba una hora trabajando, me entraba mucho sueño y me podía quedar dormido. Soy conductor, y me ponía la radio a toda castaña o intentaba distraerme, pero sufría un poco porque no eres consciente que te estás durmiendo. Me hicieron la prueba de la apnea y me encontraron que tenía 54 apneas en una hora mientras dormía. Esto quiere decir que me quedaba sin respiración. Ahora llevo una máquina para dormir, que va conmigo siempre. No me acostumbraré nunca a esto, pero ahora estoy mejor”.  

ORIOL

“No era consciente de que me levantaba y hablaba por la noche con los ojos abiertos”

“No sé en qué momento empecé a ser sonámbulo. Hay épocas en las que es más intenso, y otras, como por ejemplo ahora, en que ya hace años que no tengo ningún episodio. Yo no era consciente que tenía este problema hasta que mi pareja me dijo que hablaba por las noches. Hablar mientras duermes es una cosa bastante común, pero otra cosa es hablar con los ojos abiertos y explicar una historia o levantarme, que es lo que hacía yo. Sí que he tenido miedo de lo que puedo llegar a hacer, pero nunca he ido al médico, porque me cuesta mucho y porque acabó remitiendo. Siempre he dormido muy mal, y aunque ahora no tengo estos episodios, sigo levantándome muy cansado”. 

Siete claves para dormir bien - Dosier "Trastornos del sueño"


Barcelona   |   Diari ARA    |    18/04/2021

1.Mantén horarios regulares, incluso el fin de semana

"Aunque durmamos mal, es importante levantarse a la misma hora para no engañar al cerebro sobre cuándo es de día y cuándo es de noche", explica Sandra Giménez, médico de la unidad del sueño del Hospital de Sant Pau. "Somos un reloj de 24 horas, que no podemos hacer funcionar diferente entre semana y los fines de semana", constata Odile Romero, responsable de la unidad del sueño del Hospital de la Vall d'Hebron. 

2.Cuidado con las comidas

No ingerir estimulantes como el café o el chocolate, hacer comidas ligeras a la hora de cenar y dejar pasar unas dos horas entre la cena y la hora de acostarse. "Durante el sueño muchas funciones del cuerpo se ralentizan y la digestión no se hace tan bien mientras se duerme", explica Giménez. "La cena debe ser ligera, pero tampoco hay que ir a la cama con hambre porque entonces nos podemos despertar por este motivo", apunta Romero. 

3.Evita las pantallas

Evitar la exposición a luz intensa antes de acostarse y fomentarla durante la mañana. Según Giménez, "hay que evitar el uso de dispositivos como tabletas y teléfonos móviles antes de ir a dormir porque, aparte de hacer que estemos más activos cognitivamente, la luz atenúa la formación de melatonina, una hormona que favorece el sueño". "En caso de trabajar en un despacho oscuro, se pueden utilizar unas gafas de luz durante la mañana", añade Romero.

4.¿A qué temperatura tienes la habitación?

Mantener una temperatura adecuada en la habitación, más bien tirando a fresca. Además de eso, el lugar donde se duerme debe ser oscuro y silencioso. 

5.Baja las revoluciones

Encontrar un rato para desconectar de la actividad diaria antes de ir a dormir. "Se pueden hacer ejercicios de relajación, leer o lo que a cada uno le vaya bien para hacer un break", apunta Giménez. 

6.No hagas deporte antes de ir a dormir

Evitar el ejercicio intenso por la noche. "Los jugadores de fútbol no pueden dormir después de un partido, porque han segregado adrenalina, que mantiene el cuerpo en estado de alerta", explica Romero. "Se pueden hacer estiramientos o actividades similares", añade.

 7.No duermas después de comer

Rehuir de las siestas largas. "Si dormimos al mediodía, no dormiremos tanto por la noche", destaca la médico de Sant Pau.

jueves, 22 de abril de 2021

Fentanilo: Las claves para entender la epidemia de esta droga

CRISTINA RODA RIVERA    |    La Mente es Maravillosa     |     08/04/2021

El fentanilo es un medicamento para el dolor que se ha transformado en un riesgo para la salud pública. Su producción y distribución ilegal como droga está causando verdaderos estragos en el mundo.

El consumo de fentanilo en Estados Unidos y en Europa no para de crecer. El fentanilo, recetado para el dolor por médicos, no tardó en extenderse. Por otra parte, traficantes de heroína vieron la oportunidad de cortar su droga con una sustancia 50 o 100 veces más fuerte que la morfina.

 

Además de la propia adicción, muchos consumidores de heroína o fármacos opioides comprados en el mercado ilegal desconocen las dosis de fentalino que se ha añadido a su composición. Podríamos hablar no solo de un problema de adicción, sino de un envenenamiento masivo de la población.

¿Qué es el fentanilo?

El fentanilo es un analgésico opioide sintético. Es mucho más potente que otros opioides y está aprobado para tratar el dolor intenso, generalmente causado por cáncer en estado avanzado.

Los médicos pueden recetar opioides para tratar el dolor moderado o intenso. Pero, ¿qué tienen en común todos los opioides?, ¿dónde reside su potencial adictivo?

Los opioides más conocidos incluyen la heroína ilegal, los opioides sintéticos como el fentanilo y los analgésicos disponibles legalmente con receta médica, tales como oxicodona, hidrocodona, codeína o morfina.

Todos los opioides tienen una estructura química común e interactúan con receptores de la misma gama en las células nerviosas de cuerpo y cerebro. Los analgésicos opioides son generalmente seguros cuando se toman durante un período corto y según lo prescrito por un médico, pero debido a que producen euforia además del alivio del dolor, pueden usarse indebidamente.

 

Es decir, lo que en principio estaba destinado a paliar el dolor físico pasa a usarse para obtener sensación de bienestar; se trasforma en un recurso demasiado fácil.

Puede empezar a tomarse de una manera diferente en una cantidad mayor que la recetada o tomarse sin receta médica. El uso regular, incluso según lo prescrito por un médico puede provocar dependencia, adicción, incidentes de sobredosis y muerte.

Fentanilo: un problema sin control

El fentanilo no se parece a ningún otro problema relacionado con las drogas en la historia moderna. Es más útil pensar en ello como una intoxicación masiva que como una epidemia tradicional de adicción a sustancias.

El fentanilo y otros opioides sintéticos se han extendido por algunas partes de Estados Unidos y Europa, mientras que otras zonas están libres de consumo ilegal.

Bryce Pardo, uno de los principales responsables de políticas de drogas en Estados Unidos, declaró: “No hemos visto nada como esto desde que la heroína salió a la calle por primera vez hace más de 100 años”. Enfrentar la crisis del fentanilo va a requerir mucho más que interrumpir el suministro y hacer que las personas reciban tratamiento.

¿Cómo se extendió el uso inadecuado de opioides?

Entre 1999 y 2019, casi 500 000 personas murieron por sobredosis de cualquier opioide, incluidos los opioides ilícitos y los recetados. Este aumento en las muertes por sobredosis de opioides se puede resumir en tres oleadas distintas.

 

·        La primera ola comenzó con una mayor prescripción de opioides en la década de 1990, con un aumento de las muertes por sobredosis de opioides recetados (opioides naturales, semisintéticos y metadona) desde al menos 1993.

·        La segunda ola comenzó en 2010, con un rápido aumento de las muertes por sobredosis de heroína.

·        La tercera ola comenzó en 2013, con un aumento significativo en las muertes por sobredosis que involucran opioides sintéticos, particularmente aquellas relacionadas con fentanilo fabricado ilícitamente. El mercado del fentanilo fabricado ilegal sigue cambiando y se puede encontrar en combinación con heroína, píldoras falsificadas y cocaína.

Fentanilo: más fácil de obtener

El fentanilo no es un fármaco nuevo. Se ha utilizado durante décadas como analgésico y anestésico. Los cirujanos aprendieron a observar de cerca a sus pacientes después de administrarles fentanilo debido a la forma en que endurece los músculos que controlan la respiración. Fue difícil de hacer y difícil de encontrar en las calles, hasta que no lo fue.

 

Hoy en día, el fentanilo es un producto de pedido por correo que se comercializa en Internet y se envía directamente a los consumidores y distribuidores. Parte de ella llega a través de la frontera de México, pero otra gran parte proviene de laboratorios mal regulados en China.

Los traficantes de drogas no necesitaban de mucha imaginación para darse cuenta de que podían cortar una bolsa de heroína con fentanilo barato y embolsarse la diferencia. Sin embargo, el fentanilo no solo es más barato que la heroína; también es hasta 30 veces más potente. Un error de dosificación de pocos gramos de sal puede matar a una persona.

 

Perspectivas de cambio 

Este problema se ha convertido en una epidemia de salud pública con consecuencias devastadoras. Efectos que van desde el aumento del abuso de opioides y muertes relacionadas hasta la creciente incidencia del síndrome de abstinencia neonatal o mayor propagación de enfermedades infecciosas.

