VALERIA SABATER | La Mente es Maravillosa | 15/07/2020
Detrás de un niño hiperactivo, a veces, puede existir la marca de un trauma. Caer en un diagnóstico desacertado podría traer efectos muy serios en la vida del pequeño.
Detrás
de un niño hiperactivo pueden existir realidades muy delicadas. Así,
y por llamativo que nos parezca, en ocasiones nos dedicamos a medicar
comportamientos sin comprender primero qué factores impulsan y subyacen detrás
de determinadas conductas. Hay pequeños que sufren estrés, otros que viven en
entornos desestructurados y otros que padecen problemas de apego…
Empezaremos
señalando antes de nada que estamos ante un tema muy sensible. Sensible
para los profesionales de la salud y complejo también para las familias con
niños diagnosticados con TDAH. En primer lugar, son muchos los psicólogos,
psiquiatras y neurólogos que
se quejan de esa posición por parte de quienes asumen que el trastorno por
déficit de atención con o sin hiperactividad no es real.
Este
síndrome conductual presenta un amplio espectro de manifestaciones y
según Según Murphy y Gordon (1998), suele afectar entre un 2 y un 5% de
la población infantil. Aparece antes de los 7 años y, en caso
de no recibir un diagnóstico adecuado, es muy probable que en edades adultas
aparezcan otros problemas asociados, como trastornos de ansiedad e incluso
depresiones.
La existencia
de niños hiperactivos, impulsivos, y con problemas de atención viene
documentada desde el siglo XIX. El
pediatra británico Sir George Frederic Still (1868–1941) fue el primero en
describir esta condición. A día de hoy, tanto psicólogos clínicos como
psiquiatras siguen defendiendo la realidad del TDAH.
No
obstante, hay un hecho que enfatizan por encima de todas las cosas: la necesidad
de realizar un diagnóstico correcto.
Detrás de un niño hiperactivo no siempre hay TDAH (trastorno de déficit de atención con o sin hiperactividad)
Hay
niños nerviosos, pequeños que presentan conductas desafiantes, violentas y
disrruptivas en clase. Asimismo, y por otro lado, también
hay niños inquietos e incapaces de desplegar todo su potencial cognitivo porque
las condiciones del aula no se ajustan a sus necesidades educativas.
En
este caso tenemos dos realidades muy distintas que no pueden etiquetarse de
igual modo bajo el término TDAH. Y es aquí donde se abre la auténtica raíz del
problema. No todos los alumnos vagos, revoltosos, molestones o tendentes a las
rabietas pueden caer en una misma categoría. Los habrá que se
beneficien enormemente de una adaptación curricular específica para este
síndrome conductual.
Sin
embargo, otros pequeños necesitarán otro tipo de asistencia. Porque a veces,
detrás de un niño hiperactivo subyace un trauma. En estos
casos, ni las adaptaciones escolares ni las medicaciones pueden arreglar por
ejemplo, un entorno familiar abusivo,
caótico o desestructurado.
La historia de un
caso
Nicole Brown, es
una psiquiatra infantil que trabaja en el Hospital Johns Hopkins de
Baltimore. Su caso particular fue publicado en numerosos
medios con un fin muy concreto: sensibilizar a los colegios, a los médicos,
psicólogos y psiquiatras de la necesidad de llevar a cabo diagnósticos más
precisos, sensibles y ajustados.
En
la reunión anual de Sociedades Académicas Pediátricas, la doctora Brown
presentó una amplia información recabada a lo largo de sus años de trabajo en
el hospital psiquiátrico. Informó que una buena parte de los niños
diagnosticados con TDAH no lo eran en realidad, de hecho tras un niño
hiperactivo lo que había muchas veces era hipervigilancia estrés y
disociación, es decir, un trauma.
Eran esos casos donde ni la terapia conductual ni los estimulantes funcionaban. Eran situaciones más delicadas donde el origen estaba ni más ni menos que una familia disfuncional o un hecho traumático sufrido en algún momento.
La importancia del diagnóstico
Los
doctores estudiolas marcas traumáticas originan
comportamientos muy similares a la hiperactividad
·
Detectar por tanto en edades tempranas la existencia
de este tipo de realidades es por tanto indispensable.
·
Porque el comportamiento desatento, impulsivo y nervioso
no responde en el 100% de los casos al TDAH y esto es algo que deben saber los
educadores así como cualquier persona que trabaje a diario con niños.
·
En algunas ocasiones, detrás del niño hiperactivo lo
que hay es adversidad, sufrimiento familiar y estrés infantil.
· De este modo, los buenos profesionales, los psiquiatras infantiles y psicólogos clínicos saben bien que cualquier evaluación incluye también a la familia y ese entorno a veces complejo en el que viven algunos pequeños.
Asimismo,
y por otro lado, también cabe puntualizar otro aspecto: los padres
y las madres con niños diagnosticados de forma acertada con TDAH, saben que
ellos no son responsables de este síndrome conductual.
Lo que tienen por delante, eso sí, es todo un proceso donde atender (en conjunción con la escuela) esas necesidades particulares que exigen estos pequeños a menudo tan brillantes y llenos de posibilidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario