viernes, 29 de abril de 2022

Los 10 peores trastornos mentales


ADMINISTRACION DE RANCHO PUNTO CERO      |     05/10/2020
 
La mayoría de trastornos están relacionados con algún área concreta del cerebro o del sistema nervioso, aunque las causas de cada uno de ellos puede diferir e incluso ser desconocida por la comunidad científica.
 
Las enfermedades mentales afectan a gran cantidad de personas. En términos estadísticos, se habla de que un tercio de la población sufrirán algún tipo de desorden mental durante su vida
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A continuación revelaré una lista que contiene algunos de los más severos trastornos mentales.

10. Trastorno Antisocial de la Personalidad
La persona que sufre este trastorno se caracteriza por su tendencia a no relacionarse en sociedad, evitando cualquier interacción.
Los distintos síntomas y conductas que caracterizan el TASP incluyen: robos, agresividad, tendencia a la soledad, violencia, mentiras… Además, las personas afectadas por el TASP tienden a ser tímidas, depresivas y tienen ansiedad social. Este último punto se debe a su temor a ser rechazadas. Con todo, la terapia psicológica es muy efectiva a la hora de manejar los inconvenientes del trastorno antisocial.

9. Síndrome de Estocolmo
El Síndrome de Estocolmo es un trastorno mental relativamente frecuente en las personas que han sido víctimas de un secuestro. Muestran algún tipo de sentimiento positivo hacia sus captores.
Archivos policiales internacionales muestran que alrededor del 27% de las víctimas de secuestros presentan este desorden.
El Síndrome de Estocolmo también se aplica en casos como abuso infantil, violación o maltrato. No es un trastorno que se viva de forma angustiosa, pero llama mucho la atención porque resulta difícil de entender.

8. Síndrome de Lima
El Síndrome de Lima es, justamente, un trastorno opuesto al Síndrome de Estocolmo. En este caso, los secuestradores muestran simpatía hacia su rehén.
Este trastorno fue acuñado después de un incidente que ocurrió en la capital de Perú en 1996. El MRTA secuestró a centenares de políticos, diplomáticos y militares en la embajada japonesa en Lima. Horas después, los secuestradores fueron empatizando con los rehenes, y paulatinamente fueron liberándolos.

7. Trastorno Obsesivo Compulsivo
El Trastorno Obsesivo Compulsivo es un desorden ansioso caracterizado por recurrentes pensamientos que producen miedo, desasosiego, preocupación, conductas compulsivas, etc.
Algunos de los síntomas del TOC son las comprobaciones compulsivas, lavar o limpiar excesivamente, pensamientos religiosos, rituales nerviosos tales como abrir las puertas un número determinado de veces antes de entrar en la habitación, o aversiones irracionales a cifras determinadas. Afortunadamente, la psicoterapia y aprender algunos hábitos permiten una gran calidad de vida a las personas afectadas.
 
6. Dislexia
La Dislexia es un trastorno del aprendizaje. La persona disléxica no puede leer correctamente debido a la discrepancia entre el potencial de aprendizaje y su nivel de rendimiento, sin que exista cualquier tipo de problema, ya sea sensorial, físico, motor o deficiencia educativa. Esto causa ciertos desajustes en la lectura que a su vez pueden causar otro tipo de psicopatologías del aprendizaje y de la autoimagen.
Como consecuencia, las personas afectadas por la Dislexia tienen serios problemas de comprensión en la lectura. Afortunadamente, en nuestro tiempo la intervención y el tratamiento ofrecen muchas garantías para hacer frente a este trastorno y, llegada la adultez, una amplia mayoría de disléxicos no tienen ningún problema para escribir correctamente.

5. Mutismo Selectivo
El Mutismo Selectivo es un desorden psiquiátrico que causa que la persona no sea capaz de hablar en determinada social o con determinadas personas. Usualmente, el Mutismo Selectivo viene asociado a la timidez y a la ansiedad social.
Es relativamente frecuente en los niños. Cuando empiezan su escolaridad, algunos no pronuncian ni una palabra, a pesar de hablar fluidamente en sus casas. Sólo la continuidad en el tiempo de esta conducta puede alarmarnos de un caso de MS. En la mayoría de casos, los síntomas van desapareciendo poco a poco.

4. Esquizofrenia
La Esquizofrenia es un trastorno mental causado por una anomalía en los procesos cognitivos y por una pobre respuesta emocional. El afectado sufre de alteraciones en la percepción o la expresión de la realidad. Recientemente se han producido importantes avances científicos sobre la esquizofrenia.
Comúnmente se conoce este trastorno como aquel en que la persona afectada oye muchas voces en su cabeza, y estas voces las percibe como exteriores a su cuerpo. Estos síntomas pueden presentarse o no presentarse. Los síntomas generales del cuadro, sin embargo, suelen ser un lenguaje y pensamiento desorganizado, delirios, alucinaciones (dentro de las cuales podríamos referir las famosas ‘voces’), trastornos afectivos y conducta inadecuada.
A pesar de que ha sido un desorden vastamente estudiado, sigue considerándose un trastorno complejo con una gran amalgama de síntomas. El tratamiento psiquiátrico y psicológico ha demostrado una gran eficacia a la hora de controlar este trastorno.
 
3. Trastorno de Identidad Disociativo
El Trastorno de Identidad Disociativa, o Trastorno de Personalidades Múltiples, es un desorden de la identidad. La persona afectada por este trastorno desarrolla más de una personalidad y muestra diferentes conductas y comportamientos en distintas situaciones. En el artículo “Trastorno de Personalidad Múltiple” tienes mucha más información de las características de el que es considerado como uno de los trastornos mentales más severos.
Se suele decir que las personas con TID cambian sus comportamientos radicalmente y posteriormente no recuerdan ese episodio.
Es uno de los trastornos cuyos afectados viven con mayor inquietud, así como uno de los más controvertidos entre la comunidad científica debido a la dificultad de los aparatos psicométricos para diagnosticarlo y por la falta de tratamiento eficaz. De todos modos, en los últimos años ha habido importantes pasos en la mejora de los tratamientos.
 
2. Autolesión / suicidio
La persona que sufre este desorden mental trata de quitarse la vida (o trata de conseguir atenciones debido a estas conductas). Estas conductas incluyen cortarse las manos o brazos, quemarse, etc.
En este tipo de trastorno mental, la persona trata de autolesionarse o hasta de quitarse la vida. Usualmente, esta conducta puede estar motivada no en la consecución de la muerte, sino en algún tipo de atenciones que reciben al mostrar esta conducta, lo cual remite a un trastorno de fondo que suele ser grave.
 
1. Síndrome de Cotard
En este raro trastorno psiquiátrico, el afectado cree que ha muerto, o que ha perdido la sangre o algún órgano interno. Este delirio puede ser peligroso ya que el trastornado puede actuar imprevisiblemente. Frecuentemente se asocian este tipo de conductas a personalidades nihilistas e hipocondríacas.
El Síndrome de Cotard recibe su nombre por Jules Cotard, quien fue el primer médico que diagnosticó esta extraña condición. Describió las diferentes fases del trastorno en una tesis escrita en París, en el 1880.
Las personas afectadas por el Síndrome de Cotard rehúsan el contacto social y descuidan su bienestar personal. Su causa radica comúnmente en patologías neurológicas o mentales, y se asocia con la desrealización y la depresión.

domingo, 24 de abril de 2022

¿Sabes lo que es la megalofobia?


PILAR HERNÁN     |     Hola     |     04/04/2022 

Quien la padece, puede experimentar episodios de ansiedad, que condicionan su día a día.

“La megalofobia es una fobia específica, por lo que antes de definir qué es, es conveniente saber que es una fobia. La fobia específica es el miedo o ansiedad intensa y de manera persistente y desproporcionada, que se da en presencia o anticipación de algún objeto o situación concreta. En el caso de la megalofobia, se da un miedo atroz a las cosas de gran tamaño como un avión, un rascacielos o una estatua como, por ejemplo, la Estatua de la Libertad”, nos comenta la psicóloga Rocío Hernández, de mundopsicologos.com. 

¿Cómo se manifiesta esta fobia?

