martes, 15 de septiembre de 2015

Seguiré endavant en el blog "Bona Salut Mental" ?


Hola a tothom,

Fa prop de 2 anys, concretament el 8/10/2013, vaig fer una pausa en la publicació d’articles al blog.

Ara la repeteixo perquè m’estic qüestionant si val la pena continuar mantenint-lo actiu. Hi he posat 321 articles, últimament quasi tots de diaris –fent-ne una tria-, i pocs de vivències personals.

En tinc uns 50 més que he de revisar, i se’n publiquen continuament a la premsa, cosa de la que no me’n desentendré perquè personalment m’interessa, però ara em sento incapaç de seguir endavant.

Del nombre de persones que han consultat el blog, només que algun article els hagi servit per ajudar, orientar o ampliar informació pròpia o aliena, ja ha estat útil mantener-lo fins ara.

Si més endavant continuo i torno a reemprendre la feina, ja ho veureu obrint el blog. El temps i els vostres comentaris al mail (mcsamaranch@gmail.com), m’ajudaran a decidir si segueixo o ho deixo aquí. No hi ha cap problema si escriviu en un altre idioma, avui dia els traductors dels ordinadors són una bona eina per a la comunicació.

Gràcies als que fins ara heu llegit articles i una abraçada a tots,

M. Carme Samaranch.

___________________________________________

Hola a todos;

El 8/10/2013, hace ya casi 2 años, hice una pausa en la publicación de artículos en el blog.

Ahora la hago de nuevo porque me estoy preguntando si es útil seguir manteniendo el blog. Hay 321 artículos, casi todos de periódicos o revistas - sobretodo últimamente-, después de leerlos y escoger los que me parecen aportan algo a nuestro tema.

Tengo más de 50 para revisar y casi diariamente se publican novedades en prensa y revistas especializadas, trabajo que seguiré haciendo porque me interesa, pero estoy muy cansada y en este momento me siento incapaz de seguir adelante.

Solo que algun artículo haya ayudado a alguna persona que haya consultado el blog, ya sea para sí o para familiares, amigos o compañeros, me doy por satisfecha.

Si dentro de unos meses continuo con este trabajo, lo veréis de inmediato consultando el blog. Vuestros comentarios a mi correo electrónico (mcsamaranch @gmail.com) junto con mi salud me ayudarán a decidir en uno u otro sentido. Podéis escribir en cualquier idioma porque los traductores nos ayudan a todos.

Gracias a los que hasta ahora habéis leído algunos artículos, sóis muchos, y un abrazo a todos.

M. Carme Samaranch. 

La magia de conversar

PSICOLOGÍA
La verdadera comunicación es algo más que enviar mensajes desde el móvil

FRANCESC MIRALLES | El País | 07/08/2015

Desde la irrupción de las redes sociales y la mensajería móvil, mantener una conversación cara a cara se ha convertido en algo casi exótico. Estamos en contacto de forma abreviada y superficial con un número creciente de personas, pero cada vez nos sentimos más solos. Para mejorar nuestras relaciones con los demás, comprenderlos y ser comprendidos, es esencial recuperar el buen hábito de hablar con tiempo y verdadera atención.

Parece demostrado que un déficit de conversación hace al sujeto más susceptible de padecer trastornos psicológicos. La falta de comunicación, directa e interactiva, con otras personas que puedan darle su opinión y relativizar los acontecimientos facilita que estos queden atrapados en la mente.

Cuando una experiencia se estanca en el circuito cerrado de un solo individuo, las emociones se amplifican y los mismos hechos se acaban distorsionando, algo que podría haberse evitado con una charla en buena compañía.

Deborah Tannen, profesora de lingüística de la Universidad de Georgetown, explica al respecto que “una conversación bien llevada es una visión de cordura, una ratificación de nuestro propio modo de ser humano y de nuestro propio lugar en el mundo”. Sin embargo, esta actividad tan humana se puede volver en nuestra contra cuando no la realizamos de forma saludable o con las personas adecuadas. “No hay nada más profundamente inquietante que una conversación que fracasa (…) Si sucede con frecuencia, también eso puede hacer tambalear nuestra sensación de bienestar psicológico”.

Esta autora comenta en su ensayo Hablando se entiende la gente que muchas de las disputas que se producen en las parejas heterosexuales tienen su origen en nuestra formación social, durante la infancia y adolescencia, con amigos de nuestro mismo sexo. Esto provoca que, en muchos casos, se creen estilos conversacionales separados por falta de interacción entre géneros.

El mayor obstáculo para una buena conversación es la incapacidad del ser humano para escuchar al otro con inteligencia, habilidad y comprensión - Carl Rogers

A partir de aquí se generan mitos como que “los hombres no saben escuchar” o que “las mujeres hablan de sus problemas sin cesar”, lo cual son claros prejuicios de género. Como sucede con cualquier otra actividad humana, hay diferentes grados de implicación y dominio en la comunicación oral con los demás. En el lado más ligero de este arte, estaría la charla informal, que según Debra Fine está injustamente poco valorada:

“La charla tiene el estigma de ser considerada la humilde hijastra de la verdadera conversación, aun cuando cumple una función extremadamente importante. Sin ella es muy difícil entablar un verdadero coloquio. Quienes dominan la charla informal son expertos en lograr que los demás se sientan involucrados, valorados y cómodos, y eso ayuda a reforzar una relación laboral, cerrar un trato, dejar la puerta abierta a una nueva relación amorosa o entablar una amistad”.

Según esta experta en oratoria, la conversación informal es el primer paso para que pueda surgir la empatía entre dos personas. Aunque charlemos sobre un tema poco trascendente, en ese primer contacto en realidad estamos diciendo mucho, porque empezamos a crear un vínculo en el que ya se transmite cercanía o distancia, confianza o reservas hacia el otro.

En palabras de Debra Fine: “La conversación intrascendente es el equivalente verbal a la primera ficha de dominó: dispara una reacción en cadena, con todo tipo de consecuencias”. Contra el prejuicio de que un desconocido no tendrá nada en común con nosotros, al arriesgarnos a charlar nos podemos llevar más de una grata sorpresa.
¿Cuántas parejas, buenos negocios o amistades tienen su origen en una conversación casual? Probablemente, la mayoría. Más allá de las habilidades comunicativas de cada uno, el arte de la conversación puede ser aprendido y potenciado. Los antiguos griegos daban gran importancia a ejercitar la oratoria y, en tiempos modernos, ya en 1875 Cecil B. Hartley mencionaba en su Guía de un caballero de etiqueta una serie de claves que siguen siendo vigentes, ya que lamentablemente aún hoy nos pasan por alto muchas de ellas.

Podemos resumirlas en estos 10 puntos:
1. Aunque estemos convencidos de que el otro está totalmente equivocado, en lugar de discutir es aconsejable cambiar hábilmente de conversación. Es absurdo pretender que los demás estén de acuerdo con nosotros.
2. Nunca hay que interrumpir ni anticiparnos a la historia de nuestro interlocutor. Saber escuchar es la regla dorada del buen conversador.
3. Evitemos poner cara de fatiga durante el discurso de otra persona, así como distraernos con otra cosa mientras está hablando. Hartley mencionaba como entretenimientos “mirar el reloj, leer una carta u hojear un libro”. El equivalente actual sería la irritante costumbre de mirar el móvil.
4. La modestia nos ahorrará muchas antipatías. No hay que exhibir conocimientos, méritos o posesiones que haga sentir a los demás que se encuentran en inferioridad.

Existen pocas buenas conversaciones: debido a la escasez de posibilidades de que dos transmisores inteligentes se encuentren - Truman Capote

5. No es necesario hablar de uno mismo, a no ser que nos pregunten. Nuestros interlocutores se enterarán de nuestras virtudes sin necesidades de que se las precisemos.
6. La brevedad ocurrente es siempre más eficaz que entregarse a largos discursos o a historias aburridas.
7. Criticar o comparar unas personas con otras, así como censurar a los ausentes, puede parecer divertido, pero acabaremos causando una mala impresión.
8. Nunca hay que señalar ni corregir los errores en el lenguaje de los demás, aunque sean extranjeros, ya que se sentirán humillados por la observación.
9. No hay que ofrecer asistencia o asesoramiento a no ser que nos hayan pedido consejo expresamente.
10. El elogio excesivo crea desconfianza, pues nuestro interlocutor puede pensar que tenemos intenciones ocultas.
Al final, la esencia del buen diálogo es nuestra capacidad de entregarnos al intercambio con el otro como si de una coreografía se tratara. Los participantes hacen danzar juntas sus ideas, que se encuentran, se separan –para ampliar su horizonte de opiniones– y vuelven a unirse para crear nuevos significados.
Es por eso que después de una conversación profunda nos sentimos transformados. Nos hemos nutrido con nuevas ideas y hemos sometido nuestra propia óptica a un enfoque diferente que amplía nuestra comprensión sobre el mundo y sobre nosotros mismos.
En su libro Conversación, el pensador Theodore Zeldin sostiene que “dos individuos, conversando con honestidad, pueden sentirse inspirados por el sentimiento de que están unidos en una empresa común con el objetivo de inventar un arte de vivir juntos que no se ha intentado antes”.

Puesto que es uno de los pocos placeres que no requieren otra inversión aparte del tiempo, merece la pena recuperar este viejo arte para volvernos a sentir humanos.