Investigaciones recientes también han registrado un aumento significativo de la mortalidad en personas de mediana edad, de manera marcada entre los estadounidenses blancos con menor nivel de estudios. Por otro lado, los investigadores de la organización RAND entrevistaron a expertos, funcionarios de salud pública y agentes de control de drogas en media docena de países.

Los resultados encontrados desvelaron que no se ha dado el fenómeno de que el fentanilo se hubiera “atrincherado” en un país y luego fuera dejado de lado. Por ejemplo, en Estonia ha existido un mercado ilícito de fentanilo durante casi 20 años. Este país está superando la epidemia a partir de un fuerte programa de distribución de naxolona que comenzó en 2013, tras un año dramático en sobredosis y muertes.

La solución pasa en invertir más en prevención, además de reforzar las intervenciones en consumidores activos, de manera que las personas con trastornos por uso de sustancias reciban el tratamiento que necesitan.

Es necesario encontrar formas de interrumpir el flujo de opioides sintéticos a través del correo postal o hacer que la naloxona esté mucho más disponible para quienes la necesiten. Una parte de la solución que implica la acción estatal y una concienciación por parte de los profesionales sanitarios. 

  

"Dormir bien es tan importante como hacer ejercicio" - Lluís de Lecea, psiquiatra - Dosier "Trastornos del Sueño"

 

TONI POU    |     Barcelona     |     Diari ARA     |     18/04/2021

Al escritor Vladimir Nabokov le horrorizaba tener que perder forzosamente la conciencia ocho horas cada día. Sin dormir, sin embargo, no habría escrito nada parecido a una obra maestra como Pálido fuego, porque su cerebro no habría sido capaz. Dormir es esencial para el buen funcionamiento del cerebro. Al mismo tiempo, el cerebro regula cuando nos dormimos y cuando nos despertamos mediante una hormona llamada hipocretina. Lluís de Lecea, catedrático de psiquiatría y ciencias del comportamiento en la Universidad de Stanford, es uno de los científicos que la descubrieron.

¿Qué es el sueño desde el punto de vista biológico?

— Es una coreografía muy complicada. El cerebro no se apaga sino que hay una reorganización del flujo de información que circula para hacerlo más eficiente durante la vigilia. En el reino animal hay muchas estrategias del sistema nervioso y todas convergen en el ciclo de sueño y vigilia. Incluso las esponjas y las hidras, que son animales muy primitivos y que realmente no tienen cerebro, tienen ciclos de actividad y de reposo. Por lo tanto, sospechamos que el sueño es realmente esencial para la actividad biológica. 

Más allá de los animales, ¿hay ciclos similares en otros seres vivos, como por ejemplo los unicelulares?

— Los seres unicelulares tienen ciclos metabólicos que, en bacterias y algas, están dictados por la disponibilidad de recursos, pero no son ciclos de sueño. Por eso pensamos que el sueño evoluciona a partir de estos ciclos metabólicos. 

En 1998 descubrió la hipocretina. ¿Cuál es el papel de esta hormona en el sueño?

— En vertebrados y en mamíferos, sabemos que hay enfermedades como la narcolepsia [somnolencia extrema durante el día] que están provocadas por la deficiencia de un grupo de neuronas que producen esta hormona. Sin ella, el ciclo de sueño y vigilia se desestructura. La hipocretina es imprescindible para un ciclo de sueño completo y bien estructurado porque integra circuitos que son esenciales para la estabilidad del sueño. Integra, por ejemplo, el metabolismo, que debe estar regulado de una cierta manera durante el sueño y de otra durante la vigilia. Y también integra las emociones. 

¿Son importantes las emociones en el sueño?

— Lo son, y mucho. En el caso de los animales, por ejemplo, las emociones positivas que liberan dopamina y que se producen cuando hay comida disponible o una oportunidad reproductiva impiden dormir. Cualquier cosa que activa los mecanismos de recompensa lo hace. Las emociones negativas, que en la naturaleza se resumen en el estrés, también. Si tienes un depredador detrás, no es una buena idea irse a dormir, ¿verdad? Pues todas estas variables se integran en el hipotálamo y la hipocretina es quien dice cuándo es momento de dormir o de despertarse. 

Se habla mucho de cuántas horas se debe dormir y en este sentido es muy interesante la idea del quantum de sueño. ¿Qué es?

— Es la unidad mínima de sueño continuo que es necesaria para que el sueño haga su función correctamente. Parece muy obvio que para tener una función plena del sueño necesitamos dormir un mínimo de 6 o 7 horas, y si no lo hacemos estamos hechos polvo. Los ratones, por ejemplo, tienen un ciclo de sueño de 15 minutos. Duermen ratos de 15 minutos que alternan con momentos de vigilia. En su ecosistema natural, si durmieran 7 horas, ya se habrían extinguido. Hemos visto que en los ratones el quantum de sueño es de unos 2 minutos, y que en los humanos podría ser de unas 4 horas. 

¿Esto quiere decir que con 4 horas de sueño deberíamos tener suficiente?

— Estas 4 horas serían el mínimo, no lo recomendable, que son 8 horas, es decir, dos de estas unidades. Esto, de todos modos, todavía es una extrapolación. En ratones lo hemos demostrado, pero en humanos aún no. 

¿Es cierto que a la mitad del día el cuerpo experimenta una bajada de ritmo metabólico que coincide con la hora de la siesta?

— Sí. De hecho, hay estudios muy interesantes en comunidades que no tienen luz artificial, que se han hecho en Amazonia, en los que se ha visto que es completamente natural que después del mediodía haya una bajada de actividad metabólica facilitadora de la siesta. 

El insomnio es uno de los trastornos del sueño más frecuentes. ¿Por qué se produce?

— Hay insomnio de dos tipos. En el primero, el paciente típico se queja de que no duerme y que está fatigado durante el día, pero cuando va a una consulta y se le hace un estudio completo del sueño, no se le detecta nada. El paciente duerme perfectamente las horas que debe dormir y la estructura del sueño es normal. Pero él se queja, y no es una imaginación. Se queja porque no duerme bien. La mitad de los pacientes son así. Estos pacientes responden muy bien a la terapia cognitiva conductual, que se basa en una buena higiene del sueño. 

¿Qué es la higiene del sueño?

— Muchas veces, sin quererlo, tenemos un sueño muy ineficiente y nuestro cerebro intenta adaptarse a estas condiciones que no son óptimas. La adaptación del cerebro hace que acabes durmiendo, pero tienes la percepción de que no duermes bien. Esto se arregla facilitando el ciclo de sueño de manera más natural. Un ejemplo muy típico de mala higiene es la persona que está un poco estresada, no puede dormir y antes de dormir se va al ordenador para intentar relajarse, acaba mirando el correo electrónico y eso aún le estresa más. En este caso, además, la luz del ordenador le está diciendo al cerebro que es de día. Todo ello es un desastre desde el punto de vista de facilitar las condiciones de sueño. Mucha gente no es consciente de ello y este tipo de terapia ayuda a favorecer las condiciones para el sueño. 

¿En qué consiste el otro tipo de insomnio?

— Se trata de un problema neurológico y de arquitectura del sueño que muchas veces es difícil de diagnosticar. Se puede tratar con medicación, pero a menudo es un parche y no arregla el problema de fondo, que es muy serio. Hay que hacer mucho más trabajo para averiguar cuál es el problema y por qué la arquitectura del sueño está alterada. Una extensión de este subtipo es la apnea del sueño, que mucha gente no sabe que tiene y que da lugar a un sueño muy ineficiente, porque no se llega a hacer el quantum. También hay otras enfermedades neurológicas como el Parkinson, que afectan la arquitectura del sueño muy significativamente y tienen otro tipo de tratamiento. 

¿Los problemas de sueño afectan a mucha gente?

— Varía bastante entre países, pero en Estados Unidos, por ejemplo, el 30% de la población adulta ha sufrido o sufrirá problemas de sueño y eso es, evidentemente, un problema de salud pública muy serio. 

¿Estos problemas se pueden solucionar con la educación?

La educación es absolutamente fundamental para prevenirlos y para curarlos. Los últimos 30 o 40 años nos han metido en la cabeza que hacer ejercicio es importante y todo el mundo está concienciado. Dormir bien es igual de importante. Está, por ejemplo, esta fase preparatoria del sueño que es muy importante en los animales y que consiste en construir un lugar seguro para dormir. Esto lo hacen todos los animales cada noche. Si destruyes la cama de un animal, él compulsivamente hace otra porque tiene grabado en el cerebro que se debe hacer una cama antes de dormir. Si, en nuestro caso, tenemos una habitación desordenada, el cerebro lo procesa de alguna manera y entiende que aquello no es un lugar seguro para descansar, por lo que está en alerta y no se descansa bien. Ahora estamos descifrando procesos neuronales que precisamente se encargan de eso, de decir al resto del cerebro cuándo se produce una buena situación para dormir.