La experta nos detalla que la megalofobia se manifiesta a nivel fisiológico como cualquier otra fobia, con altos niveles de ansiedad, presentando así síntomas como sudoración, taquicardia, náuseas, temblores, elevación de la tensión arterial y dificultad para respirar. “Sin embargo, a diferencia de otras fobias, a nivel de pensamiento, las personas que sufren megalofobia tienen miedo de ser aplastados por un objeto gigante, a que les coma un animal grande o a caerse desde una gran altura, entre otros. Por todo esto, la persona tiende a evitar exponerse a todas esas cosas que teme, por miedo a experimentar estos síntomas, interfiriendo significativamente en su vida cotidiana”, cuenta.

Nos encontramos, por lo tanto, ante un problema que puede afectar a la calidad de vida de quien lo padece. “La megalofobia es un problema que genera un gran malestar en las personas que lo padecen y repercute de forma negativa en su día a día, ya que es prácticamente inevitable cruzarte con objetos grandes, ya sea un edificio, un barco o cualquier monumento que sea más grande de lo normal en una ciudad”, nos explica la psicóloga, que añade que es por esto, y por lo comentado anteriormente, que la persona tiende a evitar enfrentarse a esos objetos y limita su actividad diaria, ya sea porque no visita sitios que le gustaría, porque a la hora de ir a trabajar tiene que hacer una ruta más larga de lo normal para no cruzarse con nada grande o por el simple hecho de tener perfectamente planificado de antemano todos los lugares a los que ir para no cruzarse con algo temido. “En algunas ocasiones, condiciona a la persona a vivir en un medio rural para facilitar no cruzarse con nada grande o incluso, en aquellas personas que viven en ciudades, les lleva a no salir de casa, faltando así al trabajo, a los estudios o evitando salir con los amigos por esta causa”, afirma.

Cuáles son sus causas

Siempre tendemos a buscar las causas, ¿cuáles son en este caso concreto? “Es importante tener en cuenta que, al igual que en otras fobias, no existe un único factor que la provoque. Una de las posibles causas es la herencia genética por parte de algún progenitor que padezca algún tipo de fobia similar. Otro de los factores que se contemplan, es que sea una conducta aprendida, es decir, que de pequeño se haya tenido alguna experiencia negativa, de carácter traumático, con un objeto de gran tamaño. La megalofobia también se asocia a sensación de inferioridad generado por situaciones de insuficiencia o necesidad en la infancia”, explica Rocío Hernández. 

Una vez que confirmamos el diagnóstico, ¿cómo debemos actuar?

En opinión de la experta, lo ideal para personas que sufren de megalofobia, dada la limitación que supone en el día a día, es acudir a un profesional de la salud mental. “En primer lugar, habría que explorar cuáles son las causas en cada caso concreto, para poder elaborar una intervención totalmente individualizada para la persona. En líneas generales, lo ideal es realizar una intervención completa, teniendo en cuenta los tres aspectos más importantes de la psicología. Por un lado, tendríamos la intervención a nivel conductual, que se centra en dotar a la persona de estrategias de afrontamiento para ir poco a poco enfrentándola al estímulo fóbico, a partir de la exposición gradual y controlada; por otro lado, la intervención cognitiva, que se centra en el análisis y modificación de los pensamientos y creencias con respecto a lo temido; y por último, el trabajo a nivel emocional, para descubrir y reprocesar de dónde viene dicho miedo”, sugiere.

Cómo tomar decisiones: un arte que se aprende

LAURA ROJAS-MARCOS    |     Telva     |      21/12/2021 

Tomamos decisiones cada día, cada hora, a veces, cada minuto o segundo... Elegimos una y otra vez en la vida. La doctora en psicología clínica Laura Rojas-Marcos reflexiona sobre esta realidad vital y nos invita a aprender el arte que nos hace libres. desde la calma y la reflexión.

"Cuando tienes que elegir y no eliges, esa es tu elección" comentó el gran psicólogo y filósofo William James. Unas palabras llenas de sabiduría que leí por primera vez siendo estudiante de psicología y que me acompañan desde hace más de 30 años. A continuación, te animo a que lo vuelvas a leer, pero esta vez, para interiorizarlo, léelo despacio: Cuando tienes que elegir y no eliges, esa es tu elección.

¿POR QUÉ NOS CUESTA TOMAR DECISIONES?

Tomar decisiones es un arte y, a veces, un gran desafío. Es el arte de decidir si hacer o no hacer, de tomar un camino u otro. Lo cierto es que nos pasamos el día tomando decisiones. Sea lo que sea que elijamos, cuando optamos por una cosa, dejamos otra a un lado. Algunas decisiones las tomamos sin pensarlo dos veces, pero otras son más complejas y necesitamos tiempo para reflexionar, no son para tomárselas a la ligera.

Los factores que determinan el grado de dificultad para tomar una decisión son numerosos, pero la mayoría de las personas compartimos principalmente los siguientes: primero, el miedo a equivocarnos, a decepcionar y a no cumplir las expectativas propias o de los demás; segundo, la dificultad para tomar riesgos y asumir la responsabilidad de nuestra decisión; y tercero, el temor a arrepentirnos, sentirnos culpables, hacer daño a otros o a nosotros mismos y sufrir el tormento de tener mala conciencia. Como resultado, no es de extrañar que a veces caigamos en un abismo de dudas y permanezcamos estancados en el bucle mental eterno del "no sé", como en el mito de Sísifo en la mitología griega, quién fue castigado y condenado a empujar una gran piedra cuesta arriba por la ladera de una montaña que, antes de llegar a la cima, volvería a rodar hacia abajo para tener que repetir el proceso durante la eternidad.

NO EXISTE UNA DECISIÓN IGUAL A OTRA (AUNQUE LO PAREZCA)

Nuestra vida es una constante sucesión de decisiones. Algunas las tomamos de forma consciente y otras automáticamente, pero de lo que no cabe duda, es que nuestro día a día está compuesto por un sinfín de elecciones que van determinando nuestro camino. Luego, aprender a tomarlas es clave para ser autónomos, independientes y libres. Como me dijo un amigo: "La libertad ni se compra ni se regala, se conquista".

Cuando decidimos tomar un camino, renunciamos a otro. A veces nos apartarnos de este último para siempre, y otras, de manera temporal con el fin de retomarlo más tarde. En ocasiones, antes de tomar una decisión de forma permanente, optamos por realizar con anterioridad un reconocimiento del camino; comprobar para confirmar las diferentes posibilidades. Como también dijo William James, "Si puedes cambiar de opinión, también puedes cambiar tu vida". Sin embargo, cabe señalar que, aunque cambiemos de opinión y decidamos retroceder para volver al punto inicial, el camino de vuelta lo haremos con una perspectiva diferente. Como dijo el filósofo Heráclito de Éfeso cuando desarrolló el concepto del devenir: "Ningún hombre se baña dos veces en el mismo río, porque no es el mismo río y él no es el mismo hombre". Por tanto, aunque el río parezca el mismo, el agua que corre por su cauce nunca lo es.

¿ERES RACIONAL O EMOCIONAL TOMANDO DECISIONES?

En mi trabajo como psicóloga observo que algunas decisiones las tomamos desde el razonamiento lógico, es decir, nos guiamos por la razón y el sentido común, pero la mayoría de nuestras decisiones son emocionales, es decir, surgen a partir del sentimiento de deseo, los afectos, el apetito y apetencia, así como a partir de emociones intensas como la ansiedad, la ira, la incertidumbre o miedo. Así pues, aprender a tomar decisiones no sólo favorece nuestra salud emocional y autoestima, sino que es imprescindible para conseguir nuestros propósitos y poder avanzar en la vida; sentir que somos dueños de nuestro destino.

CLAVES PARA TOMAR DECISIONES

Independientemente de nuestra edad, forma de ser y experiencias vitales, todos podemos aprender a tomar decisiones en cualquier momento de la vida, es cuestión de pedir ayuda, seguir unas pautas y practicar. Por ejemplo, podemos empezar tomando pequeñas decisiones, para aprender a dar prioridad y diferenciar entre aquellas que son urgentes y las que pueden esperar. También podemos desarrollar nuestra capacidad analítica y pensamiento crítico explorando los aspectos positivos y negativos de cada una de nuestras opciones, es decir, qué beneficios o inconvenientes tienen el camino A, B y C. Pero, sobre todo, es esencial aprender a identificar nuestro propósito y preguntarnos ¿por qué y para qué necesito tomar mi decisión? Sólo así podremos dar el primer paso.

Conclusión, aprender a tomar decisiones es en sí misma una decisión. Es la decisión de tener una actitud proactiva y resolutiva, aquella que pone en forma el músculo de la voluntad. Así pues, es conveniente empezar despacio y siguiendo nuestro ritmo, y sin perder de vista nuestro objetivo final: aprender a crear el gran hábito que nos abrirá las puertas a la libertad. En palabras de Aristóteles"Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto, es un hábito". 

jueves, 21 de abril de 2022

Psicología del rencor: ¿qué hay detrás de las personas rencorosas?


VALERIA SABATER        |      La Mente es Maravillosa     |     05/01/2022 

El rencor es una carga que carcome a todo aquel que lo padece. Veamos qué hay detrás de este sentimiento y cómo podemos gestionarlo.

 

Las personas rencorosas sujetan de modo permanente un pedazo de carbón ardiendo. Lo hacen con la idea de poder lanzarlo en el momento menos pensado a todos aquellos que les han ofendido. Sin embargo, quienes se acaban quemando no son precisamente los demás, sino ellos mismos al estar sujetando durante tanto tiempo todo ese fuego, toda esa fuente de rabia, odio y malestar.

 

A pesar de que ahora mismo nos venga a la mente alguna que otra persona rencorosa que hemos conocido, hay un aspecto que no debemos descuidar. Esta dimensión, este sentimiento profundo (y sin duda autodestructivo) no lo experimentan de forma exclusiva quienes no saben practicar el saludable ejercicio del perdón. En realidad este tema tiene su profundidad, sus matices y dimensiones contrapuestas en las que todos nosotros podemos derivar en un momento dado.

Así, cabe decir que más allá de lo que pueda parecer estamos ante un tipo de sentimiento muy recurrente. Lo experimenta por ejemplo quien ha sido herido, abandonado o traicionado por su entorno familiar. Lo sufre quien ha sido engañado en su relación afectiva. El rencor es también esa sensación permanente que habita en quienes han sobrevivido a una guerra o un conflicto armado. Son situaciones como vemos comprensibles, aunque no saludables desde un punto de vista psicológico.


No lo es en primer lugar porque el rencor se caracteriza por un hecho altamente nocivo: la cronicidad. Son estados angustiantes que se alargan en el tiempo, que se arrastran hasta el punto de interferir en otros ámbitos de la vida. Cambia el humor, se pierde la confianza en los demás, varían las actitudes y se altera incluso el tipo de trato que prestamos a quienes nos envuelven. El rencor es como el óxido, se extiende y termina debilitando toda estructura, toda identidad.

 

“El resentimiento se deleita de antemano con un dolor que querría que sintiese el objeto de su rencor”. – Albert Camus

Personas rencorosas: características y perfil psicológico

Las personas rencorosas tienen una caja fuerte en su interior. En ella esconden el peso de un agravio, el dolor de un engaño, de una traición o incluso de un abandono u ofensa. Esa caja está blindada por una razón evidente: no desean olvidar ni un matiz de lo sucedido. Así, a todo ese daño moral comprimido y a buen recaudo, se le añade esa tristeza que en un momento dado mutó en rabia y más tarde en odio.

 

Asimismo, en todo ese tejido psicológico se le suele añadir un último componente: el del deseo de venganza. No en sentido directo o con componentes violentos. Porque lo que se desea en la mayoría de los casos es que de algún modo, le sea devuelta a esa persona que nos hizo daño la misma moneda, el mismo sufrimiento y en las mismas condiciones. Por tanto, y sabiendo esto, es común que las personas rencorosas presenten las siguientes características.


Incapacidad para perdonar

A veces perdonar resulta muy complicado, lo sabemos. Sin embargo, debemos tener claro que el perdón es ante todo ese paso que nos permite cerrar una etapa y recuperar el equilibrio emocional. Así, y en lo que se refiere a este tipo de perfil caracterizado por un rencor profundo, cabe señalar que además de no querer perdonar, alimentan su propio sufrimiento recordando a diario el peso de la ofensa o daño sufrido.

 

Hay por tanto una retroalimentación constante y con ella, una intensificación del sufrimiento. De hecho, estudios como el llevado a cabo en la Universidad de Pisa y publicado en la revista Frontiers in Human Neurosciencie, nos revelan que el hecho de alimentar el resentimiento abre aún más la herida emocional. Sin embargo, el acto de perdonar regula un gran número de estructuras neuronales, favorece la calma, reduce el estrés y activa áreas como la corteza prefrontal (relacionada con la resolución de problemas).

Pensamiento dicotómico

O estás conmigo o estás contra mí. Las cosas o son blancas o son negras, o me ayudas o me traicionas. Este tipo de enfoque conforma una clara distorsión cognitiva. Es un esquema muy rígido de pensamiento del cual, las personas rencorosas ni tan siquiera son conscientes porque están habituadas a bordear siempre los extremos, a situarse en posiciones muy polarizadas donde lo único que consiguen es establecer enormes y amargas distancias con quienes les rodean.

El orgullo que no deja tregua

El orgullo es un caballo de batalla que todo lo invade, lo arrasa y lo transforma. Esta característica hace que este tipo de personas estén siempre a la defensiva, y que a la mínima se sientan heridos y altamente dolidos. No es fácil hacer vida, dialogar o llegar a acuerdos con quien se deja llevar siempre por el orgullo, por esa actitud que todo lo toma de forma personal.

 

Incapacidad para atender necesidades emocionales y psicológicas

A todos nos pueden hacer daño. A su vez, y como es de esperar, tenemos pleno derecho a experimentar sensaciones negativas hacia quien nos lastimó. Sin embargo hay un aspecto que ya no entra dentro de la normalidad psicológica: mantener de forma permanente esa rabia, ese recuerdo doloroso y la impronta que le acompaña, el mismo que acaba transformándose en amargura crónica.

 

Tenemos la plena obligación de asumir lo aceptado y avanzar. Avanzar no es olvidar ni mucho menos, sino aprender a valernos de ciertas estrategias psicológicas para lidiar con las heridas y permitirnos nuevas oportunidades. Así, quien no lo hace, quien no es capaz de dar un escape, una salida válida a tanta rabia y amargura termina haciendo del rencor su forma de vida.

¿Cómo acabar con el rencor que nos atenaza y domina?

En un artículo publicado en una revista de psicología conductual, se hablaba de un interesante estudio llevado a cabo en la Universidad de Ontario, Canadá sobre este mismo tema. En él se argumentaba la necesidad de facilitar herramientas a las personas rencorosas para que dieran forma al perdón emocional.

Esta dimensión, este ejercicio de salud, es determinante por una razón muy simple: nos permite liberarnos de las emociones negativas para generar una nueva realidad psicológica desde la cual, empezar a trabajar.

·        Por otro lado es recomendable que este tipo de perfil trabaje la flexibilidad en su enfoque de pensamiento. Con esta dimensión facilitaremos el que puedan ver las cosas desde nuevas perspectivas.

·        Asimismo, también es conveniente ofrecer herramientas para la gestión de la rabia, una dimensión habitada siempre por pensamientos distorsionados y por una activación fisiológica poco saludable.

·        Las personas rencorosas, además, necesitan poner atención en otros aspectos con los cuales poder trasladar la mirada desde el pasado hacia el presente. Alimentarse en exclusiva de los recuerdos negativos del ayer entorpece la oportunidad de vivir con libertad. Por tanto es recomendable que inicien proyectos nuevos, que se abran a nuevas experiencias, aficiones, relaciones, etc.

 

Algunas prácticas para superar el rencor

Por su parte, cuando el rencor se apodere de ti, te aconsejamos poner en práctica las siguientes acciones:

·        Manifiesta tu dolor. Es importante que no te quedes con nada por dentro. Para ello, puedes escribir una carta donde manifiestes lo que estás sintiendo, o hablar con una persona de confianza. Poner en palabras nuestras emociones es una gran herramienta para gestionarlas. No intentes evitar o suprimir lo que sientes, esto sólo empeorará el rencor experimentado.

·        Acepta lo sucedido. No podemos cambiar las acciones de los demás y mucho menos si ya ocurrieron. Por tanto, no te enfrasques en el pasado y asume los hechos, por mas dolorosos que sean.

·        Identifica el aprendizaje. Toda situación pasada, por más negativa que nos parezca, nos puede dejar una enseñanza. Quizá sea tiempo de aprender a no confiar en cualquiera o dejar de ser tan exigente con los que nos rodean… Una vez que reconozcas lo aprendido en un futuro podrás evitar estas situaciones.

·        Trabaja en tu autoestima y autocuidado. En la medida que te sientas bien contigo mismo, tendrás una mayor fortaleza para afrontar y superar situaciones difíciles Para ello, cuida tu alimentación, practica ejercicios de relajación, haz algo de deporte, cultiva tiempo de ocio, conócete a ti mismo, acude a terapia, etc. Estas acciones sin duda te harán una personas más fuerte y sabia.

 

Para concluir, tal y como se suele decir el rencor es un abismo sin fondo o un páramo sin fronteras. Nadie merece vivir eternamente en semejante escenario. Aprendamos por tanto a construir vías de escape, caminos para liberarnos y respirar con mayor tranquilidad y dignidad.

martes, 19 de abril de 2022

Psiquiatría crítica: ¿qué es y qué reivindica?

 

GRECIA GUZMÁN MARTÍNEZ        |        Psicología y Mente

La psiquiatría ha generado grandes avances, pero es bueno revisar sus limitaciones. 

La psiquiatría, especialidad médica que se encarga de detectar y tratar las enfermedades mentales, ha atravesado una crisis importante en épocas recientes debido a la emergencia de distintos cuestionamientos sobre las características de sus conocimientos y prácticas. 

A partir de dichos cuestionamientos ha surgido la Psiquiatría Crítica, una corriente teórica que cuestiona y busca reformar las prácticas de la asistencia psiquiátrica. Entre otras cosas, pone en evidencia que la psiquiatría tradicional tiene algunos límites fundamentales en la forma de entender y tratar con el sufrimiento psíquico, lo que en concreto genera dilemas éticos en el uso de su conocimiento. 

¿De dónde surge la Psiquiatría Crítica?

Uno de los antecedentes más recientes es la conferencia de la Critical Psychiatry Network (Red de Psiquiatría Crítica) realizada en Bradford Inglaterra en 1999, donde se discutió la necesidad de promover una transformación radical en nuestro acercamiento a los problemas de salud mental; lo que han suscrito miles de profesionales alrededor del mundo, principalmente a través de publicaciones académicas, pero también mediante la movilización política.

En la misma línea, la Psiquiatría Crítica tiene muchos de sus antecedentes en la antipsiquiatría, movimiento teórico y político impulsado por profesionales de salud mental que inició en la segunda mitad del siglo pasado y que cuestionó firmemente la forma en la que la psiquiatría operaba, especialmente en Europa y Estados Unidos.

Aunque la antipsiquiatría y la Psiquiatría Crítica son movimientos que surgen en momentos distintos, lo que tienen en común es que rechazan la patologización de la heterogeneidad humana y mantienen el compromiso de transformar la asistencia psiquiátrica.

Finalmente, esta corriente ha estado impulsada por distintos movimientos asociativos en primera persona, es decir, colectivos gestionados por las personas usuarias de los servicios de atención psiquiátrica. Por ejemplo, el colectivo británico Hearing Voices Network (Escuchando voces) quienes rechazan la comprensión psiquiátrica tradicional de dicha experiencia, buscando así mismo eliminar el estigma y reforzar los grupos de ayuda mutua.

Lo anterior se articula posteriormente con el paradigma de derechos que ha quedado formalizado desde el 2006 en la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad aprobada por la Organización las Naciones Unidas, así como a través de otros documentos e informes de prevención de la tortura en psiquiatría que se han desarrollado en distintos países. 

Principios fundamentales

En términos generales la Psiquiatría Crítica busca hacer visible la intersección entre las relaciones psicológicas, sociales y somáticas, tanto de las personas como de la propia práctica psiquiátrica, de manera que sea posible reformarla.

Más específicamente podemos seguir a Philip Thomas (2013) para enumerar cinco temas de discusión que emergen a partir de la Psiquiatría Crítica: el problema de los diagnósticos psiquiátricos, el problema de la medicina basada en la evidencia en psiquiatría (y su relación con la industria farmacéutica), el rol del contexto donde la psiquiatría se desarrolla y actúa, el problema de las prácticas coercitivas, y finalmente, la base teórica y filosófica del conocimiento psiquiátrico y de sus prácticas.

1. El problema de los diagnósticos psiquiátricos

La Psiquiatría Crítica hace visible que las barreras entre la “normalidad” y el “trastorno” son fácilmente manipulables y en gran medida arbitrarias. De hecho, con frecuencia varía la cantidad de diagnósticos psiquiátricos disponibles; estos aparecen y desaparecen y se actualizan cada determinado tiempo (algunos de ellos cada vez que la misma población diagnosticada se manifiesta en contra de ser considerada como enferma o trastornada, por ejemplo, lo que pasó con la homosexualidad que hasta apenas la segunda mitad del siglo pasado dejó de ser considerada un trastorno mental).

Así mismo, las bases científicas del diagnóstico psiquiátrico empezaron a cuestionarse porque si bien se han encontrado sustratos orgánicos, la evidencia científica que postula que los trastornos mentales tienen un origen biológico y una cura definitiva en el mismo sentido, es insuficiente.

2. La medicina basada en la evidencia y la industria farmacéutica

La medicina basada en la evidencia es un concepto que hace referencia a la práctica médica basada en los ensayos clínicos, las estadísticas y los manuales que ofrecen información genérica sobre una condición determinada.

Esto ha sido cuestionado por la Psiquiatría Crítica, ya que las causas de los trastornos mentales son inespecíficas, y la medicina basada en la evidencia puede promover y generalizar unas prácticas también inespecíficas, pero además potencialmente dañinas en algunos sentidos, porque en psiquiatría las prácticas son por excelencia de intervención directa (farmacológica o mecánica).

Asimismo, en muchas ocasiones los diagnósticos y el tratamiento farmacéutico están fuertemente influenciados por intereses económicos de las industrias encargadas de producir y distribuir los fármacos, así como de financiar gran parte de la formación de profesionales. Esto ha sido muy debatido en las últimas décadas por un sector importante de los profesionales de la salud mental alrededor del mundo. 

3. El contexto de la psiquiatría

El abanico de diagnósticos psiquiátricos está relacionado con el contexto donde se construyen, es decir que varía el porcentaje de gente a la que se le atribuyen ciertos problemas según la población específica a la que pertenecen.

La misma práctica psiquiátrica se encuentra dentro de un contexto social, lo que significa que en el diagnóstico y en la relación asistencial se reproducen ideologías y formas de relacionarse; y que el sufrimiento psíquico es más que una experiencia individual, es una experiencia tiene que ver con las condiciones de posibilidad o de vulnerabilidad del mismo entorno. 

4. Las prácticas coercitivas

Entre las críticas más fuertes que se han hecho a la psiquiatría desde el siglo pasado están el internamiento psiquiátrico obligado y las prácticas de contención como las ataduras, la terapia electroconvulsiva y la sobremedicalización.

Lejos de ser concebida como un conjunto de técnicas (y por lo tanto libre de valores), la Psiquiatría Crítica busca revisar constantemente las prácticas que se promueven y sus posibles efectos perjudiciales (desde el paternalismo intrínseco en la práctica clínica hasta las actitudes estigmatizantes o las prácticas explícitamente agresivas).

En muchos contextos se han promovido alternativas que van desde el cierre de hospitales psiquiátricos o la desmedicalización paulatina, hasta la creación de centros comunitarios y el reforzamiento de una salud mental que se promueva de una manera más colectiva y menos coercitiva. 

5. Base teórica y filosófica de la psiquiatría

La Psiquiatría Crítica cuestiona el dualismo mente-cuerpo que fundamenta a la psiquiatría biomédica tradicional, así como la ideología biologicista que reduce la salud y la enfermedad mental a las ciencias moleculares del cerebro.

Esto último hace que se consideren una serie de demandas sociales donde la psiquiatría se estaba posicionando como la única o la mejor solución para entender los problemas de la gente; lo que muchas veces se traduce en la omisión de las carencias afectivas, sociales o económicas promovidas por las estructuras sociales.

Finalmente y dado que la atención a los problemas de salud mental es un fenómeno globalizado, a pesar de haberse generado e impulsado con base en las necesidades del contexto europeo y estadounidense, la corriente de la Psiquiatría Crítica ha tenido repercusiones alrededor del mundo.

No obstante, esta no es la única crítica que se ha hecho a la psiquiatría tradicional. Por ejemplo, en las ciencias sociales como la antropologia, la psicologia social o la sociología en latinoamérica se han investigado recientemente las formas comunitarias de atención a la salud (incluida la salud mental), así como las formas prehispánicas de comprender lo que de momento llamamos “trastorno” o “enfermedad mental”; a la par de las carencias en la atención institucional y en los servicios de salud mental más tradicionales.