Si el tiempo que gastamos en enviar o responder cientos de mensajes de compromiso los dedicamos a compartir nuestro universo con personas que puedan enriquecerlo, viviremos con un mayor “ancho de banda” y afrontaremos los problemas que nos traiga la vida de forma más inteligente y serena.

elpaissemanal@elpais.es

Adolescentes en la era Instagram

PSICOLOGÍA 
   
Se mueven entre el pasotismo y el consumismo. Acostumbrados a una vida de entretenimiento y de series, los jóvenes describen el presente como “ inestable e injusto”

AMELIA CASTILLA | El País | 04/01/2015

Su idea de una jornada ideal pasa por no acudir a clase, no madrugar, tener una tarjeta black (“pero sin corrupción”) y estar con los amigos y pasarlo bien. Lo cuentan entre risas y algo de rubor seis alumnos, de 17 años, del Instituto Severo Ochoa, en la localidad madrileña de Alcobendas. Chicos de clase media, la mayoría de padres divorciados y con problemas escolares, motivo por el que han sido derivados a Diversificación o al Programa de Cualificación Profesional Inicial Voluntaria, cursos para obtener la ESO con contenidos más bajos. Todos consideran a la familia como un valor fundamental. “La convivencia es buena aunque discutimos mucho. Me repite las cosas muchas veces y me rallo. Ella suele llevar razón pero a veces resulta pesada”, cuenta Daniel León Vargas, de 16. Su sueño sería irse con su novia a vivir a otra ciudad, quizás Nueva York.
 Les mola mazo o les renta pero no se han chinado; viven en la keli y no les va el canteo. Estamos en el recreo, tres horas después de su llegada al centro escolar. Como el resto de sus compañeros entraron en tromba al patio, a las ocho de la mañana. Todavía quedaban unos segundos para una ojeada rápida a la pantalla del móvil y enviar un último WhatsApp. El centro escolar lo deja bien claro en los carteles pegados por las paredes. En clase están prohibidos los móviles, sobre todo para proteger a los profesores de filmaciones vejatorias que luego se cuelgan en Youtube. De los más de tres millones de adolescentes españoles (muchachos de edades comprendidas entre los 12 y los 17 años) un 84%, posee teléfono móvil para su uso personal, pagado por sus padres, según datos del Instituto de la Juventud, basados en una encuesta de 2012. Duermen con el móvil y miran la pantalla al menos un centenar de veces al día. Su uso es mayor cuanto menor es la edad. En poco más de tres años se ha pasado del 60% en 2009 al 90% en 2011.
Infantiles, consumistas, críticos, de moral relajada, acostumbrados a una vida de entretenimiento y de series, los adolescentes de la era Instagram ya no van tan a lo grande como sus hermanos mayores. En su playlist suena Nirvana, Arctic Monkeys, Red Hot Chili Peppers, Imagine Dragons, David Guetta y algo del peor reggaeton. Entre sus prioridades no figura cambiar el mundo pero sí su entorno. Son más individualistas que las generaciones que los han precedido. “Mis alumnos son muy de tripas, se mueven por instinto, pueden leer cualquier cosa sin necesidad de intelectualizar nada. En esos años, les afectan sobremanera las separaciones de los padres. Llevan una vida muy de entretenimiento, cuenta Victoria Menéndez, profesora de Lengua y de Inglés. “Antes se rebelaban contra todo, ahora no necesitan pelear tanto como antaño. Disponen de un mundo propio que Internet y las redes sociales han contribuido a crear pero los veo muy positivos y honestos”.
Según el estudio Jóvenes y valores sociales, del Centro Reina Sofia, los adolescentes españoles han asumido que les tocará vivir una vida low cost. Han aceptado que deben revisar a la baja sus expectativas, fundamentalmente en relación con perspectivas o proyectos personales. Describen el presente como “incierto, inestable e injusto”. Se sienten engañados y desconfían del sistema.
El filósofo José Antonio Marina cree que los jóvenes del siglo XXI son conscientes de que se ha roto un pacto social implícito. “Antes la sociedad le decía al joven que si cumplía su alianza y se portaba bien la comunidad estaría en condiciones de responder pero eso se ha fracturado. Hemos ido a una época de impotencia confortable, en el sentido de decir, esto es lo que hay y me voy a ir acomodando para aprovechar lo que tengo, sin grandes esperanzas. Desde hace unos cuantos años, pensando que los estamos cuidando lo que estamos es condenándolos al desánimo, los mimamos para luego abandonarles”.
En la adolescencia se desarrollan las grandes capacidades sentimentales e intelectuales. También la mayor parte de las adicciones nacen en esa etapa. Hasta ahora, muchos de los comportamientos escandalosos o un poco arriesgados lo atribuíamos a las pobres hormonas pero nuevas teorías proponen aprovechar esa etapa en lugar de malgastarla.
El talento de los adolescentes (Ariel), nuevo título de José Antonio Marina, anuncia el cambio de modelo que se está viendo en muchos países y por caminos distintos: “No se trata solo de un asunto sociológico y pedagógico, el cambio viene de la mano de la neurología. Hasta ahora, sabíamos que había un gran periodo de aprendizaje que era prácticamente donde se consolidaba todo y eso sigue siendo verdad, pero lo que no habíamos sospechado es que en la adolescencia se produce un rediseño completo del cerebro. Es como si la naturaleza hubiera preparado el cerebro primero para hacerse cargo de un mundo al que el pobre niño llega tremendamente despistado y luego lo vuelve a aprovechar para que se independice y se haga adulto. Es como atravesar dos etapas de enorme plasticidad”.
 “Se ha generalizado el mito de la crisis de la adolescencia, cosas como que de repente lo pasan muy mal, con angustia vital, seres imprevisibles e irresponsables y eso no es así, pero si lo repetimos un buen número de veces acabaremos por creerlo”, recalca Marina.
A mediodía, la puerta del instituto madrileño Beatriz Galindo, se transforma en una marea de sudaderas, deportivas, vaqueros y leggins. Solo unos pocos encienden ansiosos un pitillo antes de despedirse hasta el día siguiente. E
l fin de semana, los que no juegan al fútbol salen a “a divertirse” con los amigos. Recalan en los parques cercanos, las boleras o los pubs. Evitan la violencia pero reconocen que en cualquier momento puede llegar un gamba con ganas de liarla. Basta un “¿y tú que miras?” desafiante para que las cosas se compliquen. “La tolerancia con el alcohol es muy estúpida. No nos preocupa el botellón sino el efecto que produce entre los vecinos”, añade Marina. Sostiene que estamos importando el modelo nórdico: emborracharse cuanto antes consumiendo bebidas fuertes. “Hasta en esto estamos modificando la sana costumbre mediterránea de tomar bebidas suaves que acompañaban la conversación y la fiesta”.
Hace 25 años, cuando Menéndez empezó a impartir clases, leía a sus alumnos Tiempo de silencio, algo impensable en la generación Instagram. “Ahora, no lo entenderían. Usan un lenguaje muy limitado y plagado de onomatopeyas. En clase solo se pueden leer fragmentos. Elegimos los más atractivos y asequibles”. Entre las lecturas recomendadas figuran La Celestina y el Mío Cid, pero algunos profesores, sobre todo si no dependen de grupos cerrados, prefieren iniciarlos en otras lectura, y ha triunfado: “¿Profe, dónde venden ese libro?”. Le importa un bledo lo que lean con tal de que lean.
Fernando J. López profesor de un grupo de teatro del instituto madrileño San Juan Bautista, en el que participan treinta alumnos de entre 14 y 18 años, comparte plenamente esa tesis. “El sistema es mecanicista y eso no favorece la creatividad”. la cuestión no es que no leen, sino que no leen lo que nosotros queremos que lean”, dice. Su retrato de los jóvenes con los que trabaja a diario rebosa optimismo. “Viven en la edad en la que te formas como persona y trazas las relaciones con tu entorno. Adolescente es el que adolece de algo y ellos están llenos de ganas de hacer cosas, aunque, a veces, no sabemos conectar con eso. Los profesores y los padres marcan mucho, demandan pero no comunican. ¿Qué necesitamos de verdad? un lenguaje común”.
NOTA.- El artículo es el doble de lo que he transcrito. He entresacado los párrafos que me han parecido más importantes. Si alguna persona quiere leerlo completo lo puede encontrar en los datos de la cabecera; periódico y día publicado.

lunes, 14 de septiembre de 2015

Uno de cada diez atendidos por drogas tiene menos de 16 años

Los expertos alertan de "discurso banalizador" del consumo de cánnabis entre los jóvenes

ELENA G. SEVILLANOMadrid | El País | 07/07/2015                                                                                           

Una de cada diez personas atendidas en centros para tratar la adicción a drogas tiene menos de 16 años, según un estudio de la Unión de Asociaciones y Entidades de Atención al Drogodependiente (UNAD) presentado esta mañana en Madrid. El trabajo analiza el perfil de las personas adictas en España a partir de una muestra de 41.244 usuarios y cuenta con el respaldo de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas.
Apenas hay diferencias entre chicos y chicas en esta franja de edad en lo que respecta a formas de consumo y sustancias que se prefieren, señaló Luciano Poyatos, presidente de UNAD, la mayor red de atención a personas con problemas de adicción, con 260 entidades asociadas en toda España. Entre los consumidores de más edad, sí se aprecian diferencias: las drogas más consumidas entre los hombres son la cocaína, el alcohol y la heroína. Para las mujeres, cambia el orden: alcohol, cocaína y heroína.
Francisco Babín, delegado del Gobierno para el plan, alertó sobre el "mensaje de inocuidad" que circula entre los más jóvenes, especialmente en lo que respecta al cánnabis. "Es la droga que más aumenta y está dando cada vez más problemas; cada vez más gente acude a redes asistenciales por esta causa", señaló Babín.
"Hay un discurso social absolutamente banalizador", añadió, y aseguró que los interesados en que aumente el consumo están seleccionando variedades de la planta con un contenido mucho más en tetrahidrocannabiol, el psicoactivo predominante, que "ha pasado de un 4 o un 5% hace unos años al 15 o 16% actual".
"El cánnabis y sus derivados se sitúan como cuarta droga por orden de importancia, a muy poca distancia de las drogas tradicionales, y esto sólo en cuanto a su consumo como droga principal, siendo también consumida de manera importante como droga secundaria", señala el informe de UNAD. "Los técnicos también han percibido el aumento de esta droga", añade. 
El 79% de las personas atendidas en la red de UNAD son hombres. La mayoría, tanto hombres como mujeres, están en la franja de edad que va de los 26 a los 44 años. Algo más de la mitad de los atendidos está en situación de desempleo (50% los hombres; 61% las mujeres). En cuanto al tiempo de consumo, más de la mitad de los atendidos llevan consumiendo más de 10 años. 
Drogas y violencia de género
E. G. S.
El estudio de UNAD es "el primer trabajo de gran envergadura que se realiza bajo un enfoque de género", aseguran sus responsables. Es decir, el primero que tiene en cuenta las situaciones particulares de las mujeres.  Entre otras cosas, el trabajo destaca que el consumo de drogas en las mujeres va en ascenso, porque incluso supera al de los hombres en algunas sustancias, como el alcohol o el cánnabis. 
"Las mujeres con adicciones, además, sufren un desprecio social muy superior al que experimentan los hombres y demuestran una mayor prevalencia de problemas psicológicos", añade el informe, que afirma: "Alrededor del 90% de las mujeres que solicitan tratamiento en UNAD han padecido o son víctimas de violencia de género".

La violencia de género es "un problema bastante recurrente", asegura el trabajo, sobre todo en los recursos asistenciales y jurídicos. "En ocasiones estas situaciones son detectadas en muchos casos gracias al tratamiento recibido, donde se ha apoyado a las mujeres para que puedan hacer frente a tal forma de violencia".

Francisco Babín, delegado del Plan Nacional de Drogas, señaló durante la presentación del estudio que hay más trabajos que apuntan a que más del 60% de las mujeres atendidas tienen antecedentes de violencia de género, bien en el momento de acudir a un centro, o en el origen de la adicción al consumo.

Luciano Poyato, presidente de UNAD, aseguró que abordar las adicciones es más complicado en la mujer que en el hombre y afirmó que será necesario elaborar más estudios para comprobar si las adicciones proceden de la violencia de género o al revés.

"Parece indiscutible en cualquier caso que ambos fenómenos están muy interrelacionados, lo que ha impulsado la creación de nuevos recursos en los que tratar integralmente ambos problemas", asegura el informe.


sábado, 12 de septiembre de 2015

Una mirada emocional al trastorno de la personalidad

El psiquiatra Miquel Gasol organiza una exposición para dar a conocer el sufrimiento que  esconde esta enfermedad mental.

JESSICA MOUZO QUINTÁNSBarcelona | El País | 20/07/2015  
                                                            
 El psiquiatra Miquel Gasol veía un halo poético en los escritos que le dejaban sus pacientes afectados con trastorno límite de la personalidad (TLP) para exteriorizar su sufrimiento y su situación emocional. Para Gasol, el TLP —una enfermedad mental grave caracterizada por una inestabilidad en los estados de ánimo, el comportamiento y las relaciones sociales y personales— es todavía un trastorno desconocido a ojos de la gran mayoría de la población y pensó en dar forma sobre un lienzo a las palabras de sus pacientes, los que mejor expresan el sentir del TLP. La exposición 'Una mirada emocional. El mundo de las emociones a través del arte', que se expone hasta esta semana en la Sala Muncunill de Terrassa, es el resultado de la idea de Gasol.

"Es una campaña de sensibilización porque este trastorno, pese a afectar a un 2% de la población, se le dedican pocos recursos sanitarios y es muy poco conocido en la sociedad", señala el doctor Gasol. En 35 cuadros, los pintores Octavi Intente y Miquel Mas, ponen color y forma a las palabras de una treintena de pacientes. "Estos escritos tienen una calidad poética y literaria enorme que reflejan una gran intensidad emocional. Escogí esos cuadros para atribuir estas emociones", apunta Gasol, que incluyó los textos de los pacientes al pie de los cuadros.
"No se trata de hacer una clase de psicopatología, sino que la gente salga sufriendo un poco porque estos son trastornes donde se sufre mucho y las emociones negativas están muy presentes", explica el psiquiatra. La tasa de suicido en estos trastornos alcanza el 15%. El médico insiste en que la intención de la exposición es dar a conocer la enfermedad y recordar que "hay tratamiento" para mejorar la calidad de vida con ella.
A la presentación del acto hace unas semanas acudieron más de medio millar de personas y numerosos médicos han pasado también por la sala. El médico asegura que la muestra tiene tintes de convertirse en una exposición itinerante y, aunque se podrá ver hasta finales de esta semana en Terrassa, la obra se expondrá también en Sant Cugat del Vallès.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

¿Se puede curar con la mente?

No obra milagros, pero el cerebro contribuye de forma notable a la mejora o empeoramiento de la salud. Hasta aquí llega su poder

PABLO LINDE | El Pais | 20/03/2015

Dolor de cabeza. Al paciente le administran una pastilla sin ningún principio activo. Es solo una bola de sacarina, pero es muy probable que la molestia remita. Y lo hará de forma distinta si la pastilla es de un color o de otro, si se presenta en una caja de una prestigiosa marca farmacéutica o en otra de una desconocida, si el médico le cuenta por qué le va a curar ese producto o simplemente se lo prescribe sin mayor explicación. Seguramente le haría más efecto si en lugar de tomar una pastilla fueran dos, o una píldora, cuya percepción subjetiva suele ser de más potencia. O todavía mucho más si se tratase de una inyección, aunque la sustancia de la jeringuilla tampoco tuviese ninguna propiedad terapéutica. La mejora, obviamente, no está en la pastilla, la píldora o la inyección. Reside en el cerebro, que actúa de forma sorprendente a la hora de curar, mediante el efecto placebo, o enfermar, por lo que se conoce como efecto nocebo.
Todavía quedan algunos misterios en cuanto a la influencia del pensamiento en la salud del resto del cuerpo, pero su existencia es un hecho científicamente comprobado por múltiples experimentos de todo tipo que se han realizado en el último medio siglo. Los estudios sobre el poder de la mente en el cuerpo y el efecto placebo se remontan muy atrás en el tiempo. Ya los griegos hace 2.500 años advertían que la relación del médico con el paciente podía tener ciertos efectos. Lo llamaban el arte de las palabras.
Hasta qué punto nos curamos por la acción del fármaco y hasta cuál por el efecto subjetivo que hace en nosotros no siempre está claro. Un estudio publicado en 1998 por la American Psychological Association sobre el tratamiento a personas con depresión mostró que alrededor de un 25% del progreso de quienes tomaban antidepresivos se debió a la remisión espontánea, el 50% al efecto placebo y solo un 25% al medicamento. Existen también estudios que muestran un porcentaje mayor de éxito entre un tratamiento real a un grupo de pacientes que han sido cuidadosamente informados de en qué consistía que a otro al que el doctor les despachaba el medicamento sin darles explicación.
Luis Caballero Martínez, jefe del Servicio de Psiquiatría y Psicología Clínica del Grupo HM Hospitales, explica: “La relación entre factores psicológicos y enfermedades es bien conocida. Desde hace mucho existen subespecialidades médicas centradas en esta relación: las denominadas medicina psicosomática y psiquiatría de consulta y enlace. Virtualmente, todas las enfermedades tienen componentes psicosomáticos (es decir, factores psicológicos o de conducta que condicionan su aparición, curso o respuesta al tratamiento) y también componentes somatopsíquicos (esto es, la presencia de enfermedades condiciona también distintos aspectos del estado mental del paciente).
Sugestión y analgesia
Dando por sentado que la mente puede influir en las enfermedades del cuerpo, ¿se sabe realmente cómo lo hace y por qué? En ciencia, se hallan hechos que se admiten como reales por la evidencia empírica cuyos mecanismos son desconocidos. Esto le ha sucedido al placebo durante mucho tiempo. Todavía hoy restan lagunas, pero ya hay despejadas muchas incógnitas. Uno de los más amplios estudios que aborda el funcionamiento del placebo se publicó en la revista The Lancet en 2011. Concluye que no hay un solo efecto placebo, sino muchos que actúan de diferentes formas. Explica que por un lado están los psicológicos, entre los que existe una “multitud de mecanismos” que contribuyen a esta curación por medio del cerebro. Hay dos especialmente bien documentados. Uno es el relativo a las expectativas; la sugestión  y el condicionamiento clásico. “Cuanto más alta es la expectativa, más alto es el efecto placebo y, potencialmente, tendrá más consecuencias con futuras tomas de medicamento”.
Por otro lado , están  los mecanismos  neurobiológicos.  Muchos estudios se  han centrado en el   efecto analgésico del placebo. Para ello se ha demostrado que este puede ser total o parcialmente revertido con naxolona,  que es el antagonista  de los opiáceos, de  lo que se desprende que el   placebo puede ejercer una función parecida a esta droga. “Estos resultados han sido confirmados con captaciones de imágenes del cerebro como la tomografía por emisión de positrones y las resonancias magnéticas. Se ha demostrado que los cambios inducidos en el cerebro por el placebo  son similares a los que se ven con la administración de una droga opiácea” .También se han observado cambios en la actividad metabólica en el cerebro de pacientes con depresión.
Aquí no hay magia
El poder del cerebro para sanar es considerable. Estas capacidades sirven a muchas pseudociencias o terapias alternativas para presumir de beneficios que no tienen nada que ver con la terapia en sí, sino con el efecto placebo que generan por la creencia del paciente en que se curará. Dylan Evans, autor de Placebo, el triunfo de la mente sobre la materia en la medicina moderna, lo resume así en su libro: “La respuesta placebo no es más que un rápido reajuste de los propios mecanismos de curación del cuerpo ante un asomo de esperanza y [...] tienen límites por mucho que un optimismo de ímpetu industrial los refuerce. La respuesta placebo no es mágica”.
El efecto placebo: ¿solución o problema?

Desde algún punto de vista, el placebo podría considerarse la medicina ideal: invita al propio cuerpo a curarse y, en principio, no presenta efectos secundarios. Sin ningún conocimiento sobre sus mecanismos y su efecto real, fue usado ampliamente a lo largo de la historia; no hay que remontarse siglos atrás para encontrar a doctores que administraban pastillas de azúcar a los enfermos con el objetivo de hacerles sentir mejor sin decirles que se trataba de un simple dulce. Esto va hoy contra los códigos deontológicos de la práctica médica, que no permite a los profesionales de la salud administrar sustancias terapéuticamente inanes ni engañar a sus pacientes. Los medicamentos deben superar ensayos clínicos que prueben que son más efectivos que el placebo para poder comercializarse, y quienes participan en ellos deben estar informados de que pueden pertenecer a un grupo de control con placebo si no se conoce remedio o con el medicamento más efectivo que exista hasta la fecha para su dolencia –esto es algo que tendrá una excepción en España con la aprobación por parte del Ministerio de Sanidad de un reglamento que cataloga a los productos homeopáticos como medicamentos. En este caso no cuentan con tal exigencia, puesto que no existen evidencias de que sean más que placebo–. Existen estudios que, curiosamente, muestran mejorías de los pacientes con la administración de placebo aún habiéndoles advertido de que lo era. Esto puede tener su explicación en que muchos de ellos no se creían que el médico pudiese estar recetándoles una pastilla de azúcar, según declaraban en encuestas posteriores a algunas de estas pruebas. En su libro Placebo el triunfo de la mente sobre la materia en la medicina moderna, Dylan Evans teoriza sobre la posibilidad de, solo en algunos casos poco graves y susceptibles de responder al efecto placebo, administrar productos inanes a los pacientes haciéndoles la advertencia de que lo son. Plantea explicarles algo así como: “Esta sustancia no tiene efecto terapéutico real, pero en algunas ocasiones, si cree que le puede curar, funciona”. Sería una forma en la que quizás se podrían poner en marcha los mecanismos de curación del cerebro sin engañar al paciente. Desde otro punto de vista, más que una medicina ideal, el placebo es un lastre para la investigación clínica y el avance de la medicina, ya que en muchas ocasiones no queda claro si los medicamentos son realmente efectivos o las mejorías se han debido a la sugestión y los mecanismos analgésicos y de activación del sistema.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Lucha ciudadana contra la carcoma de la esquizofrenia

Un consorcio público-privado español lanza el proyecto Spark para desarrollar un fármaco que frene el deterioro cognitivo que incapacita a estos enfermos.
 Financiado en parte con 'crowdfunding', el proyecto ofrece beneficios económicos a sus micromecenas

JESÚS MÉNDEZ | El PaísBarcelona | 04/03/2015

¿Qué es lo que caracteriza a la esquizofrenia, aquello que principalmente la define? La respuesta más usual suelen ser las alucinaciones, como las que sufría Rusell Crowe en Una mente maravillosa, la película sobre el matemático ganador del Nobel de Economía —y enfermo de esquizofrenia— John Nash. Pero, en realidad, lo más frecuente es el deterioro cognitivo, la lenta pero generalmente progresiva degeneración cerebral que sufren los enfermos a lo largo de los años, y que en buena parte de los casos les dificulta llevar una vida normal, les limita su acceso al trabajo (un 90% de los pacientes se encuentra en paro) y les conduce a una mayor dependencia del entorno que les rodea. Y para el que todavía no existe ningún tipo de tratamiento.
El problema es aún mayor si se tiene en cuenta que la esquizofrenia está muy lejos de ser una enfermedad minoritaria. Aproximadamente un 1% de la población la padece (más de 400.000 personas solo en España) y es la tercera enfermedad más incapacitante. Sin embargo, esta incapacidad no suele provenir directamente de las alucinaciones o de los delirios, los llamados “síntomas positivos”. Aunque altamente angustiosos e invalidantes, la mayoría de las veces estos síntomas terminan controlándose gracias a los fármacos conocidos como antipsicóticos (cuya eficacia fue descubierta por casualidad). La incapacidad, por el contrario, se debe en gran parte al deterioro cognitivo, que a veces se observa ya en la adolescencia y para el cual no ha habido hallazgo casual alguno que lo frenase. El hecho de que el origen y mecanismo último de la enfermedad siga siendo desconocido tampoco ayuda a su solución.
Más de 400.000 personas padecen esquizofrenia en España y es la tercera enfermedad más incapacitante
“La esquizofrenia es una enfermedad muy heterogénea, con numerosos receptores cerebrales que parecen implicados, y esto complica el desarrollo de tratamientos”, comenta Miquel Bernardo, director de la Unidad de Esquizofrenia del Hospital Clinic, en Barcelona, e investigador principal de la red de Salud Mental CIBERSAM. Entre otros cosas, el deterioro cognitivo suele provocar que los pacientes tengan dificultades con la memoria de trabajo (les cuesta utilizar la información que reciben), con la memoria verbal y con la concentración. En la actualidad, estos problemas se suelen tratar con técnicas de rehabilitación cognitiva, ejercicios destinados a entrenar estas áreas y que consiguen un beneficio moderado. “El problema es que estas mejoras no suelen mantenerse a largo plazo”, asegura Bernardo.
Entre los fármacos que se han ensayado se encuentran toda una batería de compuestos contra las más variadas dianas. Sin embargo, ninguno ha llegado a aprobarse. Se han estudiado incluso aquellos que han mostrado cierto beneficio en alzhéimer, pero también estos parecen ineficaces en la esquizofrenia. “Probablemente porque el mecanismo y las áreas del cerebro implicadas son diferentes en las dos enfermedades”, señala Bernardo. Aunque aún no puede descartarse la utilidad de todos ellos, solo un tipo, los que actúan sobre los llamados receptores nicotínicos, genera un optimismo relevante. Aun así, su eficacia real todavía se desconoce.
En medio de esta búsqueda ha aparecido una nueva y prometedora vía. Y aunque aún es muy preliminar, acaba de recibir un espaldarazo para probar si realmente puede ayudar a estos pacientes. Un consorcio público-privado liderado por la biotecnológica Iproteos (spin-off del Parc Científic de Barcelona) y en el que también participan la biofarmacéutica Ascil-Biopharm, el Instituto de Investigación Biomédica, el Centro de Regulación Genómica y la Universidad del País Vasco ha puesto en marcha el proyecto Spark, el cual acaba de recibir una ayuda de 500.000 euros del Ministerio de Economía y Competitividad para proseguir sus estudios.
Mientras que la mayoría de fármacos probados hasta ahora buscan como destino final las membranas de las neuronas, el de Spark actúa en su interior
Varias son las novedades que incluye el proyecto; por un lado “se usa lo que se conoce como un péptido mimético, una pequeña parte de una proteína modificada muy específica, lo cual reduce los posibles efectos secundarios”, comenta Teresa Tarragó, científica cofundadora de Iproteos. Por otro, resulta novedoso el mecanismo de acción. Mientras que la mayoría de fármacos probados hasta ahora buscan como destino final las membranas de las neuronas, éste actúa en su interior: “Lo que produce es un aumento de calcio dentro de la célula, y esto da un lugar a una cascada de reacciones que parecen eficaces para tratar el deterioro cognitivo en la esquizofrenia. O incluso para otras enfermedades como el párkinson”.
Preguntada por los indicios que la nueva molécula muestra, Tarragó afirma que las pruebas que han realizado en el laboratorio "son muy prometedoras. Los experimentos nos indican que en los animales que usamos como modelo mejora diversas funciones, especialmente la memoria”. Sin embargo, se mantiene cauta respecto a las expectativas: “Este fármaco podría ayudar en la calidad de vida de los pacientes, pero no estamos diciendo que vaya a curar la esquizofrenia”. Además, “falta tiempo para saber si es eficaz en humanos”, salto que es particularmente complejo para este tipo de medicamentos, muchos de los cuales fracasan antes de poder llegar al mercado.
Queríamos que, si teníamos éxito, la gente que nos apoyó pudiera en cierta forma beneficiarse”
Para Miquel Bernardo, esta vía “es de gran interés, ya que se dirige hacia un mecanismo con mucho potencial”. Con las reservas necesarias, de confirmarse su utilidad “tendría una repercusión muy grande, especialmente entre los pacientes jóvenes, a los que la enfermedad ataca cuando todavía están en periodo de aprendizaje y en los que podría prevenirse especialmente su deterioro posterior.” Ahora mismo el consorcio prosigue los estudios sobre el nuevo fármaco a la vez que prepara diversas fórmulas para que pueda ser probado en pacientes.
Pero el proyecto tiene una peculiaridad más: el año pasado cerró una exitosa campaña de crowdfunding (financiación colectiva). Recaudó 100.000 euros —cifra récord para un proyecto de este tipo—, con la aún más extraña particularidad de que repartía acciones sobre futuros beneficios, según el importe donado. “Queríamos que, si teníamos éxito, la gente que nos apoyó pudiera en cierta forma beneficiarse”, afirma Tarragó, para quien esta campaña fue especialmente importante a la hora de dar a conocer el proyecto. “El dinero recaudado nos ayudó, pero es una iniciativa muy cara. La campaña nos permitió establecer contactos que de otra manera quizás no hubiéramos conseguido”. Ahora han logrado arrancar el proyecto, dar al menos el primer paso: “Si no lo hacemos nosotros mismos, todo quedaría en un buen artículo publicado. Pero el conocimiento debe llegar y serle útil a la sociedad. Y aunque las farmacéuticas invierten mucho dinero, no lo suelen hacer en este tramo inicial de la investigación; es necesario dar un paso más”, concluye Tarragó.